Los periódicos y el periodismo impreso en la era digital han cambiado dramáticamente. De aquellas raíces de la que surgieron como fuente única y exclusiva de noticias para las personas en todo el mundo, hoy se enfrentan a una mayor competencia y de más lugares como nunca antes.
Todos los periodistas, desde el más consolidado de la vieja escuela hasta los actuales especialistas de la comunicación coinciden en que el cambio que impone el axioma Periodismo e Internet, se manifiesta de manera intensa y pone en constante prueba las formas y los contenidos del periodismo actual.
Las nuevas maneras de leer, las nuevas maneras de escribir que imponen las redes sociales han generado nuevas formas de comportamiento y de transmisión del mensaje.
El trabajo periodístico sigue manteniendo capital en el contenido, pero cada vez cuesta más mantener el poder que solía ostentar de ciertos valores básicos, intrínsecos del periodismo y de considerable valor para la vida de una sociedad informada y en democracia.
Con el auge de las redes sociales, algo está quedando claro: Internet está fallando en mantener los grados de calidad del trabajo periodístico. El bloggin´, Facebook, Twitter, etc., exigen un nuevo lenguaje que creemos debe ser desarrollado para que ocupe el lugar del actual “Periodismo ciudadano” donde cualquiera con un celular y escaso talento técnico en el idioma, está en condiciones ser un reportero “en el lugar de los hechos”.
Se siente cierta lejanía de aquella noción de Cuarto Poder o Cuarto Estado, un término acuñado por Edmund Burke para describir cómo el periodismo actuó como una cuarta rama del gobierno, responsabilizando a los funcionarios públicos e informando a los ciudadanos de cuestiones prominentes.
Esta misión ha estado en el corazón de la empresa periodística durante los últimos siglos. La pregunta hoy es si las nuevas formas de noticias como las redes sociales y los blogs representan una mejor forma de la cuarta propiedad, o si la disminución de los medios impresos está llevando a una disminución simultánea de la robustez de esta rama no oficial.
La larga historia del periodismo en nuestro país y de nuestra zona, ya no puede resistirse a los cambios en curso y con la era digital copando cada plano de nuestra vida diaria.
Con la era en marcha con una transición confusa pero con elementos y herramientas que generan expectativas realmente nuevas, el desafío es explorar las nuevas posibilidades para convertir los efectos de Internet en el periodismo, en posibilidades con potencial futuro. Para este desafío es preciso ubicarse, como diría Roger Chartier, “entre la nostalgia conservadora y la utopía ingenua”.
Los periódicos y el periodismo impreso en la era digital han cambiado dramáticamente. De aquellas raíces de la que surgieron como fuente única y exclusiva de noticias para las personas en todo el mundo, hoy se enfrentan a una mayor competencia y de más lugares como nunca antes.
Todos los periodistas, desde el más consolidado de la vieja escuela hasta los actuales especialistas de la comunicación coinciden en que el cambio que impone el axioma Periodismo e Internet, se manifiesta de manera intensa y pone en constante prueba las formas y los contenidos del periodismo actual.
Las nuevas maneras de leer, las nuevas maneras de escribir que imponen las redes sociales han generado nuevas formas de comportamiento y de transmisión del mensaje.
El trabajo periodístico sigue manteniendo capital en el contenido, pero cada vez cuesta más mantener el poder que solía ostentar de ciertos valores básicos, intrínsecos del periodismo y de considerable valor para la vida de una sociedad informada y en democracia.
Con el auge de las redes sociales, algo está quedando claro: Internet está fallando en mantener los grados de calidad del trabajo periodístico. El bloggin´, Facebook, Twitter, etc., exigen un nuevo lenguaje que creemos debe ser desarrollado para que ocupe el lugar del actual “Periodismo ciudadano” donde cualquiera con un celular y escaso talento técnico en el idioma, está en condiciones ser un reportero “en el lugar de los hechos”.
Se siente cierta lejanía de aquella noción de Cuarto Poder o Cuarto Estado, un término acuñado por Edmund Burke para describir cómo el periodismo actuó como una cuarta rama del gobierno, responsabilizando a los funcionarios públicos e informando a los ciudadanos de cuestiones prominentes.
Esta misión ha estado en el corazón de la empresa periodística durante los últimos siglos. La pregunta hoy es si las nuevas formas de noticias como las redes sociales y los blogs representan una mejor forma de la cuarta propiedad, o si la disminución de los medios impresos está llevando a una disminución simultánea de la robustez de esta rama no oficial.
La larga historia del periodismo en nuestro país y de nuestra zona, ya no puede resistirse a los cambios en curso y con la era digital copando cada plano de nuestra vida diaria.
Con la era en marcha con una transición confusa pero con elementos y herramientas que generan expectativas realmente nuevas, el desafío es explorar las nuevas posibilidades para convertir los efectos de Internet en el periodismo, en posibilidades con potencial futuro. Para este desafío es preciso ubicarse, como diría Roger Chartier, “entre la nostalgia conservadora y la utopía ingenua”.