Cazar para vivir, en el difícil mundo de los mares

Desarrollan la técnica de caza más impresionante del planeta. Pero van quedando pocos ejemplares que la conocen. Por eso, empiezan a trasmitirla a las generaciones que vienen. Se vio en Punta Norte, en una demostración única y en la más alta expresión de la naturaleza que se abre camino sola.

La orca espera, finge estar varada hasta que un lobito cae al mar. Esto ocurre cuando están con hambre.
23 ABR 2022 - 20:31 | Actualizado 25 ABR 2022 - 10:26

Por Carlos Guajardo

El cachorro salió directamente delante nuestro. Pudimos evaluar su condición por observación directa con binoculares y si bien temblaba notoriamente, no presentaba heridas importantes ni fracturas costales. Al menos videntes. Como vocalizaba pudimos apreciar el color de sus mucosas y era normal. Su patrón respiratorio se normalizó rápidamente. Descansó un rato justo debajo nuestro. Se incorporó y caminó hacia la lobería que se encontraba a nuestra derecha, llegando e incorporándose a ella sin ningún problema. Puede contar a sus amigos que estuvo dentro de la boca de una orca y sobrevivir a ello. Se puede ver en las fotos de Daniel Feldman. En esa secuencia se encuentra a un costado u otro de la orca de turno. Y al final, su salida del agua”.

Maravilloso fragmento de lo escrito por Pablo Meyer, veterinario, investigador y colaborador de Orca Research y que tuvo la oportunidad de ver no un ataque sino una emocionante demostración de la inteligencia de este mamífero marino. Tomaron un lobito, no para alimentarse esta vez, sino para mostrar a las otras orcas de las generaciones que vienen cómo se realiza la caza de una presa que después será su alimento. Y que servirá para que sobrevivan en el siempre desafiante mundo animal de los mares. Se notaba emoción en la narrativa de Meyer. No era para menos: estaban frente a una de las especies más inteligentes del planeta. Frente a un mundo distinto. Con orcas tratando de no dejar que su técnica sin copia, se vaya perdiendo entre las espumas del océano. Ocurrió en Punta Norte donde las orcas llegan cada año para alimentarse. Este refugio de Península Valdés se ha convertido en un lugar amistoso para una aventura que no siempre se podrá volver a ver. Pero había una cámara que delante del ojo clínico de su dueño supo esperar para capturar la imagen, para inmortalizarla. Asi, las orcas que siempre tuvieron mala prensa han pasado de su ligero mote de asesinas a mostrar el mejor lado de la naturaleza animal. No tenían por qué devorar a ese lobito indefenso cuyo destino estaba signado por una muerte rápida después de haber caído en la trampa más impresionante que un animal pueda crear. Por eso, solo lo usaron como un “botón de muestra” y para decirles a las más jóvenes: “Ven, asi se hace”. Después lo dejaron ir para vuelva con su manada. Tembloroso, un poco herido, incrédulo. Pero vivo.
La técnica del varamiento intencional no tiene misterio: consiste en el encallamiento deliberado en la costa y es considerada por los especialistas como una de las conductas predatorias más impresionantes de la vida salvaje en todo el planeta. La orca espera, finge estar varada hasta que un lobito cae al mar. Esto ocurre cuando están con hambre. No matan por matar. Las pocas orcas que aún dominan la técnica nadan luego a gran velocidad para ejecutar la captura que después servirá de alimento a su manada. Las orcas que manejan esta técnica tienen nombre. Porque dos pioneros se encargaron de conocerlas y meterse en su íntimo mundo submarino para saber de estos movimientos de una gran destreza que apenas duran unos pocos segundos. Ellos son Juan Carlos López y Roberto “Beto” Bubas, guardafaunas que primero estudiaron esta técnica de caza y después se la mostraron al mundo. Convivieron con la orcas durante años. Entendieron sus movimientos, sus sonidos. Nadaron con ellas y hasta les regalaron acordes musicales de una armónica.

Pero, quienes tienen la oportunidad de ir a Punta Norte (en esta época) o a Caleta Valdés (en setiembre) no siempre sienten el cosquilleo que provoca ver este acto de destreza. Las orcas siempre habrán de intentarlo pero no siempre tendrán éxito en su aventura. Por otro lado, el problema es que esta estrategia vital para su supervivencia parece estar olvidándose entre los integrantes de la población de la península. Pueden contarse una decena como mucho, entre los que predominan las hembras. Si, son las hembras las que poseen mejor destreza dentro y fuera del agua y de quienes depende el alimento de cada día. Por eso, lo que se vio en estos días en Punta Norte. Nada de matar por matar. Nada de volver a ser para el mundo la “orca asesina” mote con el que injustamente fueron bautizadas. La inteligencia de estos habitantes del mar es tan grande que hasta se dieron cuenta que si no hay entre las manadas quienes sepan cazar, en algún tiempo pueden sufrir por el hambre. Aunque no solamente los lobitos representan su alimento. También las orcas persiguen a las ballenas, esos gigantes del mar, curiosos y bonachones para lo cual también dan muestra de una inteligencia superior. Saben que las ballenas no tienen técnicas para escaparle a sus enemigos. Que sólo puede salvarla de las garras de otros mamíferos del mar su notable condición de habitante de las oscuras profundidades: ningún otro animal oceánico puede alcanzar una gran cercanía a las oscuras plataformas marinas. Por eso las orcas, cuando tienen una ballena enfrente y puede representar una presa que las alimente, la empujan hacia las orillas para que solo puedan hundirse algunos metros. Y asi poder alcanzarlas y convertirlas en el alimento del día. Otra demostración de sabiduría animal.
Ahora, en unos días, las orcas buscarán otros horizontes. Deslizándose con su destreza única en las aguas de cualquier mar del mundo. Y regalar un acto prodigio de la naturaleza que a los ojos del hombre resulta, a veces, imposible de contar. Pero al menos, vale la pena intentarlo. #

La orca espera, finge estar varada hasta que un lobito cae al mar. Esto ocurre cuando están con hambre.
23 ABR 2022 - 20:31

Por Carlos Guajardo

El cachorro salió directamente delante nuestro. Pudimos evaluar su condición por observación directa con binoculares y si bien temblaba notoriamente, no presentaba heridas importantes ni fracturas costales. Al menos videntes. Como vocalizaba pudimos apreciar el color de sus mucosas y era normal. Su patrón respiratorio se normalizó rápidamente. Descansó un rato justo debajo nuestro. Se incorporó y caminó hacia la lobería que se encontraba a nuestra derecha, llegando e incorporándose a ella sin ningún problema. Puede contar a sus amigos que estuvo dentro de la boca de una orca y sobrevivir a ello. Se puede ver en las fotos de Daniel Feldman. En esa secuencia se encuentra a un costado u otro de la orca de turno. Y al final, su salida del agua”.

Maravilloso fragmento de lo escrito por Pablo Meyer, veterinario, investigador y colaborador de Orca Research y que tuvo la oportunidad de ver no un ataque sino una emocionante demostración de la inteligencia de este mamífero marino. Tomaron un lobito, no para alimentarse esta vez, sino para mostrar a las otras orcas de las generaciones que vienen cómo se realiza la caza de una presa que después será su alimento. Y que servirá para que sobrevivan en el siempre desafiante mundo animal de los mares. Se notaba emoción en la narrativa de Meyer. No era para menos: estaban frente a una de las especies más inteligentes del planeta. Frente a un mundo distinto. Con orcas tratando de no dejar que su técnica sin copia, se vaya perdiendo entre las espumas del océano. Ocurrió en Punta Norte donde las orcas llegan cada año para alimentarse. Este refugio de Península Valdés se ha convertido en un lugar amistoso para una aventura que no siempre se podrá volver a ver. Pero había una cámara que delante del ojo clínico de su dueño supo esperar para capturar la imagen, para inmortalizarla. Asi, las orcas que siempre tuvieron mala prensa han pasado de su ligero mote de asesinas a mostrar el mejor lado de la naturaleza animal. No tenían por qué devorar a ese lobito indefenso cuyo destino estaba signado por una muerte rápida después de haber caído en la trampa más impresionante que un animal pueda crear. Por eso, solo lo usaron como un “botón de muestra” y para decirles a las más jóvenes: “Ven, asi se hace”. Después lo dejaron ir para vuelva con su manada. Tembloroso, un poco herido, incrédulo. Pero vivo.
La técnica del varamiento intencional no tiene misterio: consiste en el encallamiento deliberado en la costa y es considerada por los especialistas como una de las conductas predatorias más impresionantes de la vida salvaje en todo el planeta. La orca espera, finge estar varada hasta que un lobito cae al mar. Esto ocurre cuando están con hambre. No matan por matar. Las pocas orcas que aún dominan la técnica nadan luego a gran velocidad para ejecutar la captura que después servirá de alimento a su manada. Las orcas que manejan esta técnica tienen nombre. Porque dos pioneros se encargaron de conocerlas y meterse en su íntimo mundo submarino para saber de estos movimientos de una gran destreza que apenas duran unos pocos segundos. Ellos son Juan Carlos López y Roberto “Beto” Bubas, guardafaunas que primero estudiaron esta técnica de caza y después se la mostraron al mundo. Convivieron con la orcas durante años. Entendieron sus movimientos, sus sonidos. Nadaron con ellas y hasta les regalaron acordes musicales de una armónica.

Pero, quienes tienen la oportunidad de ir a Punta Norte (en esta época) o a Caleta Valdés (en setiembre) no siempre sienten el cosquilleo que provoca ver este acto de destreza. Las orcas siempre habrán de intentarlo pero no siempre tendrán éxito en su aventura. Por otro lado, el problema es que esta estrategia vital para su supervivencia parece estar olvidándose entre los integrantes de la población de la península. Pueden contarse una decena como mucho, entre los que predominan las hembras. Si, son las hembras las que poseen mejor destreza dentro y fuera del agua y de quienes depende el alimento de cada día. Por eso, lo que se vio en estos días en Punta Norte. Nada de matar por matar. Nada de volver a ser para el mundo la “orca asesina” mote con el que injustamente fueron bautizadas. La inteligencia de estos habitantes del mar es tan grande que hasta se dieron cuenta que si no hay entre las manadas quienes sepan cazar, en algún tiempo pueden sufrir por el hambre. Aunque no solamente los lobitos representan su alimento. También las orcas persiguen a las ballenas, esos gigantes del mar, curiosos y bonachones para lo cual también dan muestra de una inteligencia superior. Saben que las ballenas no tienen técnicas para escaparle a sus enemigos. Que sólo puede salvarla de las garras de otros mamíferos del mar su notable condición de habitante de las oscuras profundidades: ningún otro animal oceánico puede alcanzar una gran cercanía a las oscuras plataformas marinas. Por eso las orcas, cuando tienen una ballena enfrente y puede representar una presa que las alimente, la empujan hacia las orillas para que solo puedan hundirse algunos metros. Y asi poder alcanzarlas y convertirlas en el alimento del día. Otra demostración de sabiduría animal.
Ahora, en unos días, las orcas buscarán otros horizontes. Deslizándose con su destreza única en las aguas de cualquier mar del mundo. Y regalar un acto prodigio de la naturaleza que a los ojos del hombre resulta, a veces, imposible de contar. Pero al menos, vale la pena intentarlo. #


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