Con la llegada de Nacho Torres a la gobernación arranca mucho más que una nueva etapa en Chubut. Con apenas 35 años, ninguna experiencia ejecutiva y una situación económica y social delicada, a Torres parece sobrarle audacia y determinación para hacerse cargo de una gesta difícil.
Después de veinte años y cinco gestiones peronistas –en algún caso, sólo para ponerles una denominación política de origen porque en verdad distaron mucho de ser herederos de Perón-, la mayoría de los chubutenses terminó eligiendo el empuje de alguien nuevo y con poco rodaje en la política, por sobre los veteranos y acomodaticios que venían manejando el peronismo desde hacía décadas.
El aquelarre electoral al que fueron sometidos los chubutenses merece alguna lectura subterránea extemporánea. Algunos de ellos tuvieron que ir a votar en abril al intendente de Trelew, en julio al gobernador y luego tres veces más hasta parir a Javier Milei. Cada turno electoral iba dando señales de lo que podía venir, aunque no todos los advirtieron.
Ahora, con todo el camino recorrido, se puede afirmar casi con precisión que el adelantamiento de las elecciones que pergeñaron Mariano Arcioni, Ricardo Sastre y Juan Pablo Luque con el afán de despegarse del lastre que podía significar el pésimo gobierno de Alberto Fernández, fue la mejor herramienta con la que contó Torres para lograr su objetivo. El desaguisado que hicieron con el cronograma electoral fue el punto caramelo que buena parte de la sociedad chubutense estaba esperando para echar a patadas a buena parte de una dirigencia peronista que se la pasó acomodando las poltronas para sentarse siempre ellos o los que ellos elegían, dejando de lado a la gran mayoría del pueblo peronista.
Veinte años después, al peronismo de Chubut le pasó algo parecido a lo que eyectó al radicalismo del poder tras ser amos y señores durante doce años de gobierno. La historia se repite. ¿Se repetirán las consecuencias?
Es con todos
Sobre ese escenario de partidos tradicionales quebrados y desmovilizados, Torres construyó con sorprendente velocidad una opción a la que le alcanzó con mostrarse apenas distinto que el resto. Nacho es, sin dudas, distinto al resto de lo último conocido. Llegó sin padrinazgos locales, armó su esquema de poder conciliando con representantes políticos de todos los colores y con sectores empresarios siempre dispuestos a ayudar al ganador. No es poco. Tampoco una garantía.
Ahora, el gobernador deberá ordenar tanta ansiedad y afán de quienes creen que el carro va más rápido delante de los caballos y también domar con destreza una situación económica y financiera de la Provincia que requerirá de mucha muñeca y conocimiento. Nadie gana en la primera curva, decía Fangio. Y es más probable volcar si venís pasado, completan otros fierreros ingeniosos.
No es casualidad que el Gabinete de Torres que empezará a rodar esta semana tenga más funcionarios de extracción peronista que del PRO y radicales sumados entre sí. Nacho apela a blindar sus primeros pasos en la gestión con gente que le dé cierta gobernabilidad, que tenga buena relación y manejo con los gremios y que no se asuste por las zancadillas que querrán hacer las líneas intermedias de la Administración Pública.
Nadie sabe qué nos deparará la presidencia de Javier Milei, pero muchos intuyen una etapa complicada y hasta oscura. Aun en ese escenario incierto, Torres contará con el viento político de cola que le significa estar en la primera fila de la virtual liga de gobernadores que jugará a contrapesar el poder en el Congreso.
De hecho, el chubutense fue uno de los cinco firmantes del proyecto de ley para coparticipar el Impuesto al Cheque, que les daría a las provincias un aire fresco a sus finanzas en medio de la motosierra de Milei y Toto Caputo. Si como dicen los votos están, Nacho se anotará un poroto que fortalecería su posición de poder nacional y recuperaría fondos para poder manejarse en la primera etapa de su gestión sin necesidad de apelar al festival de letras del Tesoro con el que gobernó Arcioni en los últimos años.
Rico no, con riquezas
Torres representa el inicio de una nueva etapa para Chubut. En todos los sentidos. Demostró tener capacidad y ganas de construir poder y ejercerlo con mano férrea. Desde Mario Das Neves que no se veía a un animal político de estas características. Sería un acierto de Nacho reengendrar las capacidades y objetivos de Das Neves sin la obligación de revivir al “dasnevismo” como concepto político.
Chubut tiene muchas deudas pendientes, como la necesidad de cumplir con los días de clase en todos los niveles de una vez por todas; y buscar y reconfiguración una matriz productiva que trascienda los vaivenes de los precios del barril de petróleo. El desafío es enorme porque Chubut no es una provincia rica, como muchos repiten; es una provincia con riquezas, que es muy distinto. La diferencia está en cómo se gestionan esos recursos naturales. Ni más ni menos.
Torres tiene la oportunidad de oxigenar todo el panorama sin atarse a prejuicios, preconceptos ni vicios que ya no caben en los tiempos que corren. Lo votaron a él para eso y no a los otros. El resto debe respaldarlo en estos primeros pasos. Si se lo proponen, todos pueden ser parte de un cambio de verdad.#
Con la llegada de Nacho Torres a la gobernación arranca mucho más que una nueva etapa en Chubut. Con apenas 35 años, ninguna experiencia ejecutiva y una situación económica y social delicada, a Torres parece sobrarle audacia y determinación para hacerse cargo de una gesta difícil.
Después de veinte años y cinco gestiones peronistas –en algún caso, sólo para ponerles una denominación política de origen porque en verdad distaron mucho de ser herederos de Perón-, la mayoría de los chubutenses terminó eligiendo el empuje de alguien nuevo y con poco rodaje en la política, por sobre los veteranos y acomodaticios que venían manejando el peronismo desde hacía décadas.
El aquelarre electoral al que fueron sometidos los chubutenses merece alguna lectura subterránea extemporánea. Algunos de ellos tuvieron que ir a votar en abril al intendente de Trelew, en julio al gobernador y luego tres veces más hasta parir a Javier Milei. Cada turno electoral iba dando señales de lo que podía venir, aunque no todos los advirtieron.
Ahora, con todo el camino recorrido, se puede afirmar casi con precisión que el adelantamiento de las elecciones que pergeñaron Mariano Arcioni, Ricardo Sastre y Juan Pablo Luque con el afán de despegarse del lastre que podía significar el pésimo gobierno de Alberto Fernández, fue la mejor herramienta con la que contó Torres para lograr su objetivo. El desaguisado que hicieron con el cronograma electoral fue el punto caramelo que buena parte de la sociedad chubutense estaba esperando para echar a patadas a buena parte de una dirigencia peronista que se la pasó acomodando las poltronas para sentarse siempre ellos o los que ellos elegían, dejando de lado a la gran mayoría del pueblo peronista.
Veinte años después, al peronismo de Chubut le pasó algo parecido a lo que eyectó al radicalismo del poder tras ser amos y señores durante doce años de gobierno. La historia se repite. ¿Se repetirán las consecuencias?
Es con todos
Sobre ese escenario de partidos tradicionales quebrados y desmovilizados, Torres construyó con sorprendente velocidad una opción a la que le alcanzó con mostrarse apenas distinto que el resto. Nacho es, sin dudas, distinto al resto de lo último conocido. Llegó sin padrinazgos locales, armó su esquema de poder conciliando con representantes políticos de todos los colores y con sectores empresarios siempre dispuestos a ayudar al ganador. No es poco. Tampoco una garantía.
Ahora, el gobernador deberá ordenar tanta ansiedad y afán de quienes creen que el carro va más rápido delante de los caballos y también domar con destreza una situación económica y financiera de la Provincia que requerirá de mucha muñeca y conocimiento. Nadie gana en la primera curva, decía Fangio. Y es más probable volcar si venís pasado, completan otros fierreros ingeniosos.
No es casualidad que el Gabinete de Torres que empezará a rodar esta semana tenga más funcionarios de extracción peronista que del PRO y radicales sumados entre sí. Nacho apela a blindar sus primeros pasos en la gestión con gente que le dé cierta gobernabilidad, que tenga buena relación y manejo con los gremios y que no se asuste por las zancadillas que querrán hacer las líneas intermedias de la Administración Pública.
Nadie sabe qué nos deparará la presidencia de Javier Milei, pero muchos intuyen una etapa complicada y hasta oscura. Aun en ese escenario incierto, Torres contará con el viento político de cola que le significa estar en la primera fila de la virtual liga de gobernadores que jugará a contrapesar el poder en el Congreso.
De hecho, el chubutense fue uno de los cinco firmantes del proyecto de ley para coparticipar el Impuesto al Cheque, que les daría a las provincias un aire fresco a sus finanzas en medio de la motosierra de Milei y Toto Caputo. Si como dicen los votos están, Nacho se anotará un poroto que fortalecería su posición de poder nacional y recuperaría fondos para poder manejarse en la primera etapa de su gestión sin necesidad de apelar al festival de letras del Tesoro con el que gobernó Arcioni en los últimos años.
Rico no, con riquezas
Torres representa el inicio de una nueva etapa para Chubut. En todos los sentidos. Demostró tener capacidad y ganas de construir poder y ejercerlo con mano férrea. Desde Mario Das Neves que no se veía a un animal político de estas características. Sería un acierto de Nacho reengendrar las capacidades y objetivos de Das Neves sin la obligación de revivir al “dasnevismo” como concepto político.
Chubut tiene muchas deudas pendientes, como la necesidad de cumplir con los días de clase en todos los niveles de una vez por todas; y buscar y reconfiguración una matriz productiva que trascienda los vaivenes de los precios del barril de petróleo. El desafío es enorme porque Chubut no es una provincia rica, como muchos repiten; es una provincia con riquezas, que es muy distinto. La diferencia está en cómo se gestionan esos recursos naturales. Ni más ni menos.
Torres tiene la oportunidad de oxigenar todo el panorama sin atarse a prejuicios, preconceptos ni vicios que ya no caben en los tiempos que corren. Lo votaron a él para eso y no a los otros. El resto debe respaldarlo en estos primeros pasos. Si se lo proponen, todos pueden ser parte de un cambio de verdad.#