Gustavo Ibarra, el sobreviviente de una generación dorada

Viene de correr su duodécimo Iron Man en Chatanooga, Estados Unidos, casi sin entrenar después de una operación de rodilla. Tozudo y constante, el triatleta trelewense, profesor de Educación Física y con gimnasio propio, asegura que a los 49 años todavía disfruta el entrenamiento, la competencia y también del sufrimiento.

03 OCT 2023 - 18:47 | Actualizado 03 OCT 2023 - 19:00

NOTA COMPLETA ACÁ.

“El clima es caliente, es una zona que está cerca de la Florida, hace calor durante todo el año, no baja casi la temperatura, hay mucha humedad y es raro que haya mucho viento. Es un lugar hermoso, lo conocía porque era la cuarta vez que iba y tengo amigos que me hacen sentir como en casa”, explicó sobre la competencia en un extenso diálogo con Tiempo Deportivo.

“Yo conocí Chatanooga cuando se hice el Mundial 70.3 en 2017, esa vez aproveché que se hacía el Iron Man, me quedé dos semanas y también lo hice. Me gustó la carrera, el circuito, la gente me hizo sentir cómodo así que volví en 2021, 2022 y ahora 2023”, valoró.

“Normalmente estoy cerca de las 10 horas en un Iron Man, pero en este caso se me cerraba la inscripción y la perdía. Venía de una operación de rodilla desde hace algunos meses y no estaba preparado para largar”, admitió.

“Hace tiempo que venía corriendo sin entrenar, y esta carrera era una incertidumbre, lo importante era que la rodilla me funcionara bien”, explicó.

“Hice muy fuerte el tramo de natación, salí en el puesto 28 en la general y tercero en la categoría”, sorprendió.

“Largaron unos 1.500 competidores, en la bicicleta veníamos cerca unos 100, hasta que se empezaron a ir, son muy fuertes y el circuito era bajadas y subidas, aunque y sentía que estaba bien”, relató sobre la segunda etapa de 186 kilómetros de ciclismo.

“En la segunda vuelta de 93 kilómetros, norma me empecé a quedar, me empezó a costar el cuerpo y tuve que bajar el ritmo. Completé el tramo en 5h39m, normalmente estoy en 5h30m, 5h35m, no estaba tan lejos”, señaló.

“En el trote arranqué bien, hasta los 20 kilómetros muy bien, en los 25 también, pero ahí me empecé a pesar la carrera y tuve que caminar, caminaba, corría, quedaban 17 kms. para completar el maratón, hasta que un chileno de Temuco me pegó el grito, empezamos a trotar lento y terminé corriendo hasta el final gracias a él. Es increíble cómo funciona la cabeza”, rescató.

“Cuando uno entra en el estadío del agotamiento, no se puede dar más, tal vez podés bajar el ritmo, caminar, correr, pero es como si te noquearan”, graficó.

“Lo que me pasó factura fue la falta de entrenamiento, no la prueba en sí, faltó volumen de trabajo porque no tenía en mente correr este Iron Man. Yo me había bajado del Mundial de Finlandia, los números eran el doble, y mandé un correo que no iba a ir. Pero después mis amigos me convencieron para que fuera a Chatanooga”, justificó.

“Normalmente para un Iron Man entrenás durante cinco meses, con salidas de 100, 150 kilómetros de bicicleta los fines de semana y en el trote hacés cuatro salidas de 15, 20, 30, 35. En la bicicleta lo máximo que había hecho fueron 100 kilómetros tres veces porque me molestaba la rodilla. Y corriendo empecé de a un minuto, en abril hacía 6 kms, y lo máximo que pude hacer fueron 16, 18 y 20 porque no me daba el tiempo para cargar volumen y además me dolía la rodilla”, reconoció.

“Fui crudo, pero el año pasado estaba peor, porque la rodilla no me dejaba entrenar, el tendón rotuliano me rozaba el hueso, era una operación que había que hacerla porque no podía correr más”, recordó.

“Esta vez lo más positivo fue haber terminado el Iron Man sin el dolor de la rodilla nueva. Llevo como 12 carreras de esta distancia, y unas 40 en Medio Iron Man”, destacó sobre su trayectoria como triatleta de larga distancia.

“Empecé a los 14 años, en el ’90, hacía karate, tenis de mesa, el fútbol, el triatlón, todos los deportes, pero cuando me fui a estudiar Educación Física me dediqué más al triatlón, aprendí a nadar en el profesorado, de grande. Me acuerdo que en la primera carrera, salí último del agua”, evocó.

“Siempre tuve gente buena delante mío, desde Claudio Delpueche, Sebastián Sarries, Pablo Rodríguez, Lea González Bonet, más acá Facundo Parra, Junior Mansilla”, expuso sobre las mejoras épocas del triatlón patagónico.

“Y cuando estaba estudiando no me podía dedicar mucho a entrenar y cuando te recibís y empezás a trabajar no podés vivir de esto. Es mucho gasto, si hubiera ahorrado todos los viajes ya tendría una mansión”, dimensionó.

“Gastás fortunas, tenés cerca de 5 mil dólares para estar un mes afuera, son casi 4 millones de pesos. Y el gimnasio no da, es muy difícil conseguir sponsors. Lo más importante para mí es que el Gobierno me autoriza la licencia en la escuela, después la plata va y viene, pero hay que seguir trabajando”, precisó.

“Tengo un nene de 11 años, Emiliano, y Almita de 6. Ellos hacen muchos deportes, les encanta. Les gusta todo. Lo importante es que hagan algo”, dijo sobre la pasión por el deporte que heredaron sus hijos.

“Todavía no me canso de correr, es verdad que soy competitivo y para correr un Mundial tenés que clasificar, pero también lo disfruto, soy consciente de que los años pasan y no puedo rendir lo mismo. Hoy fui a nadar a las 6 de la mañana y lo disfruto, por más que no compita”, aseguró.

“Mis viejos me dicen que no corra más, que no siga sufriendo, pero me a mí me encanta esto”, sentenció Ibarra.

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03 OCT 2023 - 18:47

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“El clima es caliente, es una zona que está cerca de la Florida, hace calor durante todo el año, no baja casi la temperatura, hay mucha humedad y es raro que haya mucho viento. Es un lugar hermoso, lo conocía porque era la cuarta vez que iba y tengo amigos que me hacen sentir como en casa”, explicó sobre la competencia en un extenso diálogo con Tiempo Deportivo.

“Yo conocí Chatanooga cuando se hice el Mundial 70.3 en 2017, esa vez aproveché que se hacía el Iron Man, me quedé dos semanas y también lo hice. Me gustó la carrera, el circuito, la gente me hizo sentir cómodo así que volví en 2021, 2022 y ahora 2023”, valoró.

“Normalmente estoy cerca de las 10 horas en un Iron Man, pero en este caso se me cerraba la inscripción y la perdía. Venía de una operación de rodilla desde hace algunos meses y no estaba preparado para largar”, admitió.

“Hace tiempo que venía corriendo sin entrenar, y esta carrera era una incertidumbre, lo importante era que la rodilla me funcionara bien”, explicó.

“Hice muy fuerte el tramo de natación, salí en el puesto 28 en la general y tercero en la categoría”, sorprendió.

“Largaron unos 1.500 competidores, en la bicicleta veníamos cerca unos 100, hasta que se empezaron a ir, son muy fuertes y el circuito era bajadas y subidas, aunque y sentía que estaba bien”, relató sobre la segunda etapa de 186 kilómetros de ciclismo.

“En la segunda vuelta de 93 kilómetros, norma me empecé a quedar, me empezó a costar el cuerpo y tuve que bajar el ritmo. Completé el tramo en 5h39m, normalmente estoy en 5h30m, 5h35m, no estaba tan lejos”, señaló.

“En el trote arranqué bien, hasta los 20 kilómetros muy bien, en los 25 también, pero ahí me empecé a pesar la carrera y tuve que caminar, caminaba, corría, quedaban 17 kms. para completar el maratón, hasta que un chileno de Temuco me pegó el grito, empezamos a trotar lento y terminé corriendo hasta el final gracias a él. Es increíble cómo funciona la cabeza”, rescató.

“Cuando uno entra en el estadío del agotamiento, no se puede dar más, tal vez podés bajar el ritmo, caminar, correr, pero es como si te noquearan”, graficó.

“Lo que me pasó factura fue la falta de entrenamiento, no la prueba en sí, faltó volumen de trabajo porque no tenía en mente correr este Iron Man. Yo me había bajado del Mundial de Finlandia, los números eran el doble, y mandé un correo que no iba a ir. Pero después mis amigos me convencieron para que fuera a Chatanooga”, justificó.

“Normalmente para un Iron Man entrenás durante cinco meses, con salidas de 100, 150 kilómetros de bicicleta los fines de semana y en el trote hacés cuatro salidas de 15, 20, 30, 35. En la bicicleta lo máximo que había hecho fueron 100 kilómetros tres veces porque me molestaba la rodilla. Y corriendo empecé de a un minuto, en abril hacía 6 kms, y lo máximo que pude hacer fueron 16, 18 y 20 porque no me daba el tiempo para cargar volumen y además me dolía la rodilla”, reconoció.

“Fui crudo, pero el año pasado estaba peor, porque la rodilla no me dejaba entrenar, el tendón rotuliano me rozaba el hueso, era una operación que había que hacerla porque no podía correr más”, recordó.

“Esta vez lo más positivo fue haber terminado el Iron Man sin el dolor de la rodilla nueva. Llevo como 12 carreras de esta distancia, y unas 40 en Medio Iron Man”, destacó sobre su trayectoria como triatleta de larga distancia.

“Empecé a los 14 años, en el ’90, hacía karate, tenis de mesa, el fútbol, el triatlón, todos los deportes, pero cuando me fui a estudiar Educación Física me dediqué más al triatlón, aprendí a nadar en el profesorado, de grande. Me acuerdo que en la primera carrera, salí último del agua”, evocó.

“Siempre tuve gente buena delante mío, desde Claudio Delpueche, Sebastián Sarries, Pablo Rodríguez, Lea González Bonet, más acá Facundo Parra, Junior Mansilla”, expuso sobre las mejoras épocas del triatlón patagónico.

“Y cuando estaba estudiando no me podía dedicar mucho a entrenar y cuando te recibís y empezás a trabajar no podés vivir de esto. Es mucho gasto, si hubiera ahorrado todos los viajes ya tendría una mansión”, dimensionó.

“Gastás fortunas, tenés cerca de 5 mil dólares para estar un mes afuera, son casi 4 millones de pesos. Y el gimnasio no da, es muy difícil conseguir sponsors. Lo más importante para mí es que el Gobierno me autoriza la licencia en la escuela, después la plata va y viene, pero hay que seguir trabajando”, precisó.

“Tengo un nene de 11 años, Emiliano, y Almita de 6. Ellos hacen muchos deportes, les encanta. Les gusta todo. Lo importante es que hagan algo”, dijo sobre la pasión por el deporte que heredaron sus hijos.

“Todavía no me canso de correr, es verdad que soy competitivo y para correr un Mundial tenés que clasificar, pero también lo disfruto, soy consciente de que los años pasan y no puedo rendir lo mismo. Hoy fui a nadar a las 6 de la mañana y lo disfruto, por más que no compita”, aseguró.

“Mis viejos me dicen que no corra más, que no siga sufriendo, pero me a mí me encanta esto”, sentenció Ibarra.


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