Por Carlos Guajardo / Especial para Jornada
Perdón María por devolverte a tu hijo en un cajón”. Todo el pueblo de Puerto Deseado marchó por esa ciudad costera de Santa Cruz en ese caluroso febrero. Con esa consigna a cada rato por un altavoz. La tarde del 20 de febrero de 2020, María había sido violada por dos sujetos y su hijo Santino de 4 años, asesinado a golpes. El hecho conmovió al país. Ayer se cumplió un año. Y la gente de Puerto Deseado volvió a marchar con la misma frase.
La mujer de 44 años fue violada y golpeada por dos sujetos quienes además mataron a su pequeño hijo de 4 años, tirándolo desde un acantilado.
El crimen que conmovió a la comunidad del lugar y de todo el país ocurrió en “Cueva de los Leones”. La mujer había llegado desde Salta para visitar a su hijo mayor, que residía en la localidad portuaria. Lo hizo en compañía de su otro hijo, de cuatro años, con quien a las 15 del jueves 20 de febrero, salió a caminar por la playa.
Allí fueron atacados por dos delincuentes, a golpes y con piedras. Ella fue abusada y el niño arrojado del acantilado. A los pocos minutos, la mujer, en shock y malherida, consiguió caminar hasta la zona del autódromo. La auxilió una familia.
Todo fue conmoción. Se activó un operativo cerrojo para dar con los autores de uno de los crímenes más siniestros de los últimos tiempos en ese lugar. En la terminal de Caleta Olivia detuvieron a un sospechoso, quien había llegado en un micro desde la localidad donde se produjo el hecho.
Horas después, la Policía detuvo a otro hombre en un barrio llamado “La Favela”, en las afueras de Deseado. Los investigadores elaboraron dos identikits de los sospechosos y pidieron que fueran difundidos por toda la provincia.
Después de ser socorrida, una ambulancia trasladó a la mujer al Hospital de la localidad. En el lugar del hecho la policía científica realizó tareas investigativas.
En un eficaz operativo fue detenido Omar Alvarado, de 33 años. Acompañado de un menor habían sido los autores. Pero el juez Oldemar Villa los dejó libres porque dijo “no contar con las pruebas suficientes para que queden detenidos”. El menor había sido entregado por su propio padre quien trabajaba en una mina y “bajó” a la ciudad cuando se enteró de los hechos.
La actitud del juez Villa provocó la primera reacción de la comunidad que comenzó a movilizarse. Se habló de una pueblada que finalmente no se concretó porque el magistrado comenzó a reunir pruebas y finalmente los dejó detenidos. Eran días calor y de carnaval. Pero ambas cosas pasaron sin que la gente lo percibiera. Todos querían justicia.
Alvarado violó a María y después incitó al menor a matar a Santino para que no los delate. Una vez detenido fue trasladado a un calabozo de una comisaría a Caleta Olivia. A los tres meses apareció en su celda ahorcado con su propio buzo. Lo encontraron los policías que hacían requisa y que además controlaban a los presos porque la pandemia se expandía.
El menor fue trasladado a un centro en Comodoro Rivadavia. Pero esa comunidad se movilizó: no lo querían ahí. Lo trasladaron a un centro en la provincia de Buenos Aires donde estará hasta que cumpla la mayoría de edad. En su declaración siempre sostuvo que fue obligado por Alvarado a participar del hecho, bajo amenazas de muerte.
Se comprobó que una vez que cometió el hecho, Alvarado cruzó a un almacén ubicada frente a “La Favela” a comprar vino “en cajita” que después compartió con otros delincuentes menores que paraban en ese refugio. Como si estuviera “festejando” el dolor que había causado.
María estuvo internada en el hospital de Puerto Deseado tres días recuperándose de las heridas que le habían causado mientras trataba de defenderse de su violador. Cuando le dieron el alta y salió del hospital en una silla de ruedas, cientos de personas la esperaban en la puerta. La aplaudieron largamente. Y el “perdón maría” volvió a escucharse de manera reiterada. Puerto Deseado vivió hace un año sus peores días. Volvió a Rosario de la Frontera para sepultar a Santino, con su marido Celso Subelza que viajó al sur apenas ocurrieron los acontecimientos. Se abrazaron y lloraron al encontrarse fuera del hospital. Las mismas lágrimas que ayer cuando en su pueblo salteño la gente recordó al chico con una misa y una pequeña peregrinación al cementerio. A miles de kilómetros, en el sur, la gente también lloraba. Y volvía a pedir perdón por tanto dolor, por tanta injusticia.
Por Carlos Guajardo / Especial para Jornada
Perdón María por devolverte a tu hijo en un cajón”. Todo el pueblo de Puerto Deseado marchó por esa ciudad costera de Santa Cruz en ese caluroso febrero. Con esa consigna a cada rato por un altavoz. La tarde del 20 de febrero de 2020, María había sido violada por dos sujetos y su hijo Santino de 4 años, asesinado a golpes. El hecho conmovió al país. Ayer se cumplió un año. Y la gente de Puerto Deseado volvió a marchar con la misma frase.
La mujer de 44 años fue violada y golpeada por dos sujetos quienes además mataron a su pequeño hijo de 4 años, tirándolo desde un acantilado.
El crimen que conmovió a la comunidad del lugar y de todo el país ocurrió en “Cueva de los Leones”. La mujer había llegado desde Salta para visitar a su hijo mayor, que residía en la localidad portuaria. Lo hizo en compañía de su otro hijo, de cuatro años, con quien a las 15 del jueves 20 de febrero, salió a caminar por la playa.
Allí fueron atacados por dos delincuentes, a golpes y con piedras. Ella fue abusada y el niño arrojado del acantilado. A los pocos minutos, la mujer, en shock y malherida, consiguió caminar hasta la zona del autódromo. La auxilió una familia.
Todo fue conmoción. Se activó un operativo cerrojo para dar con los autores de uno de los crímenes más siniestros de los últimos tiempos en ese lugar. En la terminal de Caleta Olivia detuvieron a un sospechoso, quien había llegado en un micro desde la localidad donde se produjo el hecho.
Horas después, la Policía detuvo a otro hombre en un barrio llamado “La Favela”, en las afueras de Deseado. Los investigadores elaboraron dos identikits de los sospechosos y pidieron que fueran difundidos por toda la provincia.
Después de ser socorrida, una ambulancia trasladó a la mujer al Hospital de la localidad. En el lugar del hecho la policía científica realizó tareas investigativas.
En un eficaz operativo fue detenido Omar Alvarado, de 33 años. Acompañado de un menor habían sido los autores. Pero el juez Oldemar Villa los dejó libres porque dijo “no contar con las pruebas suficientes para que queden detenidos”. El menor había sido entregado por su propio padre quien trabajaba en una mina y “bajó” a la ciudad cuando se enteró de los hechos.
La actitud del juez Villa provocó la primera reacción de la comunidad que comenzó a movilizarse. Se habló de una pueblada que finalmente no se concretó porque el magistrado comenzó a reunir pruebas y finalmente los dejó detenidos. Eran días calor y de carnaval. Pero ambas cosas pasaron sin que la gente lo percibiera. Todos querían justicia.
Alvarado violó a María y después incitó al menor a matar a Santino para que no los delate. Una vez detenido fue trasladado a un calabozo de una comisaría a Caleta Olivia. A los tres meses apareció en su celda ahorcado con su propio buzo. Lo encontraron los policías que hacían requisa y que además controlaban a los presos porque la pandemia se expandía.
El menor fue trasladado a un centro en Comodoro Rivadavia. Pero esa comunidad se movilizó: no lo querían ahí. Lo trasladaron a un centro en la provincia de Buenos Aires donde estará hasta que cumpla la mayoría de edad. En su declaración siempre sostuvo que fue obligado por Alvarado a participar del hecho, bajo amenazas de muerte.
Se comprobó que una vez que cometió el hecho, Alvarado cruzó a un almacén ubicada frente a “La Favela” a comprar vino “en cajita” que después compartió con otros delincuentes menores que paraban en ese refugio. Como si estuviera “festejando” el dolor que había causado.
María estuvo internada en el hospital de Puerto Deseado tres días recuperándose de las heridas que le habían causado mientras trataba de defenderse de su violador. Cuando le dieron el alta y salió del hospital en una silla de ruedas, cientos de personas la esperaban en la puerta. La aplaudieron largamente. Y el “perdón maría” volvió a escucharse de manera reiterada. Puerto Deseado vivió hace un año sus peores días. Volvió a Rosario de la Frontera para sepultar a Santino, con su marido Celso Subelza que viajó al sur apenas ocurrieron los acontecimientos. Se abrazaron y lloraron al encontrarse fuera del hospital. Las mismas lágrimas que ayer cuando en su pueblo salteño la gente recordó al chico con una misa y una pequeña peregrinación al cementerio. A miles de kilómetros, en el sur, la gente también lloraba. Y volvía a pedir perdón por tanto dolor, por tanta injusticia.