Francisco pidió a mapuches chilenos y argentinos que le digan "no a la violencia"

En una colorida misa frente a miles de pobladores de la Araucanía, incluidos grupos de mapuches chilenos y argentinos, el Papa les pidió a los integrantes de esa comunidad que digan "no a la violencia" porque "termina volviendo mentirosa la causa más justa" y los convocó a practicar una "política para la paz".

El Papa llegó a La Araucanía en el segundo día de su gira por Chile para realizar una misa masiva en la localidad de Maquehue.
17 ENE 2018 - 12:18 | Actualizado

No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación", dijo el pontífice en su esperada homilía en Temuco, 600 kilómetros al sur de Santiago, a la que concurrieron entre 150.000 y 200.000 personas, según fuentes oficiales.

En un contexto de conflictos en el sur chileno por sucesivos ataques a Iglesias católicas en los últimos días, Jorge Bergoglio fue tajante al plantear que "la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos no a la violencia que destruye, en ninguna de sus dos formas".

"Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, todo quema, dejando a su paso sólo esterilidad y desolación", les dijo al celebrar la denominada "Misa por el progreso de los pueblos", que inició saludando con palabras en mapuche "Mari, Mari" (buenos días).

La celebración comenzó con un rito en lengua mapundungun por un grupo de indígenas, y luego el pontífice saludó "de manera especial a los miembros del pueblo mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros".

En un fuerte llamado a dejar de lado los conflictos, Bergoglio pidió buscar "el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz".

"Busquemos, y no nos cansemos de buscar el diálogo para la unidad. Por eso decimos con fuerza: Señor, haznos artesanos de unidad", los animó, durante la misa en su segundo día de actividades en Chile.

Tras la misa en la que entre el público estuvo presente Juan Namuncurá, descendiente del beato argentino, Francisco almorzó con 11 habitantes de la Araucanía en la Casa "Madre de la Santa Cruz", a unos 10 kilómetros del predio en el que presidió la celebración.

Los invitados a comer con el pontífice un menú de carpaccio de pulpo, ossobuco con risotto y leche asada de postre, fueron ocho mapuches de distintas comunidades, una mujer víctima de la violencia rural, un colono de familia suiza-alemana y un inmigrante reciente, Garbens Saint Fort, llegado desde Haití.

A bordo del avión que lo llevó desde Santiago a Temuco, un destino que él mismo eligió dentro de su gira por Chile y Perú, Francisco planteó que "existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos".

"En primer lugar, debemos estar atentos a la elaboración de 'bellos' acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí y necesarios, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el codo, lo escrito con la mano", aseveró, y planteó "esto también es violencia, porque frustra la esperanza".

"En segundo lugar, es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas", completó.

Durante una homilía que vieron desde la primera fila una delegación de organizaciones sociales argentinas, Francisco aseguró: "Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores".

"El arte de la unidad necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los 'talleres' de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes", dijo, tras citar a las poetisas chilenas Violeta Parra y Gabriela Mistral.

Cuando Chile debate en el Congreso un proyecto de ley para otorgar un reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, el pontífice planteó que "la unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora".

"La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace normalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás", amplió.

Al regresar a Santiago, casi recreando el "hagan lío" que hizo en Brasil en 2013, convocó a los jóvenes chilenos a "que sean valientes".

"Pareciera que madurar es aceptar la injusticia, creer que nada podemos hacer, que todo fue siempre así. Pero madurar no es dejarse comprar por dos chirolas", les dijo, distendido, en un discurso en el que improvisó mucho, con varios "porteñismos" como "dos chirolas" y "embale".

Además, aseguró que para el encuentro de jóvenes católicos y no católicos que convocó en 2017 para el próximo marzo quiere escucharlos "sin filtros, porque a veces sus mensajes pueden ser filtrados por los que transcriben".

"La Iglesia necesita que nos interpelen", les pidió y los animó: "Los únicos que pueden hacer los cambios en la sociedad son los jóvenes, nosotros ya estamos del otro lado".

Francisco cerró su jornada con una visita a la Universidad Católica que se hizo en un marco de apoyo al rector, que fue una especie de vocero de las posiciones de la Iglesia durante el tratamiento de la ley del aborto en 2017.

El Papa llegó a La Araucanía en el segundo día de su gira por Chile para realizar una misa masiva en la localidad de Maquehue.
17 ENE 2018 - 12:18

No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación", dijo el pontífice en su esperada homilía en Temuco, 600 kilómetros al sur de Santiago, a la que concurrieron entre 150.000 y 200.000 personas, según fuentes oficiales.

En un contexto de conflictos en el sur chileno por sucesivos ataques a Iglesias católicas en los últimos días, Jorge Bergoglio fue tajante al plantear que "la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos no a la violencia que destruye, en ninguna de sus dos formas".

"Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, todo quema, dejando a su paso sólo esterilidad y desolación", les dijo al celebrar la denominada "Misa por el progreso de los pueblos", que inició saludando con palabras en mapuche "Mari, Mari" (buenos días).

La celebración comenzó con un rito en lengua mapundungun por un grupo de indígenas, y luego el pontífice saludó "de manera especial a los miembros del pueblo mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros".

En un fuerte llamado a dejar de lado los conflictos, Bergoglio pidió buscar "el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz".

"Busquemos, y no nos cansemos de buscar el diálogo para la unidad. Por eso decimos con fuerza: Señor, haznos artesanos de unidad", los animó, durante la misa en su segundo día de actividades en Chile.

Tras la misa en la que entre el público estuvo presente Juan Namuncurá, descendiente del beato argentino, Francisco almorzó con 11 habitantes de la Araucanía en la Casa "Madre de la Santa Cruz", a unos 10 kilómetros del predio en el que presidió la celebración.

Los invitados a comer con el pontífice un menú de carpaccio de pulpo, ossobuco con risotto y leche asada de postre, fueron ocho mapuches de distintas comunidades, una mujer víctima de la violencia rural, un colono de familia suiza-alemana y un inmigrante reciente, Garbens Saint Fort, llegado desde Haití.

A bordo del avión que lo llevó desde Santiago a Temuco, un destino que él mismo eligió dentro de su gira por Chile y Perú, Francisco planteó que "existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos".

"En primer lugar, debemos estar atentos a la elaboración de 'bellos' acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí y necesarios, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el codo, lo escrito con la mano", aseveró, y planteó "esto también es violencia, porque frustra la esperanza".

"En segundo lugar, es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas", completó.

Durante una homilía que vieron desde la primera fila una delegación de organizaciones sociales argentinas, Francisco aseguró: "Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores".

"El arte de la unidad necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los 'talleres' de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes", dijo, tras citar a las poetisas chilenas Violeta Parra y Gabriela Mistral.

Cuando Chile debate en el Congreso un proyecto de ley para otorgar un reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, el pontífice planteó que "la unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora".

"La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace normalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás", amplió.

Al regresar a Santiago, casi recreando el "hagan lío" que hizo en Brasil en 2013, convocó a los jóvenes chilenos a "que sean valientes".

"Pareciera que madurar es aceptar la injusticia, creer que nada podemos hacer, que todo fue siempre así. Pero madurar no es dejarse comprar por dos chirolas", les dijo, distendido, en un discurso en el que improvisó mucho, con varios "porteñismos" como "dos chirolas" y "embale".

Además, aseguró que para el encuentro de jóvenes católicos y no católicos que convocó en 2017 para el próximo marzo quiere escucharlos "sin filtros, porque a veces sus mensajes pueden ser filtrados por los que transcriben".

"La Iglesia necesita que nos interpelen", les pidió y los animó: "Los únicos que pueden hacer los cambios en la sociedad son los jóvenes, nosotros ya estamos del otro lado".

Francisco cerró su jornada con una visita a la Universidad Católica que se hizo en un marco de apoyo al rector, que fue una especie de vocero de las posiciones de la Iglesia durante el tratamiento de la ley del aborto en 2017.


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