Editorial / Un armisticio político más allá de las urnas
Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.
Que el Gobierno nacional está preocupado por la situación política y económica en Chubut no es una novedad. Más de una vez tendió puentes, bajó ayuda en forma de fondos frescos, dio respaldos políticos y en el peor momento se mostró firme al sostener la institucionalidad que representaba Mariano Arcioni, por sobre los que creían que la mejor estrategia -aunque traumática- era cortar camino hacia una salida anticipada.
También, en más de una ocasión, la Casa Rosada envió mensajes confusos, eligió mal a sus “embajadores” locales y terminó profundizando la crisis en vez de estrecharla.
Por eso ahora decidió tomar un camino alternativo y puso al ministro del Interior, Wado de Pedro, a tejer alternativas dentro del peronismo que gestiona y gobierna, que está por fuera del sello de goma del Partido Justicialista detrás del que se ocultan algunos dirigentes que ni gestionan ni gobiernan, y que tampoco ganan elecciones.
Hace diez días, De Pedro buscó en la agenda de su celular y marcó los números del vicegobernador Ricardo Sastre y del intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque. A ambos les pidió lo mismo: que lo ayuden a construir un escenario de diálogo dentro del peronismo que permita en principio estructurar una alternativa electoral para este año pero que sea el punto de partida para una construcción más amplia de cara a 2023.
De Pedro les aclaró a ambos que el que estaba pidiendo este armisticio político no era él a título personal sino el propio presidente Alberto Fernández. Básicamente, les sugirió que bajar el tono a las rencillas personales, que empiecen a construir juntos más allá de las aspiraciones de cada uno y que sumen a más sectores políticos, sindicales y sociales.
De ese llamado surgió un encuentro cara a cara entre dos de las figuras políticas con mayor proyección de los últimos años, que sin embargo han quedado más de una vez atrapados en la lógica del peronismo caníbal, que tiene afición por comerse a los que asoman un poco la cabeza.
El anfitrión fue Luque, que recibió a Sastre en un quincho de la ciudad petrolera junto al funcionario municipal y sindicalista de los Viajantes, Gustavo Fita. Sastre fue junto a su hermano Gustavo, el intendente de Puerto Madryn. El encuentro fue ameno pero todos dijeron lo suyo, aunque duela.
Por suerte, coincidieron en el análisis de los problemas de Chubut. Destacaron la gestión sanitaria de Fabián Puratich, se preocuparon por la falta de clases y por el estado de las escuelas, y mostraron su hartazgo con las chicanas mediáticas del ministro de Seguridad, Federico Massoni.
También abordaron el tema de los servicios públicos, al que hay que darle una vuelta de tuerca importante. Hay técnicos dentro y fuera del Gobierno provincial trabajando hace tiempo en una alternativa superadora. Pero para eso se necesita apoyo político y en la Legislatura.
Por las dudas, tanto Luque como Sastre le hicieron saber a Arcioni del encuentro para que nadie haga análisis equivocados. El problema es de todos, no sólo del gobernador. Entonces, las soluciones hay que encontrarlas entre muchas opiniones.
Las aspiraciones futuras de Sastre y Luque no generaron tirantez. El vicegobernador bajó un poco las expectativas al clamor de su militancia que inundó las redes con el eslogan “no hay 2023 sin 2021”.
El comodorense sorprendió al dar a entender que no lo desvela el camino hacia la gobernación que muchos le trazan y sobre el que él poco ha dicho en este tiempo. Es más, si la Carta Orgánica de Comodoro Rivadavia se lo permitiera, no dudaría en cumplir un segundo mandato en el municipio.
Si bien Luque está impedido hoy de una reelección porque su paso como viceintendente de Carlos Linares se cuenta como un “primer mandato”, está más que claro que el peronismo comodorense contaría con los votos para modificar esa traba. Por ahora nadie piensa en eso.
Sastre nunca ocultó que su mirada está puesta en 2023 y que una candidatura a senador para este año sólo sería la resultante de un acuerdo amplio que garantice un triunfo al PJ y, sobre todo, le ponga freno a las aspiraciones del sector “jurásico” que impulsa a Linares.
En este sentido, la opinión de la Casa Rosada –y del Instituto Patria que lidera Cristina Fernández de Kirchner- será importante pero no determinante, aseguran algunos.
La expresidenta tiene siempre “in pectore” a la actual senadora Nancy González.
En tanto, desde adentro del Gobierno nacional ya algunos tiraron la idea de que Luque pueda ser un “candidato testimonial” este año para tratar de asegurar el triunfo. No se sabe si ya le comunicaron esta idea a Luque, pero se presume que la rechazará de plano.
El encuentro de Comodoro Rivadavia no será el último y algunos se entusiasman con que haya otro en poco tiempo con una mesa ampliada y con un temario más concreto.
Hay muchos más actores del peronismo dispuestos a sumar. Porque para restar ya están los de siempre.#
Que el Gobierno nacional está preocupado por la situación política y económica en Chubut no es una novedad. Más de una vez tendió puentes, bajó ayuda en forma de fondos frescos, dio respaldos políticos y en el peor momento se mostró firme al sostener la institucionalidad que representaba Mariano Arcioni, por sobre los que creían que la mejor estrategia -aunque traumática- era cortar camino hacia una salida anticipada.
También, en más de una ocasión, la Casa Rosada envió mensajes confusos, eligió mal a sus “embajadores” locales y terminó profundizando la crisis en vez de estrecharla.
Por eso ahora decidió tomar un camino alternativo y puso al ministro del Interior, Wado de Pedro, a tejer alternativas dentro del peronismo que gestiona y gobierna, que está por fuera del sello de goma del Partido Justicialista detrás del que se ocultan algunos dirigentes que ni gestionan ni gobiernan, y que tampoco ganan elecciones.
Hace diez días, De Pedro buscó en la agenda de su celular y marcó los números del vicegobernador Ricardo Sastre y del intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque. A ambos les pidió lo mismo: que lo ayuden a construir un escenario de diálogo dentro del peronismo que permita en principio estructurar una alternativa electoral para este año pero que sea el punto de partida para una construcción más amplia de cara a 2023.
De Pedro les aclaró a ambos que el que estaba pidiendo este armisticio político no era él a título personal sino el propio presidente Alberto Fernández. Básicamente, les sugirió que bajar el tono a las rencillas personales, que empiecen a construir juntos más allá de las aspiraciones de cada uno y que sumen a más sectores políticos, sindicales y sociales.
De ese llamado surgió un encuentro cara a cara entre dos de las figuras políticas con mayor proyección de los últimos años, que sin embargo han quedado más de una vez atrapados en la lógica del peronismo caníbal, que tiene afición por comerse a los que asoman un poco la cabeza.
El anfitrión fue Luque, que recibió a Sastre en un quincho de la ciudad petrolera junto al funcionario municipal y sindicalista de los Viajantes, Gustavo Fita. Sastre fue junto a su hermano Gustavo, el intendente de Puerto Madryn. El encuentro fue ameno pero todos dijeron lo suyo, aunque duela.
Por suerte, coincidieron en el análisis de los problemas de Chubut. Destacaron la gestión sanitaria de Fabián Puratich, se preocuparon por la falta de clases y por el estado de las escuelas, y mostraron su hartazgo con las chicanas mediáticas del ministro de Seguridad, Federico Massoni.
También abordaron el tema de los servicios públicos, al que hay que darle una vuelta de tuerca importante. Hay técnicos dentro y fuera del Gobierno provincial trabajando hace tiempo en una alternativa superadora. Pero para eso se necesita apoyo político y en la Legislatura.
Por las dudas, tanto Luque como Sastre le hicieron saber a Arcioni del encuentro para que nadie haga análisis equivocados. El problema es de todos, no sólo del gobernador. Entonces, las soluciones hay que encontrarlas entre muchas opiniones.
Las aspiraciones futuras de Sastre y Luque no generaron tirantez. El vicegobernador bajó un poco las expectativas al clamor de su militancia que inundó las redes con el eslogan “no hay 2023 sin 2021”.
El comodorense sorprendió al dar a entender que no lo desvela el camino hacia la gobernación que muchos le trazan y sobre el que él poco ha dicho en este tiempo. Es más, si la Carta Orgánica de Comodoro Rivadavia se lo permitiera, no dudaría en cumplir un segundo mandato en el municipio.
Si bien Luque está impedido hoy de una reelección porque su paso como viceintendente de Carlos Linares se cuenta como un “primer mandato”, está más que claro que el peronismo comodorense contaría con los votos para modificar esa traba. Por ahora nadie piensa en eso.
Sastre nunca ocultó que su mirada está puesta en 2023 y que una candidatura a senador para este año sólo sería la resultante de un acuerdo amplio que garantice un triunfo al PJ y, sobre todo, le ponga freno a las aspiraciones del sector “jurásico” que impulsa a Linares.
En este sentido, la opinión de la Casa Rosada –y del Instituto Patria que lidera Cristina Fernández de Kirchner- será importante pero no determinante, aseguran algunos.
La expresidenta tiene siempre “in pectore” a la actual senadora Nancy González.
En tanto, desde adentro del Gobierno nacional ya algunos tiraron la idea de que Luque pueda ser un “candidato testimonial” este año para tratar de asegurar el triunfo. No se sabe si ya le comunicaron esta idea a Luque, pero se presume que la rechazará de plano.
El encuentro de Comodoro Rivadavia no será el último y algunos se entusiasman con que haya otro en poco tiempo con una mesa ampliada y con un temario más concreto.
Hay muchos más actores del peronismo dispuestos a sumar. Porque para restar ya están los de siempre.#