Galeses en la Patagonia: a 154 años de la llegada de los pioneros europeos

El Desembarco es un texto extraido del libro “La Colonia Galesa” de Richard Jones, Glyn Du Y Drafod, (1919-1920).

27 JUL 2019 - 20:34 | Actualizado

Aquí estamos, por fin, sanos y salvos al término de nuestro viaje. En general la navegación fue buena en todo sentido. Cuando recordamos que éramos gente común, sorprende pensar en que todo saliera sin mayores problemas.

Al zarpar de Liverpool éramos 153; dos bebés murieron en alta mar y otros dos murieron poco antes de llegar pero fueron enterrados en Puerto Madryn; hubo dos nacimientos en alta mar. Creo que puede decirse que nunca antes en la historia hubo una muestra más representativa del pueblo de Gales que la del contingente del Mimosa.

Allí estaban representados todos los condados del principado y cada una de las grandes ciudades de Inglaterra y otros lugares.

Estaban el agricultor, el minero, el herrero, el carpintero, el albañil, el ladrillero, el almacenero, el tendero, el zapatero, el sastre, el literato y el grafico, el pastor de ovejas y el pastor de almas, el médico y el farmacéutico, el viejo y el joven, el creyente y aquel que no iba mucho a la iglesia o a la capilla; había independientes, bautistas, wesleyanos, metodistas, unionistas, y anglicanos, y todos fervientes partidarios de la idea de una Colonia Galesa.

Habría que aclarar que con anterioridad el Comité Ejecutivo de Liverpool, había enviado a Lewis Jones y a Edwyn Roberts a Buenos Aires para hacer los arreglos necesarios con el gobierno y para mandar a Puerto Madryn animales, enseres y materiales de construcción para cuando llegara el Mimosa. El barco que estaba fondeado en el puerto cuando nosotros llegamos, era el suyo.

Lewis Jones y Edwyn Roberts fueron bien recibidos por el gobierno, sobre todo gracias a la influencia del Dr. Rawson que era Ministro del Interior en aquel entonces. Por cierto, él era una excelente persona, un argentino cabal, muy interesado por todo lo británico porque sus padres habían emigrado de Gran Bretaña.

En reconocimiento a todo el apoyo que él nos brindó en la época de la instalación de la Colonia, nuestro primer pueblo se llamó TreRawson, que se conoce hoy como Rawson, capital del vasto territorio del Chubut.

Cuando ancló el Mimosa Lewis Jones subió a bordo. Se lo veía bien y entusiasmado, hubo apretones de manos y efusivos saludos. Luego de estas ceremonias, Lew se subió a unos bultos y reunió a la gente, y como era un orador incomparable, como todos saben, fue un placer escucharlo ¿no?.

Entonces nos contó lo que había conseguido del gobierno para nosotros, tantas vacas, tantos caballos, ovejas y cerdos, herramientas, trigo, semillas, arados y tales y tales cosas. Luego siguió contándonos las evidentes ventajas de establecerse en el Chubut.

A todos nosotros, ese discurso nos pareció uno de los mejores que hombre alguno dijo jamás, pero si hubiéramos sido tres veces más numerosos y con bastante capital para empezar, posiblemente no todos los puntos del discurso se habrían captado plenamente pero –sí, pero- sin ellos no hubiera valido de nada el discurso. Después de saludarnos Lewis Jones se volvió a su barco. Entonces se bajó al agua el bote de nuestro propio barco y ahí fue cuando hubo forcejeos para abordar el primer bote que iba a tierra y ser de los primeros en desembarcar; y uno o dos de los más ansiosos por tener ese honor, llegaron a tirarse al agua antes de que el bote alcanzara la orilla.

Los animales vinieron por tierra desde Rio negro al cuidado de varios gauchos o cowboys como se llamaba a los arrieros de ganado en los Estados Unidos. Edwyn Roberts era el jefe de estos peones.

Cuando desembarcamos nos extrañó mucho ver a estos hombres sentados en la playa, en círculo alrededor del fuego, sobre el cual se asaban dos o tres cabezas de oveja para la hora de la cena.

Una vez más llegados los animales y las provisiones, de Lewis Jones y Edwin Roberts erigieron un pequeño depósito para almacenar las cosas y construyeron una especie de pequeñas cabañas para abrigo de las mujeres y los niños. También cavaron un pozo (que hasta hoy es llamado “Pozo de Agua Salada”) para aprovisionar de agua al contingente, pero, como su nombre lo indica, se ve muy bien de qué clase de agua se trataba, aunque igual nos vino muy bien muchas veces.

Con relación a la excavación de este pozo hay una historia escalofriante: Mientras Edwyn Roberts y varios de los peones que ya mencioné estaban cavando este pozo, hubo algún altercado entre ellos y Edwyn y decidieron cobrársela.

Tuvieron la ocasión de hacerlo un día, cuando el pozo ya era bien hondo y Edwyn estaba trabajando en el fondo mientras ellos extraían el material de descarte.

Entonces se fueron y lo dejaron (abajo) para que muriera; tomaron los mejores caballos dispuestos a robar las provisiones y volverse a Río Negro con su botín. Pero la Providencia cuidó a Edwyn al ablandar el corazón de uno de los peones y hacerlo regresar al pozo esa noche para ayudarlo a salir.

Este hombre que lo rescató era un irlandés llamado Jerry y es difícil saber si actuó por miedo a las consecuencias o por lastima.

Yo creo que su sangre del irlandés se apiado de su primo galés que iba a morirse en el fondo del pozo. ¿No hay acaso un viejo refrán que dice: “La sangre es más fuerte que el agua”? Al cabo de 70 años de andar en esta tierra es así.Pocos días antes de nuestra llegada había llovido fuerte (en Puerto Madryn) y en ese gran bajo que hay detrás de donde ahora está la estación de ferrocarril se formó una laguna. (El 27 a la tardecita) dos o tres jóvenes estábamos saliendo para allá a buscar agua cuando llegaba a tierra el bote que traía al último grupo. Ahí venía un hombre joven llamado David Willams(*), oriundo de la zona de Aberystwiyth, que pidió que lo esperáramos para venir con nosotros, y así hicimos. En cuanto llegó a la orilla nos fuimos charlando animadamente hasta donde estaba el agua, si es que merece ese nombre ya que era espesa como barro, y blanca como leche porque los animales la habían pisoteado.

Después de llenar los recipientes, como una pandilla de chicos curiosos, trepamos hasta la cima de los médanos y de las lomas que había por ahí cerca.

El sol estaba poniéndose detrás de las mesetas del oeste, así que ya era hora de regresar a donde estaba el resto de la gente, pero para nuestro estupor David Williams no se veía por ninguna parte. Gritamos hasta hacer nuestras voces retumbar entre las lomas, pero no hubo ni un llamado, ni nadie respondió.

Regresamos al campamento con la esperanza de que él se nos hubiera adelantado, pero tampoco estaba allí; luego salimos a buscarlo, de a dos o de tres en distintas direcciones, pero fue inútil. Encendimos fogatas para iluminar la zona, pero el querido compañero no apareció.

Entonces uno de nosotros recordó haberlo oído decir, cuando estábamos a bordo, que él sería el primero en llegar al río o al valle si no lo atrapaban los indios o caía en las fauces de las fieras.

Según parece fue así, pues al cabo de unos años se encontraron sus restos cerca de la Laguna Grande y se los reconoció por algunas de sus pertenencias, entre ellas un librito llamado “Catecismo para ingleses y galeses”, que él nos leyó muchas veces durante el viaje. Así le llegó el fin al pobre David Williams.#

(*) David Williams tenía 36 años; los escritos aquí mencionados nos lo presentan como una personalidad interesante. Su catecismo tenía un versión “especial” de los Mandamientos y del Padrenuestro. ambos escritos aparecen en Williams, B. (1962, anexo 6). Los restos de David Williams se encontraron noviembre de 1867 en el “Bajo de los Huesos”, que debería su nombre a este hallazgo.

Las más leídas

27 JUL 2019 - 20:34

Aquí estamos, por fin, sanos y salvos al término de nuestro viaje. En general la navegación fue buena en todo sentido. Cuando recordamos que éramos gente común, sorprende pensar en que todo saliera sin mayores problemas.

Al zarpar de Liverpool éramos 153; dos bebés murieron en alta mar y otros dos murieron poco antes de llegar pero fueron enterrados en Puerto Madryn; hubo dos nacimientos en alta mar. Creo que puede decirse que nunca antes en la historia hubo una muestra más representativa del pueblo de Gales que la del contingente del Mimosa.

Allí estaban representados todos los condados del principado y cada una de las grandes ciudades de Inglaterra y otros lugares.

Estaban el agricultor, el minero, el herrero, el carpintero, el albañil, el ladrillero, el almacenero, el tendero, el zapatero, el sastre, el literato y el grafico, el pastor de ovejas y el pastor de almas, el médico y el farmacéutico, el viejo y el joven, el creyente y aquel que no iba mucho a la iglesia o a la capilla; había independientes, bautistas, wesleyanos, metodistas, unionistas, y anglicanos, y todos fervientes partidarios de la idea de una Colonia Galesa.

Habría que aclarar que con anterioridad el Comité Ejecutivo de Liverpool, había enviado a Lewis Jones y a Edwyn Roberts a Buenos Aires para hacer los arreglos necesarios con el gobierno y para mandar a Puerto Madryn animales, enseres y materiales de construcción para cuando llegara el Mimosa. El barco que estaba fondeado en el puerto cuando nosotros llegamos, era el suyo.

Lewis Jones y Edwyn Roberts fueron bien recibidos por el gobierno, sobre todo gracias a la influencia del Dr. Rawson que era Ministro del Interior en aquel entonces. Por cierto, él era una excelente persona, un argentino cabal, muy interesado por todo lo británico porque sus padres habían emigrado de Gran Bretaña.

En reconocimiento a todo el apoyo que él nos brindó en la época de la instalación de la Colonia, nuestro primer pueblo se llamó TreRawson, que se conoce hoy como Rawson, capital del vasto territorio del Chubut.

Cuando ancló el Mimosa Lewis Jones subió a bordo. Se lo veía bien y entusiasmado, hubo apretones de manos y efusivos saludos. Luego de estas ceremonias, Lew se subió a unos bultos y reunió a la gente, y como era un orador incomparable, como todos saben, fue un placer escucharlo ¿no?.

Entonces nos contó lo que había conseguido del gobierno para nosotros, tantas vacas, tantos caballos, ovejas y cerdos, herramientas, trigo, semillas, arados y tales y tales cosas. Luego siguió contándonos las evidentes ventajas de establecerse en el Chubut.

A todos nosotros, ese discurso nos pareció uno de los mejores que hombre alguno dijo jamás, pero si hubiéramos sido tres veces más numerosos y con bastante capital para empezar, posiblemente no todos los puntos del discurso se habrían captado plenamente pero –sí, pero- sin ellos no hubiera valido de nada el discurso. Después de saludarnos Lewis Jones se volvió a su barco. Entonces se bajó al agua el bote de nuestro propio barco y ahí fue cuando hubo forcejeos para abordar el primer bote que iba a tierra y ser de los primeros en desembarcar; y uno o dos de los más ansiosos por tener ese honor, llegaron a tirarse al agua antes de que el bote alcanzara la orilla.

Los animales vinieron por tierra desde Rio negro al cuidado de varios gauchos o cowboys como se llamaba a los arrieros de ganado en los Estados Unidos. Edwyn Roberts era el jefe de estos peones.

Cuando desembarcamos nos extrañó mucho ver a estos hombres sentados en la playa, en círculo alrededor del fuego, sobre el cual se asaban dos o tres cabezas de oveja para la hora de la cena.

Una vez más llegados los animales y las provisiones, de Lewis Jones y Edwin Roberts erigieron un pequeño depósito para almacenar las cosas y construyeron una especie de pequeñas cabañas para abrigo de las mujeres y los niños. También cavaron un pozo (que hasta hoy es llamado “Pozo de Agua Salada”) para aprovisionar de agua al contingente, pero, como su nombre lo indica, se ve muy bien de qué clase de agua se trataba, aunque igual nos vino muy bien muchas veces.

Con relación a la excavación de este pozo hay una historia escalofriante: Mientras Edwyn Roberts y varios de los peones que ya mencioné estaban cavando este pozo, hubo algún altercado entre ellos y Edwyn y decidieron cobrársela.

Tuvieron la ocasión de hacerlo un día, cuando el pozo ya era bien hondo y Edwyn estaba trabajando en el fondo mientras ellos extraían el material de descarte.

Entonces se fueron y lo dejaron (abajo) para que muriera; tomaron los mejores caballos dispuestos a robar las provisiones y volverse a Río Negro con su botín. Pero la Providencia cuidó a Edwyn al ablandar el corazón de uno de los peones y hacerlo regresar al pozo esa noche para ayudarlo a salir.

Este hombre que lo rescató era un irlandés llamado Jerry y es difícil saber si actuó por miedo a las consecuencias o por lastima.

Yo creo que su sangre del irlandés se apiado de su primo galés que iba a morirse en el fondo del pozo. ¿No hay acaso un viejo refrán que dice: “La sangre es más fuerte que el agua”? Al cabo de 70 años de andar en esta tierra es así.Pocos días antes de nuestra llegada había llovido fuerte (en Puerto Madryn) y en ese gran bajo que hay detrás de donde ahora está la estación de ferrocarril se formó una laguna. (El 27 a la tardecita) dos o tres jóvenes estábamos saliendo para allá a buscar agua cuando llegaba a tierra el bote que traía al último grupo. Ahí venía un hombre joven llamado David Willams(*), oriundo de la zona de Aberystwiyth, que pidió que lo esperáramos para venir con nosotros, y así hicimos. En cuanto llegó a la orilla nos fuimos charlando animadamente hasta donde estaba el agua, si es que merece ese nombre ya que era espesa como barro, y blanca como leche porque los animales la habían pisoteado.

Después de llenar los recipientes, como una pandilla de chicos curiosos, trepamos hasta la cima de los médanos y de las lomas que había por ahí cerca.

El sol estaba poniéndose detrás de las mesetas del oeste, así que ya era hora de regresar a donde estaba el resto de la gente, pero para nuestro estupor David Williams no se veía por ninguna parte. Gritamos hasta hacer nuestras voces retumbar entre las lomas, pero no hubo ni un llamado, ni nadie respondió.

Regresamos al campamento con la esperanza de que él se nos hubiera adelantado, pero tampoco estaba allí; luego salimos a buscarlo, de a dos o de tres en distintas direcciones, pero fue inútil. Encendimos fogatas para iluminar la zona, pero el querido compañero no apareció.

Entonces uno de nosotros recordó haberlo oído decir, cuando estábamos a bordo, que él sería el primero en llegar al río o al valle si no lo atrapaban los indios o caía en las fauces de las fieras.

Según parece fue así, pues al cabo de unos años se encontraron sus restos cerca de la Laguna Grande y se los reconoció por algunas de sus pertenencias, entre ellas un librito llamado “Catecismo para ingleses y galeses”, que él nos leyó muchas veces durante el viaje. Así le llegó el fin al pobre David Williams.#

(*) David Williams tenía 36 años; los escritos aquí mencionados nos lo presentan como una personalidad interesante. Su catecismo tenía un versión “especial” de los Mandamientos y del Padrenuestro. ambos escritos aparecen en Williams, B. (1962, anexo 6). Los restos de David Williams se encontraron noviembre de 1867 en el “Bajo de los Huesos”, que debería su nombre a este hallazgo.


NOTICIAS RELACIONADAS