Un científico de 104 años recibió ayuda en Suiza para su eutanasia

El científico australiano David Goodall, de 104 años, pidió asistencia a la organización helvética Exit para suicidarse y murió hoy tras la inyección de un medicamento letal, según confirmó la propia entidad.

10 MAY 2018 - 11:14 | Actualizado


El científico, un reconocido botánico autor de publicaciones en revistas científicas, no estaba enfermo y dijo que hubiese preferido morir en Australia, donde intentó un suicidio fallido y posteriormente sufrió una caída que provocó un marcado declive de su estado físico, informó hoy la agencia EFE.

Tras esos episodios decidió acudir a la organización Exit y viajar a Suiza para cumplir con su deseo.

Por eso, en la víspera de su muerte, Goodall dijo que esperaba que su "partida" diera pie a una modificación de la ley en Australia para que las personas mayores puedan decidir cuándo y dónde desean morir.

El último lunes, Goodall fue examinado por dos médicos -uno de ellos psiquiatra-, quienes aprobaron el acto de asistencia en el suicidio.

En sus últimas horas estuvo acompañado por familiares, entre ellos varios nietos, y escuchó la novena sinfonía de Beethoven, el Himno de la Alegría, antes de girar él mismo el mecanismo de la inyección letal de Nembutal que acabó con su vida.

Goodall se durmió en pocos minutos, tras lo cual murió, según especifica un comunicado de la institución.

El científico pidió que su cuerpo sea donado para investigación científica y en caso de que no pudiera ser utilizado, determinó que sus cenizas se esparzan en un lugar cercano a la institución, que tiene su sede en la ciudad de Basilea.

Asimismo, señaló que no deseaba ningún tipo de ceremonia o funeral dado que no creía en la vida tras la muerte.

El científico se convirtió en un activista de la eutanasia, un acto que está prohibido en Australia con excepción de un estado que lo legalizó recientemente pero de forma muy restringida y solo a partir del próximo año.
 

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10 MAY 2018 - 11:14


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Tras esos episodios decidió acudir a la organización Exit y viajar a Suiza para cumplir con su deseo.

Por eso, en la víspera de su muerte, Goodall dijo que esperaba que su "partida" diera pie a una modificación de la ley en Australia para que las personas mayores puedan decidir cuándo y dónde desean morir.

El último lunes, Goodall fue examinado por dos médicos -uno de ellos psiquiatra-, quienes aprobaron el acto de asistencia en el suicidio.

En sus últimas horas estuvo acompañado por familiares, entre ellos varios nietos, y escuchó la novena sinfonía de Beethoven, el Himno de la Alegría, antes de girar él mismo el mecanismo de la inyección letal de Nembutal que acabó con su vida.

Goodall se durmió en pocos minutos, tras lo cual murió, según especifica un comunicado de la institución.

El científico pidió que su cuerpo sea donado para investigación científica y en caso de que no pudiera ser utilizado, determinó que sus cenizas se esparzan en un lugar cercano a la institución, que tiene su sede en la ciudad de Basilea.

Asimismo, señaló que no deseaba ningún tipo de ceremonia o funeral dado que no creía en la vida tras la muerte.

El científico se convirtió en un activista de la eutanasia, un acto que está prohibido en Australia con excepción de un estado que lo legalizó recientemente pero de forma muy restringida y solo a partir del próximo año.
 


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