Comedores en cuarentena

JornadaPlay visitó el Comedor 22 de Agosto del Barrio Moreira, donde 15 mujeres asisten con comida a más de 50 familias, tres veces a la semana, y a 150 chicos con una copa de leche cada día.

13 JUN 2020 - 9:46 | Actualizado

Mucho frío y un aire que se respira rico en el comedor 22 de Agosto del barrio Moreira. “Empezamos a las 7 de la mañana porque a partir de las 11 empieza a venir la gente”, cuentan las cocineras en torno a una olla de tuco con fideos: “Hacemos el almuerzo a partir de las donaciones que recibimos, pero hay días en los que falta comida”.

“La cuarentena de alguien que tiene recursos es muy diferente de la que vivimos los que estamos en el fondo”, reflexionan en la sala donde se reparten 250 viandas, tres veces a la semana, y donde 150 chicos buscan de manera diaria su copa de leche. “Atendemos a más de 50 familias. La mayoría son numerosas, de seis y siete integrantes cada una”.

En ocasiones normales son los chicos los que se presentan a buscar la comida, pero ahora “son los papás los que vienen. Si bien lo hemos prohibido por seguridad, a veces siguen mandando a los nenes para que se lleven la comida. Nosotros no le podemos negar la vianda, porque entendemos que en esos casos algo pasa”.

“Más allá de la falta de alimentación o la ropa, lo que falta es mucho amor. Preguntarles qué necesitan, qué les pasas, cómo están. Ahora con la pandemia cambió todo, no nos podemos abrazar ni saludar, como antes. Ya estábamos acostumbrados a esas manifestaciones de cariño”, agregan tres de las 15 mujeres que siguen trabajando, a pesar del riesgo, para alimentar a un sector del barrio Moreira.

“Acá viven personas que si no salen a trabajar no comen. El doctor viene una vez por semana y solo atiende urgencias y los casos primordiales. En el barrio estamos acostumbrados a la falta de alimentación, de salud y de educación, pero con la pandemia esa realidad se sumó a más gente. Hay familias con un poco más de recursos, que también la están pasando mal”.

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13 JUN 2020 - 9:46

Mucho frío y un aire que se respira rico en el comedor 22 de Agosto del barrio Moreira. “Empezamos a las 7 de la mañana porque a partir de las 11 empieza a venir la gente”, cuentan las cocineras en torno a una olla de tuco con fideos: “Hacemos el almuerzo a partir de las donaciones que recibimos, pero hay días en los que falta comida”.

“La cuarentena de alguien que tiene recursos es muy diferente de la que vivimos los que estamos en el fondo”, reflexionan en la sala donde se reparten 250 viandas, tres veces a la semana, y donde 150 chicos buscan de manera diaria su copa de leche. “Atendemos a más de 50 familias. La mayoría son numerosas, de seis y siete integrantes cada una”.

En ocasiones normales son los chicos los que se presentan a buscar la comida, pero ahora “son los papás los que vienen. Si bien lo hemos prohibido por seguridad, a veces siguen mandando a los nenes para que se lleven la comida. Nosotros no le podemos negar la vianda, porque entendemos que en esos casos algo pasa”.

“Más allá de la falta de alimentación o la ropa, lo que falta es mucho amor. Preguntarles qué necesitan, qué les pasas, cómo están. Ahora con la pandemia cambió todo, no nos podemos abrazar ni saludar, como antes. Ya estábamos acostumbrados a esas manifestaciones de cariño”, agregan tres de las 15 mujeres que siguen trabajando, a pesar del riesgo, para alimentar a un sector del barrio Moreira.

“Acá viven personas que si no salen a trabajar no comen. El doctor viene una vez por semana y solo atiende urgencias y los casos primordiales. En el barrio estamos acostumbrados a la falta de alimentación, de salud y de educación, pero con la pandemia esa realidad se sumó a más gente. Hay familias con un poco más de recursos, que también la están pasando mal”.


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