Editorial / La rosca política en tiempos de pandemia

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Codo a codo. El saludo en tiempos de cuarentena entre Sastre, Massoni y Grazzini.
18 ABR 2020 - 20:23 | Actualizado

Si alguien pensaba que la pandemia había apaciguado la rosca política en Chubut, esta semana se terminó por convencer de que los políticos nunca descansan. A veces reposan; otras, simulan tirar del carro del mismo lado. Pero lo que nunca hacen es desactivarse.

El reparto de los primeros 50 millones de pesos que aportó el Gobierno nacional (de un total de 1.300 millones que irán llegando de a poco) activó la rosca. Un diputado nacional que todavía sigue teniendo resistencia dentro del propio peronismo chubutense, como el camporista Santiago Igon, les demostró a varios que no se puede hacer política sin plata, pero menos sin picardía.

Igon, un hombre cercano a Máximo Kirchner, les ganó de mano a todos y armó un reparto de esos fondos que benefició a los municipios más chicos, sobre todo a los más cercanos al peronismo; y dejó al final de la cola a los municipios más grandes, en especial a aquellos conducidos por peronistas “no reconocidos” (como Adrián Maderna y Gustavo Sastre), o por radicales que todavía deben pagar el pato por el desastre que dejó Mauricio Macri.

Un simple reparto de 50 millones de pesos hizo detonar los nervios y puso al Gobierno provincial a merced de sus propias internas. El enojo que expresó el intendente de Trelew el día que el gobernador Mariano Arcioni reunió a los jefes comunales para discutir la atenuación de la pandemia, no fue difícil de advertir porque lo destiló en los propios pasillos de la Casa de Gobierno ante el ministro de Economía, Oscar Antonena. Maderna reclamó por el maltrato. El ministro explicó que no era su responsabilidad ni del Gobierno, y que los fondos llegaron digitados.

Cuesta creer que Igon se haya cortado solo, o al menos sólo con la venia de Máximo Kirchner, para generar un conflicto interno que promete más capítulos. El hombre fuerte del Gobierno nacional en la relación con las provincias es Wado de Pedro, el ministro del Interior, que sabe perfectamente lo que pasa en Chubut y aunque es medido en sus expresiones públicas y no deja de recibir a todos, tiene más afinidades políticas fuera de Fontana 50 que dentro.

No es una novedad que en la Casa Rosada miran de reojo lo que pasa en Chubut y no terminan de digerir ni al Gobierno provincial ni a los que hacen zancadillas. En este sentido, el papel que ha jugado Sergio Massa para sostener en alto las acciones de Arcioni en medio de muchos otros que quieren sacarle el banquito, es encomiable.

El gobernador resiste los embates, muchas veces con poca ayuda de su entorno. Cuando construye un poco de poder, siempre hay alguno que lo estropea. Y muchas veces él mismo es el que incumple los compromisos. En política vale todo, menos no ser consecuente con sus palabras. Para esas actitudes siempre hay consecuencias. Nada es gratis.

Deuda y excesos

Hay dos puntos que marcarán a fuego la relación de Chubut con Nación. Por un lado, la estrategia para reestructurar su deuda pública. La oferta del Gobierno nacional a los bonistas externos para suspender los pagos hasta 2023 con una fuerte quita de intereses, marcó la cancha a las provincias que estaban armando esquemas de reperfilamiento de sus deudas. El plan de Chubut sigue siendo una incógnita pero, se sabe, no era a priori tan agresivo como el del Gobierno nacional.

La política, otra vez, metió la cola. Esta semana, los diputados provinciales del Frente de Todos enviaron una nota al Superior Tribunal de Justicia para testear la admisibilidad de una cláusula de “fuerza mayor” que contienen todas las emisiones de bonos de la Provincia. La idea era posponer el pago de la deuda hasta que termine la emergencia sanitaria por el coronavirus. Pero el presidente del Superior rechazó la petición.

Sea cual fuere el camino que finalmente termine tomando Chubut para reperfilar su deuda, deberá estar en línea con la propuesta que hizo el Gobierno nacional a los acreedores externos.

Pero hubo un segundo punto de conflicto esta semana entre la Rosada y Fontana 50. Los excesos policiales cometidos en la provincia en el marco de las violaciones del aislamiento social preventivo y obligatorio impuesto por el presidente Alberto Fernández el 20 de marzo pasado.

La presentación de un hábeas corpus colectivo que hizo el viernes la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación contra la violencia ejercida por fuerzas policiales de Chubut en el marco de la pandemia no sólo es una marcada de cancha para el activo ministro Federico Massoni, sino un tiro por elevación contra el propio Arcioni.

Detrás de esta fuerte movida también está el ministro De Pedro, que ya había puesto el grito en el cielo contra Massoni por la interrupción del tránsito en la Ruta 40. Fue por eso que el propio Massoni salió a las apuradas hace pocos días a impedir que el intendente de Rawson, Damián Biss, pusiera montículos de tierra sobre la Ruta 25. Finalmente, cortaron la Ruta 7, sobre la que la Provincia tiene potestad.

La audiencia por videoconferencia por el hábeas corpus del Gobierno nacional que comenzó el viernes, seguirá mañana con una ronda de testigos y podría incluir esta misma semana una defensa del ministro Massoni. El buen desempeño del Ministerio de Salud -hasta el momento- en el control de la curva de contagios podría tener su contracara si los excesos policiales se terminan confirmando en la Justicia y ponen en aprietos a la conducción de la fuerza de seguridad provincial.

La pandemia no será eterna. Por eso en el Gobierno provincial alguien debería empezar a mirar un poco más allá de los montículos de tierra que ahora abundan en muchas ciudades. Los graves problemas económicos, financieros, políticos y sociales que quedaron en un segundo plano por el coronavirus siguen estando ahí, latentes, a flor de piel, listos para volver en cualquier momento a dar un baño de realidad.

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Codo a codo. El saludo en tiempos de cuarentena entre Sastre, Massoni y Grazzini.
18 ABR 2020 - 20:23

Si alguien pensaba que la pandemia había apaciguado la rosca política en Chubut, esta semana se terminó por convencer de que los políticos nunca descansan. A veces reposan; otras, simulan tirar del carro del mismo lado. Pero lo que nunca hacen es desactivarse.

El reparto de los primeros 50 millones de pesos que aportó el Gobierno nacional (de un total de 1.300 millones que irán llegando de a poco) activó la rosca. Un diputado nacional que todavía sigue teniendo resistencia dentro del propio peronismo chubutense, como el camporista Santiago Igon, les demostró a varios que no se puede hacer política sin plata, pero menos sin picardía.

Igon, un hombre cercano a Máximo Kirchner, les ganó de mano a todos y armó un reparto de esos fondos que benefició a los municipios más chicos, sobre todo a los más cercanos al peronismo; y dejó al final de la cola a los municipios más grandes, en especial a aquellos conducidos por peronistas “no reconocidos” (como Adrián Maderna y Gustavo Sastre), o por radicales que todavía deben pagar el pato por el desastre que dejó Mauricio Macri.

Un simple reparto de 50 millones de pesos hizo detonar los nervios y puso al Gobierno provincial a merced de sus propias internas. El enojo que expresó el intendente de Trelew el día que el gobernador Mariano Arcioni reunió a los jefes comunales para discutir la atenuación de la pandemia, no fue difícil de advertir porque lo destiló en los propios pasillos de la Casa de Gobierno ante el ministro de Economía, Oscar Antonena. Maderna reclamó por el maltrato. El ministro explicó que no era su responsabilidad ni del Gobierno, y que los fondos llegaron digitados.

Cuesta creer que Igon se haya cortado solo, o al menos sólo con la venia de Máximo Kirchner, para generar un conflicto interno que promete más capítulos. El hombre fuerte del Gobierno nacional en la relación con las provincias es Wado de Pedro, el ministro del Interior, que sabe perfectamente lo que pasa en Chubut y aunque es medido en sus expresiones públicas y no deja de recibir a todos, tiene más afinidades políticas fuera de Fontana 50 que dentro.

No es una novedad que en la Casa Rosada miran de reojo lo que pasa en Chubut y no terminan de digerir ni al Gobierno provincial ni a los que hacen zancadillas. En este sentido, el papel que ha jugado Sergio Massa para sostener en alto las acciones de Arcioni en medio de muchos otros que quieren sacarle el banquito, es encomiable.

El gobernador resiste los embates, muchas veces con poca ayuda de su entorno. Cuando construye un poco de poder, siempre hay alguno que lo estropea. Y muchas veces él mismo es el que incumple los compromisos. En política vale todo, menos no ser consecuente con sus palabras. Para esas actitudes siempre hay consecuencias. Nada es gratis.

Deuda y excesos

Hay dos puntos que marcarán a fuego la relación de Chubut con Nación. Por un lado, la estrategia para reestructurar su deuda pública. La oferta del Gobierno nacional a los bonistas externos para suspender los pagos hasta 2023 con una fuerte quita de intereses, marcó la cancha a las provincias que estaban armando esquemas de reperfilamiento de sus deudas. El plan de Chubut sigue siendo una incógnita pero, se sabe, no era a priori tan agresivo como el del Gobierno nacional.

La política, otra vez, metió la cola. Esta semana, los diputados provinciales del Frente de Todos enviaron una nota al Superior Tribunal de Justicia para testear la admisibilidad de una cláusula de “fuerza mayor” que contienen todas las emisiones de bonos de la Provincia. La idea era posponer el pago de la deuda hasta que termine la emergencia sanitaria por el coronavirus. Pero el presidente del Superior rechazó la petición.

Sea cual fuere el camino que finalmente termine tomando Chubut para reperfilar su deuda, deberá estar en línea con la propuesta que hizo el Gobierno nacional a los acreedores externos.

Pero hubo un segundo punto de conflicto esta semana entre la Rosada y Fontana 50. Los excesos policiales cometidos en la provincia en el marco de las violaciones del aislamiento social preventivo y obligatorio impuesto por el presidente Alberto Fernández el 20 de marzo pasado.

La presentación de un hábeas corpus colectivo que hizo el viernes la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación contra la violencia ejercida por fuerzas policiales de Chubut en el marco de la pandemia no sólo es una marcada de cancha para el activo ministro Federico Massoni, sino un tiro por elevación contra el propio Arcioni.

Detrás de esta fuerte movida también está el ministro De Pedro, que ya había puesto el grito en el cielo contra Massoni por la interrupción del tránsito en la Ruta 40. Fue por eso que el propio Massoni salió a las apuradas hace pocos días a impedir que el intendente de Rawson, Damián Biss, pusiera montículos de tierra sobre la Ruta 25. Finalmente, cortaron la Ruta 7, sobre la que la Provincia tiene potestad.

La audiencia por videoconferencia por el hábeas corpus del Gobierno nacional que comenzó el viernes, seguirá mañana con una ronda de testigos y podría incluir esta misma semana una defensa del ministro Massoni. El buen desempeño del Ministerio de Salud -hasta el momento- en el control de la curva de contagios podría tener su contracara si los excesos policiales se terminan confirmando en la Justicia y ponen en aprietos a la conducción de la fuerza de seguridad provincial.

La pandemia no será eterna. Por eso en el Gobierno provincial alguien debería empezar a mirar un poco más allá de los montículos de tierra que ahora abundan en muchas ciudades. Los graves problemas económicos, financieros, políticos y sociales que quedaron en un segundo plano por el coronavirus siguen estando ahí, latentes, a flor de piel, listos para volver en cualquier momento a dar un baño de realidad.


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