De Colombia a Trelew: la odisea de dos viajeros

24 MAR 2020 - 20:20 | Actualizado

Por Martín Tacón

Un viaje de placer se convirtió en una pesadilla. La pandemia del coronavirus sorprendió a dos trelewenses en Colombia. Se trata de Gerardo Pilquiman y Mirta Luna, quienes iniciaron sus vacaciones en las tierras del café y de pronto se encontraron con infinidad de trabas a la hora de regresar a su hogar. Después de varios vuelos cancelados y sucesos imprevistos, lograron llegar hasta Bahía Blanca, donde ahora se encuentran varados. Están aislados en una terminal con custodia policial. No saben cómo volver. La historia se hizo conocida cuando el propio Gerardo publicó un video en Facebook contando su situación y pidiendo ayuda para volver a casa. Así nos comunicamos con Gerardo para que él mismo pudiera contar en detalle lo que estaba viviendo.

Un viaje sufrido

“Salimos de Trelew a Ezeiza el 8 de marzo. En la madrugada del 9 salimos hacia Lima, Perú. Por la tarde salimos a Medellín y después a Cartagena. Llegamos el mismo 9 a las ocho de la noche. Ahí estuvimos hasta el 21, pero tres días antes ya me habían cancelado 3 vuelos. Estuvimos en el aeropuerto el 19 y el 20 haciendo colas de 400 personas, casi todos argentinos, para poder llegar a Bogotá, que es lo que recomendaban. El 22 viajamos de vuelta a Argentina. Todos los vuelos que hicimos fueron con Latam”, narró. Cuenta Gerardo que solo cuando intentaron ingresar al Tayrona (Parque Nacional natural del norte de Colombia) fueron conscientes de la gravedad de la situación. Todos los visitantes fueron inmediatamente desalojados del parque. Al momento de volver, ambos tuvieron que atravesar los controles de sanidad.

“En el aeropuerto de Bogotá nos hicieron controles con la pistola de temperatura para ver si teníamos fiebre. Nos preguntaron si teníamos síntomas y nada más. En Argentina fueron más rigurosos los controles”.

“¿Qué hacemos?”

Una vez llegados a Ezeiza, Gerardo y Mirta superaron los controles de sanidad de forma satisfactoria. Su plan original era tomar un avión de regreso a Trelew desde Aeroparque, pero para entonces los vuelos estaban cancelados. “En Ezeiza nos informaron que Aeroparque estaba cerrado, que solamente podíamos comprar tickets por internet. Nos dirigimos a una cola de gente que iba al interior. Había buses para todo el país, decían. Cuando nos acercamos a la lista, solamente había buses para el centro y norte del país. Entonces yo pregunté: ¿Y nosotros, que vamos para el sur, qué hacemos? Me dicen: Si querés subirte a un micro, lo más cerca posible es Bahía Blanca”. Cuenta Gerardo que allí mismo labró una declaración jurada en la que indica dónde realizará la cuarentena obligatoria (Trelew) y si padece alguno de los síntomas del coronavirus. “Cuando llegamos a Bahía, nos estaba esperando la policía ecológica, defensa civil, policía federal, y nos iban a tomar los datos. No era un análisis sintomático, solamente nos preguntaron si teníamos síntomas y a dónde íbamos. Cuando le dijimosa a Trelew se sorprendieron, se empezaron a mirar entre ellos y me preguntaron por qué había venido a Bahía. Les conté lo que me había pasado en transporte. Ellos hicieron llamadas para todos lados y me dijeron: la única opción que tenemos es que alguien te venga a buscar. Llamé a mi papá pero él no podía venir porque necesita un permiso para salir, que no existía en la página del Gobierno. Nadie se hacía cargo de nosotros. Ni Gendarmería ni la Policía Federal”.

Varados sin respuesta

La policía se ofreció a escoltarlos afuera, al otro lado de la terminal. “Se van a tener que quedar ahí hasta que los vengan a buscar”, les dijeron. Pero entonces Gerardo protestó. “Nosotros tenemos 8 horas de viaje más todos los puestos que hay que cruzar, que son muchos. ¿Nos van a dejar sin baño, sin comida, sin agua, afuera de la terminal? Ahí estallé en llanto; no aguantaba más la impotencia y la incertidumbre. Vino un policía, Jorge Núñez, de la policía ecológica. Fue el que más nos ayudó. Estuvo todo el tiempo intentando ayudarnos para ver cómo salir de acá y agotó todas las posibilidades. Él llamó al secretario de la terminal y él autorizó que nos quedemos adentro de la terminal”.

Gerardo y Mirta fueron derivados a un extremo interior de la terminal. Los acorralaron con sillas a modo de vallas y les habilitaron una senda libre para ir al baño. En el video que Gerardo publicó en la madrugada de ayer, se puede apreciar el espacio en el que se encuentran, encerrados entre sillas como animales, y por la ventana se divisaban las balizas del patrullero que los custodia. “Acá no se puede dormir. Las instalaciones son muy sucias y hay una plaga de hormigas y moscas. Las luces están prendidas continuamente y hay una música que enciende automática. El policía no sabía cómo apagarla”. Como Tom Hanks en la película La Terminal, Gerardo y Mirta debieron aprender a vivir en una terminal mientras encuentran la manera de volver a casa.

Miedo

En medio de esta pandemia, donde nos vamos acostumbrando a vivir en cuarentena, no falta aquel que maltrata a quienes han salido o entrado al país, con la mala fortuna de encontrarse en medio de una crisis sanitaria. “Me enteré de la cuarentena el mismo día que la dictaminó el presidente”, dice Gerardo, “pero para eso ya estábamos con los trámites para poder volver. Nosotros emprendimos este viaje porque hace 4 años que no nos daban vacaciones. No lo pudimos planear. Compramos el pasaje una semana antes. La preocupación que tuve yo cuando empezó todo esto, que no iba a poder continuar trabajando, no iba a poder pagar este viaje... El tema era mediático y la televisión intentaba calmarnos diciendo que la gripe común mataba a más personas. Yo no creí que iba a ser tan grave y jamás en la vida imaginé estar en esta situación. Somos de esas personas que cuando van a baños públicos ponen papel higiénico en todos lados. Tenemos cuidado de no tocarnos la cara, lavarnos las manos, usar alcohol en gel. Tomamos recaudos. Cuando nos desalojaron del Tayrona y nos cancelaron los vuelos, hablamos con otros argentinos para ver qué pasaba en Argentina. Nos volvimos locos para volver. Hay mucha gente que nos insulta porque piensan que fuimos irresponsables y que somos adinerados por salir al exterior. Yo soy un laburante e incluso cuando termine la cuarentena no voy a tener trabajo”, cerró.#

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24 MAR 2020 - 20:20

Por Martín Tacón

Un viaje de placer se convirtió en una pesadilla. La pandemia del coronavirus sorprendió a dos trelewenses en Colombia. Se trata de Gerardo Pilquiman y Mirta Luna, quienes iniciaron sus vacaciones en las tierras del café y de pronto se encontraron con infinidad de trabas a la hora de regresar a su hogar. Después de varios vuelos cancelados y sucesos imprevistos, lograron llegar hasta Bahía Blanca, donde ahora se encuentran varados. Están aislados en una terminal con custodia policial. No saben cómo volver. La historia se hizo conocida cuando el propio Gerardo publicó un video en Facebook contando su situación y pidiendo ayuda para volver a casa. Así nos comunicamos con Gerardo para que él mismo pudiera contar en detalle lo que estaba viviendo.

Un viaje sufrido

“Salimos de Trelew a Ezeiza el 8 de marzo. En la madrugada del 9 salimos hacia Lima, Perú. Por la tarde salimos a Medellín y después a Cartagena. Llegamos el mismo 9 a las ocho de la noche. Ahí estuvimos hasta el 21, pero tres días antes ya me habían cancelado 3 vuelos. Estuvimos en el aeropuerto el 19 y el 20 haciendo colas de 400 personas, casi todos argentinos, para poder llegar a Bogotá, que es lo que recomendaban. El 22 viajamos de vuelta a Argentina. Todos los vuelos que hicimos fueron con Latam”, narró. Cuenta Gerardo que solo cuando intentaron ingresar al Tayrona (Parque Nacional natural del norte de Colombia) fueron conscientes de la gravedad de la situación. Todos los visitantes fueron inmediatamente desalojados del parque. Al momento de volver, ambos tuvieron que atravesar los controles de sanidad.

“En el aeropuerto de Bogotá nos hicieron controles con la pistola de temperatura para ver si teníamos fiebre. Nos preguntaron si teníamos síntomas y nada más. En Argentina fueron más rigurosos los controles”.

“¿Qué hacemos?”

Una vez llegados a Ezeiza, Gerardo y Mirta superaron los controles de sanidad de forma satisfactoria. Su plan original era tomar un avión de regreso a Trelew desde Aeroparque, pero para entonces los vuelos estaban cancelados. “En Ezeiza nos informaron que Aeroparque estaba cerrado, que solamente podíamos comprar tickets por internet. Nos dirigimos a una cola de gente que iba al interior. Había buses para todo el país, decían. Cuando nos acercamos a la lista, solamente había buses para el centro y norte del país. Entonces yo pregunté: ¿Y nosotros, que vamos para el sur, qué hacemos? Me dicen: Si querés subirte a un micro, lo más cerca posible es Bahía Blanca”. Cuenta Gerardo que allí mismo labró una declaración jurada en la que indica dónde realizará la cuarentena obligatoria (Trelew) y si padece alguno de los síntomas del coronavirus. “Cuando llegamos a Bahía, nos estaba esperando la policía ecológica, defensa civil, policía federal, y nos iban a tomar los datos. No era un análisis sintomático, solamente nos preguntaron si teníamos síntomas y a dónde íbamos. Cuando le dijimosa a Trelew se sorprendieron, se empezaron a mirar entre ellos y me preguntaron por qué había venido a Bahía. Les conté lo que me había pasado en transporte. Ellos hicieron llamadas para todos lados y me dijeron: la única opción que tenemos es que alguien te venga a buscar. Llamé a mi papá pero él no podía venir porque necesita un permiso para salir, que no existía en la página del Gobierno. Nadie se hacía cargo de nosotros. Ni Gendarmería ni la Policía Federal”.

Varados sin respuesta

La policía se ofreció a escoltarlos afuera, al otro lado de la terminal. “Se van a tener que quedar ahí hasta que los vengan a buscar”, les dijeron. Pero entonces Gerardo protestó. “Nosotros tenemos 8 horas de viaje más todos los puestos que hay que cruzar, que son muchos. ¿Nos van a dejar sin baño, sin comida, sin agua, afuera de la terminal? Ahí estallé en llanto; no aguantaba más la impotencia y la incertidumbre. Vino un policía, Jorge Núñez, de la policía ecológica. Fue el que más nos ayudó. Estuvo todo el tiempo intentando ayudarnos para ver cómo salir de acá y agotó todas las posibilidades. Él llamó al secretario de la terminal y él autorizó que nos quedemos adentro de la terminal”.

Gerardo y Mirta fueron derivados a un extremo interior de la terminal. Los acorralaron con sillas a modo de vallas y les habilitaron una senda libre para ir al baño. En el video que Gerardo publicó en la madrugada de ayer, se puede apreciar el espacio en el que se encuentran, encerrados entre sillas como animales, y por la ventana se divisaban las balizas del patrullero que los custodia. “Acá no se puede dormir. Las instalaciones son muy sucias y hay una plaga de hormigas y moscas. Las luces están prendidas continuamente y hay una música que enciende automática. El policía no sabía cómo apagarla”. Como Tom Hanks en la película La Terminal, Gerardo y Mirta debieron aprender a vivir en una terminal mientras encuentran la manera de volver a casa.

Miedo

En medio de esta pandemia, donde nos vamos acostumbrando a vivir en cuarentena, no falta aquel que maltrata a quienes han salido o entrado al país, con la mala fortuna de encontrarse en medio de una crisis sanitaria. “Me enteré de la cuarentena el mismo día que la dictaminó el presidente”, dice Gerardo, “pero para eso ya estábamos con los trámites para poder volver. Nosotros emprendimos este viaje porque hace 4 años que no nos daban vacaciones. No lo pudimos planear. Compramos el pasaje una semana antes. La preocupación que tuve yo cuando empezó todo esto, que no iba a poder continuar trabajando, no iba a poder pagar este viaje... El tema era mediático y la televisión intentaba calmarnos diciendo que la gripe común mataba a más personas. Yo no creí que iba a ser tan grave y jamás en la vida imaginé estar en esta situación. Somos de esas personas que cuando van a baños públicos ponen papel higiénico en todos lados. Tenemos cuidado de no tocarnos la cara, lavarnos las manos, usar alcohol en gel. Tomamos recaudos. Cuando nos desalojaron del Tayrona y nos cancelaron los vuelos, hablamos con otros argentinos para ver qué pasaba en Argentina. Nos volvimos locos para volver. Hay mucha gente que nos insulta porque piensan que fuimos irresponsables y que somos adinerados por salir al exterior. Yo soy un laburante e incluso cuando termine la cuarentena no voy a tener trabajo”, cerró.#


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