Declararon los imputados por el homicidio de Rosa Acuña

El hecho ocurrió en septiembre de 2018 en una vivienda del barrio Primera Junta de Trelew. Los imputados son: Laura Vargas, Karen Campusano, Lorena Oyarzo y Luis Samusik, todos por el presunto delito de encubrimiento.

12 NOV 2020 - 16:56 | Actualizado

Durante la mañana de este jueves se escucharon sus testimonios grabados, como así también la declaración de una mujer que dijo ser amiga de la víctima y que participó de la juntada previa al crimen, donde dijo haber visto una pelea entre Rosa Acuña y Laura Vargas, principal imputada en el hecho.

El crimen de Rosa Acuña ocurrió entre las últimas horas del 2 de septiembre de 2018 y la madrugada del día siguiente en una vivienda del barrio Primera Junta, en tanto que su cuerpo semicalcinado apareció a pocas cuadras, en un descampado ubicado entre ese barrio y el Parque Industrial. Por el hecho están imputados - además de Vargas en calidad de autora de homicidio simple – Karen Campusano, Lorena Oyarzo y Luis Samusik, todos por el presunto delito de encubrimiento.

El tribunal del juicio está integrado por los jueces Gustavo Castro, María Tolomei y Mirta Moreno, en tanto que la acusación está a cargo de la fiscal Griselda Encinas y el abogado particular Federico Ruffa representa a la madre de la víctima, quien se constituyó como querellante en el proceso.

El defensor público Sergio Rey tiene a su cargo la defensa técnica de Laura Vargas, en tanto que la Dra. Romina Rowlands hace lo propio con los otros tres acusados.

Una testigo en la sala

La jornada del jueves se inició con el testimonio de Yamila Jara, una mujer que dijo “ser amiga de Rosita” y haber estado en la casa donde habría ocurrido el homicidio desde el día antes, cuando ella junto a Acuña, Vargas y otras personas se juntaron a tomar.

“Era una joda, bailamos, comimos y a la madrugada fueron a comprar a un clandestino para seguir tomando” dijo al tribunal la mujer, quien sostuvo haberse ido del lugar en compañía de su novio y dos amigos, uno de los cuales declaró ayer en la causa.

Según relató Jara a los jueces y las partes, fue en la madrugada cuando después de ir a comprar más bebidas, llegaron al lugar Campusano y Oyarzo traídas por la propia víctima del hecho y con posterioridad a eso se habría producido la pelea entre Acuña y Vargas por un tema relacionado con el marido de esta última mujer. En dicha pelea hubo insultos, gritos, tirones de pelo y cachetadas.

La testigo recordó la diferencia física entre la imputada y la mujer fallecida, a quien calificó de “chiquita, parecía una nena”. En ese contexto indicó que junto con Walter Jindra intentaron separarlas y que una de las jóvenes que habían llegado último habría tirado una patada a Acuña, pero ella le pidió que no se metiera.

También sostuvo que, pese a decirle en un par de oportunidades a Rosa Acuña que se fuera con ella, “ella no quiso, se quiso quedar. Yo sabía que se peleaban y al otro día estaban juntas de nuevo, nunca pensé que iba a pasar esto” dijo la joven.

Tras escuchar ese informe, la fiscal Encinas incorporó como pruebas al proceso judicial una serie de audios vinculados a mensajes telefónicos entre Vargas y un hombre no identificado, de momentos posteriores al crimen y también luego del hallazgo del cuerpo semicalcinado de Acuña en una ubicada entre el barrio Primera Junta y el Parque Industrial.

En uno de sus audios se escucha a la principal acusada comentando a la otra persona que desconocía si lo que habían arrojado en ese lugar se había quemado bien o no.

La palabra de los imputados

En la última parte de la audiencia se escucharon los testimonios brindados por Laura Vargas, Luis Samusik, Karen Campusano y Lorena Oyarzo en distintas audiencias que se concretaron durante la etapa de investigación del caso.

La acusada por el homicidio de la joven mujer relató en ese testimonio grabado como había llegado cada una de las personas esa noche a su vivienda, y confirmó que la fallecida se encontraba viviendo hace un tiempo.

Vargas dijo que a algunos de los asistentes los conocía de vista y a otros era la primera vez que los veía. También ratificó que en un momento de la noche apareció la policía para pedirles que bajaran el volumen de la música por la queja de los vecinos.

En cuanto a los hechos, negó haber agredido a Acuña y explicó que si bien habían tenido discusiones “nunca le levanté la mano”. Sostuvo en su declaración que en la madrugada del domingo 3 de septiembre, alrededor de las 6:30 de la mañana, Acuña se fue junto a otras siete personas más de su casa y que intentó, al día siguiente, comunicarse en varias oportunidades, sin éxito, y también que recibió llamadas de la hermana de la víctima preguntando por Rosita.

En el caso de Samusik dijo haber recibido un pedido de Campusano, a quien definió como su novia, para ir a buscarla a las mil viviendas y desde allí fueron junto con Oyarzo y Vargas a la vivienda de esta última con el fin de “sacar basura” del lugar.

El joven relató que Vargas le pidió poner el auto de culata en el ingreso a su casa y que fueron ella y Oyarzo quienes bajaron, mientras él con Campusano se quedaron dentro del auto.

Al rato las mujeres abrieron el baúl del auto y cargaron un elemento que aseguró no haber visto ni tampoco supo que era. Desde allí se fueron hasta el descampado donde las mismas dos mujeres bajaron del auto y descargaron el cuerpo de la víctima, y Vargas le habría pedido que corra el auto para “quemar la basura”.

También indicó que se enteró lo que realmente había ocurrido varios días después cuando vio en un televisor de la fábrica donde estaba trabajando la detención de Vargas y el allanamiento en la casa de la vivienda. “Me quedé helado” dijo al tribunal y dijo que nunca pensó que su novia iba a hacerle eso, aunque comentó que la joven le había dicho que desconocía los sucesos.

Campusano contó que la noche del sábado recibió un llamado e invitó a su tía -Oyarzo- a “ir a tomar algo y compartir” a la casa de Vargas por invitación de Acuña y que las pasaron a buscar frente a la sala de salud ubicada en proximidades de la comisaría tercera. Allí en un auto iban Vargas, Acuña, y dos hombres, en tanto que al llegar a la vivienda se encontraron con Yamila Jara y su novio.

Relató que bebieron desde temprano y fueron, en al menos una oportunidad, a comprar más bebida a un “clandestino”, tras lo cual se produjeron las primeras discusiones entre Acuña y Vargas.

De acuerdo a ese testimonio, la dueña de casa habría acusado delante de los demás a la fallecida de haber tenido una relación sentimental con su expareja y que ello habría desencadenado posteriormente un hecho de abuso sexual a una de sus hijas por la cual ese hombre se encontraba detenido en un centro penitenciario.

También indicó que hubo insultos y golpes, tanto dentro como fuera de la casa, y que cuando las querían separar les decían que no se metieran, “que eran cosas de ellos”.

La joven, que está imputada por encubrimiento, ratificó también los dichos de Samusik y dijo que se enteró de lo ocurrido horas después cuando Oyarzo le contó que la “basura” que habían ido a tirar era el cuerpo de Acuña.

“No lo hice a propósito”

El último testimonio que se escuchó fue el de Oyarzo, quien además ratificó y amplió en la sala lo que el tribunal y las partes escucharon de la grabación reproducida minutos antes.

Confirmó con sus palabras el relato de Campusano y explicó que cuando fue con Vargas a ayudarla con “la basura”, la acusada del crimen cerró la puerta y le dijo “ayúdame a sacar esto”, en referencia a un bulto que describió como largo y duro, envuelto en pedazos de colchón, frazada y una media sombra azul.

Allí la mujer le habría expresado “se me fue la mano anoche” y le confesó que había matado a Rosa Acuña.

Oyarzo dijo que se negó a ayudarla en reiteradas oportunidades pero que Vargas la habría amenazada con llamar a unos contactos y que su marido –detenido en el Instituto Penitenciario Provincial– supiera que ella había estado en su casa, compartiendo una noche de bebida con otras personas, entre las que había varios hombres.

La mujer describió que en el ambiente de la casa de Vargas había un olor nauseabundo y que ante las amenazas accedió a cargar el cuerpo de Acuña. “No lo hice a propósito” dijo al tribunal y confirmó que tras deshacerse del cadáver vio como la presunta autora del crimen lo prendía fuego.

En su ampliación de declaración dijo haber sido amenazada en varias oportunidades por Vargas y otras internas en momentos de estar detenida, “por que me consideran vigilante” y dijo temer por su vida y la de sus hijos.

Tras escuchar los testimonios, se pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo martes y se espera una ampliación de la declaración de Vargas según adelantó su defensor, para luego dar paso a los alegatos.

Enterate de las noticias de POLICIALES a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
12 NOV 2020 - 16:56

Durante la mañana de este jueves se escucharon sus testimonios grabados, como así también la declaración de una mujer que dijo ser amiga de la víctima y que participó de la juntada previa al crimen, donde dijo haber visto una pelea entre Rosa Acuña y Laura Vargas, principal imputada en el hecho.

El crimen de Rosa Acuña ocurrió entre las últimas horas del 2 de septiembre de 2018 y la madrugada del día siguiente en una vivienda del barrio Primera Junta, en tanto que su cuerpo semicalcinado apareció a pocas cuadras, en un descampado ubicado entre ese barrio y el Parque Industrial. Por el hecho están imputados - además de Vargas en calidad de autora de homicidio simple – Karen Campusano, Lorena Oyarzo y Luis Samusik, todos por el presunto delito de encubrimiento.

El tribunal del juicio está integrado por los jueces Gustavo Castro, María Tolomei y Mirta Moreno, en tanto que la acusación está a cargo de la fiscal Griselda Encinas y el abogado particular Federico Ruffa representa a la madre de la víctima, quien se constituyó como querellante en el proceso.

El defensor público Sergio Rey tiene a su cargo la defensa técnica de Laura Vargas, en tanto que la Dra. Romina Rowlands hace lo propio con los otros tres acusados.

Una testigo en la sala

La jornada del jueves se inició con el testimonio de Yamila Jara, una mujer que dijo “ser amiga de Rosita” y haber estado en la casa donde habría ocurrido el homicidio desde el día antes, cuando ella junto a Acuña, Vargas y otras personas se juntaron a tomar.

“Era una joda, bailamos, comimos y a la madrugada fueron a comprar a un clandestino para seguir tomando” dijo al tribunal la mujer, quien sostuvo haberse ido del lugar en compañía de su novio y dos amigos, uno de los cuales declaró ayer en la causa.

Según relató Jara a los jueces y las partes, fue en la madrugada cuando después de ir a comprar más bebidas, llegaron al lugar Campusano y Oyarzo traídas por la propia víctima del hecho y con posterioridad a eso se habría producido la pelea entre Acuña y Vargas por un tema relacionado con el marido de esta última mujer. En dicha pelea hubo insultos, gritos, tirones de pelo y cachetadas.

La testigo recordó la diferencia física entre la imputada y la mujer fallecida, a quien calificó de “chiquita, parecía una nena”. En ese contexto indicó que junto con Walter Jindra intentaron separarlas y que una de las jóvenes que habían llegado último habría tirado una patada a Acuña, pero ella le pidió que no se metiera.

También sostuvo que, pese a decirle en un par de oportunidades a Rosa Acuña que se fuera con ella, “ella no quiso, se quiso quedar. Yo sabía que se peleaban y al otro día estaban juntas de nuevo, nunca pensé que iba a pasar esto” dijo la joven.

Tras escuchar ese informe, la fiscal Encinas incorporó como pruebas al proceso judicial una serie de audios vinculados a mensajes telefónicos entre Vargas y un hombre no identificado, de momentos posteriores al crimen y también luego del hallazgo del cuerpo semicalcinado de Acuña en una ubicada entre el barrio Primera Junta y el Parque Industrial.

En uno de sus audios se escucha a la principal acusada comentando a la otra persona que desconocía si lo que habían arrojado en ese lugar se había quemado bien o no.

La palabra de los imputados

En la última parte de la audiencia se escucharon los testimonios brindados por Laura Vargas, Luis Samusik, Karen Campusano y Lorena Oyarzo en distintas audiencias que se concretaron durante la etapa de investigación del caso.

La acusada por el homicidio de la joven mujer relató en ese testimonio grabado como había llegado cada una de las personas esa noche a su vivienda, y confirmó que la fallecida se encontraba viviendo hace un tiempo.

Vargas dijo que a algunos de los asistentes los conocía de vista y a otros era la primera vez que los veía. También ratificó que en un momento de la noche apareció la policía para pedirles que bajaran el volumen de la música por la queja de los vecinos.

En cuanto a los hechos, negó haber agredido a Acuña y explicó que si bien habían tenido discusiones “nunca le levanté la mano”. Sostuvo en su declaración que en la madrugada del domingo 3 de septiembre, alrededor de las 6:30 de la mañana, Acuña se fue junto a otras siete personas más de su casa y que intentó, al día siguiente, comunicarse en varias oportunidades, sin éxito, y también que recibió llamadas de la hermana de la víctima preguntando por Rosita.

En el caso de Samusik dijo haber recibido un pedido de Campusano, a quien definió como su novia, para ir a buscarla a las mil viviendas y desde allí fueron junto con Oyarzo y Vargas a la vivienda de esta última con el fin de “sacar basura” del lugar.

El joven relató que Vargas le pidió poner el auto de culata en el ingreso a su casa y que fueron ella y Oyarzo quienes bajaron, mientras él con Campusano se quedaron dentro del auto.

Al rato las mujeres abrieron el baúl del auto y cargaron un elemento que aseguró no haber visto ni tampoco supo que era. Desde allí se fueron hasta el descampado donde las mismas dos mujeres bajaron del auto y descargaron el cuerpo de la víctima, y Vargas le habría pedido que corra el auto para “quemar la basura”.

También indicó que se enteró lo que realmente había ocurrido varios días después cuando vio en un televisor de la fábrica donde estaba trabajando la detención de Vargas y el allanamiento en la casa de la vivienda. “Me quedé helado” dijo al tribunal y dijo que nunca pensó que su novia iba a hacerle eso, aunque comentó que la joven le había dicho que desconocía los sucesos.

Campusano contó que la noche del sábado recibió un llamado e invitó a su tía -Oyarzo- a “ir a tomar algo y compartir” a la casa de Vargas por invitación de Acuña y que las pasaron a buscar frente a la sala de salud ubicada en proximidades de la comisaría tercera. Allí en un auto iban Vargas, Acuña, y dos hombres, en tanto que al llegar a la vivienda se encontraron con Yamila Jara y su novio.

Relató que bebieron desde temprano y fueron, en al menos una oportunidad, a comprar más bebida a un “clandestino”, tras lo cual se produjeron las primeras discusiones entre Acuña y Vargas.

De acuerdo a ese testimonio, la dueña de casa habría acusado delante de los demás a la fallecida de haber tenido una relación sentimental con su expareja y que ello habría desencadenado posteriormente un hecho de abuso sexual a una de sus hijas por la cual ese hombre se encontraba detenido en un centro penitenciario.

También indicó que hubo insultos y golpes, tanto dentro como fuera de la casa, y que cuando las querían separar les decían que no se metieran, “que eran cosas de ellos”.

La joven, que está imputada por encubrimiento, ratificó también los dichos de Samusik y dijo que se enteró de lo ocurrido horas después cuando Oyarzo le contó que la “basura” que habían ido a tirar era el cuerpo de Acuña.

“No lo hice a propósito”

El último testimonio que se escuchó fue el de Oyarzo, quien además ratificó y amplió en la sala lo que el tribunal y las partes escucharon de la grabación reproducida minutos antes.

Confirmó con sus palabras el relato de Campusano y explicó que cuando fue con Vargas a ayudarla con “la basura”, la acusada del crimen cerró la puerta y le dijo “ayúdame a sacar esto”, en referencia a un bulto que describió como largo y duro, envuelto en pedazos de colchón, frazada y una media sombra azul.

Allí la mujer le habría expresado “se me fue la mano anoche” y le confesó que había matado a Rosa Acuña.

Oyarzo dijo que se negó a ayudarla en reiteradas oportunidades pero que Vargas la habría amenazada con llamar a unos contactos y que su marido –detenido en el Instituto Penitenciario Provincial– supiera que ella había estado en su casa, compartiendo una noche de bebida con otras personas, entre las que había varios hombres.

La mujer describió que en el ambiente de la casa de Vargas había un olor nauseabundo y que ante las amenazas accedió a cargar el cuerpo de Acuña. “No lo hice a propósito” dijo al tribunal y confirmó que tras deshacerse del cadáver vio como la presunta autora del crimen lo prendía fuego.

En su ampliación de declaración dijo haber sido amenazada en varias oportunidades por Vargas y otras internas en momentos de estar detenida, “por que me consideran vigilante” y dijo temer por su vida y la de sus hijos.

Tras escuchar los testimonios, se pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo martes y se espera una ampliación de la declaración de Vargas según adelantó su defensor, para luego dar paso a los alegatos.


NOTICIAS RELACIONADAS