El puente y el túnel de Río Chico, las joyas ocultas del ramal de La Trochita

Por iniciativa de la legisladora Adriana del Agua (JSRN), el parque ferroviario de la estación Cerro Mesa fue declarado como lugar histórico provincial, con la premisa de que “la comunidad pueda contar con un atractivo que convoque a más visitantes interesados en este tipo de experiencias y actividades turísticas”.

12 SEP 2022 - 17:41 | Actualizado 12 SEP 2022 - 18:21

Este año, el material rodante del Viejo Expreso Patagónico está cumpliendo un siglo de existencia. Así lo señalan las locomotoras Baldwin (Estados Unidos) y Henschel (Alemania) construidas en 1922 y traídas especialmente a la Patagonia para el ramal de 402 km que une Ingeniero Jacobacci con Esquel, hasta donde llegó en 1945. El trencito de trocha angosta interrumpió sus viajes en la década del ’80, durante el gobierno de Alfonsín, lo que trajo aparejado el desempleo, la emigración masiva (y casi la desaparición) de pueblos como Ñorquinco, Río Chico, Mamuel Choique y Ojos de Agua.

Dicha medida se mantuvo hasta los ’90, cuando Chubut tomó la decisión de transformar el ramal con un recorrido turístico con cabecera en Esquel y El Maitén, además de los charters con extranjeros interesados en conocer cada rincón del trazado. Del lado rionegrino, hay un servicio similar que parte desde Ingeniero Jacobacci y llega hasta Ojos de Agua. No obstante, queda por reactivar un tramo de 82 km que incluye el túnel y el puente de Río Chico, un lugar demandado por miles de amantes de los rieles del mundo entero por su belleza y particular ingeniería.

Ubicada a 85 km al norte de El Maitén, la localidad de la Línea Sur rionegrina se resiste al abandono y al olvido. Sus habitantes quieren sumar el turismo al quehacer campesino tradicional, como la cría de ganado caprino y ovino. A la vera de la ruta provincial 6, cuenta con un gran potencial para todo tipo de actividades de aventura, donde los lugareños ofrecen “la naturaleza en su estado más puro” que incluye pesca en el curso hídrico que atraviesa el pueblo, cabalgatas, trekking y mountain bike por cañadones y lugares de singular impacto paisajístico.

Con todo, su “secreto mejor guardado” es el puente colgante Bailey de 110 metros (el más largo de Sudamérica), que se une al túnel que atraviesa una montaña de más de 100 metros de longitud, reflejo de los propios orígenes del pueblo nacido con la llegada de La Trochita y parte de su acervo histórico y cultural. Son obras de la década de 1930, comandadas por el ingeniero italiano Guido Amadeo Jacobacci, bajo la dirección de Bruno Thomae, donde trabajaron cientos de inmigrantes polacos, ucranianos y de otras nacionalidades, sumados a los criollos y mapuches. Muchos de ellos se quedaron luego en la región cordillerana, donde formaron sus familias y dieron origen a nuevos pueblos.

Por allí, los fantasmas del mundo ferroviario aún deambulan entre los vagones y las carcasas de las máquinas, las construcciones de quebracho colorado, la bomba de agua y la sala de espera. “Por esta vía llegaba toda la mercadería del norte y se iba la producción de la zona, como la lana y los minerales. Aquí se cambiaba al maquinista, al guarda y, a veces, también a la locomotora. En estos galpones, se ocupaban de tener todo listo a la espera de los trenes que corrían desde Esquel o Jacobacci dos veces por semana”, recordaron con nostalgia los vecinos.

Por su parte, la legisladora Adriana del Agua valoró que “la estación Cerro Mesa es parte del patrimonio de todos los patagónicos” y apuntó “a revalorizar sus recursos, ya que contribuirá a vigorizar el perfil turístico de una comunidad que ama lo que es suyo y desea mostrarlo y compartirlo con quienes se dispongan a acercarse y disfrutarlo apaciblemente”.

Puntualmente, adelantó que “con esta ley provincial se contempla la puesta en valor de la antigua estación, aprovechando la estructura existente, mediante la restauración de los vagones en desuso y desarrollando sobre ellos una oficina de informes turísticos, venta de artesanías locales, ferias de los productores y la prestación de servicios gastronómicos”.

Entre otras acciones, confirmó que “la provincia de Río Negro estará presente en la próxima Feria Internacional de Turismo, a principios de octubre, donde se mostrará el centenario de La Trochita y el potencial de los pueblos de la estepa”.

Un gran campamento

Según detalla Edmundo Jios en su libro “El baúl de los recuerdos”, “terminaba 1936 cuando la punta de rieles llegó a un lugar que era un verdadero paraíso entre tanto desierto. Desde la altura de las vías (a 871 msnm), la vista del río Chico con sus aguas cristalinas y sus peces saltando en el atardecer de ese verano, llenó de sensaciones desconocidas el alma de los trabajadores. Allí se instaló un gran campamento y el naciente pueblo sumaría a los comerciantes que venían siguiendo el recorridos de La Trochita y comenzaban a atraer los adelantos tecnológicos y nuevas comodidades para esta nueva forma de civilización a las tierras patagónicas”.

“Cuatro años demandarían los trabajos para construir el puente sobre el río Chico, una obra arquitectónica de 105 metros de largo sin tramos intermedios, totalmente abulonado a más de 15 metros de altura. Y luego un túnel labrado a pala, pico y dinamita, de 108 metros de largo en curva. Comentan los antiguos habitantes del lugar que, con las explosiones, dejaron su vida muchos peones que quedaron sepultados bajo toneladas de piedras. ¿Y quién iba a reclamar por ellos?, si la mayoría fueron seleccionados por su condición de gringos o aborígenes a los que no se conocía familia. Así era la cosa”, precisó.

12 SEP 2022 - 17:41

Este año, el material rodante del Viejo Expreso Patagónico está cumpliendo un siglo de existencia. Así lo señalan las locomotoras Baldwin (Estados Unidos) y Henschel (Alemania) construidas en 1922 y traídas especialmente a la Patagonia para el ramal de 402 km que une Ingeniero Jacobacci con Esquel, hasta donde llegó en 1945. El trencito de trocha angosta interrumpió sus viajes en la década del ’80, durante el gobierno de Alfonsín, lo que trajo aparejado el desempleo, la emigración masiva (y casi la desaparición) de pueblos como Ñorquinco, Río Chico, Mamuel Choique y Ojos de Agua.

Dicha medida se mantuvo hasta los ’90, cuando Chubut tomó la decisión de transformar el ramal con un recorrido turístico con cabecera en Esquel y El Maitén, además de los charters con extranjeros interesados en conocer cada rincón del trazado. Del lado rionegrino, hay un servicio similar que parte desde Ingeniero Jacobacci y llega hasta Ojos de Agua. No obstante, queda por reactivar un tramo de 82 km que incluye el túnel y el puente de Río Chico, un lugar demandado por miles de amantes de los rieles del mundo entero por su belleza y particular ingeniería.

Ubicada a 85 km al norte de El Maitén, la localidad de la Línea Sur rionegrina se resiste al abandono y al olvido. Sus habitantes quieren sumar el turismo al quehacer campesino tradicional, como la cría de ganado caprino y ovino. A la vera de la ruta provincial 6, cuenta con un gran potencial para todo tipo de actividades de aventura, donde los lugareños ofrecen “la naturaleza en su estado más puro” que incluye pesca en el curso hídrico que atraviesa el pueblo, cabalgatas, trekking y mountain bike por cañadones y lugares de singular impacto paisajístico.

Con todo, su “secreto mejor guardado” es el puente colgante Bailey de 110 metros (el más largo de Sudamérica), que se une al túnel que atraviesa una montaña de más de 100 metros de longitud, reflejo de los propios orígenes del pueblo nacido con la llegada de La Trochita y parte de su acervo histórico y cultural. Son obras de la década de 1930, comandadas por el ingeniero italiano Guido Amadeo Jacobacci, bajo la dirección de Bruno Thomae, donde trabajaron cientos de inmigrantes polacos, ucranianos y de otras nacionalidades, sumados a los criollos y mapuches. Muchos de ellos se quedaron luego en la región cordillerana, donde formaron sus familias y dieron origen a nuevos pueblos.

Por allí, los fantasmas del mundo ferroviario aún deambulan entre los vagones y las carcasas de las máquinas, las construcciones de quebracho colorado, la bomba de agua y la sala de espera. “Por esta vía llegaba toda la mercadería del norte y se iba la producción de la zona, como la lana y los minerales. Aquí se cambiaba al maquinista, al guarda y, a veces, también a la locomotora. En estos galpones, se ocupaban de tener todo listo a la espera de los trenes que corrían desde Esquel o Jacobacci dos veces por semana”, recordaron con nostalgia los vecinos.

Por su parte, la legisladora Adriana del Agua valoró que “la estación Cerro Mesa es parte del patrimonio de todos los patagónicos” y apuntó “a revalorizar sus recursos, ya que contribuirá a vigorizar el perfil turístico de una comunidad que ama lo que es suyo y desea mostrarlo y compartirlo con quienes se dispongan a acercarse y disfrutarlo apaciblemente”.

Puntualmente, adelantó que “con esta ley provincial se contempla la puesta en valor de la antigua estación, aprovechando la estructura existente, mediante la restauración de los vagones en desuso y desarrollando sobre ellos una oficina de informes turísticos, venta de artesanías locales, ferias de los productores y la prestación de servicios gastronómicos”.

Entre otras acciones, confirmó que “la provincia de Río Negro estará presente en la próxima Feria Internacional de Turismo, a principios de octubre, donde se mostrará el centenario de La Trochita y el potencial de los pueblos de la estepa”.

Un gran campamento

Según detalla Edmundo Jios en su libro “El baúl de los recuerdos”, “terminaba 1936 cuando la punta de rieles llegó a un lugar que era un verdadero paraíso entre tanto desierto. Desde la altura de las vías (a 871 msnm), la vista del río Chico con sus aguas cristalinas y sus peces saltando en el atardecer de ese verano, llenó de sensaciones desconocidas el alma de los trabajadores. Allí se instaló un gran campamento y el naciente pueblo sumaría a los comerciantes que venían siguiendo el recorridos de La Trochita y comenzaban a atraer los adelantos tecnológicos y nuevas comodidades para esta nueva forma de civilización a las tierras patagónicas”.

“Cuatro años demandarían los trabajos para construir el puente sobre el río Chico, una obra arquitectónica de 105 metros de largo sin tramos intermedios, totalmente abulonado a más de 15 metros de altura. Y luego un túnel labrado a pala, pico y dinamita, de 108 metros de largo en curva. Comentan los antiguos habitantes del lugar que, con las explosiones, dejaron su vida muchos peones que quedaron sepultados bajo toneladas de piedras. ¿Y quién iba a reclamar por ellos?, si la mayoría fueron seleccionados por su condición de gringos o aborígenes a los que no se conocía familia. Así era la cosa”, precisó.


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