El calentamiento global pone en peligro los "servicios vitales" de las montañas

Las regiones montañosas son "una de las más afectadas por el cambio climático" ya que el aumento de la temperatura global "pone en peligro los servicios ecosistémicos vitales" de estos cordones elevados e "intensifica los riesgos de desastres naturales", según advirtieron especialistas en el Día Internacional de la Montaña.

11 DIC 2019 - 15:38 | Actualizado

"Como proveedoras de bienes y servicios ecosistémicos vitales, las montañas son esenciales para un desarrollo global sostenible, pero el cambio climático las está afectando y pone en peligro estos servicios", dijo a Télam el presidente de la Asociación de Amigos de los Parques Nacionales (AAPN) y experto de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (WCPA), Norberto Ovando.

Los servicios ecosistémicos son los recursos o procesos -bienes o servicios- propios de los ecosistemas naturales que permiten el desarrollo de los seres humanos y la continuidad de la vida en la tierra.

En el caso de las montañas, el más importante es la provisión agua dulce "a más de la mitad de la humanidad", según la FAO, por lo que se las denomina "torres de agua del mundo".

"Esa agua es indispensable para el uso doméstico, la irrigación de las tierras bajas, la producción de energía hidroeléctrica y como medio de navegabilidad", explicó Adalberto Álvarez, guardaparque y vicepresidente de la AAPN.

"Las montañas son además centros de diversidad biológica, proveedoras claves de alimentos y materias primas, importantes destinos turísticos y fuentes de espiritualidad", agregó.

Pero, al mismo tiempo, las montañas son "ecosistemas muy frágiles por las fuertes pendientes y las capas de suelo" mínimas que las recubren, lo que las hace muy vulnerables al cambio climático, cuyos efectos no son "espacialmente uniformes", según Ovando.

"Los continentes se han calentado más rápidamente que los océanos y las altitudes más altas, más rápidamente que las bajas", acotó.

"Al calentarse el planeta, la nieve (de las cumbres) se derrite, los glaciares retroceden, sube el nivel del mar y se precipita una cascada de cambios en el delicado equilibrio ambiental", agregó Álvarez.

Pero, además, la suba de la temperatura global está provocando la desaparición del "permafrost", es decir la capa de suelo permanentemente congelada -pero no cubierto de hielo o nieve- de las regiones frías o periglaciares, "lo que puede agravar el cambio climático al liberar dióxido de carbono congelado a la atmósfera", continuó.

Pero el calentamiento global que ya elevó en 1,1° C la temperatura respecto a la era preindustrial, puede "intensificar fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías y fuertes precipitaciones".

A su vez, éstos pueden desencadenar desastres naturales como "grandes sequías, incendios, crecidas de los ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra" (aludes) capaces de ocasionar la pérdida de sembrados y ganado, de la biodiversidad, así como de bienes o viviendas.

A fines de octubre pasado y a instancias de la Organización Meteorológica Mundial, se desarrolló en Suiza la Cumbre sobre Regiones de Alta Montaña que concluyó con un llamamiento a la acción ante el rápido derretimiento de las cumbres heladas de la tierra.

"El cambio climático y el desarrollo están creando una crisis sin precedentes de los ecosistemas de nuestras regiones de alta montaña, la cual pone en peligro la sostenibilidad del planeta. Es absolutamente imperioso poner en marcha una acción de alcance mundial para (...) conseguir que las comunidades de las zonas montañosas y de aguas abajo sean más seguras y sostenibles", dice el documento final.

A nivel mundial, las montañas cubren cerca del 27% de la superficie terrestre y sostiene directamente al 22 por ciento de la población mundial -unos 1.100 millones de personas-, según la FAO.

Sudamérica posee la cadena montañosa más larga del mundo -la Cordillera de los Andes, con sus 8.500 kilómetros- y Argentina tiene el pico más alto de esta verdadera columna vertebral sudamericana: con sus 6960,8 metros, el Aconcagua es también la montaña más alta fuera de de Asia.

Las montañas, además, "se extienden en el 30% del territorio del país y están ocupadas por aproximadamente 1.500.000 habitantes", según el Comité para el desarrollo sustentable de las regiones montañosas del ministerio de Ambiente argentino.

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11 DIC 2019 - 15:38

"Como proveedoras de bienes y servicios ecosistémicos vitales, las montañas son esenciales para un desarrollo global sostenible, pero el cambio climático las está afectando y pone en peligro estos servicios", dijo a Télam el presidente de la Asociación de Amigos de los Parques Nacionales (AAPN) y experto de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (WCPA), Norberto Ovando.

Los servicios ecosistémicos son los recursos o procesos -bienes o servicios- propios de los ecosistemas naturales que permiten el desarrollo de los seres humanos y la continuidad de la vida en la tierra.

En el caso de las montañas, el más importante es la provisión agua dulce "a más de la mitad de la humanidad", según la FAO, por lo que se las denomina "torres de agua del mundo".

"Esa agua es indispensable para el uso doméstico, la irrigación de las tierras bajas, la producción de energía hidroeléctrica y como medio de navegabilidad", explicó Adalberto Álvarez, guardaparque y vicepresidente de la AAPN.

"Las montañas son además centros de diversidad biológica, proveedoras claves de alimentos y materias primas, importantes destinos turísticos y fuentes de espiritualidad", agregó.

Pero, al mismo tiempo, las montañas son "ecosistemas muy frágiles por las fuertes pendientes y las capas de suelo" mínimas que las recubren, lo que las hace muy vulnerables al cambio climático, cuyos efectos no son "espacialmente uniformes", según Ovando.

"Los continentes se han calentado más rápidamente que los océanos y las altitudes más altas, más rápidamente que las bajas", acotó.

"Al calentarse el planeta, la nieve (de las cumbres) se derrite, los glaciares retroceden, sube el nivel del mar y se precipita una cascada de cambios en el delicado equilibrio ambiental", agregó Álvarez.

Pero, además, la suba de la temperatura global está provocando la desaparición del "permafrost", es decir la capa de suelo permanentemente congelada -pero no cubierto de hielo o nieve- de las regiones frías o periglaciares, "lo que puede agravar el cambio climático al liberar dióxido de carbono congelado a la atmósfera", continuó.

Pero el calentamiento global que ya elevó en 1,1° C la temperatura respecto a la era preindustrial, puede "intensificar fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías y fuertes precipitaciones".

A su vez, éstos pueden desencadenar desastres naturales como "grandes sequías, incendios, crecidas de los ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra" (aludes) capaces de ocasionar la pérdida de sembrados y ganado, de la biodiversidad, así como de bienes o viviendas.

A fines de octubre pasado y a instancias de la Organización Meteorológica Mundial, se desarrolló en Suiza la Cumbre sobre Regiones de Alta Montaña que concluyó con un llamamiento a la acción ante el rápido derretimiento de las cumbres heladas de la tierra.

"El cambio climático y el desarrollo están creando una crisis sin precedentes de los ecosistemas de nuestras regiones de alta montaña, la cual pone en peligro la sostenibilidad del planeta. Es absolutamente imperioso poner en marcha una acción de alcance mundial para (...) conseguir que las comunidades de las zonas montañosas y de aguas abajo sean más seguras y sostenibles", dice el documento final.

A nivel mundial, las montañas cubren cerca del 27% de la superficie terrestre y sostiene directamente al 22 por ciento de la población mundial -unos 1.100 millones de personas-, según la FAO.

Sudamérica posee la cadena montañosa más larga del mundo -la Cordillera de los Andes, con sus 8.500 kilómetros- y Argentina tiene el pico más alto de esta verdadera columna vertebral sudamericana: con sus 6960,8 metros, el Aconcagua es también la montaña más alta fuera de de Asia.

Las montañas, además, "se extienden en el 30% del territorio del país y están ocupadas por aproximadamente 1.500.000 habitantes", según el Comité para el desarrollo sustentable de las regiones montañosas del ministerio de Ambiente argentino.


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