De un carro “casero” al Mundial propio con la velocidad del viento

Fue pionero de su deporte en la zona. Ideó los primeros y pidió permiso para usarlos en la playa. Terminó corriendo siete mundiales y uno, en Rada Tilly. “Tengo el corazón con forma de carro a vela”, reconoce Pablo Reyes.

29 JUN 2025 - 17:15 | Actualizado 29 JUN 2025 - 19:02

Por Ismael Tebes
REDACCIÓN JORNADA
itebes@grupojornada.com
En X: @IsmaTebes

Extrañamente, la de Pablo Reyes (60) es la historia del hombre que se mimetizó con el deporte que practicaba. Su cuerpo es una vela que le sonríe al viento de estas tierras y sus manos, quieren dibujar virajes en la arena radatilense. “Tengo el corazón con forma de carro a vela”, resume el pionero e irrepetible en este deporte que llegó a tener desde el ruido, su propio Mundial.

De un carro lijado hasta el hartazgo hasta un descubrimiento lleno de audacia que lo llevó a otro mundo. De nene curioso a competir en Europa y más allá. “La primera vez que me subí a un carro a vela tenía alrededor de once años, fue en un verano en Rada Tilly. El papá de un amigo, nos tenía entretenidos lijando y pintando algo que no sabíamos qué era; hasta que un día lo llevó a la plaza, le puso un mástil, y era un carro a vela. Ese día me explotó la cabeza”, recuerda.

Amante de las emociones fuertes, un accidente en moto lo puso en una disyuntiva tras cuatro meses sin poder caminar. “Pedí prestado el carro, lo bajaron de un techo y lo llevamos a la playa. Ahí comprobé que era lo que quería hacer. No nos dejaban usarlo porque lo consideraban un vehículo peligroso. Personalmente le fui a pedir permiso al intendente Pedro Peralta para poder andar. Terminó gustando mucho”.

Fue tanta la motivación que comenzó a trabajar en bosquejos y en mapas, cuando internet era todavía una referencia lejana, ayudado por los estudios de Ingeniería que había iniciado. Ese plano casero terminó convirtiéndose en una revolución. “Me terminaron regalando ese primer carro y fue el mejor regalo que pude recibir”.

“Convocamos gente, hicimos fotocopias, presentamos el carro de mi amigo en el gimnasio municipal”. Y ahí nació primero el Rada Tilly Carros Club, antecedente de la Asociación Patagónica de Carrovelismo. Y luego el primer Nacional en San Juan con un “Ford A entre autos de Fórmula Uno” y enseguida el diseño propio ya con algo más de “tecnología”. Los materiales usados le dieron vida a aquel “Frankenstein” hecho con rezagos de la industria petrolera y caños tubbing aunque con un diseño de avanzada. “Hacía changas y limpiaba tanques, ponía todo en el carro hasta que compré mi primera vela. Muchos me tomaron por loco. Me decían, ¿qué es esto? ¿Un carro con vela? ¿Un auto o un velero?”.

“A veces te morías de frío en la playa, el viento te pegaba y castigaba. Era pura adrenalina y divertirnos”. Tres ruedas, una con dirección con ruedas indescriptibles; caños tubulares como armazón y un mástil adaptable a la velocidad del viento justo en el centro de gravedad. Como en el antiguo Egipto o como en las grandes extensiones en el corazón de Europa. Pero acá.

Conocer al francés y campeón mundial Pascal Demuysere, le abrió la puerta que faltaba. “Fuimos a San Juan y ahí hablamos con el presidente de la Federación Mundial y le mostramos fotos de Rada Tilly. Le delegó la tarea a Pascal. Él estaba de luna de miel y un día, en mi cumpleaños, apareció en mi casa. No lo podía creer. Se quedó quince días con nosotros y nos enseñó todo, a correr y técnicas”. Y ante la sola expresión de “lugar ideal para hacer un mundial” comenzó la parte más audaz de la misión.

“En 2002 presentamos la candidatura en Estados Unidos, y tras años de trabajo, en 2008 la Argentina fue sede del Campeonato Mundial de Carrovelismo. Nunca pensé que íbamos a poder traer un mundial. Pero lo logramos. Para mí fue lo máximo”.

Reyes corrió la totalidad de los Campeonatos Australes hasta el 2009; participó en siete mundiales (Alemania (2), Bélgica, Holanda, EEUU y Francia) y hasta se coronó subcampeón europeo en Inglaterra en 2007, año que califica como el mejor de su vida. “Corrí 33 regatas, gané 31. Fue un récord total”.

“El carrovelismo en Argentina –reconoce- lo veo deprimido, no hay actividad formal. Por ser un deporte amateur se tienen que tener condiciones y circunstancias que le permitan dedicar tiempo. En Europa hay un poco más de ritmo, el deporte tiene más de cien años y la realidad es que Argentina está muy lejos. Hay buenos pilotos pero faltan medios. Andar en carro no es caro, pero los traslados a los torneos requieren de un costo que hoy es difícil de afrontar”.

“Tengo el corazón con forma de carro a vela” resume desde la pasión. “Llegué a tener veintiseis carros en mi casa. El viento para mí es energía, es lo que nos impulsa. Cada vez que paso por el monumento del Mundial, en la entrada de Rada Tilly, el corazón se me acelera”.

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29 JUN 2025 - 17:15

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En X: @IsmaTebes

Extrañamente, la de Pablo Reyes (60) es la historia del hombre que se mimetizó con el deporte que practicaba. Su cuerpo es una vela que le sonríe al viento de estas tierras y sus manos, quieren dibujar virajes en la arena radatilense. “Tengo el corazón con forma de carro a vela”, resume el pionero e irrepetible en este deporte que llegó a tener desde el ruido, su propio Mundial.

De un carro lijado hasta el hartazgo hasta un descubrimiento lleno de audacia que lo llevó a otro mundo. De nene curioso a competir en Europa y más allá. “La primera vez que me subí a un carro a vela tenía alrededor de once años, fue en un verano en Rada Tilly. El papá de un amigo, nos tenía entretenidos lijando y pintando algo que no sabíamos qué era; hasta que un día lo llevó a la plaza, le puso un mástil, y era un carro a vela. Ese día me explotó la cabeza”, recuerda.

Amante de las emociones fuertes, un accidente en moto lo puso en una disyuntiva tras cuatro meses sin poder caminar. “Pedí prestado el carro, lo bajaron de un techo y lo llevamos a la playa. Ahí comprobé que era lo que quería hacer. No nos dejaban usarlo porque lo consideraban un vehículo peligroso. Personalmente le fui a pedir permiso al intendente Pedro Peralta para poder andar. Terminó gustando mucho”.

Fue tanta la motivación que comenzó a trabajar en bosquejos y en mapas, cuando internet era todavía una referencia lejana, ayudado por los estudios de Ingeniería que había iniciado. Ese plano casero terminó convirtiéndose en una revolución. “Me terminaron regalando ese primer carro y fue el mejor regalo que pude recibir”.

“Convocamos gente, hicimos fotocopias, presentamos el carro de mi amigo en el gimnasio municipal”. Y ahí nació primero el Rada Tilly Carros Club, antecedente de la Asociación Patagónica de Carrovelismo. Y luego el primer Nacional en San Juan con un “Ford A entre autos de Fórmula Uno” y enseguida el diseño propio ya con algo más de “tecnología”. Los materiales usados le dieron vida a aquel “Frankenstein” hecho con rezagos de la industria petrolera y caños tubbing aunque con un diseño de avanzada. “Hacía changas y limpiaba tanques, ponía todo en el carro hasta que compré mi primera vela. Muchos me tomaron por loco. Me decían, ¿qué es esto? ¿Un carro con vela? ¿Un auto o un velero?”.

“A veces te morías de frío en la playa, el viento te pegaba y castigaba. Era pura adrenalina y divertirnos”. Tres ruedas, una con dirección con ruedas indescriptibles; caños tubulares como armazón y un mástil adaptable a la velocidad del viento justo en el centro de gravedad. Como en el antiguo Egipto o como en las grandes extensiones en el corazón de Europa. Pero acá.

Conocer al francés y campeón mundial Pascal Demuysere, le abrió la puerta que faltaba. “Fuimos a San Juan y ahí hablamos con el presidente de la Federación Mundial y le mostramos fotos de Rada Tilly. Le delegó la tarea a Pascal. Él estaba de luna de miel y un día, en mi cumpleaños, apareció en mi casa. No lo podía creer. Se quedó quince días con nosotros y nos enseñó todo, a correr y técnicas”. Y ante la sola expresión de “lugar ideal para hacer un mundial” comenzó la parte más audaz de la misión.

“En 2002 presentamos la candidatura en Estados Unidos, y tras años de trabajo, en 2008 la Argentina fue sede del Campeonato Mundial de Carrovelismo. Nunca pensé que íbamos a poder traer un mundial. Pero lo logramos. Para mí fue lo máximo”.

Reyes corrió la totalidad de los Campeonatos Australes hasta el 2009; participó en siete mundiales (Alemania (2), Bélgica, Holanda, EEUU y Francia) y hasta se coronó subcampeón europeo en Inglaterra en 2007, año que califica como el mejor de su vida. “Corrí 33 regatas, gané 31. Fue un récord total”.

“El carrovelismo en Argentina –reconoce- lo veo deprimido, no hay actividad formal. Por ser un deporte amateur se tienen que tener condiciones y circunstancias que le permitan dedicar tiempo. En Europa hay un poco más de ritmo, el deporte tiene más de cien años y la realidad es que Argentina está muy lejos. Hay buenos pilotos pero faltan medios. Andar en carro no es caro, pero los traslados a los torneos requieren de un costo que hoy es difícil de afrontar”.

“Tengo el corazón con forma de carro a vela” resume desde la pasión. “Llegué a tener veintiseis carros en mi casa. El viento para mí es energía, es lo que nos impulsa. Cada vez que paso por el monumento del Mundial, en la entrada de Rada Tilly, el corazón se me acelera”.