Por Alfredo Páez, exdirector general de prensa del Dr. Néstor Perl / Especial para Jornada
Tenía el apodo de “El Vasco” desde mucho antes que el 28 de junio de 1966, como uno de muchos, en la entrada de la Casa Rosada insultaba a viva voz al general Julio Alsogaray y a su compaña de policías lanza gases con la que, a empellones, sacaban al Presidente de la Nación, Arturo Illia.
Desde ese día fue personaje necesario en las crónicas periodísticas de los distintos actos de reivindicación de la democracia que, con pura voluntad, se realizaron posteriormente.
El 7 de septiembre de 1966, sucedió el funeral de la esposa del presidente Illia, Silvia Martorell. luego del entierro en el cementerio de La Recoleta, el gigantesco cortejo que la acompañó se convirtió en la primera gran manifestación contra la dictadura de Onganía.
Cuando la multitud llegó a la esquina de Callao y Santa Fe, se destacó de los demás, “un joven rubio, de barba recortada, y que luego de insultar a los policías desde corta distancia, mientras agitaba un pañuelo rojo, fue detenido. Al obligarlo a ascender a un camión de la Guardia de Infantería, que se encontraba en el lugar, el joven propinó una trompada en la cara al oficial que realizó la detención, lanzando el casco del mismo a regular distancia. Al mismo tiempo, con singular encarnizamiento, repartió puntapiés y trompis en la cara de los servidores del orden que se encontraban en el interior del vehículo. Estos respondieron con sus bastones. (Textual del diario la Nación del jueves 8 de septiembre de 1966).
Fue en ese momento que nació entre “el Vasco” y la policía una relación de atracción mutua, Él los enfrentaba, ellos le pegaban, casi nunca con las manos, siempre con los garrotes o las culatas de los fusiles, y después lo metían preso acusado de alterar el orden público.
El 13 de octubre, en ocasión de un homenaje a Hipólito Yrigoyen, a pasos de la iglesia de Santo Domingo, la crónica periodística señala que se produce una “refriega” entre los manifestantes y la guardia de infantería de la policía a consecuencia de lo cual fue molido a palos y detenido por la policía un joven rubio, de barba recortada. Sic. Diario la Nación.
Tiempo después, en el año 1968, el 4 de abril, en la ciudad de La Plata, en la intersección de las calles 7 y 50, se realizó un acto relámpago en defensa de la democracia.
Según el diario La Nación, el jefe de policía de la provincia, en su condición de juez de faltas, dispuso aplicar 30 días de arresto no redimible por multa al ex presidente del comité de la provincia de la disuelta Unión Cívica Radical del Pueblo, y futuro presidente de la Nación, doctor Raúl Alfonsín. Entre los detenidos que lo acompañaron estaba “el Vasco”.
Otro matutino histórico, la Prensa, destacó en la edición dominical del 13 de octubre de 1968, que la policía impidió un homenaje al ex presidente Hipólito Yrigoyen, que se había anunciado para el día anterior, en el cementerio de la Recoleta. El acto, iba a consistir en la colocación de una palma de flores en la tumba que guarda sus restos, ceremonia que según manifestaron dirigentes del Radicalismo, entre los que se encontraban los doctores Arturo Illia y Ricardo Balbín, debía realizarse en silencio y en forma ordenada.
La crónica continúa describiendo que, la policía, encabezada por el comisario de la seccional 19 impidió su realización, por lo cual hubo protestas y varias personas fueron detenidas, “el público fue alejado a empellones y gritos por la Guardia de Infantería y cuando las protestas arreciaron, algunos de los asistentes fueron golpeados por los agentes. Para dispersarlos intervino el camión hidrante “Neptuno”. “En esos instantes en medio del tumulto, se vio caer al comisario, quien era tenido por las manos por un joven mientras otras personas trataban de prestarle apoyo. Al ver esto, los cinco agentes que formaban la valla se lanzaron entre el público y se llevaron detenido al joven que lo había sostenido (al jefe policial), después de aplicarle algunos golpes en el cuerpo… Varios policías uniformados llevaron a empujones al detenido hacia un vehículo policial donde lo introdujeron a viva fuerza, entre las protestas del público y el llanto de varias mujeres que “pedían que no lo golpearan más”. En su defensa corrió el doctor Ricardo Balbín. Este hecho distrajo un tanto la vigilancia policial, oportunidad que aprovecharon los manifestantes para realizar el acto”.
Esta es la última mención, por esos años, en que los diarios de entonces hacen referencia a la actividad del “Vasco”.
Sin mucha certeza, es posible conjeturar que el hombre consideró que había que cambiar de estrategia para derrotar la dictadura militar, y, quizás, eso se dedicó a ser vocero de los sin voz donde hubiera lugar.
Por Alfredo Páez, exdirector general de prensa del Dr. Néstor Perl / Especial para Jornada
Tenía el apodo de “El Vasco” desde mucho antes que el 28 de junio de 1966, como uno de muchos, en la entrada de la Casa Rosada insultaba a viva voz al general Julio Alsogaray y a su compaña de policías lanza gases con la que, a empellones, sacaban al Presidente de la Nación, Arturo Illia.
Desde ese día fue personaje necesario en las crónicas periodísticas de los distintos actos de reivindicación de la democracia que, con pura voluntad, se realizaron posteriormente.
El 7 de septiembre de 1966, sucedió el funeral de la esposa del presidente Illia, Silvia Martorell. luego del entierro en el cementerio de La Recoleta, el gigantesco cortejo que la acompañó se convirtió en la primera gran manifestación contra la dictadura de Onganía.
Cuando la multitud llegó a la esquina de Callao y Santa Fe, se destacó de los demás, “un joven rubio, de barba recortada, y que luego de insultar a los policías desde corta distancia, mientras agitaba un pañuelo rojo, fue detenido. Al obligarlo a ascender a un camión de la Guardia de Infantería, que se encontraba en el lugar, el joven propinó una trompada en la cara al oficial que realizó la detención, lanzando el casco del mismo a regular distancia. Al mismo tiempo, con singular encarnizamiento, repartió puntapiés y trompis en la cara de los servidores del orden que se encontraban en el interior del vehículo. Estos respondieron con sus bastones. (Textual del diario la Nación del jueves 8 de septiembre de 1966).
Fue en ese momento que nació entre “el Vasco” y la policía una relación de atracción mutua, Él los enfrentaba, ellos le pegaban, casi nunca con las manos, siempre con los garrotes o las culatas de los fusiles, y después lo metían preso acusado de alterar el orden público.
El 13 de octubre, en ocasión de un homenaje a Hipólito Yrigoyen, a pasos de la iglesia de Santo Domingo, la crónica periodística señala que se produce una “refriega” entre los manifestantes y la guardia de infantería de la policía a consecuencia de lo cual fue molido a palos y detenido por la policía un joven rubio, de barba recortada. Sic. Diario la Nación.
Tiempo después, en el año 1968, el 4 de abril, en la ciudad de La Plata, en la intersección de las calles 7 y 50, se realizó un acto relámpago en defensa de la democracia.
Según el diario La Nación, el jefe de policía de la provincia, en su condición de juez de faltas, dispuso aplicar 30 días de arresto no redimible por multa al ex presidente del comité de la provincia de la disuelta Unión Cívica Radical del Pueblo, y futuro presidente de la Nación, doctor Raúl Alfonsín. Entre los detenidos que lo acompañaron estaba “el Vasco”.
Otro matutino histórico, la Prensa, destacó en la edición dominical del 13 de octubre de 1968, que la policía impidió un homenaje al ex presidente Hipólito Yrigoyen, que se había anunciado para el día anterior, en el cementerio de la Recoleta. El acto, iba a consistir en la colocación de una palma de flores en la tumba que guarda sus restos, ceremonia que según manifestaron dirigentes del Radicalismo, entre los que se encontraban los doctores Arturo Illia y Ricardo Balbín, debía realizarse en silencio y en forma ordenada.
La crónica continúa describiendo que, la policía, encabezada por el comisario de la seccional 19 impidió su realización, por lo cual hubo protestas y varias personas fueron detenidas, “el público fue alejado a empellones y gritos por la Guardia de Infantería y cuando las protestas arreciaron, algunos de los asistentes fueron golpeados por los agentes. Para dispersarlos intervino el camión hidrante “Neptuno”. “En esos instantes en medio del tumulto, se vio caer al comisario, quien era tenido por las manos por un joven mientras otras personas trataban de prestarle apoyo. Al ver esto, los cinco agentes que formaban la valla se lanzaron entre el público y se llevaron detenido al joven que lo había sostenido (al jefe policial), después de aplicarle algunos golpes en el cuerpo… Varios policías uniformados llevaron a empujones al detenido hacia un vehículo policial donde lo introdujeron a viva fuerza, entre las protestas del público y el llanto de varias mujeres que “pedían que no lo golpearan más”. En su defensa corrió el doctor Ricardo Balbín. Este hecho distrajo un tanto la vigilancia policial, oportunidad que aprovecharon los manifestantes para realizar el acto”.
Esta es la última mención, por esos años, en que los diarios de entonces hacen referencia a la actividad del “Vasco”.
Sin mucha certeza, es posible conjeturar que el hombre consideró que había que cambiar de estrategia para derrotar la dictadura militar, y, quizás, eso se dedicó a ser vocero de los sin voz donde hubiera lugar.