Por Lorena Leeming / @loreleeming
No son golpes, gritos ni maltratos físicos. Pero la violencia digital afecta tanto como si lo fueran. Carolina (23), una joven que vive en una humilde vivienda del barrio Moreira de Trelew lo sufrió en carne propia. Angustiada y desesperada aceptó la donación de un ventilador para su beba de 5 días que lo necesitaba ante la altísima temperatura que reina por estos días. Viene de años de mucho sacrificio personal. La crisis económica hizo que tanto ella como su esposo se queden sin trabajo y en el medio nació la beba que fue buscada y amada tras dos embarazos perdidos. Recuerda la depresión a la que la llevó esta situación y aún no contiene las lágrimas. Pero comentarios tales como “para qué te ponés a tener hijos” o “dale una buena casa en lugar de un ventilador” entre otros, hizo llamar a una reflexión a quienes agreden a través de las redes sociales y desconocen la realidad en la que las personas viven. Conciencia, respeto y empatía.
El de Carolina no es el único caso. Son muchos, en los que además de lo difícil que es afrontar un pedido público por algún tipo de carencia o vulnerabilidad deben soportar la catarata de insultos. Algunas personas quizás no les afecte demasiado pero a tantas otras, el daño que le producen es tan alto que quienes reproducen mensajes de odio a través de una pantalla ni siquiera dimensionan.
La casa de Carolina, que habita junto a su esposo y sus dos hijas es humilde, tiene lo justo y necesario para vivir pero a las niñas no les falta nada. Menos amor. Solo que la crítica situación que atraviesa el país, hizo que tantas familias como la de ella quedaran sin los ingresos habituales por haber salido del mercado laboral y las necesidades se aumentan. El techo es de chapa y el sol da de pleno en la casa. Ella tuvo un embarazo de riesgo y los médicos sugirieron hidratar continuamente a la pequeña bebé que debido al extremo calor mostraba ya dificultades para tomar la leche materna. Es por eso, que recurrió a la ayuda de la gente para adquirir algún elemento que la refresque un poco, como un ventilador. No mucho más.
“Me ayudaron”
En una entrevista con Jornada, sin mostrar su rostro por seguir con el temor que le generó la violencia recibida a través de las redes, se vio en la obligación de explicar cómo llegó a este elemento, por el cual fue criticada y hostigada por las aplicaciones de internet. Dijo que un hombre que se encarga de asistir a las personas con necesidades básicas desde una organización llamada “Viandas Solidarias” -que trabaja mayormente en el barrio Costanera- se ofreció a hacer público a través del diario lo que la beba necesitaba. Incluso, dijo la joven, les acerca comida cuando llegar a fin de mes es casi imposible. Así como un montón de gente es solidaria y al fin consiguió el ventilador, otro tanto sólo la agredió. Se sintió devastada y además, con la necesidad de explicar que “no eran así las cosas” como la gente lo describía. Ella sufrió y está sufriendo. La beba fue deseada y el embarazo corrió riesgo muchas veces. El miedo la paraliza y pide que la gente tenga empatía y la capacidad de entenderla. “La beba está muy acalorada con las altas temperaturas, no quería tomar teta y la única forma de hidratarla era así, que tenga un aire que la alivie. Del calor se resistía a prenderse al pecho. Me desesperé y pedí el ventilador”, refirió.
Parece hasta bizarro estar hablando de un ventilador, pero es lo que despuntó la ola de violencia que ella y su familia recibió. Como tantas otras personas que se animan a pedir lo que necesitan: suelen ser juzgadas y maltratadas como si hubiesen elegido estar en la situación que en mala fortuna les tocó estar. “Recibí comentarios horribles. Yo, a pesar que me faltan cosas soy rescatista de animales. No tengo plata pero no los puedo dejar tirados. Intento gestionar un lugar que puedan tenerlos. Pido ayuda y los llevo donde puedan tenerlos. Hubo personas que me decían que la beba no necesitaba un ventilador sino no una casa. La casa la tengo, no es una mansión, no. Es un rancho de chapa pero es mío. De acá no me va a sacar nadie. Recibí comentarios horribles como “por qué te ponés a parir”. Si supieran lo que me costó esa beba y lo mucho que sufrí”.
“No conocen mi historia”
Relató Carolina que “no conocen la historia. Yo perdí dos bebés y me sugirieron cuidarme y no tener hijos por algo más de un año y medio. Lo hice. Le dije a mi marido que si mejorábamos económicamente lo tendríamos. Fue así. Trabajábamos los dos. No tendría lujos pero sí un hogar. Cuando me embaracé, empecé con sangrados y me dijeron que no sabían si iba a vivir el bebé. Era muy chiquito. Me internaron, estuve dos veces en el Hospital. Me dieron óvulos para retenerla. Estaba con depresión, me daba miedo ir al baño. Me la pasaba llorando y triste. Hasta que pasaron 4 meses y me dijeron que estaba bien. Para ese entonces, a mi marido lo habían despedido del trabajo porque tenía que cuidar a mi otra nena. Yo había dejado de trabajar y empezamos a tener deudas. Si mi marido se iba a trabajar tenía que dejarme la casa ordenada porque yo no podía hacer nada”.
“Es injusto”
Las explicaciones las dio como obligación por la cantidad de cuestionamientos que recibió. Quiso hacerlo porque considera injusto que la sometan a semejantes barbaridades cuando sólo solicitó una pequeña ayuda. Incluso, advirtió que si la persona que le llevaba el ventilador se lo cobraba, ellos no tendrían problemas en pagarlo en cuotas. Pero hubo varios que aparecieron regalándoselos y ella colaboró con otras personas que sabe que están en su misma situación.
“Cuesta muchísimo vivir así. Terminamos mal. Yo pensaba que iban a mejorar las cosas. A los 7 meses de embarazo me volvieron a internar. Estaba deshidratada y me dijeron que había probabilidades que el bebé naciera antes. Si yo andaba mucho, podría nacer antes y era perjudicial”, relató.
La mujer, se sinceró: “Duele muchísimo lo que me pasó. Muchos hablaron sin saber. Me decían que me ponga a trabajar y me preguntaban qué hacía mi marido. No tienen idea lo que pasé. Mi mamá me vino a cuidar y él se fue a trabajar para tener algo de plata. Volvía quemado de trabajar al sol, no daba más. Teníamos poca comida y me mandaba plata. Yo trabajé en varias cosas, en una fábrica de lanas, cueros de vacas y ovejas, luego en otra fábrica en noches de 12 horas, volvía y mi marido salía. Hemos hecho venta de empanadas donde me criticaron mucho también, además de sorteos y también me decían: dejar de pedir”, recordó.
La impotencia de Carolina se advierte en su mirada. En sus ojos llenos de lágrimas durante toda la entrevista. Buscaba todo el tiempo las palabras adecuadas para no responder con agresión lo que en carne propia está sufriendo. Hizo un silencio y expresó: “la gente debería tener más empatía. No pueden hablar sin conocer a la persona. La plata no alcanza. Hay mucha gente que tiene plata y me parece bien. También hay personas de mi edad que está terminando la escuela. Yo decidí tener una familia, a mi bebé y no por eso, soy un asco. Ahora me puse el chip anticonceptivo. Mi ilusión era tener un bebé antes de ser más grande. Los comentarios duelen y perjudican. Vengo controlando mis emociones para no volver a caer en una depresión”, remarcó.
Para finalizar, suplicó que la sociedad tenga un poco más de piedad para con los que menos tienen. “Son muchas las personas que necesitan y me han llamado tras hacerse publico mi pedido. El ventilador se necesita para los bebés y cuesta. Pido conciencia antes de comentar. Duele, molesta y afecta a muchas mujeres que no saben cómo la están luchando para tener todo en la casa y asimismo no alcanza”, concluyó .
Relevamiento
Según un relevamiento publicado por Amnistía Internacional Argentina 1 de cada 3 mujeres ya han experimentado una situación de violencia en las redes sociales; 26% de las mujeres víctimas de violencia o abuso en las redes sociales recibió amenazas directas y/o indirectas de violencia psicológica o sexual.
De las mujeres que han experimentado algún tipo de violencia, el 39% sintió su seguridad física amenazada.#
Por Lorena Leeming / @loreleeming
No son golpes, gritos ni maltratos físicos. Pero la violencia digital afecta tanto como si lo fueran. Carolina (23), una joven que vive en una humilde vivienda del barrio Moreira de Trelew lo sufrió en carne propia. Angustiada y desesperada aceptó la donación de un ventilador para su beba de 5 días que lo necesitaba ante la altísima temperatura que reina por estos días. Viene de años de mucho sacrificio personal. La crisis económica hizo que tanto ella como su esposo se queden sin trabajo y en el medio nació la beba que fue buscada y amada tras dos embarazos perdidos. Recuerda la depresión a la que la llevó esta situación y aún no contiene las lágrimas. Pero comentarios tales como “para qué te ponés a tener hijos” o “dale una buena casa en lugar de un ventilador” entre otros, hizo llamar a una reflexión a quienes agreden a través de las redes sociales y desconocen la realidad en la que las personas viven. Conciencia, respeto y empatía.
El de Carolina no es el único caso. Son muchos, en los que además de lo difícil que es afrontar un pedido público por algún tipo de carencia o vulnerabilidad deben soportar la catarata de insultos. Algunas personas quizás no les afecte demasiado pero a tantas otras, el daño que le producen es tan alto que quienes reproducen mensajes de odio a través de una pantalla ni siquiera dimensionan.
La casa de Carolina, que habita junto a su esposo y sus dos hijas es humilde, tiene lo justo y necesario para vivir pero a las niñas no les falta nada. Menos amor. Solo que la crítica situación que atraviesa el país, hizo que tantas familias como la de ella quedaran sin los ingresos habituales por haber salido del mercado laboral y las necesidades se aumentan. El techo es de chapa y el sol da de pleno en la casa. Ella tuvo un embarazo de riesgo y los médicos sugirieron hidratar continuamente a la pequeña bebé que debido al extremo calor mostraba ya dificultades para tomar la leche materna. Es por eso, que recurrió a la ayuda de la gente para adquirir algún elemento que la refresque un poco, como un ventilador. No mucho más.
“Me ayudaron”
En una entrevista con Jornada, sin mostrar su rostro por seguir con el temor que le generó la violencia recibida a través de las redes, se vio en la obligación de explicar cómo llegó a este elemento, por el cual fue criticada y hostigada por las aplicaciones de internet. Dijo que un hombre que se encarga de asistir a las personas con necesidades básicas desde una organización llamada “Viandas Solidarias” -que trabaja mayormente en el barrio Costanera- se ofreció a hacer público a través del diario lo que la beba necesitaba. Incluso, dijo la joven, les acerca comida cuando llegar a fin de mes es casi imposible. Así como un montón de gente es solidaria y al fin consiguió el ventilador, otro tanto sólo la agredió. Se sintió devastada y además, con la necesidad de explicar que “no eran así las cosas” como la gente lo describía. Ella sufrió y está sufriendo. La beba fue deseada y el embarazo corrió riesgo muchas veces. El miedo la paraliza y pide que la gente tenga empatía y la capacidad de entenderla. “La beba está muy acalorada con las altas temperaturas, no quería tomar teta y la única forma de hidratarla era así, que tenga un aire que la alivie. Del calor se resistía a prenderse al pecho. Me desesperé y pedí el ventilador”, refirió.
Parece hasta bizarro estar hablando de un ventilador, pero es lo que despuntó la ola de violencia que ella y su familia recibió. Como tantas otras personas que se animan a pedir lo que necesitan: suelen ser juzgadas y maltratadas como si hubiesen elegido estar en la situación que en mala fortuna les tocó estar. “Recibí comentarios horribles. Yo, a pesar que me faltan cosas soy rescatista de animales. No tengo plata pero no los puedo dejar tirados. Intento gestionar un lugar que puedan tenerlos. Pido ayuda y los llevo donde puedan tenerlos. Hubo personas que me decían que la beba no necesitaba un ventilador sino no una casa. La casa la tengo, no es una mansión, no. Es un rancho de chapa pero es mío. De acá no me va a sacar nadie. Recibí comentarios horribles como “por qué te ponés a parir”. Si supieran lo que me costó esa beba y lo mucho que sufrí”.
“No conocen mi historia”
Relató Carolina que “no conocen la historia. Yo perdí dos bebés y me sugirieron cuidarme y no tener hijos por algo más de un año y medio. Lo hice. Le dije a mi marido que si mejorábamos económicamente lo tendríamos. Fue así. Trabajábamos los dos. No tendría lujos pero sí un hogar. Cuando me embaracé, empecé con sangrados y me dijeron que no sabían si iba a vivir el bebé. Era muy chiquito. Me internaron, estuve dos veces en el Hospital. Me dieron óvulos para retenerla. Estaba con depresión, me daba miedo ir al baño. Me la pasaba llorando y triste. Hasta que pasaron 4 meses y me dijeron que estaba bien. Para ese entonces, a mi marido lo habían despedido del trabajo porque tenía que cuidar a mi otra nena. Yo había dejado de trabajar y empezamos a tener deudas. Si mi marido se iba a trabajar tenía que dejarme la casa ordenada porque yo no podía hacer nada”.
“Es injusto”
Las explicaciones las dio como obligación por la cantidad de cuestionamientos que recibió. Quiso hacerlo porque considera injusto que la sometan a semejantes barbaridades cuando sólo solicitó una pequeña ayuda. Incluso, advirtió que si la persona que le llevaba el ventilador se lo cobraba, ellos no tendrían problemas en pagarlo en cuotas. Pero hubo varios que aparecieron regalándoselos y ella colaboró con otras personas que sabe que están en su misma situación.
“Cuesta muchísimo vivir así. Terminamos mal. Yo pensaba que iban a mejorar las cosas. A los 7 meses de embarazo me volvieron a internar. Estaba deshidratada y me dijeron que había probabilidades que el bebé naciera antes. Si yo andaba mucho, podría nacer antes y era perjudicial”, relató.
La mujer, se sinceró: “Duele muchísimo lo que me pasó. Muchos hablaron sin saber. Me decían que me ponga a trabajar y me preguntaban qué hacía mi marido. No tienen idea lo que pasé. Mi mamá me vino a cuidar y él se fue a trabajar para tener algo de plata. Volvía quemado de trabajar al sol, no daba más. Teníamos poca comida y me mandaba plata. Yo trabajé en varias cosas, en una fábrica de lanas, cueros de vacas y ovejas, luego en otra fábrica en noches de 12 horas, volvía y mi marido salía. Hemos hecho venta de empanadas donde me criticaron mucho también, además de sorteos y también me decían: dejar de pedir”, recordó.
La impotencia de Carolina se advierte en su mirada. En sus ojos llenos de lágrimas durante toda la entrevista. Buscaba todo el tiempo las palabras adecuadas para no responder con agresión lo que en carne propia está sufriendo. Hizo un silencio y expresó: “la gente debería tener más empatía. No pueden hablar sin conocer a la persona. La plata no alcanza. Hay mucha gente que tiene plata y me parece bien. También hay personas de mi edad que está terminando la escuela. Yo decidí tener una familia, a mi bebé y no por eso, soy un asco. Ahora me puse el chip anticonceptivo. Mi ilusión era tener un bebé antes de ser más grande. Los comentarios duelen y perjudican. Vengo controlando mis emociones para no volver a caer en una depresión”, remarcó.
Para finalizar, suplicó que la sociedad tenga un poco más de piedad para con los que menos tienen. “Son muchas las personas que necesitan y me han llamado tras hacerse publico mi pedido. El ventilador se necesita para los bebés y cuesta. Pido conciencia antes de comentar. Duele, molesta y afecta a muchas mujeres que no saben cómo la están luchando para tener todo en la casa y asimismo no alcanza”, concluyó .
Relevamiento
Según un relevamiento publicado por Amnistía Internacional Argentina 1 de cada 3 mujeres ya han experimentado una situación de violencia en las redes sociales; 26% de las mujeres víctimas de violencia o abuso en las redes sociales recibió amenazas directas y/o indirectas de violencia psicológica o sexual.
De las mujeres que han experimentado algún tipo de violencia, el 39% sintió su seguridad física amenazada.#