Gina Trossero entrena todos los días, una hora, a veces más. “Para lograrlo es importante ser estricta”, cuenta, aunque no siempre fue de esa manera.
Una parte de su vida empezó a cambiar en 2017, cuando decidió inscribirse en un gimnasio para perder peso. “Vivía angustiada y muy triste. Tenía bastantes kilos de más. Me escondía, hasta de mí misma”. Para ella, perder peso no fue una carrera, si no un proceso al que abordó por etapas.
Tres años después, revela: “Cuando empecé a entrenar, me lo tomé como una terapia y como un desafío personal, después se fue convirtiendo en un estilo de vida”.
“Tuve un quiebre mental en mi vida cuando a uno de mis hijos le diagnosticaron trastorno generalizado del desarrollo (TGD). Me obligó a tomar una decisión: podía quedarme en mi casa o accionar. Elegí la segunda”.
Trossero dice que desde entonces se siente mejor con ella misma. “Además de haber adelgazado, aprendí hasta donde puedo llegar. Creo que, si educás tu mente, tu cuerpo te acompaña”.
Gina Trossero entrena todos los días, una hora, a veces más. “Para lograrlo es importante ser estricta”, cuenta, aunque no siempre fue de esa manera.
Una parte de su vida empezó a cambiar en 2017, cuando decidió inscribirse en un gimnasio para perder peso. “Vivía angustiada y muy triste. Tenía bastantes kilos de más. Me escondía, hasta de mí misma”. Para ella, perder peso no fue una carrera, si no un proceso al que abordó por etapas.
Tres años después, revela: “Cuando empecé a entrenar, me lo tomé como una terapia y como un desafío personal, después se fue convirtiendo en un estilo de vida”.
“Tuve un quiebre mental en mi vida cuando a uno de mis hijos le diagnosticaron trastorno generalizado del desarrollo (TGD). Me obligó a tomar una decisión: podía quedarme en mi casa o accionar. Elegí la segunda”.
Trossero dice que desde entonces se siente mejor con ella misma. “Además de haber adelgazado, aprendí hasta donde puedo llegar. Creo que, si educás tu mente, tu cuerpo te acompaña”.