Prejuicios, exposición y logros: una charla con tres juezas

Karina Breckle, Eve Ponce y María Laura Martini cumplieron un año trabajando juntas en Rawson. Es la única ciudad de Chubut con tres magistradas y sin hombres en ese cargo. Reflexiones sobre el “poder machista”, la mediatización, las incomodidades del sistema y los logros para los vecinos.

Desde la izquierda, Martini, Breckle y Ponce.
10 AGO 2025 - 9:27 | Actualizado 10 AGO 2025 - 11:40

Por Rolando Tobarez / Redacción Jornada

Cómplices y cautas, se miran antes de responder. Sonríen, miran al techo, piensan, hay pausas largas. En su cargo no pueden permitirse una palabra de más o una mala interpretación.

Hace un año que trabajan juntas en Rawson, única ciudad de Chubut con tres juezas mujeres. O “juezas” a secas, sin hombres en el cargo. Ese tiempo es el disparador para sus reflexiones.

Martini, Breckle y Ponce en la sala de audiencias.

María Laura Martini rompe el hielo. “Somos un equipo que acopló enseguida y pareciera que hace más tiempo que estamos juntas”.
La sigue Eve Ponce: “Somos tres mujeres al frente de una jurisdicción súper complicada y de exposición, y que nos llevemos bien, nos comuniquemos y resolvamos en consecuencia, más allá de los criterios de cada una, es muy importante”.
Para Karina Breckle, “se logró en Rawson una dinámica en la justicia mucho más eficaz, expeditiva y rápida”.
En los viejos tiempos la capital debía esperar que los jueces de Trelew tuvieran lugar en su agenda para viajar y atender las audiencias. Breckle fue la primera jueza propia. “Intentaba hacer lo humanamente posible, pero que la circunscripción ya esté conformada le mejora la calidad del servicio de justicia al ciudadano”.

Karina Breckle, la primera jueza propia que tuvo Rawson.

-¿Qué implica para tres juezas trabajar en una ciudad con el peso concreto y simbólico de Rawson?
-Breckle: Es un lugar distinto. No sólo porque acá terminan todas las causas vinculadas al poder político o los casos de corrupción sino por el lugar: el ciudadano de Rawson se manifiesta y tiene una demanda distinta en situaciones que quizás son pequeñas para otras ciudades pero que aquí piden una justicia rápida y real. Eso hace que el juez se exponga en la solución cuando en cualquier otra circunscripción pasaría inadvertido y no saldría en los diarios. Eso te hace reflexionar dónde y porqué.
-Ponce: Es una ciudad chica pero que concentra sectores políticos, gremiales y sociales. Rawson tiene muchos delitos de género e intrafamiliares. A veces son incidencias pequeñas pero terminan exponiéndose a un nivel que en otra jurisdicción no ocurriría, también porque es una comunidad chica y todos se conocen.
-Martini: Me tocó vivirlo y sufrirlo apenas arribé. En el caso de La Manada (N de la R.: fue parte del tribunal que juzgó el caso) pude ver la intensidad con la que se viven ciertos casos y lo que significan. Ese juicio fue emblemático en ese sentido. Y ya instalada acá lo viví desde el cuestionamiento de mi traslado. En todos los demás casos de traslado nadie se enteró ni los cuestionó, pero en Rawson se generó una situación que aún no está definitivamente resuelta. Fue una sorpresa y un golpe, fue difícil. Uno advierte la exposición que tenemos por causas que en otras jurisdicciones la figura del juez pasa desapercibida. Aquí no es así y hay que estar preparada. Este año me llevó una adaptación rápida y forzosa pero la debí transitar. Venía de Comodoro Rivadavia, que es tremendamente difícil y la ciudad con más cantidad y calidad de delitos; acá parecía que iba a tener más tiempo para dedicar a las causas, pero a la vez eso se compensa con toda la intensidad y exigencia que demanda esta circunscripción.

-¿Si su traslado hubiese sido a Esquel no hubiese habido problema?
-Estoy segura que no. En Rawson se juegan intereses que en otros lados no.

Eve Ponce llegó desde Comodoro Rivadavia.

-¿Hay actores del sistema judicial que aún les hacen sentir que son mujeres?
-Ponce: En mi caso no sólo se hace sentir el rol de ser una jueza sino que me pasa que al momento de litigar te das cuenta que me llegan a cuestionar hasta que soy una jueza novel o reciente. Siento que se me cuestiona por ser mujer, si bien llevo 16 años en el Poder Judicial y un año y medio en la función. Lo siento incluso no solo de actores que participan técnicamente de las audiencias sino también de víctimas o las partes civiles que cuestionan. En ocasiones que integré tribunales respetaron más la presencia de un hombre que la de una mujer.

-¿Eso la obligó a poner freno?
-Sí, miles de veces en el sentido del respeto ante todo y por todas las partes.
-Martini: También lo noto. En Comodoro no lo sentía así y entiendo que hace a esta jurisdicción, que es donde radica el poder político y eso se traslada a los otros poderes. Acá sentí más particularmente cuestionamiento y el trato incluso de las partes hacia el magistrado no es el mismo que en otras jurisdicciones; siento que tiene que ver con ser mujer y que no pasaría lo mismo con un juez hombre.
-Breckle: Estamos en el lugar donde está el poder. Y el poder es machista y está lleno de hombres, sea económico o político; somos mujeres con poder de decisión pero por circunstancias del alrededor en algún punto hay situaciones donde alguien intenta ponerte en tu lugar. Y para eso usa que sos mujer. Eso sigue siendo el poder de los hombres: no te veo como un igual, te veo como una mujer que deberías estar lavando platos. En situaciones donde el poder está acá al lado, cruzando la calle, se nota muchísimo más.

María Laura Martini, la última en llegar a Rawson.

-¿Hay autocríticas?
-Martini: En casos concretos que termina una audiencia y una piensa “quizás esto debí decirlo de otra manera o haber iniciado la audiencia de esta forma”. Pero no en cuanto al fondo sino a las formas de encarar una audiencia.
-Ponce: La autocrítica está siempre, como salir de audiencias y decir “tendría que haberme dado cuenta de esto o encarar de forma diferente”.
-Breckle: Es lo que tiene la oralidad, la inmediatez y la celeridad. Estamos en una sala con dos partes pidiendo. No es como pasaba antes que un juez se tomaba el tiempo y se escondía atrás de un escrito. La inmediatez te expone y uno busca entre sus recursos la solución más adecuada. Posiblemente después de que atraviesa de la puerta encuentra que debió ser o podría haber sido otra. Todos los magistrados tenemos autocritica en eso.

-Si fuesen dos mujeres y un hombre, ¿la dinámica del trabajo sería distinta?
-Breckle y Martini: Seguramente estaríamos más divididos y nosotras atentas a poner límite a este avasallamiento de género que suele haber. Pero hemos trabajando perfectamente bien con hombres en varios tribunales.

-¿Cuál es el mayor estereotipo o prejuicio que escucharon en la Justicia por ser mujeres?
-Breckle: La minimización del otro por ser mujer. Comienza con cosas sutiles, casi siempre lo primero es “sos nueva”.
-Ponce: “No tenés la experiencia que tengo ni mi conocimiento”.
-Martini: En mi caso, entrelíneas se leyó que no tenía el criterio de una juez imparcial sino que seguía con una línea fiscalista.
-Breckle: Son formas de minimizar al otro. Me pasó en una audiencia donde un juez hombre indicó a una parte que se comporte correctamente. El comportamiento de los dos fue distinto, no hubo caras porque “somos dos hombres”.Nosotras hemos tenido que parar caras también. Te están diciendo “vos mujer no me vas a decir qué, cuándo ni cómo decir algo”. Tiene que ver con esta concepción de “por qué vos me dirías cuándo me tengo que callar”.

-¿Con qué mensaje debería culminar esta charla?
-Breckle: Cada mujer sabe que hay que remar continuamente y que pasarán muchas generaciones todavía para que esto se viva diferente y nos veamos iguales con las oportunidades y posibilidades. Es un cambio que no veremos. Apuesto a que son pasos que damos para que otras mujeres en muchos años no lo pasen. Vamos caminando para empoderar a una víctima o tratar de que con alguna medida que una tome, el agresor entienda que ese no es más el camino cultural ni de vida.
-Martini: Con cada resolución que tomamos este año quedó claro que estamos bien plantadas y constituidas como Colegio de Juezas, priorizando la funcionalidad del sistema y el servicio de justicia con lo que tenemos, con lo que nos traen y con lo que podemos, pero convencidas del lugar que tenemos y sobre todo de nuestra responsabilidad con el ciudadano.

Fotos: Daniel Feldman

Desde la izquierda, Martini, Breckle y Ponce.
10 AGO 2025 - 9:27

Por Rolando Tobarez / Redacción Jornada

Cómplices y cautas, se miran antes de responder. Sonríen, miran al techo, piensan, hay pausas largas. En su cargo no pueden permitirse una palabra de más o una mala interpretación.

Hace un año que trabajan juntas en Rawson, única ciudad de Chubut con tres juezas mujeres. O “juezas” a secas, sin hombres en el cargo. Ese tiempo es el disparador para sus reflexiones.

Martini, Breckle y Ponce en la sala de audiencias.

María Laura Martini rompe el hielo. “Somos un equipo que acopló enseguida y pareciera que hace más tiempo que estamos juntas”.
La sigue Eve Ponce: “Somos tres mujeres al frente de una jurisdicción súper complicada y de exposición, y que nos llevemos bien, nos comuniquemos y resolvamos en consecuencia, más allá de los criterios de cada una, es muy importante”.
Para Karina Breckle, “se logró en Rawson una dinámica en la justicia mucho más eficaz, expeditiva y rápida”.
En los viejos tiempos la capital debía esperar que los jueces de Trelew tuvieran lugar en su agenda para viajar y atender las audiencias. Breckle fue la primera jueza propia. “Intentaba hacer lo humanamente posible, pero que la circunscripción ya esté conformada le mejora la calidad del servicio de justicia al ciudadano”.

Karina Breckle, la primera jueza propia que tuvo Rawson.

-¿Qué implica para tres juezas trabajar en una ciudad con el peso concreto y simbólico de Rawson?
-Breckle: Es un lugar distinto. No sólo porque acá terminan todas las causas vinculadas al poder político o los casos de corrupción sino por el lugar: el ciudadano de Rawson se manifiesta y tiene una demanda distinta en situaciones que quizás son pequeñas para otras ciudades pero que aquí piden una justicia rápida y real. Eso hace que el juez se exponga en la solución cuando en cualquier otra circunscripción pasaría inadvertido y no saldría en los diarios. Eso te hace reflexionar dónde y porqué.
-Ponce: Es una ciudad chica pero que concentra sectores políticos, gremiales y sociales. Rawson tiene muchos delitos de género e intrafamiliares. A veces son incidencias pequeñas pero terminan exponiéndose a un nivel que en otra jurisdicción no ocurriría, también porque es una comunidad chica y todos se conocen.
-Martini: Me tocó vivirlo y sufrirlo apenas arribé. En el caso de La Manada (N de la R.: fue parte del tribunal que juzgó el caso) pude ver la intensidad con la que se viven ciertos casos y lo que significan. Ese juicio fue emblemático en ese sentido. Y ya instalada acá lo viví desde el cuestionamiento de mi traslado. En todos los demás casos de traslado nadie se enteró ni los cuestionó, pero en Rawson se generó una situación que aún no está definitivamente resuelta. Fue una sorpresa y un golpe, fue difícil. Uno advierte la exposición que tenemos por causas que en otras jurisdicciones la figura del juez pasa desapercibida. Aquí no es así y hay que estar preparada. Este año me llevó una adaptación rápida y forzosa pero la debí transitar. Venía de Comodoro Rivadavia, que es tremendamente difícil y la ciudad con más cantidad y calidad de delitos; acá parecía que iba a tener más tiempo para dedicar a las causas, pero a la vez eso se compensa con toda la intensidad y exigencia que demanda esta circunscripción.

-¿Si su traslado hubiese sido a Esquel no hubiese habido problema?
-Estoy segura que no. En Rawson se juegan intereses que en otros lados no.

Eve Ponce llegó desde Comodoro Rivadavia.

-¿Hay actores del sistema judicial que aún les hacen sentir que son mujeres?
-Ponce: En mi caso no sólo se hace sentir el rol de ser una jueza sino que me pasa que al momento de litigar te das cuenta que me llegan a cuestionar hasta que soy una jueza novel o reciente. Siento que se me cuestiona por ser mujer, si bien llevo 16 años en el Poder Judicial y un año y medio en la función. Lo siento incluso no solo de actores que participan técnicamente de las audiencias sino también de víctimas o las partes civiles que cuestionan. En ocasiones que integré tribunales respetaron más la presencia de un hombre que la de una mujer.

-¿Eso la obligó a poner freno?
-Sí, miles de veces en el sentido del respeto ante todo y por todas las partes.
-Martini: También lo noto. En Comodoro no lo sentía así y entiendo que hace a esta jurisdicción, que es donde radica el poder político y eso se traslada a los otros poderes. Acá sentí más particularmente cuestionamiento y el trato incluso de las partes hacia el magistrado no es el mismo que en otras jurisdicciones; siento que tiene que ver con ser mujer y que no pasaría lo mismo con un juez hombre.
-Breckle: Estamos en el lugar donde está el poder. Y el poder es machista y está lleno de hombres, sea económico o político; somos mujeres con poder de decisión pero por circunstancias del alrededor en algún punto hay situaciones donde alguien intenta ponerte en tu lugar. Y para eso usa que sos mujer. Eso sigue siendo el poder de los hombres: no te veo como un igual, te veo como una mujer que deberías estar lavando platos. En situaciones donde el poder está acá al lado, cruzando la calle, se nota muchísimo más.

María Laura Martini, la última en llegar a Rawson.

-¿Hay autocríticas?
-Martini: En casos concretos que termina una audiencia y una piensa “quizás esto debí decirlo de otra manera o haber iniciado la audiencia de esta forma”. Pero no en cuanto al fondo sino a las formas de encarar una audiencia.
-Ponce: La autocrítica está siempre, como salir de audiencias y decir “tendría que haberme dado cuenta de esto o encarar de forma diferente”.
-Breckle: Es lo que tiene la oralidad, la inmediatez y la celeridad. Estamos en una sala con dos partes pidiendo. No es como pasaba antes que un juez se tomaba el tiempo y se escondía atrás de un escrito. La inmediatez te expone y uno busca entre sus recursos la solución más adecuada. Posiblemente después de que atraviesa de la puerta encuentra que debió ser o podría haber sido otra. Todos los magistrados tenemos autocritica en eso.

-Si fuesen dos mujeres y un hombre, ¿la dinámica del trabajo sería distinta?
-Breckle y Martini: Seguramente estaríamos más divididos y nosotras atentas a poner límite a este avasallamiento de género que suele haber. Pero hemos trabajando perfectamente bien con hombres en varios tribunales.

-¿Cuál es el mayor estereotipo o prejuicio que escucharon en la Justicia por ser mujeres?
-Breckle: La minimización del otro por ser mujer. Comienza con cosas sutiles, casi siempre lo primero es “sos nueva”.
-Ponce: “No tenés la experiencia que tengo ni mi conocimiento”.
-Martini: En mi caso, entrelíneas se leyó que no tenía el criterio de una juez imparcial sino que seguía con una línea fiscalista.
-Breckle: Son formas de minimizar al otro. Me pasó en una audiencia donde un juez hombre indicó a una parte que se comporte correctamente. El comportamiento de los dos fue distinto, no hubo caras porque “somos dos hombres”.Nosotras hemos tenido que parar caras también. Te están diciendo “vos mujer no me vas a decir qué, cuándo ni cómo decir algo”. Tiene que ver con esta concepción de “por qué vos me dirías cuándo me tengo que callar”.

-¿Con qué mensaje debería culminar esta charla?
-Breckle: Cada mujer sabe que hay que remar continuamente y que pasarán muchas generaciones todavía para que esto se viva diferente y nos veamos iguales con las oportunidades y posibilidades. Es un cambio que no veremos. Apuesto a que son pasos que damos para que otras mujeres en muchos años no lo pasen. Vamos caminando para empoderar a una víctima o tratar de que con alguna medida que una tome, el agresor entienda que ese no es más el camino cultural ni de vida.
-Martini: Con cada resolución que tomamos este año quedó claro que estamos bien plantadas y constituidas como Colegio de Juezas, priorizando la funcionalidad del sistema y el servicio de justicia con lo que tenemos, con lo que nos traen y con lo que podemos, pero convencidas del lugar que tenemos y sobre todo de nuestra responsabilidad con el ciudadano.

Fotos: Daniel Feldman