Por Natalia Ferrari / Redacción Jornada
El 1º de enero del 2022 se inició un incendio al norte de Puerto Madryn que, una semana después, había consumido 90 mil hectáreas dentro de Península Valdés. Las pérdidas fueron millonarias y hoy los productores agropecuarios buscan alternativas para continuar con actividades en campos totalmente quemados.
Anabel Guerra, propietaria el establecimiento “La entrada”, ubicado a pocos kilómetros del puesto El Desempeño, sufrió pérdidas casi totales ya que, según detalló, “el 98% del campo está quemado”. Incluso se percibe que “hay diferencia de cómo ha pasado el fuego. En algunos casos ha quedado sostenido y se ve como matas de más de un metro y medio quedaron convertidas en palitos de 10 centímetros, y en otros lados se ve que el fuego corre, quema la mata, pero al menos su estructura se preserva”. Y es allí donde ya aparecieron algunos brotes verdes que dan esperanzas. También se observa un incipiente pasto creciendo, “un verdín, y en las matas de Jarillas, Alpataco, Quilimbay, de a poco se ve que en la base van brotando hojitas, y eso es una buena señal”, explica esperanzada Anabel.
En el 80% de los damnificados por el incendio las mayores pérdidas se sufrieron en los alambrados, cuyo costo para volver a colocarlos supera el millón de pesos el kilómetro. “Lo que hemos empezado a hacer es levantar en las partes que el material lo permite, que se puede recuperar un poco, empezar de a poquito. El Gobierno nos bajó una ayuda, pero todavía no se llegó a hacer efectiva”.
Por Natalia Ferrari / Redacción Jornada
El 1º de enero del 2022 se inició un incendio al norte de Puerto Madryn que, una semana después, había consumido 90 mil hectáreas dentro de Península Valdés. Las pérdidas fueron millonarias y hoy los productores agropecuarios buscan alternativas para continuar con actividades en campos totalmente quemados.
Anabel Guerra, propietaria el establecimiento “La entrada”, ubicado a pocos kilómetros del puesto El Desempeño, sufrió pérdidas casi totales ya que, según detalló, “el 98% del campo está quemado”. Incluso se percibe que “hay diferencia de cómo ha pasado el fuego. En algunos casos ha quedado sostenido y se ve como matas de más de un metro y medio quedaron convertidas en palitos de 10 centímetros, y en otros lados se ve que el fuego corre, quema la mata, pero al menos su estructura se preserva”. Y es allí donde ya aparecieron algunos brotes verdes que dan esperanzas. También se observa un incipiente pasto creciendo, “un verdín, y en las matas de Jarillas, Alpataco, Quilimbay, de a poco se ve que en la base van brotando hojitas, y eso es una buena señal”, explica esperanzada Anabel.
En el 80% de los damnificados por el incendio las mayores pérdidas se sufrieron en los alambrados, cuyo costo para volver a colocarlos supera el millón de pesos el kilómetro. “Lo que hemos empezado a hacer es levantar en las partes que el material lo permite, que se puede recuperar un poco, empezar de a poquito. El Gobierno nos bajó una ayuda, pero todavía no se llegó a hacer efectiva”.