El paquete -como si fuera un combo de televisión por cable más internet- incluye el diploma, un analítico con las materias, constancia de finales rendidos, la matrícula federal y los datos cargados en el sistema interno de la Facultad de Derecho, así nadie sospecha.
El combo completo sale $150.000 – “menos que la cuota de una privada”, aclara- y sale más rápido, sin tener que tragarse libros enteros, rendir parciales ni finales, ni bancarse a profesores exigentes.
Lo interesante es que incluye como bonus track la matrícula federal que deja un paso a flamante egresado trucho de poder ejercer en cualquier latitud del país.
“La idea es que te puedas asentar allá y matricularte allá con dos sellos”, aconseja como si fuera un profesional que inicia al recién graduado en el mundo de la abogacía.
El paquete da la opción de recibirse en la Universidad Nacional de La Plata o la UBA. Llega en modo express por correo una vez hecho el pago a un CBU.
El pago se puede hacer en cuotas y, mientras tanto, ir saboreando cómo se engrosa el analítico con materias que rendirlas llevaría meses o hasta años.
Esta es la ventaja de este “paquete” comparado con otros “títulos re truchos” que han otorgado otros facilitadores del mundo de los abogados.
“Aparte del título físico lo tenés en la plataforma digital; el expediente se puede corroborar en el Sui Guaraní”, explica el vendedor.
El falsificador de títulos hace envíos a todo el país. Llegan a Trelew -donde ya han hecho otros envíos postales- y también a Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Si un abogado quisiera matricularse tardaría cuatro meses mientras que con la opción que ellos manejan podría hacerlo con “un par de sellos”, señala.
El generoso facilitador incluso ha llegado a cruzar las fronteras de nuestro país. “Tengo gente laburando en Nueva Zelanda”, cuenta como si fuera una eminencia del Derecho.
El facilitador abre la Guía del Estudiante, hace docencia, vende futuros como un fabricante de sueños. También ofrece la posbilidad de "estudiar" otras carreras universitarias y terciarias alternativas o títulos del secundario con “sello de garantía”.
“Tengo de todo”, dice como si comandara un gabinete pedagógico donde da orientación vocacional. Lo curioso es que los papeles que exhibe tienen sellos de la provincia de Buenos Aires y parecen originales.
No deja de ser llamativo que explica que en vacaciones de invierno los papeles pueden salir más rápido porque le cuesta menos encontrar a los responsables.
Eso sí: el arte del engaño también tiene sus principios morales para él.
“No me meto con la Medicina por ética. No te voy a validar un título si no sabés, es complicado porque hay que medicar personas y no me meto con eso”, confiesa.
Por lo visto, el falsificador, consciente de los peligros del progreso científico, también hace una epistemología del saber trucho.
El paquete -como si fuera un combo de televisión por cable más internet- incluye el diploma, un analítico con las materias, constancia de finales rendidos, la matrícula federal y los datos cargados en el sistema interno de la Facultad de Derecho, así nadie sospecha.
El combo completo sale $150.000 – “menos que la cuota de una privada”, aclara- y sale más rápido, sin tener que tragarse libros enteros, rendir parciales ni finales, ni bancarse a profesores exigentes.
Lo interesante es que incluye como bonus track la matrícula federal que deja un paso a flamante egresado trucho de poder ejercer en cualquier latitud del país.
“La idea es que te puedas asentar allá y matricularte allá con dos sellos”, aconseja como si fuera un profesional que inicia al recién graduado en el mundo de la abogacía.
El paquete da la opción de recibirse en la Universidad Nacional de La Plata o la UBA. Llega en modo express por correo una vez hecho el pago a un CBU.
El pago se puede hacer en cuotas y, mientras tanto, ir saboreando cómo se engrosa el analítico con materias que rendirlas llevaría meses o hasta años.
Esta es la ventaja de este “paquete” comparado con otros “títulos re truchos” que han otorgado otros facilitadores del mundo de los abogados.
“Aparte del título físico lo tenés en la plataforma digital; el expediente se puede corroborar en el Sui Guaraní”, explica el vendedor.
El falsificador de títulos hace envíos a todo el país. Llegan a Trelew -donde ya han hecho otros envíos postales- y también a Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Si un abogado quisiera matricularse tardaría cuatro meses mientras que con la opción que ellos manejan podría hacerlo con “un par de sellos”, señala.
El generoso facilitador incluso ha llegado a cruzar las fronteras de nuestro país. “Tengo gente laburando en Nueva Zelanda”, cuenta como si fuera una eminencia del Derecho.
El facilitador abre la Guía del Estudiante, hace docencia, vende futuros como un fabricante de sueños. También ofrece la posbilidad de "estudiar" otras carreras universitarias y terciarias alternativas o títulos del secundario con “sello de garantía”.
“Tengo de todo”, dice como si comandara un gabinete pedagógico donde da orientación vocacional. Lo curioso es que los papeles que exhibe tienen sellos de la provincia de Buenos Aires y parecen originales.
No deja de ser llamativo que explica que en vacaciones de invierno los papeles pueden salir más rápido porque le cuesta menos encontrar a los responsables.
Eso sí: el arte del engaño también tiene sus principios morales para él.
“No me meto con la Medicina por ética. No te voy a validar un título si no sabés, es complicado porque hay que medicar personas y no me meto con eso”, confiesa.
Por lo visto, el falsificador, consciente de los peligros del progreso científico, también hace una epistemología del saber trucho.