Editorial / A olvidarse un poco de las urnas y pensar un poco más en los problemas sin resolver

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

22 JUN 2019 - 19:43 | Actualizado

La estela del resultado de las elecciones del 9 de junio comenzaba a dispersarse cuando otro cierre de listas, el de Diputados Nacionales y algunas intendencias que expiró anoche, puso otra vez a buena parte de la clase política a pensar en acuerdos, arreglos, consensos, traiciones, listas cortas y listas largas.

Este virtual estado de “rosca en continuado” terminará significando para los chubutenses casi ocho meses de idas y vueltas con tono electoral. Arrancó en febrero con la campaña local, que se extendió hasta junio; y vuelve a encenderse ahora al menos hasta las generales de octubre, que podría tener un “bonus track” si es necesario una segunda vuelta presidencial en noviembre.

Es verdad que se trata, ni más ni menos, que del juego de la democracia. Pero en el medio siguen pasando cosas. Casi ninguna de las situaciones críticas que deben atravesar los chubutenses se ha solucionado y las estadísticas del INDEC siguen dando cachetazos, sobre todo a los habitantes del Valle.

El informe sobre el mercado del trabajo divulgado el miércoles pasado aportó dos números salientes: 12,3% de desempleo en Trelew y Rawson, y sólo 2% en Comodoro y Rada Tilly, el otro aglomerado urbano de Chubut que mide el organismo nacional.

Pero el informe oficial tiene 30 páginas y sumergirse en ellas genera una certeza preocupante: la situación laboral en la zona del Valle está en un punto crítico.

Estos temas deberían ocupar la agenda política y las discusiones parlamentarias ahora, no en diciembre cuando haya recambio de autoridades.

No llegan a fin de mes

Sólo en estos dos aglomerados de Chubut hay al menos 34 mil personas en condiciones de trabajar con serios problemas de empleo. Unos 24 mil están en la zona Valle, dice el INDEC. De ese número, 8 mil no tiene trabajo; otros 6 mil está subocupados; y ya llegan a 10 mil las personas que tienen un empleo pero demandan otro porque no le alcanza el dinero.

En Comodoro y Rada Tilly las cifras son sensiblemente menores: hay 2 mil desempleados; unos mil subocupados; y 7 mil empleados que buscan un empleo complementario para llegar a fin de mes.

La falta de empleo se agrava porque, además, esa fuerza laboral (tenga o no un trabajo remunerado) tiene muy baja calificación y una pobre preparación educativa. Según el INDEC, sólo el 17,2% de los trabajadores del Valle terminó la Primaria y apenas el 23,2%, la Secundaria. En el sur de Chubut, las cifras son bastante similares: 16% y 28,1%.

En ambos aglomerados esas cifras están por debajo de la media nacional, de la patagónica, y muy alejadas de otros centros urbanos importantes de la región como la ciudad de Neuquén o Viedma-Carmen de Patagones, en donde los porcentajes de nivel de estudio son en general muy superiores a los de Chubut.

Pensar que los problemas de empleo se solucionan solamente generando puestos de trabajo, es un error inadmisible. Alguien debería estar pensando (al menos, un poco más de lo que lo hacen ahora) en mejorar estas tasas de calificación educativa de la fuerza laboral.

Infraestructura

Esta semana, otra vez una fuerte lluvia de otoño puso en jaque a los 250 mil habitantes que viven en el Valle Inferior del río Chubut. Es verdad que el cambio climático agravó la situación hídrica en esa zona y también en el resto de la provincia. Sólo hay que acordarse lo que causó un temporal de lluvia extraordinario en Comodoro Rivadavia en 2017.

Pero las consecuencias que deben pagar los habitantes por esos cambios se deben, en gran medida, a la falta de obras de infraestructura que hace décadas muchos saben que deben encararse y nadie se encargó de hacer.

Ahora escasean los fondos públicos y la crisis generalizada hace impensado encarar este tipo de obras de envergadura, pero hay temas que vienen dando vueltas hace más de 25 años y nadie hizo nada: por ejemplo, muchos todavía se preguntan dónde fueron a parar los 14 millones de dólares que se recibieron durante la gestión del radical Carlos Maestro para el dragado del río Chubut.

Más acá en el tiempo, la gente se pregunta sobre el cementado de los “pre-sedimentadores” que se cavaron en plena chacra durante la emergencia hídrica del Valle hace un par de años.

Ya parece normal esperar todas las tardes de lluvia fuerte un comunicado de la Federación de Cooperativas para saber si la “pluma de turbiedad” pasó por Dolavon o si ya se la llevó el mar en Playa Unión. La gente habla de estas cosas en los chats de Whatsapp, en las redes sociales y hasta en los bares como antes lo hacían de fútbol, sexo o de las peñas de los jueves.

Naturalizar este tipo de debilidades de infraestructura es algo que hay que erradicar, exigiendo que de una vez por todas se hagan las obras que la sociedad demanda y no las que a los gobernantes de turno les convienen.

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22 JUN 2019 - 19:43

La estela del resultado de las elecciones del 9 de junio comenzaba a dispersarse cuando otro cierre de listas, el de Diputados Nacionales y algunas intendencias que expiró anoche, puso otra vez a buena parte de la clase política a pensar en acuerdos, arreglos, consensos, traiciones, listas cortas y listas largas.

Este virtual estado de “rosca en continuado” terminará significando para los chubutenses casi ocho meses de idas y vueltas con tono electoral. Arrancó en febrero con la campaña local, que se extendió hasta junio; y vuelve a encenderse ahora al menos hasta las generales de octubre, que podría tener un “bonus track” si es necesario una segunda vuelta presidencial en noviembre.

Es verdad que se trata, ni más ni menos, que del juego de la democracia. Pero en el medio siguen pasando cosas. Casi ninguna de las situaciones críticas que deben atravesar los chubutenses se ha solucionado y las estadísticas del INDEC siguen dando cachetazos, sobre todo a los habitantes del Valle.

El informe sobre el mercado del trabajo divulgado el miércoles pasado aportó dos números salientes: 12,3% de desempleo en Trelew y Rawson, y sólo 2% en Comodoro y Rada Tilly, el otro aglomerado urbano de Chubut que mide el organismo nacional.

Pero el informe oficial tiene 30 páginas y sumergirse en ellas genera una certeza preocupante: la situación laboral en la zona del Valle está en un punto crítico.

Estos temas deberían ocupar la agenda política y las discusiones parlamentarias ahora, no en diciembre cuando haya recambio de autoridades.

No llegan a fin de mes

Sólo en estos dos aglomerados de Chubut hay al menos 34 mil personas en condiciones de trabajar con serios problemas de empleo. Unos 24 mil están en la zona Valle, dice el INDEC. De ese número, 8 mil no tiene trabajo; otros 6 mil está subocupados; y ya llegan a 10 mil las personas que tienen un empleo pero demandan otro porque no le alcanza el dinero.

En Comodoro y Rada Tilly las cifras son sensiblemente menores: hay 2 mil desempleados; unos mil subocupados; y 7 mil empleados que buscan un empleo complementario para llegar a fin de mes.

La falta de empleo se agrava porque, además, esa fuerza laboral (tenga o no un trabajo remunerado) tiene muy baja calificación y una pobre preparación educativa. Según el INDEC, sólo el 17,2% de los trabajadores del Valle terminó la Primaria y apenas el 23,2%, la Secundaria. En el sur de Chubut, las cifras son bastante similares: 16% y 28,1%.

En ambos aglomerados esas cifras están por debajo de la media nacional, de la patagónica, y muy alejadas de otros centros urbanos importantes de la región como la ciudad de Neuquén o Viedma-Carmen de Patagones, en donde los porcentajes de nivel de estudio son en general muy superiores a los de Chubut.

Pensar que los problemas de empleo se solucionan solamente generando puestos de trabajo, es un error inadmisible. Alguien debería estar pensando (al menos, un poco más de lo que lo hacen ahora) en mejorar estas tasas de calificación educativa de la fuerza laboral.

Infraestructura

Esta semana, otra vez una fuerte lluvia de otoño puso en jaque a los 250 mil habitantes que viven en el Valle Inferior del río Chubut. Es verdad que el cambio climático agravó la situación hídrica en esa zona y también en el resto de la provincia. Sólo hay que acordarse lo que causó un temporal de lluvia extraordinario en Comodoro Rivadavia en 2017.

Pero las consecuencias que deben pagar los habitantes por esos cambios se deben, en gran medida, a la falta de obras de infraestructura que hace décadas muchos saben que deben encararse y nadie se encargó de hacer.

Ahora escasean los fondos públicos y la crisis generalizada hace impensado encarar este tipo de obras de envergadura, pero hay temas que vienen dando vueltas hace más de 25 años y nadie hizo nada: por ejemplo, muchos todavía se preguntan dónde fueron a parar los 14 millones de dólares que se recibieron durante la gestión del radical Carlos Maestro para el dragado del río Chubut.

Más acá en el tiempo, la gente se pregunta sobre el cementado de los “pre-sedimentadores” que se cavaron en plena chacra durante la emergencia hídrica del Valle hace un par de años.

Ya parece normal esperar todas las tardes de lluvia fuerte un comunicado de la Federación de Cooperativas para saber si la “pluma de turbiedad” pasó por Dolavon o si ya se la llevó el mar en Playa Unión. La gente habla de estas cosas en los chats de Whatsapp, en las redes sociales y hasta en los bares como antes lo hacían de fútbol, sexo o de las peñas de los jueves.

Naturalizar este tipo de debilidades de infraestructura es algo que hay que erradicar, exigiendo que de una vez por todas se hagan las obras que la sociedad demanda y no las que a los gobernantes de turno les convienen.


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