Le dicen “Cepillo”. Luciano Montiel tiene 23 años y ya estuvo involucrado en al menos 15 investigaciones por cerca de 30 delitos en Trelew. Cuando en 2016 la primera pesquisa lo identificó tenía 16 años. Fue un episodio con un arma de fuego. En algunos casos fue sobreseido; otros siguen abiertos. Es habitué de las crónicas policiales, los uniformados lo conocen bien y a esta altura, también los vecinos. No tiene condenas.
“Cepillo” es el típico perfil promedio del chico de Trelew que empezó muy joven en este ámbito. El Poder Judicial no lo controló ni el resto del Estado lo contuvo. Ahora parece tarde.
Su historia grafica una ciudad donde la inseguridad crece y se incrementan dos fenómenos: los delitos menores y poco complejos, como robo de autos, cubiertas y celulares. Rateros de poca monta.
Del otro extremo, bandas organizadas de una inteligencia que en Tribunales asusta: conocen los movimientos policiales, aprendieron los vericuetos de la ley, saben dónde y cómo funcionan las cámaras de seguridad y siguen a sus víctimas para saber cuándo atacar.
En este escenario, un sinfín de hurtos callejeros, sustracción de vehículos para usar en otros delitos y robos a mano armada y domiciliarios son el combo que envolvió en un espiral de violencia a Trelew, la principal ciudad del Valle Inferior del Río Chubut y jurisdicción “más caliente” en materia de inseguridad. Los últimos delitos (algunos no denunciados) confirman el dato, que supera a otras localidades de primera categoría.
La ciudad es noticia permanente, en particular con robos domiciliarios, indistintamente que sus propietarios estén ausentes o presentes. Más allá de que se desbarataron bandas que operaban con los rodados robados, el nivel de violencia es cada vez mayor.
En los últimos tiempos no hubo muertos fatales por este tipo de delitos. Los homicidios fueron por cuestiones puntuales y se registran generalmente en las alas oeste y norte.
Que en Trelew el mapa del delito contaba con “puntos rojos”, ya lo había advertido el entonces titular de Seguridad, Federico Massoni, repetido por su sucesor Leonardo Das Neves y admitido por el actual ministro, Miguel Castro.
Ese mapa no cambió. Los puntos con índices elevados de robos domiciliarios se encuentran en la sección norte del centro de la ciudad, los barrios Unión y Oeste. Sin descartar una “zona caliente” también de robos y hurtos y tentativa de hurto como es en cercanías del Museo Egidio Feruglio (en particular, vehículos estacionados), la plaza Centenario, la Terminal terrestre y los alrededores de la Reserva de la Laguna Chiquichano. La senda delictiva se extiende hasta los barrios Tiro Federal y barrio Planta de Gas.
El menor índice delictivo de la ciudad sucede en la zona centro y sus barrios circundantes como Alberdi, Padre Juan Muzio, Guayra, Santa Mónica y Los Olmos, aunque en el microcentro existe más cantidad de daños y hurtos y robos en la vía pública, donde el porcentaje alto de menores participantes es alarmante.
En la zona sur los robos aparecen más cuando se sobrepasa la calle Michael Jones; Edison es otra calle que marca una división entre mayores y menores delitos.
Hacia el oeste hay robos domiciliarios como arrebatos callejeros y robos agravados por el uso de arma. Más hacia al oeste y noroeste (ya superando los barrios Corradi y Progreso) aparecen los robos de vehículos.
En el último mes se destacaron mayoritariamente los robos domiciliarios –en algunos casos con extrema violencia-, siguiéndolo los robos y hurtos a los automotores.
El futuro ministro de Seguridad, Héctor Iturrioz, le dijo a Jornada que “tenemos el peor diagnóstico porque no es una situación temporal o accidental sino que se instaló como modo de vida; hay gente que se dedica profesionalmente al delito, no tiene otra actividad reconocida, vive de eso y vive bien, conoce las leyes de memoria y lo más grave es que por la inimputabilidad están incorporando pibes”.
El actual fiscal reveló que según el sistema Coirón, la ciudad registra cuantitativamente un 10% más de delitos que otras localidades en relación con la proporción de habitantes y la cantidad de ilícitos cometidos por día. “Eso surge claramente del número de legajos de cada ciudad”. Peor aún: Iturrioz calcula que además de los robos y hurtos habituales “Trelew tiene un 80% más de hechos violentos”.
El fiscal Gustavo Núñez consideró que “la inseguridad aumentó y no lo podemos negar, lamentablemente es el panorama, se ve en la cantidad. Hay delitos que no eran tan frecuentes y ahora sí lo son, seamos sinceros”.
Consideró como “muy preocupantes” episodios graves como las entraderas. “Se dio muy fuerte en el centro y llama mucho la atención. Quizás tenga que ver con la situación económica, la cantidad de población y con las nuevas generaciones, porque hablamos de gente joven que comienza con la carrera delictual”.
Otra visión es la del juez Marcos Nápoli. “Trelew tiene una densidad poblacional importante con barriadas extensas y que estructuralmente no están bien asistidas, se desarrollaron desordenadas y con poca planificación, y en barrios así vas a tener inconvenientes. Hay un corrimiento del Estado y gente buscando dónde vivir”.
Explicó que Puerto Madryn también creció mucho “pero tuvo otro tipo de asistencia y no se ve semejante desorden”. Nápoli conoce bien, por ejemplo, el barrio Moreira. “Las calles ni siquiera están delimitadas, están llenas de pozos, no tienen cordones cuneta, no hay cloacas ni servicios, y hay residuos por todos lados. Hay ausencia del Estado en necesidades elementales y una imagen de abandono”.
Con poco Estado y con crisis económica “se resquebraja el tejido social y redunda en más actividad delictual, sobre todo contra la propiedad, de bienes no tan importantes. Son delitos torpes, no sofisticados”. #
Le dicen “Cepillo”. Luciano Montiel tiene 23 años y ya estuvo involucrado en al menos 15 investigaciones por cerca de 30 delitos en Trelew. Cuando en 2016 la primera pesquisa lo identificó tenía 16 años. Fue un episodio con un arma de fuego. En algunos casos fue sobreseido; otros siguen abiertos. Es habitué de las crónicas policiales, los uniformados lo conocen bien y a esta altura, también los vecinos. No tiene condenas.
“Cepillo” es el típico perfil promedio del chico de Trelew que empezó muy joven en este ámbito. El Poder Judicial no lo controló ni el resto del Estado lo contuvo. Ahora parece tarde.
Su historia grafica una ciudad donde la inseguridad crece y se incrementan dos fenómenos: los delitos menores y poco complejos, como robo de autos, cubiertas y celulares. Rateros de poca monta.
Del otro extremo, bandas organizadas de una inteligencia que en Tribunales asusta: conocen los movimientos policiales, aprendieron los vericuetos de la ley, saben dónde y cómo funcionan las cámaras de seguridad y siguen a sus víctimas para saber cuándo atacar.
En este escenario, un sinfín de hurtos callejeros, sustracción de vehículos para usar en otros delitos y robos a mano armada y domiciliarios son el combo que envolvió en un espiral de violencia a Trelew, la principal ciudad del Valle Inferior del Río Chubut y jurisdicción “más caliente” en materia de inseguridad. Los últimos delitos (algunos no denunciados) confirman el dato, que supera a otras localidades de primera categoría.
La ciudad es noticia permanente, en particular con robos domiciliarios, indistintamente que sus propietarios estén ausentes o presentes. Más allá de que se desbarataron bandas que operaban con los rodados robados, el nivel de violencia es cada vez mayor.
En los últimos tiempos no hubo muertos fatales por este tipo de delitos. Los homicidios fueron por cuestiones puntuales y se registran generalmente en las alas oeste y norte.
Que en Trelew el mapa del delito contaba con “puntos rojos”, ya lo había advertido el entonces titular de Seguridad, Federico Massoni, repetido por su sucesor Leonardo Das Neves y admitido por el actual ministro, Miguel Castro.
Ese mapa no cambió. Los puntos con índices elevados de robos domiciliarios se encuentran en la sección norte del centro de la ciudad, los barrios Unión y Oeste. Sin descartar una “zona caliente” también de robos y hurtos y tentativa de hurto como es en cercanías del Museo Egidio Feruglio (en particular, vehículos estacionados), la plaza Centenario, la Terminal terrestre y los alrededores de la Reserva de la Laguna Chiquichano. La senda delictiva se extiende hasta los barrios Tiro Federal y barrio Planta de Gas.
El menor índice delictivo de la ciudad sucede en la zona centro y sus barrios circundantes como Alberdi, Padre Juan Muzio, Guayra, Santa Mónica y Los Olmos, aunque en el microcentro existe más cantidad de daños y hurtos y robos en la vía pública, donde el porcentaje alto de menores participantes es alarmante.
En la zona sur los robos aparecen más cuando se sobrepasa la calle Michael Jones; Edison es otra calle que marca una división entre mayores y menores delitos.
Hacia el oeste hay robos domiciliarios como arrebatos callejeros y robos agravados por el uso de arma. Más hacia al oeste y noroeste (ya superando los barrios Corradi y Progreso) aparecen los robos de vehículos.
En el último mes se destacaron mayoritariamente los robos domiciliarios –en algunos casos con extrema violencia-, siguiéndolo los robos y hurtos a los automotores.
El futuro ministro de Seguridad, Héctor Iturrioz, le dijo a Jornada que “tenemos el peor diagnóstico porque no es una situación temporal o accidental sino que se instaló como modo de vida; hay gente que se dedica profesionalmente al delito, no tiene otra actividad reconocida, vive de eso y vive bien, conoce las leyes de memoria y lo más grave es que por la inimputabilidad están incorporando pibes”.
El actual fiscal reveló que según el sistema Coirón, la ciudad registra cuantitativamente un 10% más de delitos que otras localidades en relación con la proporción de habitantes y la cantidad de ilícitos cometidos por día. “Eso surge claramente del número de legajos de cada ciudad”. Peor aún: Iturrioz calcula que además de los robos y hurtos habituales “Trelew tiene un 80% más de hechos violentos”.
El fiscal Gustavo Núñez consideró que “la inseguridad aumentó y no lo podemos negar, lamentablemente es el panorama, se ve en la cantidad. Hay delitos que no eran tan frecuentes y ahora sí lo son, seamos sinceros”.
Consideró como “muy preocupantes” episodios graves como las entraderas. “Se dio muy fuerte en el centro y llama mucho la atención. Quizás tenga que ver con la situación económica, la cantidad de población y con las nuevas generaciones, porque hablamos de gente joven que comienza con la carrera delictual”.
Otra visión es la del juez Marcos Nápoli. “Trelew tiene una densidad poblacional importante con barriadas extensas y que estructuralmente no están bien asistidas, se desarrollaron desordenadas y con poca planificación, y en barrios así vas a tener inconvenientes. Hay un corrimiento del Estado y gente buscando dónde vivir”.
Explicó que Puerto Madryn también creció mucho “pero tuvo otro tipo de asistencia y no se ve semejante desorden”. Nápoli conoce bien, por ejemplo, el barrio Moreira. “Las calles ni siquiera están delimitadas, están llenas de pozos, no tienen cordones cuneta, no hay cloacas ni servicios, y hay residuos por todos lados. Hay ausencia del Estado en necesidades elementales y una imagen de abandono”.
Con poco Estado y con crisis económica “se resquebraja el tejido social y redunda en más actividad delictual, sobre todo contra la propiedad, de bienes no tan importantes. Son delitos torpes, no sofisticados”. #