Paleoarte: el oficio de revivir animales prehistóricos a través de la fusión entre ciencia y arte

Reconstruir animales prehistóricos y los ambientes en los que vivieron millones de años atrás previo a extinguirse es a lo que se dedican José Luis Gómez y Jorge González, dos reconocidos paleoartistas argentinos que destacaron a este oficio como una "fusión apasionante entre arte y ciencia" a la que "lamentablemente" aún le falta reconocimiento.

28 DIC 2021 - 20:54 | Actualizado

(Por María Clara Olmos)

Si de algo hay certezas es que nunca nadie vio en vida a un tiranosaurio, un velociraptor o un triceratops; sin embargo, es posible conocer a estos y a otros tantos animales prehistóricos a partir de las diversas expresiones artísticas que traducen las divulgaciones científicas para el gran público.

A partir de utilizar en partes iguales el sentido estético y el conocimiento científico disponible, el paleoarte recrea a estos animales tal como debieron ser en vida en sus ecosistemas autóctonos, a través de dibujos, ilustraciones o esculturas que pretenden ser lo más fiel y riguroso posible.

"El trabajo de la reconstrucción de la flora y la fauna extinta es un arte privilegiado porque es una forma de descubrir, gracias a la ciencia, el misterio de la extinción y del pasado", expresó el biólogo y paleoartista, José Luis Gómez.

De esta disciplina, Gómez (67) es el pionero en Argentina y, según recordó, cuando él empezó su trabajo ni siquiera tenía un término que lo definiera, el cual fue acuñado luego -aunque de manera informal- por un artista visual estadounidense, Mark Hallett.

"El paleoarte es como traducir el Martín Fierro para que llegue a Corea y lo entiendan. El arte cumple la función de hacer entendible algo y conmover, despertar el interés por lo maravillosa que fue y es la vida en nuestro planeta y universo", aseguró el paleoartista en diálogo con Télam.

Egresado de la Universidad de Buenos Aires como biólogo, Gómez participó desde temprano en numerosas excavaciones en el sur argentino, en busca de los fósiles que tiempo después aprendió a reconstruir de manera autodidacta, ya que no existe una carrera universitaria para tal fin.

"Siempre trabajo sobre una base científica, pero sin volverme tan frío", contó el artista y añadió: "Hay que mantener una cantidad de locura suficiente como para que la cosa tenga frescura, ya que el arte está ahí".

El experto -que lleva más de tres décadas en el oficio- confesó que hay "algo que llevamos dentro", que él denomina el "inconsciente biológico", a partir del cual intuye que "algo está bien o mal reconstruido".

"Es muy subjetivo, va más allá de lo que uno pueda haber aprendido en la facultad", reflexionó el artista, quien junto a su familia creó Paleorama, un museo itinerante que lleva por todo el país a dinosaurios y mamíferos fósiles -argentinos particularmente- que ellos replicaron en tamaño real.

Por su parte, el ilustrador científico y escultor, Jorge González (43), quien lleva en esta disciplina más de 25 años, contó a Télam que para él "lo más increíble es ver por primera vez, después de millones de años, cómo se veía un animal extinto que no lo vio nunca nadie antes".

Su fascinación por los dinosaurios comenzó cuando tenía tan sólo cuatro años y visitó por primera vez un museo en La Plata, ciudad de la que es oriundo y donde estudió Bellas Artes, aunque hace más de dos años reside en Jujuy.

"Los dinosaurios tienen algo maravilloso en términos pedagógicos: ayudan a ampliar la mente de los chicos, cautivan su imaginación", comentó González y agregó que "realmente son animales fantásticos, que desaparecieron de la faz de la Tierra dejando en secreto de sus increíbles características, que con nuestro trabajo vamos poco a poco dando a conocer".

A bordo de las típicas estancieras, destartaladas y todo terreno en igual medida, ambos paleoartistas fueron parte de numerosas campañas paleontológicas de búsqueda y extracción de fósiles en yacimientos del sur del país generalmente.

Durante una excavación en Río Negro, González y su hermano encontraron una especie extinta nueva que, luego de ser estudiada, los investigadores a modo de dedicatoria la denominaron Buitreraptor gonzalezorum, que significa "buitre rapaz de Fabián y Jorge González".

"Por supuesto que es mi especie favorita", contó risueño González, que tuvo a su cargo la ilustración que dio a conocer esta nueva especie que vivió hace cien millones de años atrás en la región y que "terminó increíblemente siendo tapa de la Revista Nature".

Tanto para una ilustración como para una escultura, primero es necesario realizar un exhaustivo estudio morfológico del individuo a reconstruir, tanto los aspectos internos como su apariencia externa, a partir de los fósiles y los conocimientos disponibles, para luego integrar ese ejemplar en su ambiente original, con el clima, la vegetación, la fauna y el terreno que lo rodeaba.

En muchos casos los paleoartistas comparan con animales y ambientes actuales, especialmente con reptiles y aves, cuya morfología y colores suelen ser fuente de inspiración.

Una vez listo el boceto, los materiales que dan forma y color a estos animales prehistóricos suelen ser poliestireno expandido, masilla plástica, arcilla, yeso, silicona o incluso fibra, junto a pinturas acrílicas específicas dependiendo dónde se expondrá el ejemplar.

"Cuanto más grandes son, más personas necesitamos para trabajar", explicó González, quien acaba de finalizar una escultura de un Purussaurus, un cocodrilo de 12 metros que requirió el trabajo de seis profesionales.

A pesar de lo "gratificante y apasionante" que es el paleoarte, ambos señalaron sin embargo la "falta de reconocimiento" de la disciplina y cuestionaron que "no hay en el país un paleoartista que trabaje oficialmente en una institución, sino que se nos contrata temporalmente para hacer trabajos puntuales".

Además, recordaron que Argentina es el cuarto país en importancia en yacimientos paleontológicos, por lo que la cantidad de hallazgos es altísima, pero no así su divulgación.

"Tenemos un montón de historias por contar aún, muchos animales que ya sabemos que existieron pero que todavía no nos han convocado para ilustrarlos y darlos a conocer ya que hay un trabajo previo con los fósiles que está pendiente en las instituciones y que es importante que lo avancemos", concluyeron.

28 DIC 2021 - 20:54

(Por María Clara Olmos)

Si de algo hay certezas es que nunca nadie vio en vida a un tiranosaurio, un velociraptor o un triceratops; sin embargo, es posible conocer a estos y a otros tantos animales prehistóricos a partir de las diversas expresiones artísticas que traducen las divulgaciones científicas para el gran público.

A partir de utilizar en partes iguales el sentido estético y el conocimiento científico disponible, el paleoarte recrea a estos animales tal como debieron ser en vida en sus ecosistemas autóctonos, a través de dibujos, ilustraciones o esculturas que pretenden ser lo más fiel y riguroso posible.

"El trabajo de la reconstrucción de la flora y la fauna extinta es un arte privilegiado porque es una forma de descubrir, gracias a la ciencia, el misterio de la extinción y del pasado", expresó el biólogo y paleoartista, José Luis Gómez.

De esta disciplina, Gómez (67) es el pionero en Argentina y, según recordó, cuando él empezó su trabajo ni siquiera tenía un término que lo definiera, el cual fue acuñado luego -aunque de manera informal- por un artista visual estadounidense, Mark Hallett.

"El paleoarte es como traducir el Martín Fierro para que llegue a Corea y lo entiendan. El arte cumple la función de hacer entendible algo y conmover, despertar el interés por lo maravillosa que fue y es la vida en nuestro planeta y universo", aseguró el paleoartista en diálogo con Télam.

Egresado de la Universidad de Buenos Aires como biólogo, Gómez participó desde temprano en numerosas excavaciones en el sur argentino, en busca de los fósiles que tiempo después aprendió a reconstruir de manera autodidacta, ya que no existe una carrera universitaria para tal fin.

"Siempre trabajo sobre una base científica, pero sin volverme tan frío", contó el artista y añadió: "Hay que mantener una cantidad de locura suficiente como para que la cosa tenga frescura, ya que el arte está ahí".

El experto -que lleva más de tres décadas en el oficio- confesó que hay "algo que llevamos dentro", que él denomina el "inconsciente biológico", a partir del cual intuye que "algo está bien o mal reconstruido".

"Es muy subjetivo, va más allá de lo que uno pueda haber aprendido en la facultad", reflexionó el artista, quien junto a su familia creó Paleorama, un museo itinerante que lleva por todo el país a dinosaurios y mamíferos fósiles -argentinos particularmente- que ellos replicaron en tamaño real.

Por su parte, el ilustrador científico y escultor, Jorge González (43), quien lleva en esta disciplina más de 25 años, contó a Télam que para él "lo más increíble es ver por primera vez, después de millones de años, cómo se veía un animal extinto que no lo vio nunca nadie antes".

Su fascinación por los dinosaurios comenzó cuando tenía tan sólo cuatro años y visitó por primera vez un museo en La Plata, ciudad de la que es oriundo y donde estudió Bellas Artes, aunque hace más de dos años reside en Jujuy.

"Los dinosaurios tienen algo maravilloso en términos pedagógicos: ayudan a ampliar la mente de los chicos, cautivan su imaginación", comentó González y agregó que "realmente son animales fantásticos, que desaparecieron de la faz de la Tierra dejando en secreto de sus increíbles características, que con nuestro trabajo vamos poco a poco dando a conocer".

A bordo de las típicas estancieras, destartaladas y todo terreno en igual medida, ambos paleoartistas fueron parte de numerosas campañas paleontológicas de búsqueda y extracción de fósiles en yacimientos del sur del país generalmente.

Durante una excavación en Río Negro, González y su hermano encontraron una especie extinta nueva que, luego de ser estudiada, los investigadores a modo de dedicatoria la denominaron Buitreraptor gonzalezorum, que significa "buitre rapaz de Fabián y Jorge González".

"Por supuesto que es mi especie favorita", contó risueño González, que tuvo a su cargo la ilustración que dio a conocer esta nueva especie que vivió hace cien millones de años atrás en la región y que "terminó increíblemente siendo tapa de la Revista Nature".

Tanto para una ilustración como para una escultura, primero es necesario realizar un exhaustivo estudio morfológico del individuo a reconstruir, tanto los aspectos internos como su apariencia externa, a partir de los fósiles y los conocimientos disponibles, para luego integrar ese ejemplar en su ambiente original, con el clima, la vegetación, la fauna y el terreno que lo rodeaba.

En muchos casos los paleoartistas comparan con animales y ambientes actuales, especialmente con reptiles y aves, cuya morfología y colores suelen ser fuente de inspiración.

Una vez listo el boceto, los materiales que dan forma y color a estos animales prehistóricos suelen ser poliestireno expandido, masilla plástica, arcilla, yeso, silicona o incluso fibra, junto a pinturas acrílicas específicas dependiendo dónde se expondrá el ejemplar.

"Cuanto más grandes son, más personas necesitamos para trabajar", explicó González, quien acaba de finalizar una escultura de un Purussaurus, un cocodrilo de 12 metros que requirió el trabajo de seis profesionales.

A pesar de lo "gratificante y apasionante" que es el paleoarte, ambos señalaron sin embargo la "falta de reconocimiento" de la disciplina y cuestionaron que "no hay en el país un paleoartista que trabaje oficialmente en una institución, sino que se nos contrata temporalmente para hacer trabajos puntuales".

Además, recordaron que Argentina es el cuarto país en importancia en yacimientos paleontológicos, por lo que la cantidad de hallazgos es altísima, pero no así su divulgación.

"Tenemos un montón de historias por contar aún, muchos animales que ya sabemos que existieron pero que todavía no nos han convocado para ilustrarlos y darlos a conocer ya que hay un trabajo previo con los fósiles que está pendiente en las instituciones y que es importante que lo avancemos", concluyeron.


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