Por Francisco Caputo
A sus 33 años, Yamila Villegas pudo cumplir el sueño deportivo que le demandó años de sudor y esfuerzo: debutar en Primera a nivel oficIal. Para ella, ese estreno equivalía ganar la Copa del Mundo. Con ese espíritu, se preparó por décadas para cumplir su anhelo.
El pasado domingo, con la 18 en la espalda, cumplió su aspiración. Con los colores de J.J. Moreno, ingresó en el segundo tiempo del estridente 21-0 ante Alumni, válido por la antepenúltima fecha de la fase inicial del Apertura femenino de la Liga del Valle.
“Se me explotaba el corazón de felicidad y emoción antes de jugar. Fue el mejor día. Hubo tantas emociones encontradas y sentimientos, parecía mentira. No podía creerlo”, expresó Yamila con puro frenesí. “Después de tanto esfuerzo, sacrificio y haber pasado por tantos bajones, pude lograrlo. Fue algo soñado para mí”, agregó la defensora central.
Yamila, en el centro, es felicitada por sus compañeras de J.J. Moreno.
Afirmar que era una meta modesta es una grosera equivocación.
Amor por el fútbol
Yamila es hija de Sandra y Gustavo, matrimonio rosarino que hace 33 años emprendió rumbo a Puerto Madryn en busca de un futuro. “Yo estaba en la panza de mi madre al hacer al viaje”, rememora.
Nacida en el seno de una familia futbolera, empezó a desarrollar gusto por la pelota. “Amo el fútbol, soy más futbolera que mi hermano, jaja”, dijo entre sonrisas. “Miro partidos, sé mucho de equipos de jugadores. Soy fanática de Central y amo ir a Rosario solo para ir a la cancha”, describió con efusividad.
“Machona”
Pero había un inconveniente. En las décadas donde vivió su infancia y adolescencia, que una niña o mujer jugará al fútbol estaba socialmente mal visto. Era un terreno prohibido.
Esto redundaba en un acceso prácticamente restringido de las damas a la actividad. Aquellas que podían jugar, sufrían una catarata de prejuicios de distinta índole.
“Yo arranqué a jugar a los 29 años. De chiquita, mi mamá no me dejaba, así que me dediqué a otras actividades”, expresó.
“No se veía mucho que las nenas jugasen al fútbol. Y mi mamá pensaba que no estaba bien o que me iba a hacer machona (sic). No la culpo a ella, era otra época”, narró Yamila, instrumentadora quirúrgica.
Por el contexto hostil al fútbol femenino, Yamila postergó sus sueños. “Me encantaba hacer gimnasia aeróbica y también jugué al vóley”, expresó. Pero su anhelo futbolístico jamás murió. Pese a la intolerancia social, ella mantuvo su deseo intacto.
Resistencia y sueño
Con el paso de tiempo, la sociedad dio un salto de calidad. Hoy, su madre, es una de sus hinchas favoritas. “Cuando empecé a jugar de grande, mis viejos me apoyaron siempre. De hecho, van a verme jugar cada vez, junto a mi marido Guillermo y a mis hijos Tobías y Mora”, narró.
Ese renacer futbolístico comenzó hace cuatro años. “Arranqué con una invitación para jugar futsal en Montini, de la mano de una tía que conocía al DT del equipo. No lo dudé y dije que sí”, comentó con felicidad. Allí, empezó a gestarse su camino al fútbol oficial.
“Ahí conocí a Patricia Vera, de J.J. Moreno. Formamos un equipo llamado Fanáticas, de fùtbol 7 y futsal. Y me invitó a ir a ´Las Morenitas”, remarcó.
Vera, tal como se narró en este espacio, es una emigrante misionera que llegó al “Naranja” portuario en 2017, tras su paso por el fútbol de salón y el balompié barrial. Comparte dos cuestiones con Villegas: la pasión por el fútbol y haber sido madres a temprana edad.
“Terminé el secundario con Tobías, que ahora tiene 15 años. Luego fui mamá de Mora, que tiene diez”, comentó “Yami”.
Nuevas complicaciones
En J.J. Moreno, Yamila se integró a la perfección en un club que es referencia principal del fútbol femenino valletano. Pero surgieron nuevos obstáculos.
“Soy instrumentadora quirúrgica en la Clínica Santa María. Tengo horarios rotativos y una guardia pasiva. Cuando hay urgencia debo quedarme más tiempo”, relató la zaguera.
Yamila, en su rol de instrumentadora quirúrgica.
“Y los fines de semana tengo que hacer 24 horas de guardia, me pueden llamar a cualquier hora. Estoy casada además y tengo familia, así que hago de ama de casa”, indicó.
“Así que muchas veces no puedo estar al 100% en los entrenamientos o algunas semanas a medias estoy. Hago lo imposible para ir. De hecho, voy en bici (sic) al trabajar para salir a la hora que salga y volar a J.J. Moreno aun que sea un rato”, destacó Yamila.
“Tuve dos lesiones de importancia. Al poco tiempo de entrar en Moreno hice una periostitis tibial bilateral crónica que me duró muuuucho (sic) tiempo”, mencionó.
“Y este año hice toda la pretemporada con una molestia y después de una resonancia, en febrero me dijeron q tenia edema óseo y que iba a llevar meses de recuperación”, añadió.
“Si no funcionaba ese tratamiento, me tenían que operar y yo tenían que dejar el futbol. Ahí se me cayó el mundo, salí llorando del médico, estuve muchos días triste, bajoneada y depre(sic)”, narró con angustia.
“Me sentía pésimo, triste. Este año tuve por primera vez carnet en la Liga del Valle. Amo jugar al fútbol. Si algo me apasiona, persisto y persisto hasta lograrlo”, lanzó.
Luche y juegue
Yamila no claudicó. Ella quería jugar a nivel por primera vez a nivel oficial en su vida. “Hice cámara hiperbárica, kinesiología y tres meses de reposo. Hace tres semanas empecé a entrenar”, enfatizó. Como preludio, fue al banco de suplentes en la victoria en casa ante Independiente, el 29 de mayo.
Sin embargo, el plato principal fue la convocatoria para jugar ante Alumni, el domingo pasado en condición de local, el pasado 5 de junio. Ese día, Yamila cumplió su sueño. A falta de 20 minutos, Hugo Barroso y Diego Girandi, DT y ayudante de J.J. Moreno, dos personas clave en su estreno, la dijeron que iba a debutar.
“Me temblaba todo, se me cerraba el pecho, estaba re nerviosa. Pero el sueño se cumplió. Pude jugar después de todo lo que pasé y sin saber que va a pasar. Creía que nunca iba a suceder, ya que empecé de muy grande este deporte y se nota”, sentenció.
“Quiero seguir lo más que pueda. Quiero crecer más, aprender más, ser mejor cada día y darlo todo hasta lo último”, espetó.
Ejemplo
La determinación de Yamila no pasó desapercibida para sus compañeras de equipo. Se ganó el respeto y la admiración de un plantel acostumbrado al triunfo, que es bicampeón de la Liga del Valle y que es firme aspirante a la tercera corona al hilo.
“Mis compañeras son unas genias; estaban tan contentas como yo del debut. Si pude lograrlo fue por el apoyo de mi familia y mis amigas, pero también gracias el equipo y el cuerpo técnico que siempre me apoyaron, alentaron y animaron”, recalcó.
“Mi marido también está al pie del cañón con lo que necesito para jugar, es un gran apoyo. Me anima, me consuela, me sostiene desde siempre”, recalcó. “Lo mismo digo de mis hijos y de mis padres”, narró.
El linaje futbolero continuó. Tanto Tobías como Mora juegan al fútbol. Y los roles se invierten, dado que Yamila los acompaña. “Amo acompañar a mis hijos como hacen y ser mamá. Es lo que hicieron y hacen mis padres conmigo”, expresó.
Yamila, con la vestimenta de J.J. Moreno.
Fuera de la cancha
Al margen de los campos de juego, Yamila posee aspiraciones. “Además de trabajar en Salud, soy cosmetóloga y cosmiatra. Ahora estoy estudiando dermatocosmitria para poder en algún momento poner mi gabinete y dedicarme a eso”, manifestó.
“Empecé mi labor como instrumentadora quirúrgica en 2009 y me encanta mi profesión pero después de tantos años es estresante y cansador”, concluyó.
Yamila, junto a su esposo Guillermo y sus hijos Tobías y Mora.
Soñar se puede. Pero concretar los sueños es posible, no importa cuanto tiempo demande. Es el mensaje de Yamila Villegas.
Por Francisco Caputo
A sus 33 años, Yamila Villegas pudo cumplir el sueño deportivo que le demandó años de sudor y esfuerzo: debutar en Primera a nivel oficIal. Para ella, ese estreno equivalía ganar la Copa del Mundo. Con ese espíritu, se preparó por décadas para cumplir su anhelo.
El pasado domingo, con la 18 en la espalda, cumplió su aspiración. Con los colores de J.J. Moreno, ingresó en el segundo tiempo del estridente 21-0 ante Alumni, válido por la antepenúltima fecha de la fase inicial del Apertura femenino de la Liga del Valle.
“Se me explotaba el corazón de felicidad y emoción antes de jugar. Fue el mejor día. Hubo tantas emociones encontradas y sentimientos, parecía mentira. No podía creerlo”, expresó Yamila con puro frenesí. “Después de tanto esfuerzo, sacrificio y haber pasado por tantos bajones, pude lograrlo. Fue algo soñado para mí”, agregó la defensora central.
Yamila, en el centro, es felicitada por sus compañeras de J.J. Moreno.
Afirmar que era una meta modesta es una grosera equivocación.
Amor por el fútbol
Yamila es hija de Sandra y Gustavo, matrimonio rosarino que hace 33 años emprendió rumbo a Puerto Madryn en busca de un futuro. “Yo estaba en la panza de mi madre al hacer al viaje”, rememora.
Nacida en el seno de una familia futbolera, empezó a desarrollar gusto por la pelota. “Amo el fútbol, soy más futbolera que mi hermano, jaja”, dijo entre sonrisas. “Miro partidos, sé mucho de equipos de jugadores. Soy fanática de Central y amo ir a Rosario solo para ir a la cancha”, describió con efusividad.
“Machona”
Pero había un inconveniente. En las décadas donde vivió su infancia y adolescencia, que una niña o mujer jugará al fútbol estaba socialmente mal visto. Era un terreno prohibido.
Esto redundaba en un acceso prácticamente restringido de las damas a la actividad. Aquellas que podían jugar, sufrían una catarata de prejuicios de distinta índole.
“Yo arranqué a jugar a los 29 años. De chiquita, mi mamá no me dejaba, así que me dediqué a otras actividades”, expresó.
“No se veía mucho que las nenas jugasen al fútbol. Y mi mamá pensaba que no estaba bien o que me iba a hacer machona (sic). No la culpo a ella, era otra época”, narró Yamila, instrumentadora quirúrgica.
Por el contexto hostil al fútbol femenino, Yamila postergó sus sueños. “Me encantaba hacer gimnasia aeróbica y también jugué al vóley”, expresó. Pero su anhelo futbolístico jamás murió. Pese a la intolerancia social, ella mantuvo su deseo intacto.
Resistencia y sueño
Con el paso de tiempo, la sociedad dio un salto de calidad. Hoy, su madre, es una de sus hinchas favoritas. “Cuando empecé a jugar de grande, mis viejos me apoyaron siempre. De hecho, van a verme jugar cada vez, junto a mi marido Guillermo y a mis hijos Tobías y Mora”, narró.
Ese renacer futbolístico comenzó hace cuatro años. “Arranqué con una invitación para jugar futsal en Montini, de la mano de una tía que conocía al DT del equipo. No lo dudé y dije que sí”, comentó con felicidad. Allí, empezó a gestarse su camino al fútbol oficial.
“Ahí conocí a Patricia Vera, de J.J. Moreno. Formamos un equipo llamado Fanáticas, de fùtbol 7 y futsal. Y me invitó a ir a ´Las Morenitas”, remarcó.
Vera, tal como se narró en este espacio, es una emigrante misionera que llegó al “Naranja” portuario en 2017, tras su paso por el fútbol de salón y el balompié barrial. Comparte dos cuestiones con Villegas: la pasión por el fútbol y haber sido madres a temprana edad.
“Terminé el secundario con Tobías, que ahora tiene 15 años. Luego fui mamá de Mora, que tiene diez”, comentó “Yami”.
Nuevas complicaciones
En J.J. Moreno, Yamila se integró a la perfección en un club que es referencia principal del fútbol femenino valletano. Pero surgieron nuevos obstáculos.
“Soy instrumentadora quirúrgica en la Clínica Santa María. Tengo horarios rotativos y una guardia pasiva. Cuando hay urgencia debo quedarme más tiempo”, relató la zaguera.
Yamila, en su rol de instrumentadora quirúrgica.
“Y los fines de semana tengo que hacer 24 horas de guardia, me pueden llamar a cualquier hora. Estoy casada además y tengo familia, así que hago de ama de casa”, indicó.
“Así que muchas veces no puedo estar al 100% en los entrenamientos o algunas semanas a medias estoy. Hago lo imposible para ir. De hecho, voy en bici (sic) al trabajar para salir a la hora que salga y volar a J.J. Moreno aun que sea un rato”, destacó Yamila.
“Tuve dos lesiones de importancia. Al poco tiempo de entrar en Moreno hice una periostitis tibial bilateral crónica que me duró muuuucho (sic) tiempo”, mencionó.
“Y este año hice toda la pretemporada con una molestia y después de una resonancia, en febrero me dijeron q tenia edema óseo y que iba a llevar meses de recuperación”, añadió.
“Si no funcionaba ese tratamiento, me tenían que operar y yo tenían que dejar el futbol. Ahí se me cayó el mundo, salí llorando del médico, estuve muchos días triste, bajoneada y depre(sic)”, narró con angustia.
“Me sentía pésimo, triste. Este año tuve por primera vez carnet en la Liga del Valle. Amo jugar al fútbol. Si algo me apasiona, persisto y persisto hasta lograrlo”, lanzó.
Luche y juegue
Yamila no claudicó. Ella quería jugar a nivel por primera vez a nivel oficial en su vida. “Hice cámara hiperbárica, kinesiología y tres meses de reposo. Hace tres semanas empecé a entrenar”, enfatizó. Como preludio, fue al banco de suplentes en la victoria en casa ante Independiente, el 29 de mayo.
Sin embargo, el plato principal fue la convocatoria para jugar ante Alumni, el domingo pasado en condición de local, el pasado 5 de junio. Ese día, Yamila cumplió su sueño. A falta de 20 minutos, Hugo Barroso y Diego Girandi, DT y ayudante de J.J. Moreno, dos personas clave en su estreno, la dijeron que iba a debutar.
“Me temblaba todo, se me cerraba el pecho, estaba re nerviosa. Pero el sueño se cumplió. Pude jugar después de todo lo que pasé y sin saber que va a pasar. Creía que nunca iba a suceder, ya que empecé de muy grande este deporte y se nota”, sentenció.
“Quiero seguir lo más que pueda. Quiero crecer más, aprender más, ser mejor cada día y darlo todo hasta lo último”, espetó.
Ejemplo
La determinación de Yamila no pasó desapercibida para sus compañeras de equipo. Se ganó el respeto y la admiración de un plantel acostumbrado al triunfo, que es bicampeón de la Liga del Valle y que es firme aspirante a la tercera corona al hilo.
“Mis compañeras son unas genias; estaban tan contentas como yo del debut. Si pude lograrlo fue por el apoyo de mi familia y mis amigas, pero también gracias el equipo y el cuerpo técnico que siempre me apoyaron, alentaron y animaron”, recalcó.
“Mi marido también está al pie del cañón con lo que necesito para jugar, es un gran apoyo. Me anima, me consuela, me sostiene desde siempre”, recalcó. “Lo mismo digo de mis hijos y de mis padres”, narró.
El linaje futbolero continuó. Tanto Tobías como Mora juegan al fútbol. Y los roles se invierten, dado que Yamila los acompaña. “Amo acompañar a mis hijos como hacen y ser mamá. Es lo que hicieron y hacen mis padres conmigo”, expresó.
Yamila, con la vestimenta de J.J. Moreno.
Fuera de la cancha
Al margen de los campos de juego, Yamila posee aspiraciones. “Además de trabajar en Salud, soy cosmetóloga y cosmiatra. Ahora estoy estudiando dermatocosmitria para poder en algún momento poner mi gabinete y dedicarme a eso”, manifestó.
“Empecé mi labor como instrumentadora quirúrgica en 2009 y me encanta mi profesión pero después de tantos años es estresante y cansador”, concluyó.
Yamila, junto a su esposo Guillermo y sus hijos Tobías y Mora.
Soñar se puede. Pero concretar los sueños es posible, no importa cuanto tiempo demande. Es el mensaje de Yamila Villegas.