Familias de sirios, yemeníes y somalíes llegan a EEUU tras el freno judicial a Trump

Abrazos, lágrimas, alivio y mucha felicidad. Así fueron hoy los reencuentros de familias de Siria, Yemen y Somalía en algunos de los principales aeropuertos estadounidenses, luego de que un fallo judicial suspendiera este fin de semana el veto inmigratorio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y permitiera a miles de personas de países de mayoría musulmana entrar al país.

06 FEB 2017 - 21:13 | Actualizado

Uno de los casos que más atención atrajo fue el de los hermanos yemeníes Tareq y Anmar Aziz, de 21 años y 19, respectivamente; dos jóvenes que tardaron cerca de dos años en conseguir visas de estudiantes para continuar formándose, vivir junto a su padre -un inmigrante con ciudadanía estadounidense- y escapar de la devastadora guerra, que convirtió a su país en una tierra sin oportunidades ni futuro.

El 27 de enero los dos hermanos volaron desde Yibuti, un país vecino de Yemen, hicieron escala en Etiopía y un día después llegaron a Estados Unidos. Ni bien llegaron fueron esposados, detenidos y, sin la presencia de un abogado, las autoridades los obligaron a firmar un documento en el que renunciaban a su visa de residentes permanentes.

Inmediatamente después los subieron a un avión y los deportaron a Etiopía, donde no conocían a nadie. Estuvieron allí, dentro del aeropuerto de la capital, durmiendo en el suelo, hasta que un juez federal de Seattle suspendió el sábado pasado el decreto de Trump que prohibía el ingreso al país de refugiados y ciudadanos de siete país de mayoría musulmana, entre ellos Yemen.

"Gracias a toda la gente que nos ayudó, ellos me hicieron sentir que teníamos una familia. Eso es lo que más me gusta de Estados Unidos", aseguró Tareq, pocos minutos después de entrar a la terminal de llegadas del aeropuerto internacional de Dulles, cerca de la capital nacional, y fundirse en un abrazo con su padre, según la agencia de noticias EFE.

A su lado, su hermano Anmar, ayudado por un intérprete, acotó: "Gracias a todos, estamos muy felices de estar acá. Quiero continuar estudiando".

En ese mismo aeropuerto, que se encuentra en las afueras de Washington DC, se reencontró otra familia yemení, los Al Murisi, y una somalí, los Warsame.

Zahro Warsame llegó bien temprano con varios familiares y se instaló frente a las cintas que devuelven el equipaje a los recién llegados. No podía controlar su nerviosismo. Hace sólo unos días creía que no lograría ver más a sus tres hijas, dos mellizas de 16 años y una mayor de 18 años, y a su única nieta de tres años.

Se tapaba la boca con el pañuelo que cubría su cabeza y se quejaba de que le dolía la cabeza. Parecía que se le iba a salir el corazón del pecho cuando los pasajeros del vuelo en el que venían sus hijas y su nieta comenzaron a aparecer. Finalmente las vio y el llanto se apoderó de ella y de toda la familia.

"Es un milagro porque creía que nunca vería a mi madre de nuevo", contó Roodo Abdi Nasir, una de las mellizas, luego de abrazar un largo rato a los familiares que las esperaban.

"Es increíble. -agregó su hermana melliza Asma- Todavía no puedo creer que estemos acá".

Mientras tanto, en el aeropuerto internacional de otra ciudad del noreste de Estados Unidos, en Filadelfia, seis sirios -dos hermanos, sus esposas y sus hijos- lograron entrar al país, nueve días después de que el veto de Trump los sorprendiera y los obligara a volver a Damasco, la capital de otro país devastado por una guerra.

A los Assali, una familia siria cristiana, los esperaba el gobernador de Pensilvania, el demócrata Tom Wolf, y el congresista republicano de ese estado, Charlie Dent, en Allentown, la ciudad en donde se asentarán y donde ya vive un familiar.

Ambos dirigentes trabajaron junto a los abogados de la Unión Americana de Libertades Civiles, una importante ONG, para que la familia siria, que había esperado mucho para conseguir una visa, pudiera volver y entrar al país.

"Estoy muy contento de poder haber ayudado", dijo a la prensa el congresista Dent, correligionario de Trump.

"Tenemos una comunidad siria muy grande en la zona de Allentown y he llegado a conocer a muchos de ellos a lo largo de los últimos años", agregó el legislador, citado por el diario The Washington Post.

El fallo judicial del sábado que suspendió el decreto inmigratorio de Trump y la decisión de una corte federal de apelaciones al día siguiente de mantener vigente la suspensión por lo menos durante unos días, mientras toma una decisión definitiva, dio esperanzas inmediatas a miles de personas afectadas en Medio Oriente y África.

Esta sensación de oportunidad la cristalizó como nadie la aerolínea de bandera de Jordania, Royal Jordanian, (este país no fue uno de los afectados por el veto, pero su aeropuerto internacional es muy utilizado en Medio Oriente) al lanzar una promoción especial para los vuelos a Chicago, Nueva York y Detroit.

"Vuele a Estados Unidos ahora que le permitirán entrar", reza el aviso que tiene tachada la palabra "ban" (prohibición en inglés) y reemplazada por la expresión francesa: Bon voyage (Buen viaje).

06 FEB 2017 - 21:13

Uno de los casos que más atención atrajo fue el de los hermanos yemeníes Tareq y Anmar Aziz, de 21 años y 19, respectivamente; dos jóvenes que tardaron cerca de dos años en conseguir visas de estudiantes para continuar formándose, vivir junto a su padre -un inmigrante con ciudadanía estadounidense- y escapar de la devastadora guerra, que convirtió a su país en una tierra sin oportunidades ni futuro.

El 27 de enero los dos hermanos volaron desde Yibuti, un país vecino de Yemen, hicieron escala en Etiopía y un día después llegaron a Estados Unidos. Ni bien llegaron fueron esposados, detenidos y, sin la presencia de un abogado, las autoridades los obligaron a firmar un documento en el que renunciaban a su visa de residentes permanentes.

Inmediatamente después los subieron a un avión y los deportaron a Etiopía, donde no conocían a nadie. Estuvieron allí, dentro del aeropuerto de la capital, durmiendo en el suelo, hasta que un juez federal de Seattle suspendió el sábado pasado el decreto de Trump que prohibía el ingreso al país de refugiados y ciudadanos de siete país de mayoría musulmana, entre ellos Yemen.

"Gracias a toda la gente que nos ayudó, ellos me hicieron sentir que teníamos una familia. Eso es lo que más me gusta de Estados Unidos", aseguró Tareq, pocos minutos después de entrar a la terminal de llegadas del aeropuerto internacional de Dulles, cerca de la capital nacional, y fundirse en un abrazo con su padre, según la agencia de noticias EFE.

A su lado, su hermano Anmar, ayudado por un intérprete, acotó: "Gracias a todos, estamos muy felices de estar acá. Quiero continuar estudiando".

En ese mismo aeropuerto, que se encuentra en las afueras de Washington DC, se reencontró otra familia yemení, los Al Murisi, y una somalí, los Warsame.

Zahro Warsame llegó bien temprano con varios familiares y se instaló frente a las cintas que devuelven el equipaje a los recién llegados. No podía controlar su nerviosismo. Hace sólo unos días creía que no lograría ver más a sus tres hijas, dos mellizas de 16 años y una mayor de 18 años, y a su única nieta de tres años.

Se tapaba la boca con el pañuelo que cubría su cabeza y se quejaba de que le dolía la cabeza. Parecía que se le iba a salir el corazón del pecho cuando los pasajeros del vuelo en el que venían sus hijas y su nieta comenzaron a aparecer. Finalmente las vio y el llanto se apoderó de ella y de toda la familia.

"Es un milagro porque creía que nunca vería a mi madre de nuevo", contó Roodo Abdi Nasir, una de las mellizas, luego de abrazar un largo rato a los familiares que las esperaban.

"Es increíble. -agregó su hermana melliza Asma- Todavía no puedo creer que estemos acá".

Mientras tanto, en el aeropuerto internacional de otra ciudad del noreste de Estados Unidos, en Filadelfia, seis sirios -dos hermanos, sus esposas y sus hijos- lograron entrar al país, nueve días después de que el veto de Trump los sorprendiera y los obligara a volver a Damasco, la capital de otro país devastado por una guerra.

A los Assali, una familia siria cristiana, los esperaba el gobernador de Pensilvania, el demócrata Tom Wolf, y el congresista republicano de ese estado, Charlie Dent, en Allentown, la ciudad en donde se asentarán y donde ya vive un familiar.

Ambos dirigentes trabajaron junto a los abogados de la Unión Americana de Libertades Civiles, una importante ONG, para que la familia siria, que había esperado mucho para conseguir una visa, pudiera volver y entrar al país.

"Estoy muy contento de poder haber ayudado", dijo a la prensa el congresista Dent, correligionario de Trump.

"Tenemos una comunidad siria muy grande en la zona de Allentown y he llegado a conocer a muchos de ellos a lo largo de los últimos años", agregó el legislador, citado por el diario The Washington Post.

El fallo judicial del sábado que suspendió el decreto inmigratorio de Trump y la decisión de una corte federal de apelaciones al día siguiente de mantener vigente la suspensión por lo menos durante unos días, mientras toma una decisión definitiva, dio esperanzas inmediatas a miles de personas afectadas en Medio Oriente y África.

Esta sensación de oportunidad la cristalizó como nadie la aerolínea de bandera de Jordania, Royal Jordanian, (este país no fue uno de los afectados por el veto, pero su aeropuerto internacional es muy utilizado en Medio Oriente) al lanzar una promoción especial para los vuelos a Chicago, Nueva York y Detroit.

"Vuele a Estados Unidos ahora que le permitirán entrar", reza el aviso que tiene tachada la palabra "ban" (prohibición en inglés) y reemplazada por la expresión francesa: Bon voyage (Buen viaje).


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