Hace poco más de un año que la Cooperativa Eléctrica de Trelew no recibe tarifa y funciona con valores desactualizados. En estas condiciones, cualquier otra empresa privada ya estaría quebrada y fuera de juego.
El dato surgió en la conferencia de prensa del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, la primera reacción gremial ante el anuncio de la intervención judicial a la entidad.
Hay responsables, claro: gobernadores, intendentes, concejos deliberantes que hace décadas prometen una salida negociada al déficit, que entre tanta venta de humo pasó de millonario a multimillonario y sumando.
Contando desde la gestión de Néstor Perl, hubo generaciones enteras de dirigencias tibias y adolescentes que patearon el problema lo más adelante posible. Y cuando las papas quemaron optaron por la demagogia y por mirar hacia otro lado.
Pero no se puede estar siempre con Dios y con el Diablo sin que alguno de ambos desconfíe. Tanto se eludieron los compromisos y se pisaron las decisiones necesarias, que ahora la empresa de capital social estará al mando de un interventor foráneo. El escenario acorrala a todos.
La sorpresa no existe. Todo decantó a este fango. El resto de las cooperativas tienen panoramas similares, aunque estén por ahora algo más acomodadas. Y el interior sigue con serios problemas de servicios públicos. “Cuanto más lejos de Rawson están, peor es su realidad con la energía y con el agua”, graficó el secretario general del gremio, Héctor González.
Un ejemplo tradicional es Comodoro Rivadavia, que hace más de 100 años inyecta petróleo al país pero sigue teniendo agua por un caño que se desintegra cada verano. La degradación lo mancha todo.
Ni hablar de la bola de nieve de la deuda con Cammesa. Nadie transparenta la economía cooperativa y esta opacidad implica andar a ciegas.
En estas condiciones no puede tomarse ninguna determinación razonable porque todos serán globos de ensayo.
Pasaron las promesas, las licitaciones, los proyectos a lápiz, los diagnósticos, los reproches cruzados, las chicanas, las demandas en tribunales.
Pero lo cierto es que nadie en Trelew se quitó los anillos e invitó a la otra parte a sentarse a negociar en una mesa. A decirse lo que fuera que haya que decirse, sin micrófonos ni gacetillas de prensa.
Entonces, tanto se tensó la cuerda que lo que nació este año como una disputa de dos listas de candidatos terminó con un interventor judicial.
El hombre en cuestión es Matías Bourdieu. Nadie lo conoce demasiado bien o nadie quiere describirlo con franqueza, pero parece que llega con motosierra. Fue jerárquico en Camuzzi y ayudó en la privatización de YPF y del sector del gas. Con estos datos, su llegada se toma con mucha cautela. Es que de su mano se ingresa a un territorio desconocido.
Por las dudas, Luz y Fuerza marcó la cancha y avisó que no admitirá que toquen los derechos adquiridos de ningún trabajador. Parece una obviedad, pero ya hubo un mal trago como antecedente: el despido sin causa de Estefanía Peloff en la Cooperativa 16 de Octubre de Esquel por animarse a denunciar un fraude.
El gremio sostuvo con fuerza que de ninguna manera el costo laboral pudo desequilibrar los números de la empresa valletana. Mucho menos si los laburantes sufren retrasos en salarios y horas extras. Si se respeta esta premisa de no convertirse en el pato de la boda de los desaguisados ajenos, todo se dialogará. Aunque en el fondo pocos creen que una intervención resuelva algún problema estructural y miran con atención la quita de subsidios.
Lo que de ahora en más suceda en Trelew impactará en el resto de las empresas de servicios de Chubut. Pero en este dominó implacable, el sistema cooperativo no es el problema sino más bien los hombres y mujeres que lo (des)manejan. Allí habrá que buscar las fallas.
Mientras los platos ya están rotos, Bourdieu llega para decidir quién los paga. La dirigencia anodina tiene una chance única de hacer lo que no hizo durante décadas: cuidar a los vecinos.
Hace poco más de un año que la Cooperativa Eléctrica de Trelew no recibe tarifa y funciona con valores desactualizados. En estas condiciones, cualquier otra empresa privada ya estaría quebrada y fuera de juego.
El dato surgió en la conferencia de prensa del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, la primera reacción gremial ante el anuncio de la intervención judicial a la entidad.
Hay responsables, claro: gobernadores, intendentes, concejos deliberantes que hace décadas prometen una salida negociada al déficit, que entre tanta venta de humo pasó de millonario a multimillonario y sumando.
Contando desde la gestión de Néstor Perl, hubo generaciones enteras de dirigencias tibias y adolescentes que patearon el problema lo más adelante posible. Y cuando las papas quemaron optaron por la demagogia y por mirar hacia otro lado.
Pero no se puede estar siempre con Dios y con el Diablo sin que alguno de ambos desconfíe. Tanto se eludieron los compromisos y se pisaron las decisiones necesarias, que ahora la empresa de capital social estará al mando de un interventor foráneo. El escenario acorrala a todos.
La sorpresa no existe. Todo decantó a este fango. El resto de las cooperativas tienen panoramas similares, aunque estén por ahora algo más acomodadas. Y el interior sigue con serios problemas de servicios públicos. “Cuanto más lejos de Rawson están, peor es su realidad con la energía y con el agua”, graficó el secretario general del gremio, Héctor González.
Un ejemplo tradicional es Comodoro Rivadavia, que hace más de 100 años inyecta petróleo al país pero sigue teniendo agua por un caño que se desintegra cada verano. La degradación lo mancha todo.
Ni hablar de la bola de nieve de la deuda con Cammesa. Nadie transparenta la economía cooperativa y esta opacidad implica andar a ciegas.
En estas condiciones no puede tomarse ninguna determinación razonable porque todos serán globos de ensayo.
Pasaron las promesas, las licitaciones, los proyectos a lápiz, los diagnósticos, los reproches cruzados, las chicanas, las demandas en tribunales.
Pero lo cierto es que nadie en Trelew se quitó los anillos e invitó a la otra parte a sentarse a negociar en una mesa. A decirse lo que fuera que haya que decirse, sin micrófonos ni gacetillas de prensa.
Entonces, tanto se tensó la cuerda que lo que nació este año como una disputa de dos listas de candidatos terminó con un interventor judicial.
El hombre en cuestión es Matías Bourdieu. Nadie lo conoce demasiado bien o nadie quiere describirlo con franqueza, pero parece que llega con motosierra. Fue jerárquico en Camuzzi y ayudó en la privatización de YPF y del sector del gas. Con estos datos, su llegada se toma con mucha cautela. Es que de su mano se ingresa a un territorio desconocido.
Por las dudas, Luz y Fuerza marcó la cancha y avisó que no admitirá que toquen los derechos adquiridos de ningún trabajador. Parece una obviedad, pero ya hubo un mal trago como antecedente: el despido sin causa de Estefanía Peloff en la Cooperativa 16 de Octubre de Esquel por animarse a denunciar un fraude.
El gremio sostuvo con fuerza que de ninguna manera el costo laboral pudo desequilibrar los números de la empresa valletana. Mucho menos si los laburantes sufren retrasos en salarios y horas extras. Si se respeta esta premisa de no convertirse en el pato de la boda de los desaguisados ajenos, todo se dialogará. Aunque en el fondo pocos creen que una intervención resuelva algún problema estructural y miran con atención la quita de subsidios.
Lo que de ahora en más suceda en Trelew impactará en el resto de las empresas de servicios de Chubut. Pero en este dominó implacable, el sistema cooperativo no es el problema sino más bien los hombres y mujeres que lo (des)manejan. Allí habrá que buscar las fallas.
Mientras los platos ya están rotos, Bourdieu llega para decidir quién los paga. La dirigencia anodina tiene una chance única de hacer lo que no hizo durante décadas: cuidar a los vecinos.