Alicia Bonet: "En sus trajes veo la sangre, no a ellos"

Llegó desde Francia y se quedará hasta que le toque testificar. Por primera vez en 40 años se sentó frente a los marinos y dice que todavía no lo puede creer. "Tenía ganas de gritarles hijos de puta, pero lo dije despacito."

07 MAY 2012 - 23:29 | Actualizado

Fue una sensación muy fuerte. Tenía ganas de gritarles hijos de puta, pero lo dije despacito". Así se conmovió Alicia Bonet, que llegó desde Francia y se quedará mucho tiempo en Trelew para asistir al juicio y hasta que le toque testificar. La viuda de Rubén Pedro, uno de los 19 fusilados, llegó unos minutos tarde y se sentó en el escenario, detrás de los querellantes y con otros familiares. Desde allí vio por primera vez cara a cara a los marinos acusados de asesinar a su esposo. Debió contener ese insulto.<br /><br />"Aparentemente son hombres normales y tienen hermosos trajes, pero están cubiertos de sangre", le dijo a Jornada. La mujer confesó que "yo veo la sangre, no los veo a ellos. Y es una sensación muy especial porque estar de este lado escuchando que se abrió el juicio, que se los imputa de los asesinatos y verlos a ellos es la realización de una lucha de 40 años". Pese a su esperanza, mientras el juicio estuvo en veremos, "pedir justicia era igual que lo que decíamos de hacer la revolución: una utopía, un eslogan que formaba parte de nuestras reivindicaciones".<br /><br />Pero el día llegó y Alicia está. "Encontrarme acá, en los hechos que ya empezaron, es como que se mezcla el sueño con la realidad y no sé bien si es verdad lo que estoy viviendo". La viuda de Bonet no se cansa, saluda gente, familiares, habla con la prensa, se concentra en la audiencia, va, viene. De vez en cuando por la emoción se le humedecen los ojos claros en medio del griterío. <br /><br />Ayer se sentó a metros de Sosa, Marandino y el resto de los nombres. "No tengo ningún problema en tenerlos frente a frente y nunca lo tuve porque ya tuve que enfrentar a muchos cara a cara y con una ametralladora en el medio". Pasó 40 años creyendo en la justicia y dice que todavía le cree. "Acá no hubo ni venganza ni odio; les enseñé a mis hijos que a la vida hay que respetarla". La única esperanza que se le esfuma es la de llevar a Roberto Bravo a un tribunal, el marino que falta capturar. "Dudo profundamente que se lo pueda traer porque hace 40 años que está protegido por los distintos gobiernos de EEUU. Le sigo los pasos y hoy trabaja en Guantánamo".<br /><br />Historia<br /><br /> A su esposo lo visitaba muy seguido en la cárcel de Villa Devoto, para que sus hijos vieran al padre. Hasta que a mediados de 1972 se llevaron a todos los presos políticos rumbo a la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson. "Fue una orden militar porque se la consideraba la cárcel de máxima seguridad del país y los alejaba de toda posibilidad de contacto con familiares y abogados porque era imposible venir".<br /><br />Bonet llegó a Chubut y pasó lo que pasó. El 7 de julio de 1977 Alicia dejó el país rumbo a Brasil "con documentos falsos que fabriqué yo misma". La Policía la persiguió y casi los secuestran, a ella y a Hernán y Mariana, sus hijos de 9 y 8 años respectivamente; también una nena de 2 años de su segundo esposo, en la clandestinidad. Por el Plan Cóndor no había rincón seguro para su apellido. "Éramos protagonistas y después, ya en Francia, supimos lo que pasaba". Había estado en la clandestinidad desde el 1º de agosto de 1974 e incluida en las listas de la Triple A. Pidieron asilo en las Naciones Unidas y 6 meses después lograron el refugio político en tierras galas. Desde el Viejo Mundo reclamó y reclamó por el juicio de Trelew. Hasta que el ex presidente Néstor Kirchner le dio una mano. Y ahora sucede, aunque ni ella lo crea.#<br /><br />

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07 MAY 2012 - 23:29

Fue una sensación muy fuerte. Tenía ganas de gritarles hijos de puta, pero lo dije despacito". Así se conmovió Alicia Bonet, que llegó desde Francia y se quedará mucho tiempo en Trelew para asistir al juicio y hasta que le toque testificar. La viuda de Rubén Pedro, uno de los 19 fusilados, llegó unos minutos tarde y se sentó en el escenario, detrás de los querellantes y con otros familiares. Desde allí vio por primera vez cara a cara a los marinos acusados de asesinar a su esposo. Debió contener ese insulto.<br /><br />"Aparentemente son hombres normales y tienen hermosos trajes, pero están cubiertos de sangre", le dijo a Jornada. La mujer confesó que "yo veo la sangre, no los veo a ellos. Y es una sensación muy especial porque estar de este lado escuchando que se abrió el juicio, que se los imputa de los asesinatos y verlos a ellos es la realización de una lucha de 40 años". Pese a su esperanza, mientras el juicio estuvo en veremos, "pedir justicia era igual que lo que decíamos de hacer la revolución: una utopía, un eslogan que formaba parte de nuestras reivindicaciones".<br /><br />Pero el día llegó y Alicia está. "Encontrarme acá, en los hechos que ya empezaron, es como que se mezcla el sueño con la realidad y no sé bien si es verdad lo que estoy viviendo". La viuda de Bonet no se cansa, saluda gente, familiares, habla con la prensa, se concentra en la audiencia, va, viene. De vez en cuando por la emoción se le humedecen los ojos claros en medio del griterío. <br /><br />Ayer se sentó a metros de Sosa, Marandino y el resto de los nombres. "No tengo ningún problema en tenerlos frente a frente y nunca lo tuve porque ya tuve que enfrentar a muchos cara a cara y con una ametralladora en el medio". Pasó 40 años creyendo en la justicia y dice que todavía le cree. "Acá no hubo ni venganza ni odio; les enseñé a mis hijos que a la vida hay que respetarla". La única esperanza que se le esfuma es la de llevar a Roberto Bravo a un tribunal, el marino que falta capturar. "Dudo profundamente que se lo pueda traer porque hace 40 años que está protegido por los distintos gobiernos de EEUU. Le sigo los pasos y hoy trabaja en Guantánamo".<br /><br />Historia<br /><br /> A su esposo lo visitaba muy seguido en la cárcel de Villa Devoto, para que sus hijos vieran al padre. Hasta que a mediados de 1972 se llevaron a todos los presos políticos rumbo a la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson. "Fue una orden militar porque se la consideraba la cárcel de máxima seguridad del país y los alejaba de toda posibilidad de contacto con familiares y abogados porque era imposible venir".<br /><br />Bonet llegó a Chubut y pasó lo que pasó. El 7 de julio de 1977 Alicia dejó el país rumbo a Brasil "con documentos falsos que fabriqué yo misma". La Policía la persiguió y casi los secuestran, a ella y a Hernán y Mariana, sus hijos de 9 y 8 años respectivamente; también una nena de 2 años de su segundo esposo, en la clandestinidad. Por el Plan Cóndor no había rincón seguro para su apellido. "Éramos protagonistas y después, ya en Francia, supimos lo que pasaba". Había estado en la clandestinidad desde el 1º de agosto de 1974 e incluida en las listas de la Triple A. Pidieron asilo en las Naciones Unidas y 6 meses después lograron el refugio político en tierras galas. Desde el Viejo Mundo reclamó y reclamó por el juicio de Trelew. Hasta que el ex presidente Néstor Kirchner le dio una mano. Y ahora sucede, aunque ni ella lo crea.#<br /><br />