De Reyes, Magos y Sabios

A horas de la tradicional llegada de los “Reyes Magos”, un artículo desentraña mitos y verdades sobre los personajes bíblicos, su muerte y el supuesto lugar donde descansan sus restos.

05 ENE 2017 - 14:47 | Actualizado

La tradición los denomina Reyes Magos, asegura que son tres y que uno es moreno, pero la historia detrás de los personajes que La Biblia asegura llegaron a Belén para adorar al niño Jesús esconde hechos y episodios que no siempre han sido contados.

Una publicación del diario ABC de España, titulada “Verdades y mentiras de los Reyes Magos: los persas que murieron torturados tras visitar Belén” y que lleva la firma de Manuel Villatoro, da cuenta de varios de los puntos en conflicto sobre quienes habrían sido en realidad, aquellos a los que llamamos Melchor, Gaspar y Baltasar.

El texto da cuenta que el origen de la leyenda de los tres Reyes Magos lo encontramos en la Biblia. Su artífice fue, para ser más exactos, Mateo. El Apóstol fue el único de los autores del libro sagrado que dejó constancia de la existencia de estos personajes en las crónicas. En sus textos afirma que, después de que Jesús naciera en Belén «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle».

Aquí asegura la publicación que Mateo no señalaba, por tanto, ni el número concreto de Sus Majestades, ni su raza. “Si Mateo no habló del número exacto de Reyes Magos que llegaron a Belén... ¿Por qué la tradición dicen que son tres? El establecimiento de este mito se lo debemos al «Liber Pontificalis» (una recopilación fechada en el siglo IX de varias historias y leyendas relacionadas con la religión cristiana). La cifra (basada en las creencias populares) fue oportuna y -presumiblemente- nació debido al número de regalos citados por el apóstol. Todo ello, sumado a la relación que tenía el número con la Santísima Trinidad” y cita el trabajo del investigador histórico Omar López Mato en su obra «A su imagen y semejanza. La historia de Cristo a través del arte».

«Si bien existen versiones que recogen que eran entre dos y sesenta magos, en el siglo III se indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse». El historiador José Javier Azanza López ofrece (en su dossier «¡Ya vienen los Reyes! Historia, leyenda y arte en torno a los Magos de Oriente») una nueva visión del origen de la cifra. Según él, la cifra vendría del siglo III: «En cuanto a su número, si bien existen versiones que recogen entre dos y sesenta magos, en el siglo III el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse atendiendo a razones bíblicas, litúrgicas y simbólicas, y que fue confirmado por la Iglesia en el siglo V mediante una declaración del Papa León I el Magno en sus Sermones para la Epifanía».

Por otra parte Ariel Guiance (de la Universidad de Buenos Aires) en su dossier «La polémica antijudía en la Castilla Bajomedieval: la historia de los Reyes Magos» indica que la tradición oriental habla de 12 magos, mientras que Occidente de 3: «Este número aparece en el Evangelio del Pseudo Mateo y en el Evangelio armenio de la infancia».

¿Y los nombres?


Mosaicos de San Apolinar el nuevo (Ravena, Italia)

Sobre los nombres con los que actualmente conocemos a los Reyes Magos, se plantea que estos se popularizaron el siglo IX, también gracias al «Liber pontificalis». En dicha obra, se estableció que eran Melchor («Melchior»), Baltazar («Bithisarca») y Gaspar («Gathaspa»).

El texto asegura que Azanza afirma que ya habían sido nombrados de esta forma antes: «Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el Evangelio Armenio de la Infancia del siglo IV; pero no serán aceptados definitivamente hasta su inclusión en el “Liber Pontificalis”, fechado a mediados del siglo IX».

Santiago de la Vorágine, obispo de Génova y autor -en el siglo XIII- de «La leyenda dorada» (una compilación de los mitos que hablaban de la vida de los diferentes santos y de algunos pasajes bíblicos) asentó de nuevo estos nombres al afirmar que eran «Caspar, Melchor y Baltasar».

Su origen

El artículo de ABC también aborda la controversia sober la denominación “reyes” y “magos”. Sobre este último son muchos los expertos que consideran que este término tenía otras acepciones en la época.

Uno de ellos es Joao Scognamiglio, autor de «Lo inédito sobre los evangelios». Este afirma en su obra que «el nombre magos no debe ser entendido con las connotaciones de nuestro tiempo, pues en aquella época significaba personas de cierto poderío y que se distinguían especialmente en los conocimientos científicos, sobre todo astronómicos».

El historiador de la religión cristiana James Dixon Douglas es de la misma opinión. En su extensa obra «Diccionario Biblico del Mundo Hispano» señala que, en aquellos años, la palabra mago hacía referencia a una «casta religiosa entre los persas» con gran devoción por la astrología.

Con posterioridad el término a aplicarse universalmente «a los adivinos y a los exponentes de cultos religiosos esotéricos». «Lo más probable es que fueran sacerdotes y astrólogos originarios de Babilonia o Persia, dado que ambos eran grandes centros astrológicos donde los magos eran una casta sacerdotal con mucha influencia», dice la nota, citando a Azanza.

En cuanto término “reyes”, la nota afirma que nada dice Mateo sobre que estos «magos» fueran reyes. "¿Por qué, entonces, la tradición les ha entregado la corona? El culpable de ello es Quinto Septimo Tertuliano. Este escritor romano -padre de la Iglesia allá por el siglo III- llegó a la conclusión de la nobleza de dichos personajes tras leer el Salmo 72 (incluido en uno de los libros sagrados). En él se explicaba lo siguiente: «Que los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes».

Y según el texto, como la magia no era bien considerada por la religión, este apelativo hizo que nuestros protagonistas fueran bien aceptados. También indica que Santiago de la Vorágine logró popularizar esta idea en «La leyenda dorada». El autor dejó escrito que los magos «eran al mismo tiempo reyes y magos» y que, en su país de origen, solían subir a la cima de una montaña para observar los astros».

Respecto a la ubicación geográfica de la que provenían, dice «no se sabe nada de su tierra natal, pero la teoría de que vinieron de Arabia Félix (Arabia del sur) es muy probable». En todo caso, la primera es la más aceptada y, además, es una teoría que desvelaría otro de los grandes misterios: el enigmático origen de estos Reyes (pues serían persas). Y es que, una de las primeras veces que se oye hablar de su procedencia es en siglo VII, cuando se dejó escrito en el «Evangelio armenio de la infancia» que Melchor reinaba sobre los persas, Baltasar sobre los indios, y Gaspar, sobre el país de los árabes.

¿Baltasar era blanco?

El artículo firmado por Villatoro aseguró que a Baltasar no se le representó como un rey de tez negra hasta el siglo XV. Antes, y tal y como señala Omar López Mato en su obra, fueron mostrados con aspecto occidental y considerados como los descendientes de Noé.

Azanza corrobora esta idea en su dossier: «En los albores del cristianismo, a los tres magos se les representaba como de una misma raza, tenían el mismo tipo e iban vestidos con el característico traje persa: bonete frigio y estrechos pantalones con faldilla».

Sin embargo, a partir del siglo XV todo cambió. «Con la intención de simbolizar la universalidad del cristianismo, se diferenciaron e individualizaron; de esta manera, cada uno adquiere rasgos propios que los asocia con las tres edades de la vida y con las tres partes del mundo entonces conocidas: Europa, Asia y África”.

El final


Relicario de los Tres Reyes - Catedral de Colonia (Alemania)

La tradición ha dado también un cruel final a los Reyes Magos. Según la creencia popular, nuestros protagonistas fueron bautizados por Santo Tomás y comenzaron a predicar el Evangelio por la India.

Según Juan de Hildesheim («El libro de los Reyes Magos») «consagró obispos a los tres Reyes y ellos, a su vez, eligieron entre las gentes del pueblo a personas sin mancha y las ordenaron obispos y sacerdotes». Estos, posteriormente, peregrinaron por multitud de pueblos. Algo que les causó no pocos problemas hasta que, finalmente, acabaron muriendo martirizados.

Tras la tortura (fechada por algunos autores en el año 70 d.C.) sus cuerpos fueron enterrados en el mismo sarcófago, lo que podría sugerir que eran familiares. En todo caso, la leyenda afirma que santa Elena (la misma que halló la Vera Cruz) se llevó sus restos hasta Constantinopla en el siglo IV.

Así, hasta que fueron llevados a Milán. A partir de aquí se les habría perdido la pista, pues se cuenta que -cuando el emperador Federico Barbarroja asedió la ciudad en 1162- los huesos fueron llevados hasta Colonia. Comenzaron su viaje en 1164 y, poco después, se edificó una iglesia en la región en su honor. En ella, a día de hoy, permanece su relicario.
 

05 ENE 2017 - 14:47

La tradición los denomina Reyes Magos, asegura que son tres y que uno es moreno, pero la historia detrás de los personajes que La Biblia asegura llegaron a Belén para adorar al niño Jesús esconde hechos y episodios que no siempre han sido contados.

Una publicación del diario ABC de España, titulada “Verdades y mentiras de los Reyes Magos: los persas que murieron torturados tras visitar Belén” y que lleva la firma de Manuel Villatoro, da cuenta de varios de los puntos en conflicto sobre quienes habrían sido en realidad, aquellos a los que llamamos Melchor, Gaspar y Baltasar.

El texto da cuenta que el origen de la leyenda de los tres Reyes Magos lo encontramos en la Biblia. Su artífice fue, para ser más exactos, Mateo. El Apóstol fue el único de los autores del libro sagrado que dejó constancia de la existencia de estos personajes en las crónicas. En sus textos afirma que, después de que Jesús naciera en Belén «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle».

Aquí asegura la publicación que Mateo no señalaba, por tanto, ni el número concreto de Sus Majestades, ni su raza. “Si Mateo no habló del número exacto de Reyes Magos que llegaron a Belén... ¿Por qué la tradición dicen que son tres? El establecimiento de este mito se lo debemos al «Liber Pontificalis» (una recopilación fechada en el siglo IX de varias historias y leyendas relacionadas con la religión cristiana). La cifra (basada en las creencias populares) fue oportuna y -presumiblemente- nació debido al número de regalos citados por el apóstol. Todo ello, sumado a la relación que tenía el número con la Santísima Trinidad” y cita el trabajo del investigador histórico Omar López Mato en su obra «A su imagen y semejanza. La historia de Cristo a través del arte».

«Si bien existen versiones que recogen que eran entre dos y sesenta magos, en el siglo III se indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse». El historiador José Javier Azanza López ofrece (en su dossier «¡Ya vienen los Reyes! Historia, leyenda y arte en torno a los Magos de Oriente») una nueva visión del origen de la cifra. Según él, la cifra vendría del siglo III: «En cuanto a su número, si bien existen versiones que recogen entre dos y sesenta magos, en el siglo III el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse atendiendo a razones bíblicas, litúrgicas y simbólicas, y que fue confirmado por la Iglesia en el siglo V mediante una declaración del Papa León I el Magno en sus Sermones para la Epifanía».

Por otra parte Ariel Guiance (de la Universidad de Buenos Aires) en su dossier «La polémica antijudía en la Castilla Bajomedieval: la historia de los Reyes Magos» indica que la tradición oriental habla de 12 magos, mientras que Occidente de 3: «Este número aparece en el Evangelio del Pseudo Mateo y en el Evangelio armenio de la infancia».

¿Y los nombres?


Mosaicos de San Apolinar el nuevo (Ravena, Italia)

Sobre los nombres con los que actualmente conocemos a los Reyes Magos, se plantea que estos se popularizaron el siglo IX, también gracias al «Liber pontificalis». En dicha obra, se estableció que eran Melchor («Melchior»), Baltazar («Bithisarca») y Gaspar («Gathaspa»).

El texto asegura que Azanza afirma que ya habían sido nombrados de esta forma antes: «Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el Evangelio Armenio de la Infancia del siglo IV; pero no serán aceptados definitivamente hasta su inclusión en el “Liber Pontificalis”, fechado a mediados del siglo IX».

Santiago de la Vorágine, obispo de Génova y autor -en el siglo XIII- de «La leyenda dorada» (una compilación de los mitos que hablaban de la vida de los diferentes santos y de algunos pasajes bíblicos) asentó de nuevo estos nombres al afirmar que eran «Caspar, Melchor y Baltasar».

Su origen

El artículo de ABC también aborda la controversia sober la denominación “reyes” y “magos”. Sobre este último son muchos los expertos que consideran que este término tenía otras acepciones en la época.

Uno de ellos es Joao Scognamiglio, autor de «Lo inédito sobre los evangelios». Este afirma en su obra que «el nombre magos no debe ser entendido con las connotaciones de nuestro tiempo, pues en aquella época significaba personas de cierto poderío y que se distinguían especialmente en los conocimientos científicos, sobre todo astronómicos».

El historiador de la religión cristiana James Dixon Douglas es de la misma opinión. En su extensa obra «Diccionario Biblico del Mundo Hispano» señala que, en aquellos años, la palabra mago hacía referencia a una «casta religiosa entre los persas» con gran devoción por la astrología.

Con posterioridad el término a aplicarse universalmente «a los adivinos y a los exponentes de cultos religiosos esotéricos». «Lo más probable es que fueran sacerdotes y astrólogos originarios de Babilonia o Persia, dado que ambos eran grandes centros astrológicos donde los magos eran una casta sacerdotal con mucha influencia», dice la nota, citando a Azanza.

En cuanto término “reyes”, la nota afirma que nada dice Mateo sobre que estos «magos» fueran reyes. "¿Por qué, entonces, la tradición les ha entregado la corona? El culpable de ello es Quinto Septimo Tertuliano. Este escritor romano -padre de la Iglesia allá por el siglo III- llegó a la conclusión de la nobleza de dichos personajes tras leer el Salmo 72 (incluido en uno de los libros sagrados). En él se explicaba lo siguiente: «Que los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes».

Y según el texto, como la magia no era bien considerada por la religión, este apelativo hizo que nuestros protagonistas fueran bien aceptados. También indica que Santiago de la Vorágine logró popularizar esta idea en «La leyenda dorada». El autor dejó escrito que los magos «eran al mismo tiempo reyes y magos» y que, en su país de origen, solían subir a la cima de una montaña para observar los astros».

Respecto a la ubicación geográfica de la que provenían, dice «no se sabe nada de su tierra natal, pero la teoría de que vinieron de Arabia Félix (Arabia del sur) es muy probable». En todo caso, la primera es la más aceptada y, además, es una teoría que desvelaría otro de los grandes misterios: el enigmático origen de estos Reyes (pues serían persas). Y es que, una de las primeras veces que se oye hablar de su procedencia es en siglo VII, cuando se dejó escrito en el «Evangelio armenio de la infancia» que Melchor reinaba sobre los persas, Baltasar sobre los indios, y Gaspar, sobre el país de los árabes.

¿Baltasar era blanco?

El artículo firmado por Villatoro aseguró que a Baltasar no se le representó como un rey de tez negra hasta el siglo XV. Antes, y tal y como señala Omar López Mato en su obra, fueron mostrados con aspecto occidental y considerados como los descendientes de Noé.

Azanza corrobora esta idea en su dossier: «En los albores del cristianismo, a los tres magos se les representaba como de una misma raza, tenían el mismo tipo e iban vestidos con el característico traje persa: bonete frigio y estrechos pantalones con faldilla».

Sin embargo, a partir del siglo XV todo cambió. «Con la intención de simbolizar la universalidad del cristianismo, se diferenciaron e individualizaron; de esta manera, cada uno adquiere rasgos propios que los asocia con las tres edades de la vida y con las tres partes del mundo entonces conocidas: Europa, Asia y África”.

El final


Relicario de los Tres Reyes - Catedral de Colonia (Alemania)

La tradición ha dado también un cruel final a los Reyes Magos. Según la creencia popular, nuestros protagonistas fueron bautizados por Santo Tomás y comenzaron a predicar el Evangelio por la India.

Según Juan de Hildesheim («El libro de los Reyes Magos») «consagró obispos a los tres Reyes y ellos, a su vez, eligieron entre las gentes del pueblo a personas sin mancha y las ordenaron obispos y sacerdotes». Estos, posteriormente, peregrinaron por multitud de pueblos. Algo que les causó no pocos problemas hasta que, finalmente, acabaron muriendo martirizados.

Tras la tortura (fechada por algunos autores en el año 70 d.C.) sus cuerpos fueron enterrados en el mismo sarcófago, lo que podría sugerir que eran familiares. En todo caso, la leyenda afirma que santa Elena (la misma que halló la Vera Cruz) se llevó sus restos hasta Constantinopla en el siglo IV.

Así, hasta que fueron llevados a Milán. A partir de aquí se les habría perdido la pista, pues se cuenta que -cuando el emperador Federico Barbarroja asedió la ciudad en 1162- los huesos fueron llevados hasta Colonia. Comenzaron su viaje en 1164 y, poco después, se edificó una iglesia en la región en su honor. En ella, a día de hoy, permanece su relicario.