Juana Morales y Pedro Kreder, la pareja de jubilados lleva 12 días desaparecida. Las hipótesis crecen y ya retiraron la camioneta con la que se encajaron en la zona de playa Visser (entre Camarones y Comodoro Rivadavia). Desde entonces, la búsqueda se intensificó. Familiares, voluntarios, autoridades provinciales y expertos en terreno se sumaron al operativo, que hasta ahora no arrojó resultados positivos.
Entre quienes conocen de primera mano esa zona se encuentra Martín Pérez, especializado en excursiones 4x4, con décadas de experiencia recorriendo el litoral patagónico. Su testimonio resulta clave para entender los desafíos de la búsqueda. “Yo estuve el sábado en esa área. Si hubieran hecho una señal, una fogata, quizás los habría visto. Pero no hay rastros. La zona es brutal si no la conocés”, dice con pesar.
Un terreno engañoso
Pérez no duda en señalar una de las principales amenazas del lugar: los sumideros. Se trata de depresiones del terreno, muchas veces cubiertas por capas de greda que al pisarse colapsan, como trampas invisibles.
Explicó que los sumideros de los que se habla “son sitios que tienen origen hídrico. Desde arriba, pueden parecer firmes, pero al pisarlos, no se sabe ni la profundidad ni el diámetro. Si alguien cae ahí, puede quedar completamente fuera de vista”.
Esa zona protegida tiene una extensión enorme: unas 90.000 hectáreas, según explica. No hay caminos señalizados, ni accesos seguros, solo algunas huellas abiertas por pescadores. “No hay rutas que conecten directamente Comodoro con Camarones por esa zona. Muchos se confían. El año pasado tuvimos dos motorhomes alemanes que se encajaron por seguir una ruta satelital que no existe. No es un lugar para improvisar”, advierte.
La búsqueda
La tarea de hallar a Juana y Pedro se vuelve titánica por la geografía y las condiciones climáticas. “Es muy extenuante. Tenés que crear cuadrículas para buscar. El viento desgasta. El aire es seco, fuerte. De noche baja mucho la temperatura. Hay que salir de a dos como mínimo, con cuchillo, agua, GPS. No es una travesía para cualquiera”, enfatiza.
Pérez asegura además que algunos cañadones, están tan profundos que desde allí ni siquiera se puede ver el mar, a pesar de estar a pocos kilómetros. Tampoco hay señal telefónica: “Tenés que salir hasta Caleta Córdova para tener conexión. Son 70 kilómetros. Si alguien se pierde, está completamente incomunicado”.
Habló sobre las características del clima: “Las noches son muy frías. De madrugada se siente el mar, la marea, el frío que baja. Sin abrigo, sin comida, sin agua... es muy difícil estar tantos días. Y más siendo adultos mayores, con una salud más frágil”.
El excursionista cree que la desorientación pudo haber jugado un papel clave: “El sentido común me dice que cuando los obstáculos crecen, hay que volver. Quizás se perdieron. Quizás estuvieron días pidiendo ayuda desde la camioneta. Uno piensa qué se podría haber hecho. Pero la zona es inmensa. Hay lugares donde no hay forma de ver a otro ser humano por días”.
Con años de experiencia en la zona, dice que esta no es la primera vez que alguien se pierde: “Otras veces hubo suerte. Gente que estuvo encajada días.
Para finalizar, advirtió que "esto no puede seguir pasando. Hay que concientizar. Respetar la naturaleza. No es cuestión de miedo, sino de conocimiento y preparación. Todo tiene un límite”, concluyó.
Juana Morales y Pedro Kreder, la pareja de jubilados lleva 12 días desaparecida. Las hipótesis crecen y ya retiraron la camioneta con la que se encajaron en la zona de playa Visser (entre Camarones y Comodoro Rivadavia). Desde entonces, la búsqueda se intensificó. Familiares, voluntarios, autoridades provinciales y expertos en terreno se sumaron al operativo, que hasta ahora no arrojó resultados positivos.
Entre quienes conocen de primera mano esa zona se encuentra Martín Pérez, especializado en excursiones 4x4, con décadas de experiencia recorriendo el litoral patagónico. Su testimonio resulta clave para entender los desafíos de la búsqueda. “Yo estuve el sábado en esa área. Si hubieran hecho una señal, una fogata, quizás los habría visto. Pero no hay rastros. La zona es brutal si no la conocés”, dice con pesar.
Un terreno engañoso
Pérez no duda en señalar una de las principales amenazas del lugar: los sumideros. Se trata de depresiones del terreno, muchas veces cubiertas por capas de greda que al pisarse colapsan, como trampas invisibles.
Explicó que los sumideros de los que se habla “son sitios que tienen origen hídrico. Desde arriba, pueden parecer firmes, pero al pisarlos, no se sabe ni la profundidad ni el diámetro. Si alguien cae ahí, puede quedar completamente fuera de vista”.
Esa zona protegida tiene una extensión enorme: unas 90.000 hectáreas, según explica. No hay caminos señalizados, ni accesos seguros, solo algunas huellas abiertas por pescadores. “No hay rutas que conecten directamente Comodoro con Camarones por esa zona. Muchos se confían. El año pasado tuvimos dos motorhomes alemanes que se encajaron por seguir una ruta satelital que no existe. No es un lugar para improvisar”, advierte.
La búsqueda
La tarea de hallar a Juana y Pedro se vuelve titánica por la geografía y las condiciones climáticas. “Es muy extenuante. Tenés que crear cuadrículas para buscar. El viento desgasta. El aire es seco, fuerte. De noche baja mucho la temperatura. Hay que salir de a dos como mínimo, con cuchillo, agua, GPS. No es una travesía para cualquiera”, enfatiza.
Pérez asegura además que algunos cañadones, están tan profundos que desde allí ni siquiera se puede ver el mar, a pesar de estar a pocos kilómetros. Tampoco hay señal telefónica: “Tenés que salir hasta Caleta Córdova para tener conexión. Son 70 kilómetros. Si alguien se pierde, está completamente incomunicado”.
Habló sobre las características del clima: “Las noches son muy frías. De madrugada se siente el mar, la marea, el frío que baja. Sin abrigo, sin comida, sin agua... es muy difícil estar tantos días. Y más siendo adultos mayores, con una salud más frágil”.
El excursionista cree que la desorientación pudo haber jugado un papel clave: “El sentido común me dice que cuando los obstáculos crecen, hay que volver. Quizás se perdieron. Quizás estuvieron días pidiendo ayuda desde la camioneta. Uno piensa qué se podría haber hecho. Pero la zona es inmensa. Hay lugares donde no hay forma de ver a otro ser humano por días”.
Con años de experiencia en la zona, dice que esta no es la primera vez que alguien se pierde: “Otras veces hubo suerte. Gente que estuvo encajada días.
Para finalizar, advirtió que "esto no puede seguir pasando. Hay que concientizar. Respetar la naturaleza. No es cuestión de miedo, sino de conocimiento y preparación. Todo tiene un límite”, concluyó.