Los 101 años de Cabo Raso, un pueblo ligado al mar

Hoy 11 de Julio se cumple un nuevo aniversario del ya desaparecido pueblo. Descendientes de antiguos pobladores lo recordarán con una visita conmemorativa.

09 JUL 2022 - 20:20 | Actualizado 10 JUL 2022 - 23:51

Por Marcelo D. Giusiano, especial para Jornada

Una vez más, como ya ocurriera en oportunidad de cumplirse los 100 años de la fecha oficial de su fundación, descendientes de antiguos pobladores se darán cita este lunes en Cabo Raso para homenajear a sus familiares, pioneros de aquellas tierras tan ligadas al mar por donde llegaban nuevos pobladores y todos aquellos elementos necesarios para su establecimiento.

Si bien el 11 de julio de 1921 es la fecha oficial de fundación del pueblo, por Decreto del entonces presidente de la Nación Dr. Hipólito Yrigoyen, las aguas de Puerto Cabo Raso ya habían comenzado a traer a aquellos buques de los que descenderían sus primeros pobladores, allí por finales del siglo XIX.

Entre los primeros nacimientos figuran las hijas de Juan Antonio Trucco, primer jefe de Correo. La primera de ellas fue, Celia María Trucco, en diciembre de 1903; mientras siguen llegando nuevos pobladores y con ello dan origen a un incipiente pueblo a orillas del mar.

Un comercio, cuatro familias…

Como en todo poblado en formación, pronto los visionarios que ven la oportunidad de un promisorio crecimiento ponen todo de sí para generar emprendimientos que den pronta respuesta a las variadas necesidades de sus habitantes y la prestación de diversos servicios.

Hacia el año 1910, el primer ramos generales fue “La Tehuelche”, que se establece frente al mar cuando llega la familia Pérez Pérez, sus propietarios. Este sería posteriormente adquirido por Juan Trucco, llevando adelante su administración Juan Heinken. Finalmente, arribado desde Malaspina, Simón Finat adquiere la citada casa de comercio y la llama “La Castellana”. Perdura aún en la memoria colectiva el recuerdo de sus hijos Emiliano y, fundamentalmente, de Merceditas Finat.

Juan Trucco, familiar directo de esos primeros propietarios recuerda: “(…) Mis bisabuelos maternos, de apellidos Pérez Pérez, fundaron en Cabo Raso el almacén de ramos generales más o menos entre 1910 y 1914. Mi bisabuelo llegó en un barco que venía del sur, teniendo el almacén de ramos generales en Río Gallegos, luego en San Julián, después en Camarones y, finalmente, en Cabo Raso. El almacén físicamente estaba, hoy ya no existe porque se prendió fuego, donde estuvo el negocio de los Finat. Mi bisabuelo Pérez Pérez le vende el comercio a mi abuelo paterno, Juan Antonio Trucco, y se van a vivir a Buenos Aires y ahí se quedaron (…)"

"(...) Cuando mi abuelo compra su negocio aún era empleado del Correo, entonces no podía hacerse cargo de las dos cosas. No sé por qué razón, Juan Heinken va a Cabo Raso y mi abuelo le dice que se quede a trabajar con él como administrador. Heinken trabajaba en un negocio grande de ramos generales en Trelew y en ese tiempo era como un tenedor de libros. Los libros del comercio del negocio de Trucco están hechos por el padre de Víctor Heinken, por eso él nace en Cabo Raso en 1920, dos años antes que mi papá, en el mismo lugar. Mientras el almacén fue propiedad de mi bisabuelo y luego de mi abuelo Trucco siempre se llamó “La Tehuelche”. Mi abuelo, posteriormente, vende el ramos generales para poder irse al norte y lo adquiere Simón Finat, que fue el padre de la mujer que lo tuvo hasta los últimos tiempos, Mercedes Finat. Estando Simón a cargo fue cuando se quemó el negocio. Como ellos eran españoles al negocio le pusieron el nombre de “La Castellana”.
A raíz de la propuesta laboral la familia Heinken se traslada al paraje".

El pasado 1° de julio cumplió en Trelew sus 102 años otro hijo de Cabo Raso, Víctor Gilberto Heinken. Da fe de ese nacimiento, en Acta Nº 5 del día 15 de julio de 1920, el encargado de Registro Civil, don Ángel Villar, ante la declaración de sus padres Juan Heiken, de origen alemán, y su esposa Edmea Corte, italiana. Como testigos firman al pie los señores José Pögler, austríaco, y Juan Barletta, italiano, domiciliados todos en Puerto Cabo Raso.

Si bien Víctor pasa su niñez junto a su familia en Trelew, desde temprana edad vuelve a la zona de Cabo Raso para emplearse en distintas estancias en las labores rurales. La producción por excelencia era la cría de ovinos en todas las estancias de los alrededores, la lana que cada establecimiento obtenía por año la enfardaba, la trasladaba primero en chatas y luego, con el correr del tiempo, en camioncitos rumbo al puerto de Cabo Raso, donde la estivaban en los galpones que cada establecimiento ganadero tenía en la playa en espera de la llegada del barco que se la llevaría.

Es precisamente Víctor Heinken quien acude a su buena memoria para relatar: “Yo primero estuve 20 años con Tschudi en la Ea. San Jorge, yo trataba de ir mejorando los animales desde mis inicios. Fui cambiando de estancias hasta que llegué a La Maciega, donde permanecí 30 años como administrador. Vendía carneros con muy buenos resultados, tengo un montón de premios. Para lograr un buen animal que sea premiado se debía lograr buen cuerpo y buena lana. Se competía con otras estancias. Yo competía contra Leleque y Maquinchao, que eran las principales cabañas de los ingleses. Luego la gente venía a comprarnos los carneros, vendíamos miles de carneros por la buena genética”.


Don Víctor Heinken y su hijo Rolando, Trelew 2021

Desde Puerto Cabo Raso salía la exportación de la lana que se embarcaba directamente con rumbo a Inglaterra, en algunos casos, y si no a Buenos Aires o Bahía Blanca que fue un centro lanero importante. Los barcos tenían como unos lanchones o barcazas que se acercaban a la orilla con marea baja, allí solían bajar pasajeros y mercancías para las estancias y los comercios. Don Víctor recuerda que uno de los que más iba era el barco “José Menéndez” de La Anónima, ese quedaba retirado de la costa y los lanchones trasladaban los fardos de lana.


Vapor Camarones año 1922 – Gentileza Flia. Trucco

Aún hoy permanece en el recuerdo de antiguos pobladores de Cabo Raso que en aquel entonces, siendo niños del Internado Mendoza, solían ir a comprar sus mapas o lápices para la escuela a La Castellana porque don Simón Finat los atendía muy amablemente y les regalaba caramelos, según el recuerdo de Carmen y Julián Beinaran.

Pero, quizás la figura más recordada del citado comercio a lo largo del tiempo y por distintas generaciones, ha sido la de su hija Merceditas Finat. De carácter afable, Merceditas nació un 19 de agosto de 1919, provenientes de Malaspina arriban a Cabo Raso en el año 1925 cuando su padre adquiere el ramos generales "La Tehuelche" y lo transforma en "La Castellana". Esa será su vida, detrás del mostrador, atendiendo a pobladores y visitantes en ese antiguo y enorme local de chapa con vista al mar hasta que un día la tragedia los sorprende cuando el mismo se convierte en cenizas luego de un voraz incendio.

Se traslada entonces al otro lado de la Ruta 1, en el bajo, y se establece en la vivienda de la familia Echegaray donde supo funcionar el Internado Escolar. Ahí, ya sola o con la esporádica ayuda de su hermano Emiliano, levanta nuevamente su comercio en un salón más chico, con muchas cosas abarrotadas, pero siempre bien predispuesta a servir a los demás. Recibía al transporte de Abelluto y sus pasajeros, cuando éste pasaba hacia Camarones proveniente de Trelew.


Merceditas Finat con don Leandro Miche y su hijo, 1980 – Gentileza El Cabo

Ella hacía también las veces de Juez de Paz cuando el Juzgado cerró sus puertas. Expedía las guías de campaña, cuidaba el Faro, estaba a cargo de una estación meteorológica y todos los días enviaba a Rawson el parte. Todas actividades que realizaba de puro voluntarismo.

Hay quienes afirman que Cabo Raso muere cuando el transporte deja de ser marítimo para ser terrestre, ahí mueren muchos de los puertos patagónicos porque la Argentina dejó de mirar al mar. Otros afirman que el ocaso de Cabo Raso se inicia cuando se aleja del pueblo con otro rumbo doña Victorina Lacoste, cuya labor fue muy fructífera en los años que fundó el Internado Mendoza.

También están aquellos que vinculan la desaparición de Cabo Raso con la habilitación de la Ruta 3. Sin embargo todos coinciden que el pueblo llega a su fin cuando se extingue la luz del Faro de Cabo Raso; es decir, cuando la muerte sorprende a Merceditas Finat en medio de la soledad patagónica un 6 de junio de 1987. Es ahí cuando con la partida de su última moradora, esta progresista localidad costera que supo ser, se transforma en un pueblo fantasma.

A orillas del mar, en el Cementerio local, azotado por el fuerte viento patagónico, descansan sus restos con una placa que la homenajea: “A la defensora de Cabo Raso, Estancia La Berna y Estancia Los Cipreses” y el recuerdo también de sus amigos los Torreros de la Armada Argentina.

En los escasos párrafos que integran esta reseña sería imposible evocar la memoria de tantos hombres y mujeres que con espíritu pionero poblaron estas tierras. A todos ellos el recuerdo y homenaje en este nuevo aniversario de Cabo Raso.


Victor Heinken con un Borrego Gran Campeón en 1982, Cabaña La Maciega

09 JUL 2022 - 20:20

Por Marcelo D. Giusiano, especial para Jornada

Una vez más, como ya ocurriera en oportunidad de cumplirse los 100 años de la fecha oficial de su fundación, descendientes de antiguos pobladores se darán cita este lunes en Cabo Raso para homenajear a sus familiares, pioneros de aquellas tierras tan ligadas al mar por donde llegaban nuevos pobladores y todos aquellos elementos necesarios para su establecimiento.

Si bien el 11 de julio de 1921 es la fecha oficial de fundación del pueblo, por Decreto del entonces presidente de la Nación Dr. Hipólito Yrigoyen, las aguas de Puerto Cabo Raso ya habían comenzado a traer a aquellos buques de los que descenderían sus primeros pobladores, allí por finales del siglo XIX.

Entre los primeros nacimientos figuran las hijas de Juan Antonio Trucco, primer jefe de Correo. La primera de ellas fue, Celia María Trucco, en diciembre de 1903; mientras siguen llegando nuevos pobladores y con ello dan origen a un incipiente pueblo a orillas del mar.

Un comercio, cuatro familias…

Como en todo poblado en formación, pronto los visionarios que ven la oportunidad de un promisorio crecimiento ponen todo de sí para generar emprendimientos que den pronta respuesta a las variadas necesidades de sus habitantes y la prestación de diversos servicios.

Hacia el año 1910, el primer ramos generales fue “La Tehuelche”, que se establece frente al mar cuando llega la familia Pérez Pérez, sus propietarios. Este sería posteriormente adquirido por Juan Trucco, llevando adelante su administración Juan Heinken. Finalmente, arribado desde Malaspina, Simón Finat adquiere la citada casa de comercio y la llama “La Castellana”. Perdura aún en la memoria colectiva el recuerdo de sus hijos Emiliano y, fundamentalmente, de Merceditas Finat.

Juan Trucco, familiar directo de esos primeros propietarios recuerda: “(…) Mis bisabuelos maternos, de apellidos Pérez Pérez, fundaron en Cabo Raso el almacén de ramos generales más o menos entre 1910 y 1914. Mi bisabuelo llegó en un barco que venía del sur, teniendo el almacén de ramos generales en Río Gallegos, luego en San Julián, después en Camarones y, finalmente, en Cabo Raso. El almacén físicamente estaba, hoy ya no existe porque se prendió fuego, donde estuvo el negocio de los Finat. Mi bisabuelo Pérez Pérez le vende el comercio a mi abuelo paterno, Juan Antonio Trucco, y se van a vivir a Buenos Aires y ahí se quedaron (…)"

"(...) Cuando mi abuelo compra su negocio aún era empleado del Correo, entonces no podía hacerse cargo de las dos cosas. No sé por qué razón, Juan Heinken va a Cabo Raso y mi abuelo le dice que se quede a trabajar con él como administrador. Heinken trabajaba en un negocio grande de ramos generales en Trelew y en ese tiempo era como un tenedor de libros. Los libros del comercio del negocio de Trucco están hechos por el padre de Víctor Heinken, por eso él nace en Cabo Raso en 1920, dos años antes que mi papá, en el mismo lugar. Mientras el almacén fue propiedad de mi bisabuelo y luego de mi abuelo Trucco siempre se llamó “La Tehuelche”. Mi abuelo, posteriormente, vende el ramos generales para poder irse al norte y lo adquiere Simón Finat, que fue el padre de la mujer que lo tuvo hasta los últimos tiempos, Mercedes Finat. Estando Simón a cargo fue cuando se quemó el negocio. Como ellos eran españoles al negocio le pusieron el nombre de “La Castellana”.
A raíz de la propuesta laboral la familia Heinken se traslada al paraje".

El pasado 1° de julio cumplió en Trelew sus 102 años otro hijo de Cabo Raso, Víctor Gilberto Heinken. Da fe de ese nacimiento, en Acta Nº 5 del día 15 de julio de 1920, el encargado de Registro Civil, don Ángel Villar, ante la declaración de sus padres Juan Heiken, de origen alemán, y su esposa Edmea Corte, italiana. Como testigos firman al pie los señores José Pögler, austríaco, y Juan Barletta, italiano, domiciliados todos en Puerto Cabo Raso.

Si bien Víctor pasa su niñez junto a su familia en Trelew, desde temprana edad vuelve a la zona de Cabo Raso para emplearse en distintas estancias en las labores rurales. La producción por excelencia era la cría de ovinos en todas las estancias de los alrededores, la lana que cada establecimiento obtenía por año la enfardaba, la trasladaba primero en chatas y luego, con el correr del tiempo, en camioncitos rumbo al puerto de Cabo Raso, donde la estivaban en los galpones que cada establecimiento ganadero tenía en la playa en espera de la llegada del barco que se la llevaría.

Es precisamente Víctor Heinken quien acude a su buena memoria para relatar: “Yo primero estuve 20 años con Tschudi en la Ea. San Jorge, yo trataba de ir mejorando los animales desde mis inicios. Fui cambiando de estancias hasta que llegué a La Maciega, donde permanecí 30 años como administrador. Vendía carneros con muy buenos resultados, tengo un montón de premios. Para lograr un buen animal que sea premiado se debía lograr buen cuerpo y buena lana. Se competía con otras estancias. Yo competía contra Leleque y Maquinchao, que eran las principales cabañas de los ingleses. Luego la gente venía a comprarnos los carneros, vendíamos miles de carneros por la buena genética”.


Don Víctor Heinken y su hijo Rolando, Trelew 2021

Desde Puerto Cabo Raso salía la exportación de la lana que se embarcaba directamente con rumbo a Inglaterra, en algunos casos, y si no a Buenos Aires o Bahía Blanca que fue un centro lanero importante. Los barcos tenían como unos lanchones o barcazas que se acercaban a la orilla con marea baja, allí solían bajar pasajeros y mercancías para las estancias y los comercios. Don Víctor recuerda que uno de los que más iba era el barco “José Menéndez” de La Anónima, ese quedaba retirado de la costa y los lanchones trasladaban los fardos de lana.


Vapor Camarones año 1922 – Gentileza Flia. Trucco

Aún hoy permanece en el recuerdo de antiguos pobladores de Cabo Raso que en aquel entonces, siendo niños del Internado Mendoza, solían ir a comprar sus mapas o lápices para la escuela a La Castellana porque don Simón Finat los atendía muy amablemente y les regalaba caramelos, según el recuerdo de Carmen y Julián Beinaran.

Pero, quizás la figura más recordada del citado comercio a lo largo del tiempo y por distintas generaciones, ha sido la de su hija Merceditas Finat. De carácter afable, Merceditas nació un 19 de agosto de 1919, provenientes de Malaspina arriban a Cabo Raso en el año 1925 cuando su padre adquiere el ramos generales "La Tehuelche" y lo transforma en "La Castellana". Esa será su vida, detrás del mostrador, atendiendo a pobladores y visitantes en ese antiguo y enorme local de chapa con vista al mar hasta que un día la tragedia los sorprende cuando el mismo se convierte en cenizas luego de un voraz incendio.

Se traslada entonces al otro lado de la Ruta 1, en el bajo, y se establece en la vivienda de la familia Echegaray donde supo funcionar el Internado Escolar. Ahí, ya sola o con la esporádica ayuda de su hermano Emiliano, levanta nuevamente su comercio en un salón más chico, con muchas cosas abarrotadas, pero siempre bien predispuesta a servir a los demás. Recibía al transporte de Abelluto y sus pasajeros, cuando éste pasaba hacia Camarones proveniente de Trelew.


Merceditas Finat con don Leandro Miche y su hijo, 1980 – Gentileza El Cabo

Ella hacía también las veces de Juez de Paz cuando el Juzgado cerró sus puertas. Expedía las guías de campaña, cuidaba el Faro, estaba a cargo de una estación meteorológica y todos los días enviaba a Rawson el parte. Todas actividades que realizaba de puro voluntarismo.

Hay quienes afirman que Cabo Raso muere cuando el transporte deja de ser marítimo para ser terrestre, ahí mueren muchos de los puertos patagónicos porque la Argentina dejó de mirar al mar. Otros afirman que el ocaso de Cabo Raso se inicia cuando se aleja del pueblo con otro rumbo doña Victorina Lacoste, cuya labor fue muy fructífera en los años que fundó el Internado Mendoza.

También están aquellos que vinculan la desaparición de Cabo Raso con la habilitación de la Ruta 3. Sin embargo todos coinciden que el pueblo llega a su fin cuando se extingue la luz del Faro de Cabo Raso; es decir, cuando la muerte sorprende a Merceditas Finat en medio de la soledad patagónica un 6 de junio de 1987. Es ahí cuando con la partida de su última moradora, esta progresista localidad costera que supo ser, se transforma en un pueblo fantasma.

A orillas del mar, en el Cementerio local, azotado por el fuerte viento patagónico, descansan sus restos con una placa que la homenajea: “A la defensora de Cabo Raso, Estancia La Berna y Estancia Los Cipreses” y el recuerdo también de sus amigos los Torreros de la Armada Argentina.

En los escasos párrafos que integran esta reseña sería imposible evocar la memoria de tantos hombres y mujeres que con espíritu pionero poblaron estas tierras. A todos ellos el recuerdo y homenaje en este nuevo aniversario de Cabo Raso.


Victor Heinken con un Borrego Gran Campeón en 1982, Cabaña La Maciega


NOTICIAS RELACIONADAS