Editorial / Crisis, empoderamiento y sacrificios

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18 DIC 2021 - 20:53 | Actualizado

Algo se venía resquebrajando. Y se terminó de romper. La profunda crisis política de Chubut que la última elección tampoco pudo encauzar, dio paso el jueves pasado a una violencia social que siempre surge como reacción a la ruptura del contrato con las instituciones.

Ya no importa a esta altura cuál fue el origen, pero la ley de zonificación minera fue el detonante. La cereza del postre de un cóctel que se venía gestando en ciertos sectores de la sociedad a los que ni siquiera ir a las urnas a hacer sentir el rigor contra los que ellos querían castigar les hizo calmar su bronca.

A esa sociedad enojada, con ideologías dispersas pero que se sintió empoderada ante la debilidad de los que hoy se reparten el poder, lo de la Legislatura fue el empujón que necesitaban para ganar la calle.

Otra vez (y ya van mil) la respuesta tardía, insensata y extremadamente violenta de las fuerzas policiales convirtieron una manifestación tensa pero pacífica en una represión brutal.

Sacrificios

El breve discurso grabado del gobernador Mariano Arcioni del viernes pasado y, sobre todo, el mensaje velado que envió entrelíneas a quién él cree fue el “ideólogo” de los desmanes del jueves en la capital provincial, le agregan incertidumbre a la crisis. Más allá de cómo se resuelva política e institucionalmente la cuestión, la acusación por elevación que hizo el gobernador debería dilucidarse cuanto antes en la Justicia.

Porque generar sospechas políticas en medio de la confusión general que vive la provincia es agregar otro foco de conflicto.

La Justicia, que también fue blanco de los ataques, hasta ahora se ha movido como en estado de shock. Cuanto antes un fiscal debe actuar de oficio para esclarecer todo lo sucedido. No son tiempos para tibios.

Salida compleja

La salida política es compleja pero también urgente. Sin dudas, además de Arcioni, el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque, tienen la responsabilidad de pacificar la Provincia. Son los que hoy tienen el mayor poder institucional y quienes cerraron los últimos acuerdos legislativos. La certidumbre que necesita Chubut para cerrar el año en paz exigirá de sacrificios políticos. No parece haber otro camino.

Crisis y desarrollo

La matriz productiva de Chubut no está agotada. Lo que se agotó es el modelo de desarrollo. Los sectores estratégicos de Chubut siguen teniendo altas rentabilidades y la Provincia es, desde hace décadas, la cuarta exportadora del país con apenas el 10% de población de la tercera, que es Córdoba. Pero no alcanza.

El problema sigue siendo la captación y distribución del ingreso generado por esos sectores, y la falta de integración de la industria local a esas cadenas de valor estratégicas.

Chubut es la periferia de la periferia. Por eso es necesario repensar la Provincia y la región como una nueva centralidad. Sin dudas –y se lo ha sostenido muchas veces desde esta Columna-, la energía es la gran alternativa de Provincia, con una proyección de renovables a futuro.

En este escenario, por historia e ideología, el peronismo debe ser necesariamente el agente catalizador de ese debate, del cual hoy no forma parte porque viene de sufrir su peor derrota, que no es la electoral sino la cultural.

La última fue el día de la polémica votación en la Legislatura, dejando como defensores del Pueblo y del ambiente a quienes todos en Chubut saben que siempre han representado a proyectos que en vez de erguir, pusieron de rodillas los intereses de los chubutenses.

Reflexión y debate

En medio del denso clima social parece poco menos que insensato plantear una discusión que hasta ahora nunca nadie quiso dar. Pero alguna vez habrá que sentar a la misma mesa a las posturas diversas para intentar construir.

“La asociación entre extractivismo y desarrollo es poco clara. Más bien, la historia de la periferia y, en particular, de Argentina muestra que la explotación de los recursos naturales para la exportación de materias primas ha coincidido con el subdesarrollo”, escribió el economista y docente Andrés Asiaín, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, en una columna reciente en el diario Página 12.

“Más allá de ello, es innegable que la economía argentina no podría prescindir de un día para el otro de sus principales fuentes de divisas sin caer en una crisis de gravedad. En ese sentido, la demanda de prohibir el extractivismo debe entenderse como una consigna en la lucha sociombiental que busca frenar su expansión, y revertir su eje de gravedad económica. Pero eso sólo será posible si la agenda política comienza a prestar atención a las demandas socioambientales y a construir una planificación del desarrollo que tienda a revertir la dependencia del extractivismo. Algo que ni siquiera imagina la dirigencia progresista que elogia colonialmente el ‘Green New Deal’ estadounidense, sin animarse a pensar un plan quinquenal ambiental para el país”, sentencia Asiaín.

Otra voz autorizada, el doctor en Sociología Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI) en el Ministerio de Desarrollo Productivo, escribió en el portal Cenital: “Definitivamente, el ambientalismo tiene mucho para aportar a subir la vara del debate sobre desarrollo sostenible, y sus aportes son fundamentales para la agenda que viene. Negar el cambio climático o el impacto ambiental de las actividades económicas, como hacen ciertos discursos de derecha extrema, es peligrosísimo”.

“Sin embargo –agrega-, también creo necesario tener cuidado con algunos enfoques radicales dentro del ambientalismo que, en nombre de la ecología, se opone a todo lo que sea ‘desarrollo’. En el extremo, esa visión se opone a toda interferencia humana sobre el ambiente. No dudo de sus buenas intenciones; no obstante, creo que las consecuencias de no aprovechar nuestros recursos -con las precauciones necesarias- serían dramáticas en un país donde la pobreza pone en jaque el presente y el futuro de todos”.

Aunque parezca una ilusión adolescente, pensar, debatir y consensuar con amplia participación de las organizaciones ciudadanas es lo que se necesita. Siempre.#

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18 DIC 2021 - 20:53

Algo se venía resquebrajando. Y se terminó de romper. La profunda crisis política de Chubut que la última elección tampoco pudo encauzar, dio paso el jueves pasado a una violencia social que siempre surge como reacción a la ruptura del contrato con las instituciones.

Ya no importa a esta altura cuál fue el origen, pero la ley de zonificación minera fue el detonante. La cereza del postre de un cóctel que se venía gestando en ciertos sectores de la sociedad a los que ni siquiera ir a las urnas a hacer sentir el rigor contra los que ellos querían castigar les hizo calmar su bronca.

A esa sociedad enojada, con ideologías dispersas pero que se sintió empoderada ante la debilidad de los que hoy se reparten el poder, lo de la Legislatura fue el empujón que necesitaban para ganar la calle.

Otra vez (y ya van mil) la respuesta tardía, insensata y extremadamente violenta de las fuerzas policiales convirtieron una manifestación tensa pero pacífica en una represión brutal.

Sacrificios

El breve discurso grabado del gobernador Mariano Arcioni del viernes pasado y, sobre todo, el mensaje velado que envió entrelíneas a quién él cree fue el “ideólogo” de los desmanes del jueves en la capital provincial, le agregan incertidumbre a la crisis. Más allá de cómo se resuelva política e institucionalmente la cuestión, la acusación por elevación que hizo el gobernador debería dilucidarse cuanto antes en la Justicia.

Porque generar sospechas políticas en medio de la confusión general que vive la provincia es agregar otro foco de conflicto.

La Justicia, que también fue blanco de los ataques, hasta ahora se ha movido como en estado de shock. Cuanto antes un fiscal debe actuar de oficio para esclarecer todo lo sucedido. No son tiempos para tibios.

Salida compleja

La salida política es compleja pero también urgente. Sin dudas, además de Arcioni, el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque, tienen la responsabilidad de pacificar la Provincia. Son los que hoy tienen el mayor poder institucional y quienes cerraron los últimos acuerdos legislativos. La certidumbre que necesita Chubut para cerrar el año en paz exigirá de sacrificios políticos. No parece haber otro camino.

Crisis y desarrollo

La matriz productiva de Chubut no está agotada. Lo que se agotó es el modelo de desarrollo. Los sectores estratégicos de Chubut siguen teniendo altas rentabilidades y la Provincia es, desde hace décadas, la cuarta exportadora del país con apenas el 10% de población de la tercera, que es Córdoba. Pero no alcanza.

El problema sigue siendo la captación y distribución del ingreso generado por esos sectores, y la falta de integración de la industria local a esas cadenas de valor estratégicas.

Chubut es la periferia de la periferia. Por eso es necesario repensar la Provincia y la región como una nueva centralidad. Sin dudas –y se lo ha sostenido muchas veces desde esta Columna-, la energía es la gran alternativa de Provincia, con una proyección de renovables a futuro.

En este escenario, por historia e ideología, el peronismo debe ser necesariamente el agente catalizador de ese debate, del cual hoy no forma parte porque viene de sufrir su peor derrota, que no es la electoral sino la cultural.

La última fue el día de la polémica votación en la Legislatura, dejando como defensores del Pueblo y del ambiente a quienes todos en Chubut saben que siempre han representado a proyectos que en vez de erguir, pusieron de rodillas los intereses de los chubutenses.

Reflexión y debate

En medio del denso clima social parece poco menos que insensato plantear una discusión que hasta ahora nunca nadie quiso dar. Pero alguna vez habrá que sentar a la misma mesa a las posturas diversas para intentar construir.

“La asociación entre extractivismo y desarrollo es poco clara. Más bien, la historia de la periferia y, en particular, de Argentina muestra que la explotación de los recursos naturales para la exportación de materias primas ha coincidido con el subdesarrollo”, escribió el economista y docente Andrés Asiaín, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, en una columna reciente en el diario Página 12.

“Más allá de ello, es innegable que la economía argentina no podría prescindir de un día para el otro de sus principales fuentes de divisas sin caer en una crisis de gravedad. En ese sentido, la demanda de prohibir el extractivismo debe entenderse como una consigna en la lucha sociombiental que busca frenar su expansión, y revertir su eje de gravedad económica. Pero eso sólo será posible si la agenda política comienza a prestar atención a las demandas socioambientales y a construir una planificación del desarrollo que tienda a revertir la dependencia del extractivismo. Algo que ni siquiera imagina la dirigencia progresista que elogia colonialmente el ‘Green New Deal’ estadounidense, sin animarse a pensar un plan quinquenal ambiental para el país”, sentencia Asiaín.

Otra voz autorizada, el doctor en Sociología Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI) en el Ministerio de Desarrollo Productivo, escribió en el portal Cenital: “Definitivamente, el ambientalismo tiene mucho para aportar a subir la vara del debate sobre desarrollo sostenible, y sus aportes son fundamentales para la agenda que viene. Negar el cambio climático o el impacto ambiental de las actividades económicas, como hacen ciertos discursos de derecha extrema, es peligrosísimo”.

“Sin embargo –agrega-, también creo necesario tener cuidado con algunos enfoques radicales dentro del ambientalismo que, en nombre de la ecología, se opone a todo lo que sea ‘desarrollo’. En el extremo, esa visión se opone a toda interferencia humana sobre el ambiente. No dudo de sus buenas intenciones; no obstante, creo que las consecuencias de no aprovechar nuestros recursos -con las precauciones necesarias- serían dramáticas en un país donde la pobreza pone en jaque el presente y el futuro de todos”.

Aunque parezca una ilusión adolescente, pensar, debatir y consensuar con amplia participación de las organizaciones ciudadanas es lo que se necesita. Siempre.#


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