El tsunami ocurrido en el lago Nahuel Haupi, el 22 de mayo de 1960, constituye el primer ejemplo de tsunami en lagos continentales en Argentina.
Era Domingo 22 de mayo de 1960 cuando un terremoto sacudió a Chile y el movimiento llegó hasta la zona de Bariloche, generando un terrible lagomoto o tsunami en el lago Nahuel Huapi. Una ola gigante de 7 metros se llevaba el muelle del puerto San Carlos, marcando un suceso tan espectacular como trágico, llevándose la vida de dos personas en Bariloche y miles en Chile.
El lunes empezaron a caer cenizas yo iba a la escuela de lago Moreno y no pudimos ir porque no se veía nada. Era impresionante la cantidad de arena volcánica que había” recuerda.
El primer y único “tsunami lacustre” documentado
Gustavo Villarosa es uno de los primeros científicos de Sudamérica que estudió el tema: es investigador del CONICET en el Instituto Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET – UNCo) y se especializa desde hace más de veinte años, en volcanología y limnogeología, que significa el estudio de los procesos geológicos en lagos. En 2009, publicó un paper en el que vinculó aquellas olas del tsunami lacustre de 1960 y la destrucción de Puerto San Carlos con el terremoto de mayor magnitud registrado instrumentalmente en el mundo -9,5 de magnitud-, que sucedía ese mismo día, en simultáneo, en Valdivia, al sur de Chile.
Villarosa comenzó su carrera como investigador estudiando volcanología, puntualmente estratigrafía volcánica postglaciar, que es el intento de reconstruir las erupciones de los últimos miles de años para poder comprender la peligrosidad volcánica de una región. En el camino, se dio cuenta de que esa disciplina guardaba un estrecho vínculo con el estudio de los lagos, sobre todo en la Patagonia, y por eso amplió su campo hacia la limnogeología. “Fue entonces cuando junto con los colegas del grupo de trabajo, empezamos a advertir que en casi todos los grandes lagos patagónicos hubieron tsunamis de menor o mayor magnitud, porque los deslizamientos subacuáticos son muy frecuentes en la zona”, asegura.
Ello genera frecuentes y a veces intensos terremotos. El mismo proceso es el responsable de la existencia de la Cordillera de los Andes y de los numerosos volcanes activos alineados a lo largo de ella. Así es como se originan muchos de los depósitos, que son sedimentos lacustres removilizados, cenizas volcánicas y morfologías características, que se acumulan en el fondo de los lagos, dejando prueba de la ocurrencia de todos estos fenómenos en esta zona catalogada como `de sismicidad moderada`”.
En la Patagonia, el riesgo de que se produzca un tsunami en los lagos se da porque como resultado de las glaciaciones, las cuencas son muy profundas y muy extensas. Esas dos condiciones favorecen la generación de olas de gran tamaño -como resultado del ingreso o la movilización subacuática de grandes volúmenes de roca o sedimentos-. Por eso mismo, en las lagunas someras de la región pampeana, por ejemplo, ese riesgo es casi inexistente. “En donde también pueden ocurrir tsunamis lacustres es en algunas grandes represas, donde se combina gran profundidad y condiciones de altas tasas de sedimentación”, indica Villarosa.
El tsunami ocurrido en el lago Nahuel Haupi, el 22 de mayo de 1960, constituye el primer ejemplo de tsunami en lagos continentales en Argentina.
Era Domingo 22 de mayo de 1960 cuando un terremoto sacudió a Chile y el movimiento llegó hasta la zona de Bariloche, generando un terrible lagomoto o tsunami en el lago Nahuel Huapi. Una ola gigante de 7 metros se llevaba el muelle del puerto San Carlos, marcando un suceso tan espectacular como trágico, llevándose la vida de dos personas en Bariloche y miles en Chile.
El lunes empezaron a caer cenizas yo iba a la escuela de lago Moreno y no pudimos ir porque no se veía nada. Era impresionante la cantidad de arena volcánica que había” recuerda.
El primer y único “tsunami lacustre” documentado
Gustavo Villarosa es uno de los primeros científicos de Sudamérica que estudió el tema: es investigador del CONICET en el Instituto Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET – UNCo) y se especializa desde hace más de veinte años, en volcanología y limnogeología, que significa el estudio de los procesos geológicos en lagos. En 2009, publicó un paper en el que vinculó aquellas olas del tsunami lacustre de 1960 y la destrucción de Puerto San Carlos con el terremoto de mayor magnitud registrado instrumentalmente en el mundo -9,5 de magnitud-, que sucedía ese mismo día, en simultáneo, en Valdivia, al sur de Chile.
Villarosa comenzó su carrera como investigador estudiando volcanología, puntualmente estratigrafía volcánica postglaciar, que es el intento de reconstruir las erupciones de los últimos miles de años para poder comprender la peligrosidad volcánica de una región. En el camino, se dio cuenta de que esa disciplina guardaba un estrecho vínculo con el estudio de los lagos, sobre todo en la Patagonia, y por eso amplió su campo hacia la limnogeología. “Fue entonces cuando junto con los colegas del grupo de trabajo, empezamos a advertir que en casi todos los grandes lagos patagónicos hubieron tsunamis de menor o mayor magnitud, porque los deslizamientos subacuáticos son muy frecuentes en la zona”, asegura.
Ello genera frecuentes y a veces intensos terremotos. El mismo proceso es el responsable de la existencia de la Cordillera de los Andes y de los numerosos volcanes activos alineados a lo largo de ella. Así es como se originan muchos de los depósitos, que son sedimentos lacustres removilizados, cenizas volcánicas y morfologías características, que se acumulan en el fondo de los lagos, dejando prueba de la ocurrencia de todos estos fenómenos en esta zona catalogada como `de sismicidad moderada`”.
En la Patagonia, el riesgo de que se produzca un tsunami en los lagos se da porque como resultado de las glaciaciones, las cuencas son muy profundas y muy extensas. Esas dos condiciones favorecen la generación de olas de gran tamaño -como resultado del ingreso o la movilización subacuática de grandes volúmenes de roca o sedimentos-. Por eso mismo, en las lagunas someras de la región pampeana, por ejemplo, ese riesgo es casi inexistente. “En donde también pueden ocurrir tsunamis lacustres es en algunas grandes represas, donde se combina gran profundidad y condiciones de altas tasas de sedimentación”, indica Villarosa.