Editorial / Un círculo virtuoso para la educación

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09 JUL 2022 - 20:35 | Actualizado 10 JUL 2022 - 13:19

Si el Gobierno no provincial no acomoda la cuestión docente, y esto significa que los chicos estén en las aulas y los gremios satisfechos con una pauta salarial razonable, no hay chances de que el peronismo gane las elecciones del año próximo. Palabras más, palabras menos, este fue uno de los puntos de coincidencia en la reunión que el miércoles pasado mantuvieron el gobernador Mariano Arcioni y su futuro ministro de Educación, José Grazzini.

Por supuesto que la cuestión docente amerita muchas otras coincidencias para que se encarrile, como por ejemplo que el nuevo ministro disponga de números certeros sobre los fondos con los que el Gobierno piensa atender los reclamos docentes, para saber cómo y cuándo negociar con los gremios del sector. Sobre todo, con los intransigentes dirigentes de la ATECh.
La llegada de Grazzini al Ministerio de Educación –asumirá formalmente el 18 de julio- se dio casi de casualidad y porque la elegida en primer término para reemplazar a la renunciante Florencia Perata, la esquelense Valeria Saunders, se bajó antes de asumir con un tuit publicado desde la cuenta del bloque de concejales de Chubut Al Frente de Esquel, en el que dijo que fue porque no estaban “garantizadas las cuestiones mínimas”.

La desprolijidad de Saunders –y también de algunos funcionarios del Gobierno que en vez de evitarle problemas al gobernador se los generan- terminó obligando a Arcioni a pensar en una salida política más que educativa. En ese escenario apareció el nombre de Grazzini, que hace siete meses se había ido del Gobierno en buenos términos con el gobernador pero un poco cansado por las operaciones de algunos otros integrantes que creen que hacer política es pasarles data a portales de información de poco vuelo y meter amigos en los ravioles del Poder Ejecutivo.

Manejo político

Grazzini vuelve oxigenado, fortalecido porque, de alguna manera, lo fueron a buscar para que ayude a solucionar una situación crítica, y con ganas de anotarse un triunfo en donde las derrotas del Gobierno son sucesivas. Hasta ahora, salvo en las ya lejanas épocas de Haydee Mirtha Romero al frente de Educación, en donde se cumplían los 180 días de clases o el presupuesto educativo crecía a tasas históricas, a todos los ministros y ministras que la sucedieron en esta poco más de una década se les complicó llevar las riendas porque la situación económica de la Provincia se fue degradando y porque, en muchos casos, la discusión se centró únicamente en lo salarial.

Grazzini sabe eso y espera que su capacidad negociadora lo ayude a cambiar el rumbo. En estos años ha sabido cultivar una buena relación con la oposición, los sindicatos y hasta con los distintos sectores del peronismo que hoy en día son muchos y con objetivos distintos.

“Lo pensé, vi la dificultad que se estaba atravesando y el desafío es muy importante. Soy un hombre de la política pero creo en la educación pública de la que soy un apasionado. Es el pilar de la democracia y un baluarte indiscutido”, dijo Grazzini el viernes. “Vivo hace treinta y tres años en la provincia, la quiero como propia, mis hijos nacieron acá y toda mi familia ha transcurrido su vida acá. No me ofende haber sido una segunda opción”, agregó el exdiputado provincial y exministro de Gobierno.

El regreso de Grazzini le significará al Gobierno un mayor peso político propio a la hora de negociar. La mayoría de los gremios docentes le reconocen su vocación dialoguista y, en cambio, vienen cuestionando el estilo opuesto del actual ministro de Gobierno, Cristian Ayala, que habla más de descontar días a los que hacen paros que de dialogar, negociar y consensuar salidas.

El gobernador retomó el control de su gobierno hace rato pero cada tanto tiene que pegar un par de gritos para que algunos de sus ministros levanten las colas de la sillas y salgan a caminar la calle. De aquel Gobierno al que muchos le contaban los días para irse anticipadamente, a esta etapa en la que Arcioni se sienta en la mesa con los principales dirigentes del peronismo para ver qué tienen que hacer en conjunto para intentar retener el control de la Provincia en 2023, ha pasado mucha agua bajo el puente.

No todo es salarios

Tras su asunción de la semana próxima, Grazzini prometió convocar a la totalidad de los sectores involucrados en la Educación y reconoció que más allá de los esfuerzos de los últimos tres gobiernos, hay una necesidad de implementar cambios que dinamicen el sistema. Las políticas se fueron modificando, la pandemia agravó las diferentes crisis y el desgaste fue inevitable.

Claramente, hay que sentarse a romper la inercia de un formato de relación entre el Gobierno y los docentes en donde lo único que se discute desde hace años es lo salarial. Hay que pasar de ese círculo vicioso a uno virtuoso en el que haya cuestiones pedagógicas y técnicas que merecen mayor atención. Y ni hablar las falencias de infraestructura escolar.
Pero todo eso se debe ir acordando o solucionando con los chicos en las aulas. Cualquier otro camino significaría seguir haciendo lo mismo para que nada cambie. Los resultados de años y años de errores están a la vista.#

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09 JUL 2022 - 20:35

Si el Gobierno no provincial no acomoda la cuestión docente, y esto significa que los chicos estén en las aulas y los gremios satisfechos con una pauta salarial razonable, no hay chances de que el peronismo gane las elecciones del año próximo. Palabras más, palabras menos, este fue uno de los puntos de coincidencia en la reunión que el miércoles pasado mantuvieron el gobernador Mariano Arcioni y su futuro ministro de Educación, José Grazzini.

Por supuesto que la cuestión docente amerita muchas otras coincidencias para que se encarrile, como por ejemplo que el nuevo ministro disponga de números certeros sobre los fondos con los que el Gobierno piensa atender los reclamos docentes, para saber cómo y cuándo negociar con los gremios del sector. Sobre todo, con los intransigentes dirigentes de la ATECh.
La llegada de Grazzini al Ministerio de Educación –asumirá formalmente el 18 de julio- se dio casi de casualidad y porque la elegida en primer término para reemplazar a la renunciante Florencia Perata, la esquelense Valeria Saunders, se bajó antes de asumir con un tuit publicado desde la cuenta del bloque de concejales de Chubut Al Frente de Esquel, en el que dijo que fue porque no estaban “garantizadas las cuestiones mínimas”.

La desprolijidad de Saunders –y también de algunos funcionarios del Gobierno que en vez de evitarle problemas al gobernador se los generan- terminó obligando a Arcioni a pensar en una salida política más que educativa. En ese escenario apareció el nombre de Grazzini, que hace siete meses se había ido del Gobierno en buenos términos con el gobernador pero un poco cansado por las operaciones de algunos otros integrantes que creen que hacer política es pasarles data a portales de información de poco vuelo y meter amigos en los ravioles del Poder Ejecutivo.

Manejo político

Grazzini vuelve oxigenado, fortalecido porque, de alguna manera, lo fueron a buscar para que ayude a solucionar una situación crítica, y con ganas de anotarse un triunfo en donde las derrotas del Gobierno son sucesivas. Hasta ahora, salvo en las ya lejanas épocas de Haydee Mirtha Romero al frente de Educación, en donde se cumplían los 180 días de clases o el presupuesto educativo crecía a tasas históricas, a todos los ministros y ministras que la sucedieron en esta poco más de una década se les complicó llevar las riendas porque la situación económica de la Provincia se fue degradando y porque, en muchos casos, la discusión se centró únicamente en lo salarial.

Grazzini sabe eso y espera que su capacidad negociadora lo ayude a cambiar el rumbo. En estos años ha sabido cultivar una buena relación con la oposición, los sindicatos y hasta con los distintos sectores del peronismo que hoy en día son muchos y con objetivos distintos.

“Lo pensé, vi la dificultad que se estaba atravesando y el desafío es muy importante. Soy un hombre de la política pero creo en la educación pública de la que soy un apasionado. Es el pilar de la democracia y un baluarte indiscutido”, dijo Grazzini el viernes. “Vivo hace treinta y tres años en la provincia, la quiero como propia, mis hijos nacieron acá y toda mi familia ha transcurrido su vida acá. No me ofende haber sido una segunda opción”, agregó el exdiputado provincial y exministro de Gobierno.

El regreso de Grazzini le significará al Gobierno un mayor peso político propio a la hora de negociar. La mayoría de los gremios docentes le reconocen su vocación dialoguista y, en cambio, vienen cuestionando el estilo opuesto del actual ministro de Gobierno, Cristian Ayala, que habla más de descontar días a los que hacen paros que de dialogar, negociar y consensuar salidas.

El gobernador retomó el control de su gobierno hace rato pero cada tanto tiene que pegar un par de gritos para que algunos de sus ministros levanten las colas de la sillas y salgan a caminar la calle. De aquel Gobierno al que muchos le contaban los días para irse anticipadamente, a esta etapa en la que Arcioni se sienta en la mesa con los principales dirigentes del peronismo para ver qué tienen que hacer en conjunto para intentar retener el control de la Provincia en 2023, ha pasado mucha agua bajo el puente.

No todo es salarios

Tras su asunción de la semana próxima, Grazzini prometió convocar a la totalidad de los sectores involucrados en la Educación y reconoció que más allá de los esfuerzos de los últimos tres gobiernos, hay una necesidad de implementar cambios que dinamicen el sistema. Las políticas se fueron modificando, la pandemia agravó las diferentes crisis y el desgaste fue inevitable.

Claramente, hay que sentarse a romper la inercia de un formato de relación entre el Gobierno y los docentes en donde lo único que se discute desde hace años es lo salarial. Hay que pasar de ese círculo vicioso a uno virtuoso en el que haya cuestiones pedagógicas y técnicas que merecen mayor atención. Y ni hablar las falencias de infraestructura escolar.
Pero todo eso se debe ir acordando o solucionando con los chicos en las aulas. Cualquier otro camino significaría seguir haciendo lo mismo para que nada cambie. Los resultados de años y años de errores están a la vista.#


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