Lagomoto: el día que un tsunami causo muerte y destrucción en Bariloche

Fue el 22 de mayo de 1960, cuando una ola de siete metros rompió la calma del paisaje de montañas y se impuso con violencia en la ciudad. En el mismo momento, desapareció el muelle apostado frente al Centro Cívico, se hundieron varios barcos y perdieron la vida dos personas.

01 DIC 2022 - 19:00 | Actualizado 01 DIC 2022 - 19:27

El tsunami ocurrido en el lago Nahuel Haupi, el 22 de mayo de 1960, constituye el primer ejemplo de tsunami en lagos continentales en Argentina.

En Bariloche, una ola de siete metros ingresó hasta 100 metros dentro de la ciudad.

Cerca de las 15hs de una tarde apacible y soleada en aquel Bariloche de 1960, un temblor sacudió la ciudad y una enorme ola se formó en el lago Nahuel Huapi que tapó y arrasó el muelle del puerto San Carlos.

Era Domingo 22 de mayo de 1960 cuando un terremoto sacudió a Chile y el movimiento llegó hasta la zona de Bariloche, generando un terrible lagomoto o tsunami en el lago Nahuel Huapi. Una ola gigante de 7 metros se llevaba el muelle del puerto San Carlos, marcando un suceso tan espectacular como trágico, llevándose la vida de dos personas en Bariloche y miles en Chile.

Un poderoso terremoto en Chile fue el causante del falat tsunami que sufrió Bariloche hace 62 años.

Oscar “el gato” Ferreyra explicó cómo fue la situación previa al lago-moto. “Mi abuela me había comprado un caballo y los animales estaban enfurecidos, yo tenía 8 años y me acuerdo de todo. Empezó a temblar la tierra y se sacudía todo. El primero que empezó a escucharse fue el Tronador, se escuchaba desde el cerro Catedral” Donde su padre trabajaba y por eso estaba en ese lugar cuando ocurrió todo.

El lunes empezaron a caer cenizas yo iba a la escuela de lago Moreno y no pudimos ir porque no se veía nada. Era impresionante la cantidad de arena volcánica que había” recuerda.

El primer y único “tsunami lacustre” documentado

Las olas destruyeron el muelle frente al Centro Cívico.

Los pobladores reconocieron el fenómeno como un “lagomoto” pero, en realidad, lo que ocurrió fue algo inédito: el primer y único “tsunami lacustre” documentado históricamente en la zona, es decir, el primer tsunami ocurrido en un lago continental de Argentina. Desde entonces, el riesgo de que se repita continúa latente.

Gustavo Villarosa es uno de los primeros científicos de Sudamérica que estudió el tema: es investigador del CONICET en el Instituto Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET – UNCo) y se especializa desde hace más de veinte años, en volcanología y limnogeología, que significa el estudio de los procesos geológicos en lagos. En 2009, publicó un paper en el que vinculó aquellas olas del tsunami lacustre de 1960 y la destrucción de Puerto San Carlos con el terremoto de mayor magnitud registrado instrumentalmente en el mundo -9,5 de magnitud-, que sucedía ese mismo día, en simultáneo, en Valdivia, al sur de Chile.

Los volcanes chilenos erupcionaron tras el potente terremoto.

En aquel trabajo Villarosa comprobó, junto a un equipo internacional de científicos con el que realizó estudios geofísicos, sedimentológicos y tefrocronológicos, que el tsunami se había originado por el impacto de las ondas sísmicas, que provocaron que los sedimentos del lago ubicados a más de ochenta metros de profundidad se deslicen pendiente abajo, arrastrando los cimientos del muelle, y desplazaran con violencia aquella masa de agua que terminó golpeando las costas de Bariloche. También sugirió la incidencia que pudo haber tenido la vibración del hincado de los postes del muelle, que había estado en construcción durante algunos años, y contribuyeron a debilitar el sustrato y a facilitar los movimientos en masa en el fondo del lago.
“La geología es una disciplina bastante forense, porque estudiás algo ahora para entender el proceso que lo originó –advierte Villarosa–. En este sentido, los lagos funcionan como si fueran archivos de todo lo que pasa en la cuenca. Al analizar el fondo de los lagos ves las cosas que fueron sucediendo en la historia. Es como un sumidero, donde las erupciones, los movimientos de masas provocados por terremotos o el impacto que producen las actividades humanas van a dejar su impronta en el fondo del lago y quedarán registrados en los sedimentos”.

Villarosa comenzó su carrera como investigador estudiando volcanología, puntualmente estratigrafía volcánica postglaciar, que es el intento de reconstruir las erupciones de los últimos miles de años para poder comprender la peligrosidad volcánica de una región. En el camino, se dio cuenta de que esa disciplina guardaba un estrecho vínculo con el estudio de los lagos, sobre todo en la Patagonia, y por eso amplió su campo hacia la limnogeología. “Fue entonces cuando junto con los colegas del grupo de trabajo, empezamos a advertir que en casi todos los grandes lagos patagónicos hubieron tsunamis de menor o mayor magnitud, porque los deslizamientos subacuáticos son muy frecuentes en la zona”, asegura.

Estos tsunamis, según explica, se pueden desencadenar por varias causas, relacionadas con la ocurrencia de sismos y la llamada remoción en masa, que es la movilización de sedimentos o rocas en superficie o en el fondo de los lagos. “Estos fenómenos se relacionan directamente con los sismos que se generan en el margen activo ubicado en el borde occidental de la Patagonia, donde el encuentro de placas tectónicas que se mueven en direcciones opuestas produce el hundimiento de una placa por debajo de otra, es decir, de lo que se llama subducción –explica Villarosa-.

Ello genera frecuentes y a veces intensos terremotos. El mismo proceso es el responsable de la existencia de la Cordillera de los Andes y de los numerosos volcanes activos alineados a lo largo de ella. Así es como se originan muchos de los depósitos, que son sedimentos lacustres removilizados, cenizas volcánicas y morfologías características, que se acumulan en el fondo de los lagos, dejando prueba de la ocurrencia de todos estos fenómenos en esta zona catalogada como `de sismicidad moderada`”.

En la Patagonia, el riesgo de que se produzca un tsunami en los lagos se da porque como resultado de las glaciaciones, las cuencas son muy profundas y muy extensas. Esas dos condiciones favorecen la generación de olas de gran tamaño -como resultado del ingreso o la movilización subacuática de grandes volúmenes de roca o sedimentos-. Por eso mismo, en las lagunas someras de la región pampeana, por ejemplo, ese riesgo es casi inexistente. “En donde también pueden ocurrir tsunamis lacustres es en algunas grandes represas, donde se combina gran profundidad y condiciones de altas tasas de sedimentación”, indica Villarosa.

01 DIC 2022 - 19:00

El tsunami ocurrido en el lago Nahuel Haupi, el 22 de mayo de 1960, constituye el primer ejemplo de tsunami en lagos continentales en Argentina.

En Bariloche, una ola de siete metros ingresó hasta 100 metros dentro de la ciudad.

Cerca de las 15hs de una tarde apacible y soleada en aquel Bariloche de 1960, un temblor sacudió la ciudad y una enorme ola se formó en el lago Nahuel Huapi que tapó y arrasó el muelle del puerto San Carlos.

Era Domingo 22 de mayo de 1960 cuando un terremoto sacudió a Chile y el movimiento llegó hasta la zona de Bariloche, generando un terrible lagomoto o tsunami en el lago Nahuel Huapi. Una ola gigante de 7 metros se llevaba el muelle del puerto San Carlos, marcando un suceso tan espectacular como trágico, llevándose la vida de dos personas en Bariloche y miles en Chile.

Un poderoso terremoto en Chile fue el causante del falat tsunami que sufrió Bariloche hace 62 años.

Oscar “el gato” Ferreyra explicó cómo fue la situación previa al lago-moto. “Mi abuela me había comprado un caballo y los animales estaban enfurecidos, yo tenía 8 años y me acuerdo de todo. Empezó a temblar la tierra y se sacudía todo. El primero que empezó a escucharse fue el Tronador, se escuchaba desde el cerro Catedral” Donde su padre trabajaba y por eso estaba en ese lugar cuando ocurrió todo.

El lunes empezaron a caer cenizas yo iba a la escuela de lago Moreno y no pudimos ir porque no se veía nada. Era impresionante la cantidad de arena volcánica que había” recuerda.

El primer y único “tsunami lacustre” documentado

Las olas destruyeron el muelle frente al Centro Cívico.

Los pobladores reconocieron el fenómeno como un “lagomoto” pero, en realidad, lo que ocurrió fue algo inédito: el primer y único “tsunami lacustre” documentado históricamente en la zona, es decir, el primer tsunami ocurrido en un lago continental de Argentina. Desde entonces, el riesgo de que se repita continúa latente.

Gustavo Villarosa es uno de los primeros científicos de Sudamérica que estudió el tema: es investigador del CONICET en el Instituto Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET – UNCo) y se especializa desde hace más de veinte años, en volcanología y limnogeología, que significa el estudio de los procesos geológicos en lagos. En 2009, publicó un paper en el que vinculó aquellas olas del tsunami lacustre de 1960 y la destrucción de Puerto San Carlos con el terremoto de mayor magnitud registrado instrumentalmente en el mundo -9,5 de magnitud-, que sucedía ese mismo día, en simultáneo, en Valdivia, al sur de Chile.

Los volcanes chilenos erupcionaron tras el potente terremoto.

En aquel trabajo Villarosa comprobó, junto a un equipo internacional de científicos con el que realizó estudios geofísicos, sedimentológicos y tefrocronológicos, que el tsunami se había originado por el impacto de las ondas sísmicas, que provocaron que los sedimentos del lago ubicados a más de ochenta metros de profundidad se deslicen pendiente abajo, arrastrando los cimientos del muelle, y desplazaran con violencia aquella masa de agua que terminó golpeando las costas de Bariloche. También sugirió la incidencia que pudo haber tenido la vibración del hincado de los postes del muelle, que había estado en construcción durante algunos años, y contribuyeron a debilitar el sustrato y a facilitar los movimientos en masa en el fondo del lago.
“La geología es una disciplina bastante forense, porque estudiás algo ahora para entender el proceso que lo originó –advierte Villarosa–. En este sentido, los lagos funcionan como si fueran archivos de todo lo que pasa en la cuenca. Al analizar el fondo de los lagos ves las cosas que fueron sucediendo en la historia. Es como un sumidero, donde las erupciones, los movimientos de masas provocados por terremotos o el impacto que producen las actividades humanas van a dejar su impronta en el fondo del lago y quedarán registrados en los sedimentos”.

Villarosa comenzó su carrera como investigador estudiando volcanología, puntualmente estratigrafía volcánica postglaciar, que es el intento de reconstruir las erupciones de los últimos miles de años para poder comprender la peligrosidad volcánica de una región. En el camino, se dio cuenta de que esa disciplina guardaba un estrecho vínculo con el estudio de los lagos, sobre todo en la Patagonia, y por eso amplió su campo hacia la limnogeología. “Fue entonces cuando junto con los colegas del grupo de trabajo, empezamos a advertir que en casi todos los grandes lagos patagónicos hubieron tsunamis de menor o mayor magnitud, porque los deslizamientos subacuáticos son muy frecuentes en la zona”, asegura.

Estos tsunamis, según explica, se pueden desencadenar por varias causas, relacionadas con la ocurrencia de sismos y la llamada remoción en masa, que es la movilización de sedimentos o rocas en superficie o en el fondo de los lagos. “Estos fenómenos se relacionan directamente con los sismos que se generan en el margen activo ubicado en el borde occidental de la Patagonia, donde el encuentro de placas tectónicas que se mueven en direcciones opuestas produce el hundimiento de una placa por debajo de otra, es decir, de lo que se llama subducción –explica Villarosa-.

Ello genera frecuentes y a veces intensos terremotos. El mismo proceso es el responsable de la existencia de la Cordillera de los Andes y de los numerosos volcanes activos alineados a lo largo de ella. Así es como se originan muchos de los depósitos, que son sedimentos lacustres removilizados, cenizas volcánicas y morfologías características, que se acumulan en el fondo de los lagos, dejando prueba de la ocurrencia de todos estos fenómenos en esta zona catalogada como `de sismicidad moderada`”.

En la Patagonia, el riesgo de que se produzca un tsunami en los lagos se da porque como resultado de las glaciaciones, las cuencas son muy profundas y muy extensas. Esas dos condiciones favorecen la generación de olas de gran tamaño -como resultado del ingreso o la movilización subacuática de grandes volúmenes de roca o sedimentos-. Por eso mismo, en las lagunas someras de la región pampeana, por ejemplo, ese riesgo es casi inexistente. “En donde también pueden ocurrir tsunamis lacustres es en algunas grandes represas, donde se combina gran profundidad y condiciones de altas tasas de sedimentación”, indica Villarosa.


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