Editorial / Covid, regionalismo barato y “peornismo”, los tres virus que nunca se van de Chubut

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

10 ABR 2021 - 20:06 | Actualizado

Cuando muchos ya estaban haciendo cuentas de cómo seguir tras la larga pandemia, el virus del Covid-19 volvió a demostrar que sigue siendo el gran organizador de la vida de todos y puso en su lugar las cosas.

Sigue habiendo mucha gente, la mayoría identificados políticamente con sectores de la oposición, que mientras los contagios se vuelven a multiplicar y el porcentaje de ocupación de las camas de terapia intensiva empieza a ser otra vez una variable tan importante como el dólar, siguen jugando a la ruleta rusa. Algunos, inclusive, hasta destilan un discurso de “desobediencia” que los pinta tal como son: seres despreciables que hacen política pisoteando tumbas.

Es verdad que a trece meses del comienzo de la pandemia, con un plan de vacunación que va más lento de lo deseado porque los grandes grupos farmacéuticos del mundo priorizan sus ganancias a la salud mundial, a todos los gobiernos se les está haciendo cuesta arriba.

El presidente Alberto Fernández, que a comienzos de año parecía empezar a encarrillar de una vez por todas su gestión, sigue tropezando con los escombros que le dejó el inepto de Mauricio Macri. A veces se encuentra con situaciones inesperadas, como su contagio de Covid. Otras, con la falta de contundencia de algunos de sus ministros. Hay áreas del Gobierno nacional en las que parece haber una sola canilla y siempre sale agua tibia.

En este escenario, la relación de la Casa Rosada con Fontana 50 sigue siendo tensa. A la gente, al fin de cuentas, le importa poco la entrelínea de las relaciones políticas entre los gobernantes de turno. Pero les va a exigir a los intendentes y a los legisladores nacionales que hoy se mueven como virtuales “regentes” del Gobierno nacional, que toda la ayuda prometida baje en tiempo y forma. Inclusive, cuando las luces del escenario en que se convirtió la Comarca Andina tras los incendios dejen de alumbrar.

Torpeza electoral

Mientras tanto, el gobernador Mariano Arcioni sigue intentando configurar su gestión. Al menos, darle una forma para llegar con cierta expectativa a las elecciones legislativas que, por cierto, es muy posible que se atrasen un mes (PASO en septiembre; generales en noviembre).

El desafío que hoy tiene Arcioni no es ponerse a pensar en cómo llegar a 2023 sino en cómo llegar, atravesar y salir del proceso electoral que se viene. El gobernador ya da por seguro que el Frente de Todos no le abrirá las puertas en la provincia. No sólo porque no lo quieren sino por la lógica que impone la matemática electoral. El Gobierno nacional quiere preservar las tres bancas del Senado que estarán en juego en Chubut y para eso necesita que el primero y el segundo en las próximas elecciones no sea de Juntos por el Cambio.

O sea, necesitan a Arcioni. O, en su defecto, a Chubut Al Frente, su estructura electoral, sostenida básicamente por intendentes de varias regiones de la provincia que vienen ganando las últimas elecciones locales.

Limar a Arcioni todos los días, como hacen algunos dirigentes peronistas que lo detestan más que a sus potenciales adversarios de la UCR y el PRO es, aparte de improductivo, una torpeza electoral.

La agenda equivocada

“Quiero una Provincia donde haya trabajo digno, no asistencialismo”, dijo Arcioni el lunes pasado, durante un acto junto al intendente de Puerto Madryn, Gustavo Sastre, y dirigentes de la UOCRA. “No hay nada como tener un trabajo digno, y nosotros como gobernador, referentes políticos e intendentes tenemos la obligación de generar fuente de trabajo”. Hasta ahí, un discurso de ocasión pero centrado en un tema que preocupa hace rato, como lo es el empleo.

Sin embargo, Arcioni volvió a machacar con la necesidad de seguir “conversando, discutiendo y debatiendo para tener el consenso que necesita este proyecto tan importante para la Provincia”. Hablaba de la zonificación minera, un tema que se fue apagando al tiempo que se multiplicaban las llamas en la Comarca Andina y que si ahora vuelve a la agenda pública no será a bajo costo.

Si la idea es dar el debate por la minería, que lo den. Pero que no tape la otra agenda posible, que incluye la obligatoriedad de dar soluciones al problema del empleo, a la crisis de los servicios públicos y a la necesidad de recuperar la soberanía energética, entre muchos otros. Todos con una visión integradora de Chubut. Porque si hay algo que atrasa cincuenta años es el regionalismo barato que siguen vendiendo muchos dirigentes chubutenses.

Cuanto peor, mejor

El aumento de casos de coronavirus les vino “bien” a pocos. Entre ellos a los actuales conductores del Partido Justicialista de Chubut, que habían previsto la realización del Congreso partidario ayer pero tuvieron que posponerlo sin fecha ante las nuevas medidas de restricción dispuestas por el Gobierno.

Nadie sabe por qué si cuando se eligieron a las autoridades del Congreso y se le entregó sin más la presidencia a José Arrechea se pudo hacer de manera semipresencial (algunos se reunieron en persona y otros de manera virtual), ahora se decidió cancelar todo con inusitada celeridad.

En verdad, las restricciones sanitarias calzaron como anillo al dedo para que Arrechea, el presidente del PJ, Carlos Linares, y varios de los veteranos dirigentes a los que le sobran años pero le faltan votos, evitaran un cisma virtual. Son una especie de representantes del “peornismo”, una nueva línea interna que piensa que cuanto peor se pongan las cosas, mejor van a estar ellos.

Cada vez son más heterogéneos los sectores del peronismo de distintos puntos de la provincia, color de agrupaciones y de diversas edades que piden a gritos que se abran de par en par las puertas del partido para que los que tienen que dar pasos al costado los den sin chocarse entre ellos.

El peronismo necesita oxigenarse para dar las discusiones que hay que dar para que Chubut empiece a salir de su atolladero. Lo mismo ocurre en el radicalismo, por cierto, para que nadie se haga el distraído.

Si los que se tienen que correr no se corren, pues entonces la realidad los pasará por encima.#

Enterate de las noticias de PROVINCIA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.

Las más leídas

10 ABR 2021 - 20:06

Cuando muchos ya estaban haciendo cuentas de cómo seguir tras la larga pandemia, el virus del Covid-19 volvió a demostrar que sigue siendo el gran organizador de la vida de todos y puso en su lugar las cosas.

Sigue habiendo mucha gente, la mayoría identificados políticamente con sectores de la oposición, que mientras los contagios se vuelven a multiplicar y el porcentaje de ocupación de las camas de terapia intensiva empieza a ser otra vez una variable tan importante como el dólar, siguen jugando a la ruleta rusa. Algunos, inclusive, hasta destilan un discurso de “desobediencia” que los pinta tal como son: seres despreciables que hacen política pisoteando tumbas.

Es verdad que a trece meses del comienzo de la pandemia, con un plan de vacunación que va más lento de lo deseado porque los grandes grupos farmacéuticos del mundo priorizan sus ganancias a la salud mundial, a todos los gobiernos se les está haciendo cuesta arriba.

El presidente Alberto Fernández, que a comienzos de año parecía empezar a encarrillar de una vez por todas su gestión, sigue tropezando con los escombros que le dejó el inepto de Mauricio Macri. A veces se encuentra con situaciones inesperadas, como su contagio de Covid. Otras, con la falta de contundencia de algunos de sus ministros. Hay áreas del Gobierno nacional en las que parece haber una sola canilla y siempre sale agua tibia.

En este escenario, la relación de la Casa Rosada con Fontana 50 sigue siendo tensa. A la gente, al fin de cuentas, le importa poco la entrelínea de las relaciones políticas entre los gobernantes de turno. Pero les va a exigir a los intendentes y a los legisladores nacionales que hoy se mueven como virtuales “regentes” del Gobierno nacional, que toda la ayuda prometida baje en tiempo y forma. Inclusive, cuando las luces del escenario en que se convirtió la Comarca Andina tras los incendios dejen de alumbrar.

Torpeza electoral

Mientras tanto, el gobernador Mariano Arcioni sigue intentando configurar su gestión. Al menos, darle una forma para llegar con cierta expectativa a las elecciones legislativas que, por cierto, es muy posible que se atrasen un mes (PASO en septiembre; generales en noviembre).

El desafío que hoy tiene Arcioni no es ponerse a pensar en cómo llegar a 2023 sino en cómo llegar, atravesar y salir del proceso electoral que se viene. El gobernador ya da por seguro que el Frente de Todos no le abrirá las puertas en la provincia. No sólo porque no lo quieren sino por la lógica que impone la matemática electoral. El Gobierno nacional quiere preservar las tres bancas del Senado que estarán en juego en Chubut y para eso necesita que el primero y el segundo en las próximas elecciones no sea de Juntos por el Cambio.

O sea, necesitan a Arcioni. O, en su defecto, a Chubut Al Frente, su estructura electoral, sostenida básicamente por intendentes de varias regiones de la provincia que vienen ganando las últimas elecciones locales.

Limar a Arcioni todos los días, como hacen algunos dirigentes peronistas que lo detestan más que a sus potenciales adversarios de la UCR y el PRO es, aparte de improductivo, una torpeza electoral.

La agenda equivocada

“Quiero una Provincia donde haya trabajo digno, no asistencialismo”, dijo Arcioni el lunes pasado, durante un acto junto al intendente de Puerto Madryn, Gustavo Sastre, y dirigentes de la UOCRA. “No hay nada como tener un trabajo digno, y nosotros como gobernador, referentes políticos e intendentes tenemos la obligación de generar fuente de trabajo”. Hasta ahí, un discurso de ocasión pero centrado en un tema que preocupa hace rato, como lo es el empleo.

Sin embargo, Arcioni volvió a machacar con la necesidad de seguir “conversando, discutiendo y debatiendo para tener el consenso que necesita este proyecto tan importante para la Provincia”. Hablaba de la zonificación minera, un tema que se fue apagando al tiempo que se multiplicaban las llamas en la Comarca Andina y que si ahora vuelve a la agenda pública no será a bajo costo.

Si la idea es dar el debate por la minería, que lo den. Pero que no tape la otra agenda posible, que incluye la obligatoriedad de dar soluciones al problema del empleo, a la crisis de los servicios públicos y a la necesidad de recuperar la soberanía energética, entre muchos otros. Todos con una visión integradora de Chubut. Porque si hay algo que atrasa cincuenta años es el regionalismo barato que siguen vendiendo muchos dirigentes chubutenses.

Cuanto peor, mejor

El aumento de casos de coronavirus les vino “bien” a pocos. Entre ellos a los actuales conductores del Partido Justicialista de Chubut, que habían previsto la realización del Congreso partidario ayer pero tuvieron que posponerlo sin fecha ante las nuevas medidas de restricción dispuestas por el Gobierno.

Nadie sabe por qué si cuando se eligieron a las autoridades del Congreso y se le entregó sin más la presidencia a José Arrechea se pudo hacer de manera semipresencial (algunos se reunieron en persona y otros de manera virtual), ahora se decidió cancelar todo con inusitada celeridad.

En verdad, las restricciones sanitarias calzaron como anillo al dedo para que Arrechea, el presidente del PJ, Carlos Linares, y varios de los veteranos dirigentes a los que le sobran años pero le faltan votos, evitaran un cisma virtual. Son una especie de representantes del “peornismo”, una nueva línea interna que piensa que cuanto peor se pongan las cosas, mejor van a estar ellos.

Cada vez son más heterogéneos los sectores del peronismo de distintos puntos de la provincia, color de agrupaciones y de diversas edades que piden a gritos que se abran de par en par las puertas del partido para que los que tienen que dar pasos al costado los den sin chocarse entre ellos.

El peronismo necesita oxigenarse para dar las discusiones que hay que dar para que Chubut empiece a salir de su atolladero. Lo mismo ocurre en el radicalismo, por cierto, para que nadie se haga el distraído.

Si los que se tienen que correr no se corren, pues entonces la realidad los pasará por encima.#


NOTICIAS RELACIONADAS