Fotos: Norman Evans (Diario Jornada).
LA NOTA COMPLETA ACÁ.
“Fueron años muy lindos, desde el ’84 hasta el ’93, yo incursioné en el atletismo, medio a los ponchazos. En los dos primeros años entrenaba dos o tres veces a la semana, hasta que en el ’86 gracias al doctor (Arnaldo) Quiroga pude creer en mi mismo porque él me ayudó mucho a tener confianza en lo que yo hacía”, evocó Jara en el inicio de la charla con Tiempo Deportivo.
“El doctor Quiroga aportó muchísimo y es momento de hacerlo público, siempre estuvo predispuesto a ayudar a los deportistas de todas las disciplinas, no sólo del atletismo. Y la autoestima que tengo yo, se la debo a él porque cuando uno anda en la calle solo se cierran tantas puertas que uno se pregunta qué hacer”, agradeció.
“Soy mucho más chico que el Mono Ibáñez, cinco años más chico, vivíamos en el Ejercito de Salvación, cuando yo empecé primer año, él estaba en quinto, aunque compartíamos la sala de estudios en el hogar. El Mono ya tenía renombre a nivel provincial y le faltaba poco para el salto nacional, hasta que hizo podio en el Campeonato Argentino de Cross Country en La Rioja y en el ’92, 93, pegó el salto definitivo”, recordó.
“Yo trabajaba, estudiaba y entrenaba y muchos no lo sabían, ni siquiera la gente del ambiente. De hecho en el ’88 cuando yo ganó los 1.500 metros llanos del selectivo para el Campeonato Nacional Juvenil, con cinco atletas de gran nivel dentro de la marca mínima, había estado trabajando toda la noche, dormí dos horas y a las 11 de la mañana corrí y gane con 4 minutos en la Pista de Trelew. Pero a la tarde no pude aguantar los 5.000 metros llanos, así era mi vida”, expuso Jara.
“Otra cosa, que también me pasó después con la militancia, es no haber ido a los medios a decir fui a correr a este lugar y salí segundo, tercero, décimo… No supe manejarme con los medios en ese momento, por falta de tiempo, un poco de vergüenza o porque no me daba cuenta donde había llegado”, admitió.
“Tengo 14 minutos, 41 segundos en 5 mil metros, 31:06 en 10 mil metros, son todas marcas no oficiales, pero si vieras videos de pruebas nacionales, yo hacía de liebre de atletas de nivel internacional, aunque en ese momento no se podía”, dimensionó.
“Siempre cuento la anécdota de los 5 mil metros en los que el tucumano (Juan Pablo Juárez) tenía que hacer 14:40 y para eso había que pasar a 5:35 los dos kilómetros, y pasé en ese tiempo, a 2:47 de promedio. También le servía de liebre a los chicos que querían correr debajo de 3:45 los 1.500 metros llanos, entonces tenía que pasar el mil a 2:25, 2:27”, sorprendió.
“Yo tenía un profesor, César Rose, que fue preparador físico de la selección argentina de básquet femenino y tenía una Escuela que hoy es la Agrupación Atlética del Bosque, que me orientó y me dijo que con las marcas que yo tenía en juveniles, debía bajar de peso, y en un par de años iba a recuperar el nivel”, rescató.
“Y fui recuperando el ritmo de carrera, la confianza, porque estaba mal entrenado, y cuando pasa eso, todo te duele, vivís cansado, no sabés lo que pasa. Rose me fue enseñando hasta que me pude recuperar y les ganaba a todos los chicos de Chubut, menos al Mono Ibáñez. No venía nunca acá porque estuve 4 años y medio en el CENARD, y no arrepiento. Aprendí mucho y me gustaba recibir a los chicos que iban de la Provincia. Era el vocero de mis compañeros, hablaba siempre con el Pato Galmarini que en ese entonces era el secretario de Deportes de la Nación”, aludió.
“Yo estudiaba en la UBA, estaba haciendo el CBC para la carrera de kinesiología y como corría los 5 mil casi siempre en 15 minutos, más menos, me designaron para el Mundial Universitario, pero no pude ir por cuestiones económicas”, lamentó.
“Creo que fui bastante desprolijo, por no tener una vida ordenada en lo familiar, eso influye mucho en el alto rendimiento, pero tenía amigos como el Monito, Juan Pablo Juárez, un salteño de apellido Patino, otro salteño como Raúl Munro, que le había bajado el récord juvenil a Silio con 14:21 en 5 mil, pero le pusieron 14:22”, fundamentó.
“Yo me inicié en el atletismo en forma accidental, en realidad yo iba a entrenar en la cancha de 2 de Mayo con la categoría infantil de Huracán, tuve una lesión y como subía enseguida de peso, el Monito me pidió que lo acompañara a la chacra de su familia, es acá nomás me dijo. Resulta que fueron 15 kilómetros, imagínate para alguien que no había corrido nunca, fue eterno, y al otro día volvimos corriendo. Entonces el Mono me entusiasmo y corrí la del Día del Trabajador, terminé tercero entrenando así nomás”, invocó.
“Empecé a ir a la pista, pero dos veces por semana y tuve malas experiencias: a pesar de que había hecho marcas mínimas no me llevaban a los campeonatos nacionales porque no tenía un entrenador.
En el ’85 salí segundo en un selectivo y tampoco me llevaron, ahí lo conocí a Manquel, yo no sabía quién era Manquel, y él me ayudó a clasificar al Nacional de Menores en Córdoba en el selectivo que se hizo acá en Trelew, 9:22 en 3 mil metros y 4:14 en 1.500 metros. Y había otro mejor, Ricardo “Chichón” Espinoza que me ganaba por uno, dos segundos, andábamos muy parejitos”, referenció.
“A Ricardo le pasó lo mismo que a mí, Ricardo Espinoza era un corredor de 49 segundos en 400 metros llanos y 1:52 en 800. Integró la posta 4x400 metros en el Nacional y ese año, en el 88, bajaron el récord argentino de 4x400”, elogió.
“Siempre hubo un gran nivel en el atletismo de acá en la pista: Jorge Poklepovich también tenía 48 segundos en 400 y fue preseleccionado para los Panamericanos de Mar del Plata del ’95, Oreste Jara, Diego Carmona (hoy fiscal de Estado), que hizo 3:56 en 1.500 metros llanos cuando era Infantil o Menor, Jorge Polanco de Comodoro que también tenía muy buenas marcas en 100 y 400 metros”, enfatizó.
“Parte de lo que hice también de lo debo a la Asociación Bancaria, trabajé con ellos y me acompañaron durante mucho tiempo”, apuntó.
MÁXIMO REFERENTE
“Manquel era lo máximo, uno lo tenía cada vez más arriba. Me pasaron cosas tan lindas en Buenos Aires, lo conocí a Marcelo Tinelli una vez que me hizo una nota para Radio Rivadavia y me preguntaba por el Indio Rubio, lo mismo que Nicanor González del Solar, mucha gente incluso del ambiente artístico como el actor Silvestre (galán de Andrea del Boca) me preguntaban por Manquel.
Cuando viajé por primera vez en avión, a un Nacional de Salta, estaba entrando en calor y Antonio Silio, que ya era Silio, vino y me preguntó que era de la vida del Indio Rubio. Eso reflejaba lo que era Manquel”, ponderó.
“Y cada vez que uno repasa lo que se hizo después, o como se entrenaba, se da cuenta que Reimundo era un grande de verdad”, subrayó el cartero de 53 años.
“Traté de llevar mi vida dentro de la militancia y hacerme eco de las necesidades de todo tipo, algunos no me supieron entender o están en otra”, indicó sobre su incursión en política.
NIVEL ESTANCADO
Sin pelos en la lengua, como de costumbre, Jara aseveró que “el atletismo de Trelew está muy mal hace 20 años, nos quedamos con Vanshi Thomas y nada más, no hay profesores formativos, hay entrenadores para el ámbito local o para atletas de nivel nacional, no le pedimos pedir a Gabriel Barchetta que forme talentos cuando su rol es de seleccionador”.
“Al Valle lo veo mal, vos fíjate Esquel, es una alegría si logra la pista sintética, pero para Trelew es una amargura porque dejaron pasar el tren cuando tenían que haber pedido la pista, los gobernantes no escucharon y dejaron pasar una oportunidad muy linda. Pero a pesar de cómo está, en la pista caminan unas mil personas por día, sigue siendo la mejor opción para la salud y para el alto rendimiento. Ojalá Chubut Deportes entienda el pedido, si la tiene Comodoro y la va a tener Esquel, porque no va a tener una pista sintética en Trelew. Somos cuna de grandes atletas, hablamos de Manquel, del Mono Ibáñez, Leo Price, Vanshi Thomas”, argumentó.
“Yo viví una de las mejores épocas del atletismo argentino, cuando había diez tipos peleando la punta de una carrera todos los fines de semana sin saber quien iba a ganar. Yo salí segundo dos veces en la Corrida del Diario de La Nueva Provincia de Bahía Blanca y en ambas me ganó el campeón sudamericano de Juveniles. En ese momento era la carrera callejera más importante del país. Y al año siguiente salí sexto en la general con un nivel impresionante”, ponderó.
“Todo lo que tengo se lo debo al deporte y milito en política porque soy hijo de la ayuda de muchos trelewenses. Yo me iba a vivir dos o tres meses a la chacra de la familia Ibáñez, tengo muy buenos recuerdos de doña Paca, como nos atendía”, destacó.
SU COMPAÑERA
En el final de la charla, habló de su compañera de vida, la “Colo” María Alejandra: “nos conocimos en un momento crítico, no sabía que me pasaba, iba más para atrás que para delante y ella me dio consejos que me ayudaron porque viene de una familia formada, de otro tipo de vida, éramos el agua y el aceite y nos terminamos complementando muy bien”, apreció.
“Ella hace más de 20 años también empezó a militar y entendió porque era necesario ayudar a la gente y a los chicos, en el barrio hemos trabajado muy bien, en la formación no sólo en lo deportivo, sino como persona, los hábitos, los buenos modales. Hoy vemos a la juventud y cuando los saludás te miran raro”, reflexionó.
“Tengo tres hijos, en realidad son cuatro, perdimos uno en el 2002, y tres nietas, que son espectaculares, volví a renacer como padre, las extraño, aunque reniego bastante, me retan porque las peleo, pero a ellas también les gusta ser parte de nuestra vida”, dijo reconfortado en el final de la charla.
Fotos: Norman Evans (Diario Jornada).
LA NOTA COMPLETA ACÁ.
“Fueron años muy lindos, desde el ’84 hasta el ’93, yo incursioné en el atletismo, medio a los ponchazos. En los dos primeros años entrenaba dos o tres veces a la semana, hasta que en el ’86 gracias al doctor (Arnaldo) Quiroga pude creer en mi mismo porque él me ayudó mucho a tener confianza en lo que yo hacía”, evocó Jara en el inicio de la charla con Tiempo Deportivo.
“El doctor Quiroga aportó muchísimo y es momento de hacerlo público, siempre estuvo predispuesto a ayudar a los deportistas de todas las disciplinas, no sólo del atletismo. Y la autoestima que tengo yo, se la debo a él porque cuando uno anda en la calle solo se cierran tantas puertas que uno se pregunta qué hacer”, agradeció.
“Soy mucho más chico que el Mono Ibáñez, cinco años más chico, vivíamos en el Ejercito de Salvación, cuando yo empecé primer año, él estaba en quinto, aunque compartíamos la sala de estudios en el hogar. El Mono ya tenía renombre a nivel provincial y le faltaba poco para el salto nacional, hasta que hizo podio en el Campeonato Argentino de Cross Country en La Rioja y en el ’92, 93, pegó el salto definitivo”, recordó.
“Yo trabajaba, estudiaba y entrenaba y muchos no lo sabían, ni siquiera la gente del ambiente. De hecho en el ’88 cuando yo ganó los 1.500 metros llanos del selectivo para el Campeonato Nacional Juvenil, con cinco atletas de gran nivel dentro de la marca mínima, había estado trabajando toda la noche, dormí dos horas y a las 11 de la mañana corrí y gane con 4 minutos en la Pista de Trelew. Pero a la tarde no pude aguantar los 5.000 metros llanos, así era mi vida”, expuso Jara.
“Otra cosa, que también me pasó después con la militancia, es no haber ido a los medios a decir fui a correr a este lugar y salí segundo, tercero, décimo… No supe manejarme con los medios en ese momento, por falta de tiempo, un poco de vergüenza o porque no me daba cuenta donde había llegado”, admitió.
“Tengo 14 minutos, 41 segundos en 5 mil metros, 31:06 en 10 mil metros, son todas marcas no oficiales, pero si vieras videos de pruebas nacionales, yo hacía de liebre de atletas de nivel internacional, aunque en ese momento no se podía”, dimensionó.
“Siempre cuento la anécdota de los 5 mil metros en los que el tucumano (Juan Pablo Juárez) tenía que hacer 14:40 y para eso había que pasar a 5:35 los dos kilómetros, y pasé en ese tiempo, a 2:47 de promedio. También le servía de liebre a los chicos que querían correr debajo de 3:45 los 1.500 metros llanos, entonces tenía que pasar el mil a 2:25, 2:27”, sorprendió.
“Yo tenía un profesor, César Rose, que fue preparador físico de la selección argentina de básquet femenino y tenía una Escuela que hoy es la Agrupación Atlética del Bosque, que me orientó y me dijo que con las marcas que yo tenía en juveniles, debía bajar de peso, y en un par de años iba a recuperar el nivel”, rescató.
“Y fui recuperando el ritmo de carrera, la confianza, porque estaba mal entrenado, y cuando pasa eso, todo te duele, vivís cansado, no sabés lo que pasa. Rose me fue enseñando hasta que me pude recuperar y les ganaba a todos los chicos de Chubut, menos al Mono Ibáñez. No venía nunca acá porque estuve 4 años y medio en el CENARD, y no arrepiento. Aprendí mucho y me gustaba recibir a los chicos que iban de la Provincia. Era el vocero de mis compañeros, hablaba siempre con el Pato Galmarini que en ese entonces era el secretario de Deportes de la Nación”, aludió.
“Yo estudiaba en la UBA, estaba haciendo el CBC para la carrera de kinesiología y como corría los 5 mil casi siempre en 15 minutos, más menos, me designaron para el Mundial Universitario, pero no pude ir por cuestiones económicas”, lamentó.
“Creo que fui bastante desprolijo, por no tener una vida ordenada en lo familiar, eso influye mucho en el alto rendimiento, pero tenía amigos como el Monito, Juan Pablo Juárez, un salteño de apellido Patino, otro salteño como Raúl Munro, que le había bajado el récord juvenil a Silio con 14:21 en 5 mil, pero le pusieron 14:22”, fundamentó.
“Yo me inicié en el atletismo en forma accidental, en realidad yo iba a entrenar en la cancha de 2 de Mayo con la categoría infantil de Huracán, tuve una lesión y como subía enseguida de peso, el Monito me pidió que lo acompañara a la chacra de su familia, es acá nomás me dijo. Resulta que fueron 15 kilómetros, imagínate para alguien que no había corrido nunca, fue eterno, y al otro día volvimos corriendo. Entonces el Mono me entusiasmo y corrí la del Día del Trabajador, terminé tercero entrenando así nomás”, invocó.
“Empecé a ir a la pista, pero dos veces por semana y tuve malas experiencias: a pesar de que había hecho marcas mínimas no me llevaban a los campeonatos nacionales porque no tenía un entrenador.
En el ’85 salí segundo en un selectivo y tampoco me llevaron, ahí lo conocí a Manquel, yo no sabía quién era Manquel, y él me ayudó a clasificar al Nacional de Menores en Córdoba en el selectivo que se hizo acá en Trelew, 9:22 en 3 mil metros y 4:14 en 1.500 metros. Y había otro mejor, Ricardo “Chichón” Espinoza que me ganaba por uno, dos segundos, andábamos muy parejitos”, referenció.
“A Ricardo le pasó lo mismo que a mí, Ricardo Espinoza era un corredor de 49 segundos en 400 metros llanos y 1:52 en 800. Integró la posta 4x400 metros en el Nacional y ese año, en el 88, bajaron el récord argentino de 4x400”, elogió.
“Siempre hubo un gran nivel en el atletismo de acá en la pista: Jorge Poklepovich también tenía 48 segundos en 400 y fue preseleccionado para los Panamericanos de Mar del Plata del ’95, Oreste Jara, Diego Carmona (hoy fiscal de Estado), que hizo 3:56 en 1.500 metros llanos cuando era Infantil o Menor, Jorge Polanco de Comodoro que también tenía muy buenas marcas en 100 y 400 metros”, enfatizó.
“Parte de lo que hice también de lo debo a la Asociación Bancaria, trabajé con ellos y me acompañaron durante mucho tiempo”, apuntó.
MÁXIMO REFERENTE
“Manquel era lo máximo, uno lo tenía cada vez más arriba. Me pasaron cosas tan lindas en Buenos Aires, lo conocí a Marcelo Tinelli una vez que me hizo una nota para Radio Rivadavia y me preguntaba por el Indio Rubio, lo mismo que Nicanor González del Solar, mucha gente incluso del ambiente artístico como el actor Silvestre (galán de Andrea del Boca) me preguntaban por Manquel.
Cuando viajé por primera vez en avión, a un Nacional de Salta, estaba entrando en calor y Antonio Silio, que ya era Silio, vino y me preguntó que era de la vida del Indio Rubio. Eso reflejaba lo que era Manquel”, ponderó.
“Y cada vez que uno repasa lo que se hizo después, o como se entrenaba, se da cuenta que Reimundo era un grande de verdad”, subrayó el cartero de 53 años.
“Traté de llevar mi vida dentro de la militancia y hacerme eco de las necesidades de todo tipo, algunos no me supieron entender o están en otra”, indicó sobre su incursión en política.
NIVEL ESTANCADO
Sin pelos en la lengua, como de costumbre, Jara aseveró que “el atletismo de Trelew está muy mal hace 20 años, nos quedamos con Vanshi Thomas y nada más, no hay profesores formativos, hay entrenadores para el ámbito local o para atletas de nivel nacional, no le pedimos pedir a Gabriel Barchetta que forme talentos cuando su rol es de seleccionador”.
“Al Valle lo veo mal, vos fíjate Esquel, es una alegría si logra la pista sintética, pero para Trelew es una amargura porque dejaron pasar el tren cuando tenían que haber pedido la pista, los gobernantes no escucharon y dejaron pasar una oportunidad muy linda. Pero a pesar de cómo está, en la pista caminan unas mil personas por día, sigue siendo la mejor opción para la salud y para el alto rendimiento. Ojalá Chubut Deportes entienda el pedido, si la tiene Comodoro y la va a tener Esquel, porque no va a tener una pista sintética en Trelew. Somos cuna de grandes atletas, hablamos de Manquel, del Mono Ibáñez, Leo Price, Vanshi Thomas”, argumentó.
“Yo viví una de las mejores épocas del atletismo argentino, cuando había diez tipos peleando la punta de una carrera todos los fines de semana sin saber quien iba a ganar. Yo salí segundo dos veces en la Corrida del Diario de La Nueva Provincia de Bahía Blanca y en ambas me ganó el campeón sudamericano de Juveniles. En ese momento era la carrera callejera más importante del país. Y al año siguiente salí sexto en la general con un nivel impresionante”, ponderó.
“Todo lo que tengo se lo debo al deporte y milito en política porque soy hijo de la ayuda de muchos trelewenses. Yo me iba a vivir dos o tres meses a la chacra de la familia Ibáñez, tengo muy buenos recuerdos de doña Paca, como nos atendía”, destacó.
SU COMPAÑERA
En el final de la charla, habló de su compañera de vida, la “Colo” María Alejandra: “nos conocimos en un momento crítico, no sabía que me pasaba, iba más para atrás que para delante y ella me dio consejos que me ayudaron porque viene de una familia formada, de otro tipo de vida, éramos el agua y el aceite y nos terminamos complementando muy bien”, apreció.
“Ella hace más de 20 años también empezó a militar y entendió porque era necesario ayudar a la gente y a los chicos, en el barrio hemos trabajado muy bien, en la formación no sólo en lo deportivo, sino como persona, los hábitos, los buenos modales. Hoy vemos a la juventud y cuando los saludás te miran raro”, reflexionó.
“Tengo tres hijos, en realidad son cuatro, perdimos uno en el 2002, y tres nietas, que son espectaculares, volví a renacer como padre, las extraño, aunque reniego bastante, me retan porque las peleo, pero a ellas también les gusta ser parte de nuestra vida”, dijo reconfortado en el final de la charla.