Por Francisco Caputo
La sangre tiene lazos irrompibles que el tiempo no puede destruir. A veces, la vida conduce por caminos separados, pero el destino une de nuevo de maneras inesperadas. La historia de Fernando Méndez y su hijo Ignacio, "Nacho", es un ejemplo conmovedor de cómo la sangre puede reunir a personas de maneras que nunca imaginaron. El fútbol tuvo un rol crucial.
Ambos comparten plantel en Juan Manuel de Rosas, equipo que compite en la Liga del Valle, con una historia emotiva como escenario. La unión entre ambos es tan fuerte que ambos comparten algo más que el lazo sanguíneo: son delanteros.
La historia
Fernando, un hombre de 43 años, nunca imaginó que el deporte que amaba sería el que lo llevaría a reencontrarse con su hijo, fruto de una relación pasada. "En su momento, la madre de ´Nacho´ me había dicho que el joven no era hijo mío", recordóFernando.
"Nacho", por su parte, había crecido sin saber de la existencia de Fernando. Sin embargo, al cumplir 15 años, Cristian Riveras, el hombre que creía que era su padre, le empezó a contar la verdad.
"Lo hizo con palabras delicadas. Me sentí muy raro, no caía del todo con la noticia", recordó el joven que hoy tiene 23 años. "Mi madre, Andrea Molina, asintió y me preguntó si quería saber quien era mi papá de sangre. Pero en ese momento no quise saber nada y dejar las cosas así", añadió.
El inicio del camino
Pero la sangre encuentra su camino. "Todo comienza cuando por desgracia me quedo sin trabajo hace algunos años. Eso me llevó a rebuscármelas y me llevó a tener que vender comida para solventar los gastos del día a día", agrega Fernando. Fruto de ese trabajo, se sumó a Dolavon, en épocas donde la pandemia empezaba a dejar de ser una pesadilla.
Resulta que un día, Fernando no pudo ir a entrenar desde Trelew. Y surgió un partido informal en el Centro Deportivo Trelew, Fernando conoció a un joven que le llamó la atención por su habilidad en la cancha. Sin saber que era su hijo, Fernando lo invitó a unirse a Dolavon, y el joven aceptó. Forjaron una relación de camaradería, como un anticipo del destino.
El fútbol, clave
En su primer partido juntos por la Liga del Valle, un 30 de abril de 2022, el “Verde” se enfrentó a Atlas y ganó 2 a 0, con un gol de Nacho en el segundo tiempo. En ese momento, el equipo estaba bajo la dirección técnica de Mauro Uribe, quien jugó un papel fundamental en la integración de “Nacho” al equipo y en la relación que se desarrolló entre Fernando y su hijo.
"Recuerdo que Mauro Uribe, nuestro DT en ese momento, nos dio la oportunidad de jugar juntos y nos apoyó en todo momento", dice Fernando. "Su liderazgo y su pasión por el fútbol fueron clave para que pudiéramos disfrutar de este deporte juntos", añadió
Después del partido, se sacaron una foto juntos, y esa foto se convirtió en el detonante para que se conociera la verdad. "Esa foto fue la que desencadenó todo. Mi mamá la vio y reconoció a mi papá, y fue así como se enteró de que yo era su hijo", relató Ignacio.
La madre de “Nacho” le reveló la verdad sobre su padre. "Cuando me dijo que Fernando era mi papá, me sentí desorientado. Recuerdo que me dijo 'Nacho, ese es tu papá'", resaltó.
El primo y la abuela
Después de recibir la impactante noticia, "Nacho" habló con su amigo Matías sobre la novedad. En realidad, eran parientes. "No tenía idea de que éramos primos", dijo. Ignacio también encontró contención en su abuela, quien lo crió desde los siete años.
Después de que Nacho descubrió la verdad, se reunieron con Fernando y comenzaron a construir una relación. "No tengo ningún rencor hacia nadie. Lo importante es que ahora estamos juntos y podemos disfrutar de este tiempo", dijo Fernando.
La vida actual
Hoy en día, Nacho tiene 23 años y juega para Rosas, y Fernando tiene la oportunidad de compartir la cancha con su hijo. En 2024, Fernando recalaen Rosas. Y este año, lograron jugar juntosen su nuevo club. Están jugando su primer torneo completo juntos.
“Gustavo Gabra, junto al ´Cora´ Almirón, me dan la posibilidad de volver a Rosas ya con mi hijo en el plantel. Hoy me siento feliz de compartir vestuario, entrenamiento y partidos con mi hijo, muy afortunado me siento”, recalcó.
Juan Manuel de Rosas está desarrollando un torneo interesante, con una goleada 5-1 ante Germinal como resultado más resonante.
“Compartimos la alegría de ganar, pero sobre todo esos momentos que no tienen precio. Es inexplicable cuando nos estamos preparando para ir a jugar”, indicó emocionado Fernando, quien también comparte club con su otro hijo, Tomás, quien es arquero de la octava división del club.
“El fútbol me dio mucho. Rosas me da la posibilidad de hacer fútbol y familia. Rosas es familia”, expresó Fernando.
Ignacio, por su parte, da su perspectiva. "Estoy conociendo a mis hermanitos y la señora de mi padre que es una mujer increíble y una madre ejemplar. Y a toda la familia de mi padre", dijo Ignacio. “Al principio me daba un poco de vergüenza cuando conocía cada vez más familiares. Pero con el paso del tiempo me dieron mi lugar. Soy muy feliz”, describió.
"Mi familia hoy son Fernando Méndez mí padre; Tomás y Malena Mendez, mis hermanitos. Y la señora de mí padre, Déborah Espinoza, aquientambién estoy muy agradecido de que me haya dado la posiblidad de estar con ellos,es una madre ejemplar. Y no me voy a tener palabras para agradecerlea mí abuela Norma Cocchia, que es la pilar de mí vida; sin ella todo esto no hubiera pasado", sentenció "Nacho".
La historia de Fernando y "Nacho" es un recordatorio de que la sangre tiene lazos irrompibles que el tiempo no puede romper. A pesar de las circunstancias, la relación entre padre e hijo se ha fortalecido, y ahora pueden disfrutar de un vínculo que nunca pensaron que tendrían. El fútbol es la dinámica de lo impensado. Y ayudaa unir historias separadas que nacieron para estar juntas.
Por Francisco Caputo
La sangre tiene lazos irrompibles que el tiempo no puede destruir. A veces, la vida conduce por caminos separados, pero el destino une de nuevo de maneras inesperadas. La historia de Fernando Méndez y su hijo Ignacio, "Nacho", es un ejemplo conmovedor de cómo la sangre puede reunir a personas de maneras que nunca imaginaron. El fútbol tuvo un rol crucial.
Ambos comparten plantel en Juan Manuel de Rosas, equipo que compite en la Liga del Valle, con una historia emotiva como escenario. La unión entre ambos es tan fuerte que ambos comparten algo más que el lazo sanguíneo: son delanteros.
La historia
Fernando, un hombre de 43 años, nunca imaginó que el deporte que amaba sería el que lo llevaría a reencontrarse con su hijo, fruto de una relación pasada. "En su momento, la madre de ´Nacho´ me había dicho que el joven no era hijo mío", recordóFernando.
"Nacho", por su parte, había crecido sin saber de la existencia de Fernando. Sin embargo, al cumplir 15 años, Cristian Riveras, el hombre que creía que era su padre, le empezó a contar la verdad.
"Lo hizo con palabras delicadas. Me sentí muy raro, no caía del todo con la noticia", recordó el joven que hoy tiene 23 años. "Mi madre, Andrea Molina, asintió y me preguntó si quería saber quien era mi papá de sangre. Pero en ese momento no quise saber nada y dejar las cosas así", añadió.
El inicio del camino
Pero la sangre encuentra su camino. "Todo comienza cuando por desgracia me quedo sin trabajo hace algunos años. Eso me llevó a rebuscármelas y me llevó a tener que vender comida para solventar los gastos del día a día", agrega Fernando. Fruto de ese trabajo, se sumó a Dolavon, en épocas donde la pandemia empezaba a dejar de ser una pesadilla.
Resulta que un día, Fernando no pudo ir a entrenar desde Trelew. Y surgió un partido informal en el Centro Deportivo Trelew, Fernando conoció a un joven que le llamó la atención por su habilidad en la cancha. Sin saber que era su hijo, Fernando lo invitó a unirse a Dolavon, y el joven aceptó. Forjaron una relación de camaradería, como un anticipo del destino.
El fútbol, clave
En su primer partido juntos por la Liga del Valle, un 30 de abril de 2022, el “Verde” se enfrentó a Atlas y ganó 2 a 0, con un gol de Nacho en el segundo tiempo. En ese momento, el equipo estaba bajo la dirección técnica de Mauro Uribe, quien jugó un papel fundamental en la integración de “Nacho” al equipo y en la relación que se desarrolló entre Fernando y su hijo.
"Recuerdo que Mauro Uribe, nuestro DT en ese momento, nos dio la oportunidad de jugar juntos y nos apoyó en todo momento", dice Fernando. "Su liderazgo y su pasión por el fútbol fueron clave para que pudiéramos disfrutar de este deporte juntos", añadió
Después del partido, se sacaron una foto juntos, y esa foto se convirtió en el detonante para que se conociera la verdad. "Esa foto fue la que desencadenó todo. Mi mamá la vio y reconoció a mi papá, y fue así como se enteró de que yo era su hijo", relató Ignacio.
La madre de “Nacho” le reveló la verdad sobre su padre. "Cuando me dijo que Fernando era mi papá, me sentí desorientado. Recuerdo que me dijo 'Nacho, ese es tu papá'", resaltó.
El primo y la abuela
Después de recibir la impactante noticia, "Nacho" habló con su amigo Matías sobre la novedad. En realidad, eran parientes. "No tenía idea de que éramos primos", dijo. Ignacio también encontró contención en su abuela, quien lo crió desde los siete años.
Después de que Nacho descubrió la verdad, se reunieron con Fernando y comenzaron a construir una relación. "No tengo ningún rencor hacia nadie. Lo importante es que ahora estamos juntos y podemos disfrutar de este tiempo", dijo Fernando.
La vida actual
Hoy en día, Nacho tiene 23 años y juega para Rosas, y Fernando tiene la oportunidad de compartir la cancha con su hijo. En 2024, Fernando recalaen Rosas. Y este año, lograron jugar juntosen su nuevo club. Están jugando su primer torneo completo juntos.
“Gustavo Gabra, junto al ´Cora´ Almirón, me dan la posibilidad de volver a Rosas ya con mi hijo en el plantel. Hoy me siento feliz de compartir vestuario, entrenamiento y partidos con mi hijo, muy afortunado me siento”, recalcó.
Juan Manuel de Rosas está desarrollando un torneo interesante, con una goleada 5-1 ante Germinal como resultado más resonante.
“Compartimos la alegría de ganar, pero sobre todo esos momentos que no tienen precio. Es inexplicable cuando nos estamos preparando para ir a jugar”, indicó emocionado Fernando, quien también comparte club con su otro hijo, Tomás, quien es arquero de la octava división del club.
“El fútbol me dio mucho. Rosas me da la posibilidad de hacer fútbol y familia. Rosas es familia”, expresó Fernando.
Ignacio, por su parte, da su perspectiva. "Estoy conociendo a mis hermanitos y la señora de mi padre que es una mujer increíble y una madre ejemplar. Y a toda la familia de mi padre", dijo Ignacio. “Al principio me daba un poco de vergüenza cuando conocía cada vez más familiares. Pero con el paso del tiempo me dieron mi lugar. Soy muy feliz”, describió.
"Mi familia hoy son Fernando Méndez mí padre; Tomás y Malena Mendez, mis hermanitos. Y la señora de mí padre, Déborah Espinoza, aquientambién estoy muy agradecido de que me haya dado la posiblidad de estar con ellos,es una madre ejemplar. Y no me voy a tener palabras para agradecerlea mí abuela Norma Cocchia, que es la pilar de mí vida; sin ella todo esto no hubiera pasado", sentenció "Nacho".
La historia de Fernando y "Nacho" es un recordatorio de que la sangre tiene lazos irrompibles que el tiempo no puede romper. A pesar de las circunstancias, la relación entre padre e hijo se ha fortalecido, y ahora pueden disfrutar de un vínculo que nunca pensaron que tendrían. El fútbol es la dinámica de lo impensado. Y ayudaa unir historias separadas que nacieron para estar juntas.