Murió "Locomotora" Oliveras, músculos para golpear y sabiduría para enseñar

La legendaria boxeadora falleció tras sufrir un ACV. Su historia de superación, desde la pobreza en Jujuy hasta un Récord Guinness, la convirtió en un ícono.

28 JUL 2025 - 16:31 | Actualizado 28 JUL 2025 - 17:11

Por Ismael Tebes / Redacción Jornada

Alejandra Oliveras ganó casi todas las peleas que disputó, sobre todo las que lidió debajo del ring. La “Locomotora” fue tan imparable como verborrágica, una mujer que se plantó con rudeza en un ambiente donde solían “mandar” los hombre. Una campeona que aprendió a motivar; a armarse con sabiduría y a estudiar, en tiempos de “acomodo”.

Dejó una profunda huella en el boxeo de las pioneras y también abrió otros surcos: como una fuente motivadora de energía y un heroína sin capa, que se convirtió en la referente de muchas personas sin vidriera.

Las pasó y las superó; nunca negó los vericuetos grises de su propia vida. En tiempos en que el boxeo femenino era una incógnita, ella se convirtió en una bandera. Su fortaleza la puso ahí. Donde pocas pueden llegar y donde casi ninguna, logra sostenerse.

Fue campeona del mundo en cuatro categorías; noqueó en su tierra a la mismísima Jackie Nava y protagonizó duelos encarnizados con Marcela “La Tigresa” Acuña y Erica Farías.

Se golpeó el pecho, pidiendo igualdad y un reconocimiento que no llegó a disfrutar. Desde sus frases y la perspectiva de “la vida como una pelea” marcó un camino que la llevó a recorrer el país y a acercarse a las personas que parecían estar desguarnecidas y sin fuerzas.

Ahí, Oliveras encontró terreno fértil para que su mensaje surtiera efecto. Ayudando desde sus videos, fuera de cualquier formalidad y rompiendo casi siempre los protocolos. Como lo hizo alguna vez relatando los problemas escatológicos que la llevaron a “apurar” una nota post pelea. Fue una transgresora que no solía transar con los poderosos y que fue su propia manejadora, con los pro y las contras que ésta decisión impone.

Era la “Locomotora”, una mujer fuerte no solamente por los músculos; que recorría los medios de comunicación; que se mediatizó con los reality y que multiplicó su personaje desde Tinelli hasta el menos visto de los paneles porque siempre “garpó” en términos de ráting.

Oliveras no desconoció la Patagonia. Corrió una prueba en la arena de Puerto Madryn y en más de una ocasión, visitó Puerto San Julián convocada por el gremio minero para brindar charlas motivacionales. Además, fue proclamada como la “madrina” oficial de la Escuela de Boxeo del barrio INTA, que construyó Diego Sañanco desde sus cimientos y en uno de los sectores más humildes de Trelew.

A los 47 años, sufrió un ACV con el que batalló durante trece días y a pesar de alguna mejoría en su condición, la grave lesión cerebral que sufrió; le terminó ganando la pulseada.

Enterate de las noticias de DEPORTES a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
28 JUL 2025 - 16:31

Por Ismael Tebes / Redacción Jornada

Alejandra Oliveras ganó casi todas las peleas que disputó, sobre todo las que lidió debajo del ring. La “Locomotora” fue tan imparable como verborrágica, una mujer que se plantó con rudeza en un ambiente donde solían “mandar” los hombre. Una campeona que aprendió a motivar; a armarse con sabiduría y a estudiar, en tiempos de “acomodo”.

Dejó una profunda huella en el boxeo de las pioneras y también abrió otros surcos: como una fuente motivadora de energía y un heroína sin capa, que se convirtió en la referente de muchas personas sin vidriera.

Las pasó y las superó; nunca negó los vericuetos grises de su propia vida. En tiempos en que el boxeo femenino era una incógnita, ella se convirtió en una bandera. Su fortaleza la puso ahí. Donde pocas pueden llegar y donde casi ninguna, logra sostenerse.

Fue campeona del mundo en cuatro categorías; noqueó en su tierra a la mismísima Jackie Nava y protagonizó duelos encarnizados con Marcela “La Tigresa” Acuña y Erica Farías.

Se golpeó el pecho, pidiendo igualdad y un reconocimiento que no llegó a disfrutar. Desde sus frases y la perspectiva de “la vida como una pelea” marcó un camino que la llevó a recorrer el país y a acercarse a las personas que parecían estar desguarnecidas y sin fuerzas.

Ahí, Oliveras encontró terreno fértil para que su mensaje surtiera efecto. Ayudando desde sus videos, fuera de cualquier formalidad y rompiendo casi siempre los protocolos. Como lo hizo alguna vez relatando los problemas escatológicos que la llevaron a “apurar” una nota post pelea. Fue una transgresora que no solía transar con los poderosos y que fue su propia manejadora, con los pro y las contras que ésta decisión impone.

Era la “Locomotora”, una mujer fuerte no solamente por los músculos; que recorría los medios de comunicación; que se mediatizó con los reality y que multiplicó su personaje desde Tinelli hasta el menos visto de los paneles porque siempre “garpó” en términos de ráting.

Oliveras no desconoció la Patagonia. Corrió una prueba en la arena de Puerto Madryn y en más de una ocasión, visitó Puerto San Julián convocada por el gremio minero para brindar charlas motivacionales. Además, fue proclamada como la “madrina” oficial de la Escuela de Boxeo del barrio INTA, que construyó Diego Sañanco desde sus cimientos y en uno de los sectores más humildes de Trelew.

A los 47 años, sufrió un ACV con el que batalló durante trece días y a pesar de alguna mejoría en su condición, la grave lesión cerebral que sufrió; le terminó ganando la pulseada.