A 35 años del asesinato de Adrián Scaserra, el crimen sigue impune

Fue el 7 de abril de 1985 cuando en aquel entonces el joven de 14 años cayó asesinado al recibir un disparo de arma de fuego en la cancha de Independiente, durante los graves incidentes entre los hinchas de Boca y la policía bonaerense.

06 ABR 2020 - 18:25 | Actualizado

La muerte de Adrián Silvio Scaserra y la foto donde se muestra a su padre, Juan Ángel, llevándolo en brazos con su camisa ensangrentada, fue tapa de todos los diarios al día siguiente: el chico tenía una bala de 9 milimetros en su pecho que había ingresado por su tetilla izquierda, el mismo calibre que la que usaba la policía.

El padre -mostraban las imágenes- bajaba los escalones de la tribuna visitante de la vieja cancha de Independiente con su hijo en brazos, testimonio de la violencia en el fútbol y de un caso que conmocionó a la sociedad argentina. Durante semanas, el tema acaparó la atención en programas de las radios y la televisión.

A tal punto que tiempo después, ante la presión del Gobierno nacional que encabezaba Raúl Alfonsín, el Congreso votó una ley que agravó en un tercio los delitos cometidos fuera y dentro de la canchas, y para el juzgamiento de esos casos se imponía el proceso oral. Se la conoció como la "ley Scaserra".

A 35 años de esa tragedia, con su padre ya fallecido, el crimen sigue impune y el expediente está archivado en algún juzgado de la provincia de Buenos Aires.

La historia dice que ese día se enfrentaban Independiente y Boca, por la rueda de perdedores del torneo Nacional de ese año. El que ganaba seguía compitiendo y el que perdía tenía que pensar en el semestre siguiente, en el entonces torneo Metropolitano.

Todo había empezado en un presunto penal no cobrado por Teodoro Nitti ante un remate de Ivar Stafuzza que rebotó a metros de la línea en Enzo Trossero. El árbitro dejó seguir y los simpatizantes de Boca que estaban detrás de ese arco empezaron a tirar piedras al arco ocupado por el uruguayo Carlos Goyén.

El resultado final fue 1-0 a favor de Independiente, con un gol de Alejandro Barberón a los 31 minutos del primer tiempo, y el partido fue suspendido a cinco minutos del final.

El hecho principal ocurrió cerca del final del partido cuando un grupo de la barra brava de Boca se acercó a la tribuna lateral que da a la calle Cordero, ocupada por los locales, y arrojaron proyectiles, lo que provocó la reacción de los hinchas del "Rojo".

Después llegó la intervención de la policía: los uniformados utilizaron gases y balas de goma, lo que provocó las corridas de los hinchas hacia la única salida, que daba a las vías del ferrocarril Roca y la calle Cordero.

En ese tumulto, y mientras la policía perteneciente a la Unidad Regional de Quilmes -a cargo del operativo- ingresaba a la tribuna cabecera visitante y se peleaba cuerpo a cuerpo con la barra, Juan Angel Scaserra y su hijo se escapaban como podían hacia la boca de salida. Fue entonces cuando un disparo de arma de fuego terminó con la vida del joven de 14 años, quien por primera vez concurría a ver a Boca en una cancha, según reveló su padre.

Los incidentes tomaron tal magnitud que Roberto Mouzo, quien en ese momento jugaba para Estudiantes de Río Cuarto y que estaba como espectador en la platea que daba a las vías, saltó el foso perimetral y se metió en la cancha para hablar con la policía e intentar frenar la represión. Y también fue pedirle a los hinchas que se calmaran, dentro de un panorama de caos general.

También resultaron heridos de bala los hinchas Marcelo Ortú y Ruben Retondini, además de numerosos contusos por los piedrazos entre los hinchas y los palazos policiales. Más de 300 personas detenidas fueron llevadas a comisarías de Avellaneda.

Juan Ángel Scaserra recorrió durante años los juzgados buscando al culpable del asesinato de su hijo, con la filmación de lo ocurrido por parte de un camarógrafo de AFA y con la mira puesta en la policía bonaerense, a quien la querella acusaba por el crimen.

La justicia penal nunca encontró al responsable. La civil, sin embargo, dispuso una indemnización para la familia Scaserra, tras hacer "responsable en forma solidaria" al Estado provincial y al club Independiente.

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06 ABR 2020 - 18:25

La muerte de Adrián Silvio Scaserra y la foto donde se muestra a su padre, Juan Ángel, llevándolo en brazos con su camisa ensangrentada, fue tapa de todos los diarios al día siguiente: el chico tenía una bala de 9 milimetros en su pecho que había ingresado por su tetilla izquierda, el mismo calibre que la que usaba la policía.

El padre -mostraban las imágenes- bajaba los escalones de la tribuna visitante de la vieja cancha de Independiente con su hijo en brazos, testimonio de la violencia en el fútbol y de un caso que conmocionó a la sociedad argentina. Durante semanas, el tema acaparó la atención en programas de las radios y la televisión.

A tal punto que tiempo después, ante la presión del Gobierno nacional que encabezaba Raúl Alfonsín, el Congreso votó una ley que agravó en un tercio los delitos cometidos fuera y dentro de la canchas, y para el juzgamiento de esos casos se imponía el proceso oral. Se la conoció como la "ley Scaserra".

A 35 años de esa tragedia, con su padre ya fallecido, el crimen sigue impune y el expediente está archivado en algún juzgado de la provincia de Buenos Aires.

La historia dice que ese día se enfrentaban Independiente y Boca, por la rueda de perdedores del torneo Nacional de ese año. El que ganaba seguía compitiendo y el que perdía tenía que pensar en el semestre siguiente, en el entonces torneo Metropolitano.

Todo había empezado en un presunto penal no cobrado por Teodoro Nitti ante un remate de Ivar Stafuzza que rebotó a metros de la línea en Enzo Trossero. El árbitro dejó seguir y los simpatizantes de Boca que estaban detrás de ese arco empezaron a tirar piedras al arco ocupado por el uruguayo Carlos Goyén.

El resultado final fue 1-0 a favor de Independiente, con un gol de Alejandro Barberón a los 31 minutos del primer tiempo, y el partido fue suspendido a cinco minutos del final.

El hecho principal ocurrió cerca del final del partido cuando un grupo de la barra brava de Boca se acercó a la tribuna lateral que da a la calle Cordero, ocupada por los locales, y arrojaron proyectiles, lo que provocó la reacción de los hinchas del "Rojo".

Después llegó la intervención de la policía: los uniformados utilizaron gases y balas de goma, lo que provocó las corridas de los hinchas hacia la única salida, que daba a las vías del ferrocarril Roca y la calle Cordero.

En ese tumulto, y mientras la policía perteneciente a la Unidad Regional de Quilmes -a cargo del operativo- ingresaba a la tribuna cabecera visitante y se peleaba cuerpo a cuerpo con la barra, Juan Angel Scaserra y su hijo se escapaban como podían hacia la boca de salida. Fue entonces cuando un disparo de arma de fuego terminó con la vida del joven de 14 años, quien por primera vez concurría a ver a Boca en una cancha, según reveló su padre.

Los incidentes tomaron tal magnitud que Roberto Mouzo, quien en ese momento jugaba para Estudiantes de Río Cuarto y que estaba como espectador en la platea que daba a las vías, saltó el foso perimetral y se metió en la cancha para hablar con la policía e intentar frenar la represión. Y también fue pedirle a los hinchas que se calmaran, dentro de un panorama de caos general.

También resultaron heridos de bala los hinchas Marcelo Ortú y Ruben Retondini, además de numerosos contusos por los piedrazos entre los hinchas y los palazos policiales. Más de 300 personas detenidas fueron llevadas a comisarías de Avellaneda.

Juan Ángel Scaserra recorrió durante años los juzgados buscando al culpable del asesinato de su hijo, con la filmación de lo ocurrido por parte de un camarógrafo de AFA y con la mira puesta en la policía bonaerense, a quien la querella acusaba por el crimen.

La justicia penal nunca encontró al responsable. La civil, sin embargo, dispuso una indemnización para la familia Scaserra, tras hacer "responsable en forma solidaria" al Estado provincial y al club Independiente.


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