Península: “Es el único lugar en el mundo en donde las gaviotas cocineras atacan a las ballenas”

Lo dijo el biólogo Marcelo Bertellotti, investigador del Cenpat. Una imagen de Jornada con una gaviota con un trozo de piel de ballena en su pico volvió a generar alerta. Pide un plan sostenido de control poblacional de la especie. Y asegura que el “rifle sanitario” disminuyó los ataques.

10 JUL 2019 - 20:56 | Actualizado

La imagen de una gaviota con un trozo de piel de ballena en su pico, publicada en la edición de ayer de Jornada, volvió a despertar el interés por una problemática que se discute desde hace varios años pero que, por ahora, no parece tener una solución definitiva o, al menos sostenible en el tiempo.

El biólogo Marcelo Bertellotti, investigador del CENPAT-CONICET y profesor de la Univaersidad del Chubut, considerado uno de los especialistas en el tema, habló ayer en el programa “Suban el volumen”, que se emite por Cadena Tiempo, y se mostró preocupado por la falta de un proyecto sostenido para realizar un control poblacional de la gaviota marinera, además de dar un dato no muy conocido hasta ahora: “Las gaviotas cocineras y las ballenas francas conviven en varias partes del mundo, como Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia, pero este comportamiento de ataque sólo se da en nuestras costas”, aseguró Bertellotti, quien también reveló que en algunas zonas de Brasil se está empezando a dar el fenómeno pero en menor medida.

Según el especialista, “las gaviotas se alimentan de trozos de piel y grasa, sobre todo, de crías de ballenas. Así es como se generan heridas que pueden infectarse y ser un gran problema.”

Bertellotti aclara que si bien se habla de “ataque”, “no es una cosa agresiva, pero las heridas producen dolor, daño, un aumento en el desgaste de energía del animal para evitar estos picotazos y las heridas que se abren terminan siendo son vías de ingreso a posibles infecciones.”

Cambio de hábitos

Bertellotti aportó algunos datos sobre los cambios de hábitos de las ballenas que podrían ser una consecuencia de los ataques de las gaviotas: “Creció la población de ballenas y por ende también la de gaviotas. Y en este contexto hemos notado algunos cambios de conducta en las ballenas como lo que nosotros llamamos ‘respiración oblicua’, que podría ser un modo de evitar los ataques. El animal sale verticalmente del agua a respirar y se mantiene de ese modo antes de sumergirse. Ocurre mucho en la zona de El Doradillo con las crías, nosotros creemos que es una forma de exponer menos el lomo a los ataques de las gaviotas”, señala el científico.

Según el especialista, el aumento de la población de gaviotas, en los años 90 y los 2000, fue producto de la “oferta” del hombre de desechos pesqueros y la proliferación de basurales a cielo abierto.

“Si cerrasen algunas fuentes de alimento artificial que atraen a las gaviotas, el ciclo y convivencia de estas especies sería más natural. Hay mucha investigación al respecto y muchos debate pendiente”.

Según explica Bertellotti, “las gaviotas son muy longevas, llegan a vivir 25 años y se reproducen casi toda su vida. Las poblaciones están estables, no decrecen pero se mantienen.”

El control de los ataques de las gaviotas a las ballenas “merece un debate profundo y generar una acción sostenida en el tiempo. Es un tema que resurge y recrudece todos los años”, asegura.

La experiencia de usar tiradores para eliminar gaviotas, surgida hace algunos años pero discontinuada por las autoridades, tuvo algunos efectos positivos, según Bertellotti: “Tiradores profesionales abatían a las gaviotas que veían atacar a una ballena y uno de los resultados de aquel proyecto oficial que nosotros monitoreamos es que producía un efecto instantáneo. Es decir, en la zona en donde se abatían gaviotas, los ataques a ballenas disminuían de inmediato. Cuando se dejaban de hacer, rápidamente volvían con la frecuencia e intensidad anterior”.

Hay un dato interesante en este sentido: antes se creía que no todas las gaviotas atacaban y que esa actitud la tenían sólo algunas: “Ahora sabemos que no hay individuos especialistas sino que el comportamiento se propaga rápidamente porque las gaviotas son inteligentes y capaces de copiar el comportamiento de otras”.

Bertellotti cuenta que aquella eliminación de gaviotas se hizo en la zona de Puerto Pirámides “y en ese lugar se veía la disminución de ataques. Pero, en cambio, en El Doradillo no movió la aguja, por decirlo de alguna manera, porque estaba relativamente lejos del lugar del proyecto”.

La matanza de gaviotas también genera un debate que va más allá de la ciencia. Bertellotti tiene su postura: “Más que la eliminación hay que hacer un control poblacional a otra escala y en otros sitios, lo que pasa que eso abre una discusión de tipo bioética, que está por fuera de los límites de la ciencia. Es un tema complejo, porque muchos nos preguntamos qué vale más, si una ballena o una gaviota. Claro que los controles poblacionales suelen ser cruentos. Nosotros recomendamos a Provincia que cualquier control poblacional tiene que ser debatido y acordado. Proponemos que se disminuya la población de una especie como las gaviotas de manera ética, con métodos no cruentos. Y, sobre todo, generar una acción sostenida en el tiempo”.

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10 JUL 2019 - 20:56

La imagen de una gaviota con un trozo de piel de ballena en su pico, publicada en la edición de ayer de Jornada, volvió a despertar el interés por una problemática que se discute desde hace varios años pero que, por ahora, no parece tener una solución definitiva o, al menos sostenible en el tiempo.

El biólogo Marcelo Bertellotti, investigador del CENPAT-CONICET y profesor de la Univaersidad del Chubut, considerado uno de los especialistas en el tema, habló ayer en el programa “Suban el volumen”, que se emite por Cadena Tiempo, y se mostró preocupado por la falta de un proyecto sostenido para realizar un control poblacional de la gaviota marinera, además de dar un dato no muy conocido hasta ahora: “Las gaviotas cocineras y las ballenas francas conviven en varias partes del mundo, como Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia, pero este comportamiento de ataque sólo se da en nuestras costas”, aseguró Bertellotti, quien también reveló que en algunas zonas de Brasil se está empezando a dar el fenómeno pero en menor medida.

Según el especialista, “las gaviotas se alimentan de trozos de piel y grasa, sobre todo, de crías de ballenas. Así es como se generan heridas que pueden infectarse y ser un gran problema.”

Bertellotti aclara que si bien se habla de “ataque”, “no es una cosa agresiva, pero las heridas producen dolor, daño, un aumento en el desgaste de energía del animal para evitar estos picotazos y las heridas que se abren terminan siendo son vías de ingreso a posibles infecciones.”

Cambio de hábitos

Bertellotti aportó algunos datos sobre los cambios de hábitos de las ballenas que podrían ser una consecuencia de los ataques de las gaviotas: “Creció la población de ballenas y por ende también la de gaviotas. Y en este contexto hemos notado algunos cambios de conducta en las ballenas como lo que nosotros llamamos ‘respiración oblicua’, que podría ser un modo de evitar los ataques. El animal sale verticalmente del agua a respirar y se mantiene de ese modo antes de sumergirse. Ocurre mucho en la zona de El Doradillo con las crías, nosotros creemos que es una forma de exponer menos el lomo a los ataques de las gaviotas”, señala el científico.

Según el especialista, el aumento de la población de gaviotas, en los años 90 y los 2000, fue producto de la “oferta” del hombre de desechos pesqueros y la proliferación de basurales a cielo abierto.

“Si cerrasen algunas fuentes de alimento artificial que atraen a las gaviotas, el ciclo y convivencia de estas especies sería más natural. Hay mucha investigación al respecto y muchos debate pendiente”.

Según explica Bertellotti, “las gaviotas son muy longevas, llegan a vivir 25 años y se reproducen casi toda su vida. Las poblaciones están estables, no decrecen pero se mantienen.”

El control de los ataques de las gaviotas a las ballenas “merece un debate profundo y generar una acción sostenida en el tiempo. Es un tema que resurge y recrudece todos los años”, asegura.

La experiencia de usar tiradores para eliminar gaviotas, surgida hace algunos años pero discontinuada por las autoridades, tuvo algunos efectos positivos, según Bertellotti: “Tiradores profesionales abatían a las gaviotas que veían atacar a una ballena y uno de los resultados de aquel proyecto oficial que nosotros monitoreamos es que producía un efecto instantáneo. Es decir, en la zona en donde se abatían gaviotas, los ataques a ballenas disminuían de inmediato. Cuando se dejaban de hacer, rápidamente volvían con la frecuencia e intensidad anterior”.

Hay un dato interesante en este sentido: antes se creía que no todas las gaviotas atacaban y que esa actitud la tenían sólo algunas: “Ahora sabemos que no hay individuos especialistas sino que el comportamiento se propaga rápidamente porque las gaviotas son inteligentes y capaces de copiar el comportamiento de otras”.

Bertellotti cuenta que aquella eliminación de gaviotas se hizo en la zona de Puerto Pirámides “y en ese lugar se veía la disminución de ataques. Pero, en cambio, en El Doradillo no movió la aguja, por decirlo de alguna manera, porque estaba relativamente lejos del lugar del proyecto”.

La matanza de gaviotas también genera un debate que va más allá de la ciencia. Bertellotti tiene su postura: “Más que la eliminación hay que hacer un control poblacional a otra escala y en otros sitios, lo que pasa que eso abre una discusión de tipo bioética, que está por fuera de los límites de la ciencia. Es un tema complejo, porque muchos nos preguntamos qué vale más, si una ballena o una gaviota. Claro que los controles poblacionales suelen ser cruentos. Nosotros recomendamos a Provincia que cualquier control poblacional tiene que ser debatido y acordado. Proponemos que se disminuya la población de una especie como las gaviotas de manera ética, con métodos no cruentos. Y, sobre todo, generar una acción sostenida en el tiempo”.


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