Más ovejas: posibles escenarios ante el mismo hecho

Un especialista en temas ganaderos se hace eco de una nota de este diario sobre el crecimiento del stock ovino. Cuestiona que en una reunión entre sociedades rurales y el ministro de Producción, Leandro Cavaco, no se hiciera referencia al Programa “Chubut Regenera” que se implementa en la provincia.

07 OCT 2019 - 20:47 | Actualizado

Por Juan Miguel Gortari /Médico veterinario

En una nota recientemente publicada por Jornada se dio cuenta de un incremento del stock ovino de la provincia de Chubut de un 24,12% en relación a las existencias ovinas en el año 2015.

En principio, y apresuradamente considerada, la nota de referencia podría ser clasificada de buena noticia para los productores y la provincia de Chubut. Desde otra perspectiva, enmarcada la misma en los problemas estructurales que afectan a la provincia en general y la estructura ganadera en particular, se puede tomar como una manifestación sintomática a un cambio coyuntural de condiciones que favorecieron el desarrollo del pastizal.

Me refiero al efecto favorable de las lluvias de los años 2017 y 2018. Lluvias que por otra parte pusieron en evidencia otros graves problemas, también estructurales, que tiene la provincia en ciudades como Comodoro Rivadavia y las ubicadas en el VIRCH. Inundaciones y emergencia social, colapso de sistemas fluviales y de cloacas, colmatación por sedimentos del Dique Ameghino y del río Chubut, problemas de potabilización de agua, sólo para mencionar alguno de ellos.

En este contexto absolutamente coyuntural, que haya aumentado el número de ovinos no es ni más ni menos que un reflejo sintomático de las majadas, que fisiológicamente responden a un aumento circunstancial de pasto, reproduciéndose en mayor cuantía. Nada de esto tiene que ver con políticas públicas, tampoco con el desarrollo de nuevas técnicas y tecnologías, y menos con el accionar responsable y atento de los productores al problema de fondo que aqueja al sector ganadero.

La desertificación mencionada en la nota es un proceso que no se puede achacar a las cenizas del Puyehue y a las sequías de los años que sucedieron a la misma. Indudablemente los dos factores contribuyeron al agravamiento de las condiciones imperantes, pero el proceso desertificador en Patagonia ya goza de más de 100 años de buena salud. Se inicia en el mismo momento en que produjo la introducción del ovino como alternativa productiva en la región y junto a las ovejas, técnicas y prácticas absolutamente contraproducentes para la sustentabilidad de los ecosistemas. Desconocimiento propio de quien repite acríticamente técnicas aplicadas en otros lugares climática y ecosistémicamente distintos a los patagónicos.

Más de 100 años pautados por este desconocimiento fueron testigos de decisiones definidas y aplicadas por necesidades de corto plazo que, técnica y políticamente incorrectas, son las responsables de este proceso de degradación sistemática de los campos y de la pérdida sostenida de su capacidad forrajera.

No se puede atribuir solamente a los productores la responsabilidad de este estado de cosas. Sucesivos gobiernos y sucesivas administraciones de organizaciones con funciones de formación, investigación y desarrollo tecnológico (universidades, INTA, por ejemplo) tienen mucho que ver en relación a las decisiones políticas y técnicas aplicadas en la estructura ganadera patagónica.

En este contexto, sin haber cambiado las condiciones estructurales que explican la situación, hacer el anuncio de un aumento en el 24% del stock ovino provincial es con poco, muy preocupante.

No sólo porque en la misma nota ya se registran los efectos de la sequía de 2019, constatándose ovejas flacas y de mala calidad, sino porque es previsible pensar que todos los síntomas propios del problema central, la desertificación, se verán notoriamente agravados en los años venideros.

El aumento de ovinos registrado en el Departamento Rawson atribuido a un crecimiento significativo de ovinos en Feedlot creo que tampoco se puede considerar como un avance de signo positivo. Por una lado, se están engordando ovejas que expulsan los campos degradados de la meseta y, por otro, se instrumentan maneras de producción de carne que no contribuyen en nada al bienestar animal y mucho menos a la soberanía alimentaria y calidad de vida de los consumidores destinatarios de dicha producción.

Me llamo poderosamente la atención que la nota registra un encuentro de representantes de todas las rurales de la provincia con el ministro de la Producción, Leandro Cavaco, en donde no se hace referencia al programa actualmente en ejecución denominado “Chubut Regenera”. Se puso el acento en el Plan Ganadero y en instrumentar medidas para implementar el Registro Único de Transito para Hacienda cuya inexistencia perjudicaría las venta de animales, pero nada se habría dicho del Programa mencionado más arriba. Programa por otra parte, anunciado con carácter de política pública por el gobernador mariano Arcioni y el anterior ministro de Producción, Hernán Alonso.

Basta decir aquí que está fundamentado y orientado claramente a revertir las causas de la desertificación. Corre el velo de ignorancia y desvalorización y sus consecuencias que durante años empañó y encorsetó a la actividad ganadera en Patagonia en un círculo vicioso que se retroalimentó por décadas.

Además, y por sobre todo, prevé producir los cambios mencionados con más personas y animales en el campo y formando técnicos y productores en la medida del desarrollo del proceso.

También, se constituye en una buena oportunidad para tratar de encauzar más eficiente y eficazmente a favor de la ganadería ovina, una herramienta del Estado nacional como es la Ley Ovina y los fondos que dispone. Estamos ante la posibilidad real de reproducir a escala ampliada la experiencia técnica y las tecnologías producidas y acumuladas durante años en Patagonia. Todo esto oficia de cimientos en donde se sostiene el Programa Chubut Regenera. En la medida que se adopte definitivamente como política de estado, se pueda ampliar el número inicial de campos beneficiarios del programa y llegar a la mayoría de los productores radicados en los distintos departamentos provinciales.

Estamos haciendo referencia a más de 60% del territorio provincial, aproximadamente 14.000.000 de hectáreas que, de manejarse de otra manera, podrían contribuir en mucho a la construcción de una provincia claramente distinta a la que tenemos en vigencia. En esta extensa región se registran 4.000.000 de ovejas, pero estas, lejos de constituirse en un objetivo en sí mismas, tendrían que ser la base de sustentación y regeneración de pastizales de la enorme superficie en donde pastan, del fortalecimiento económico y social de los aproximadamente 3.000 productores existentes en el área, muchos de ellos pequeños y medianos, y de los pueblos, escuelas, hospitales, y de la infraestructura de servicios necesaria para su crecimiento en el tiempo.

En caso de no ser de esta manera seguiremos sumando páginas a la descripción de un proceso de degradación y empobrecimiento generalizado de la Patagonia y relegando la posibilidad de la expresión del enorme potencial socioeconómico y ambiental encerrado en su gente y sus bienes comunes. Está en nosotros contribuir a revertir el rumbo de la historia.#

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07 OCT 2019 - 20:47

Por Juan Miguel Gortari /Médico veterinario

En una nota recientemente publicada por Jornada se dio cuenta de un incremento del stock ovino de la provincia de Chubut de un 24,12% en relación a las existencias ovinas en el año 2015.

En principio, y apresuradamente considerada, la nota de referencia podría ser clasificada de buena noticia para los productores y la provincia de Chubut. Desde otra perspectiva, enmarcada la misma en los problemas estructurales que afectan a la provincia en general y la estructura ganadera en particular, se puede tomar como una manifestación sintomática a un cambio coyuntural de condiciones que favorecieron el desarrollo del pastizal.

Me refiero al efecto favorable de las lluvias de los años 2017 y 2018. Lluvias que por otra parte pusieron en evidencia otros graves problemas, también estructurales, que tiene la provincia en ciudades como Comodoro Rivadavia y las ubicadas en el VIRCH. Inundaciones y emergencia social, colapso de sistemas fluviales y de cloacas, colmatación por sedimentos del Dique Ameghino y del río Chubut, problemas de potabilización de agua, sólo para mencionar alguno de ellos.

En este contexto absolutamente coyuntural, que haya aumentado el número de ovinos no es ni más ni menos que un reflejo sintomático de las majadas, que fisiológicamente responden a un aumento circunstancial de pasto, reproduciéndose en mayor cuantía. Nada de esto tiene que ver con políticas públicas, tampoco con el desarrollo de nuevas técnicas y tecnologías, y menos con el accionar responsable y atento de los productores al problema de fondo que aqueja al sector ganadero.

La desertificación mencionada en la nota es un proceso que no se puede achacar a las cenizas del Puyehue y a las sequías de los años que sucedieron a la misma. Indudablemente los dos factores contribuyeron al agravamiento de las condiciones imperantes, pero el proceso desertificador en Patagonia ya goza de más de 100 años de buena salud. Se inicia en el mismo momento en que produjo la introducción del ovino como alternativa productiva en la región y junto a las ovejas, técnicas y prácticas absolutamente contraproducentes para la sustentabilidad de los ecosistemas. Desconocimiento propio de quien repite acríticamente técnicas aplicadas en otros lugares climática y ecosistémicamente distintos a los patagónicos.

Más de 100 años pautados por este desconocimiento fueron testigos de decisiones definidas y aplicadas por necesidades de corto plazo que, técnica y políticamente incorrectas, son las responsables de este proceso de degradación sistemática de los campos y de la pérdida sostenida de su capacidad forrajera.

No se puede atribuir solamente a los productores la responsabilidad de este estado de cosas. Sucesivos gobiernos y sucesivas administraciones de organizaciones con funciones de formación, investigación y desarrollo tecnológico (universidades, INTA, por ejemplo) tienen mucho que ver en relación a las decisiones políticas y técnicas aplicadas en la estructura ganadera patagónica.

En este contexto, sin haber cambiado las condiciones estructurales que explican la situación, hacer el anuncio de un aumento en el 24% del stock ovino provincial es con poco, muy preocupante.

No sólo porque en la misma nota ya se registran los efectos de la sequía de 2019, constatándose ovejas flacas y de mala calidad, sino porque es previsible pensar que todos los síntomas propios del problema central, la desertificación, se verán notoriamente agravados en los años venideros.

El aumento de ovinos registrado en el Departamento Rawson atribuido a un crecimiento significativo de ovinos en Feedlot creo que tampoco se puede considerar como un avance de signo positivo. Por una lado, se están engordando ovejas que expulsan los campos degradados de la meseta y, por otro, se instrumentan maneras de producción de carne que no contribuyen en nada al bienestar animal y mucho menos a la soberanía alimentaria y calidad de vida de los consumidores destinatarios de dicha producción.

Me llamo poderosamente la atención que la nota registra un encuentro de representantes de todas las rurales de la provincia con el ministro de la Producción, Leandro Cavaco, en donde no se hace referencia al programa actualmente en ejecución denominado “Chubut Regenera”. Se puso el acento en el Plan Ganadero y en instrumentar medidas para implementar el Registro Único de Transito para Hacienda cuya inexistencia perjudicaría las venta de animales, pero nada se habría dicho del Programa mencionado más arriba. Programa por otra parte, anunciado con carácter de política pública por el gobernador mariano Arcioni y el anterior ministro de Producción, Hernán Alonso.

Basta decir aquí que está fundamentado y orientado claramente a revertir las causas de la desertificación. Corre el velo de ignorancia y desvalorización y sus consecuencias que durante años empañó y encorsetó a la actividad ganadera en Patagonia en un círculo vicioso que se retroalimentó por décadas.

Además, y por sobre todo, prevé producir los cambios mencionados con más personas y animales en el campo y formando técnicos y productores en la medida del desarrollo del proceso.

También, se constituye en una buena oportunidad para tratar de encauzar más eficiente y eficazmente a favor de la ganadería ovina, una herramienta del Estado nacional como es la Ley Ovina y los fondos que dispone. Estamos ante la posibilidad real de reproducir a escala ampliada la experiencia técnica y las tecnologías producidas y acumuladas durante años en Patagonia. Todo esto oficia de cimientos en donde se sostiene el Programa Chubut Regenera. En la medida que se adopte definitivamente como política de estado, se pueda ampliar el número inicial de campos beneficiarios del programa y llegar a la mayoría de los productores radicados en los distintos departamentos provinciales.

Estamos haciendo referencia a más de 60% del territorio provincial, aproximadamente 14.000.000 de hectáreas que, de manejarse de otra manera, podrían contribuir en mucho a la construcción de una provincia claramente distinta a la que tenemos en vigencia. En esta extensa región se registran 4.000.000 de ovejas, pero estas, lejos de constituirse en un objetivo en sí mismas, tendrían que ser la base de sustentación y regeneración de pastizales de la enorme superficie en donde pastan, del fortalecimiento económico y social de los aproximadamente 3.000 productores existentes en el área, muchos de ellos pequeños y medianos, y de los pueblos, escuelas, hospitales, y de la infraestructura de servicios necesaria para su crecimiento en el tiempo.

En caso de no ser de esta manera seguiremos sumando páginas a la descripción de un proceso de degradación y empobrecimiento generalizado de la Patagonia y relegando la posibilidad de la expresión del enorme potencial socioeconómico y ambiental encerrado en su gente y sus bienes comunes. Está en nosotros contribuir a revertir el rumbo de la historia.#


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