El drama del alcohol, una historia contada en primera persona

“Me enfermé desde que tomé el primer trago”. La terrible historia de un hombre que luchó para salir del alcohol.

06 ABR 2013 - 22:12 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Su aspecto físico es saludable. Un rosario cuelga de su cuello y la mirada va siempre hacia un mismo lugar. Carlos tiene 45 años. Desde los 12 y hasta los 37 vivió la peor pesadilla de su vida. Fue 25 años alcohólico. Asegura que el alcoholismo es una “enfermedad mental”. Dijo que muchas veces estuvo en “coma alcohólico” y que por eso, la década del 90 es una nebulosa en su vida “vivía meses borracho”. Asegura que “estuvo muerto en vida” y que lo apuñalaron una vez. Es líder en Alcohólicos Anónimos. Allí, recuperó su vida.

Elige sentarse en el mismo sitio que siempre, él se siente cómodo ahí. Es una silla plástica blanca de las tantas que se ubican en forma de rueda en una pequeña sede que se ubica en el patio de la Parroquia María Auxiliadora. Allí, han pasado y permanecen, miles de historias de seres humanos impotentes que bregan por cambiar de vida. Carlos recibió ahí a Jornada, aclarando que la entrevista fue consensuada con sus pares. Aseguró que el anonimato es lo más importante del grupo de autoayuda y que es por eso, que no dá su apellido y pide ser fotografiado de espaldas.

“El alcoholismo es una enfermedad mental” aseguró. “Nacemos propensos a ser adictos.

Yo tomé 25 años, me hice el chequeo médico con mucho miedo seis meses después de dejar y ahí empezó mi creencia porque me dí cuenta que estaba sano de todo”, comenzó diciendo.

“La enfermedad es lenta y progresiva. Empecé a tomar a los 12 y hasta los 37 con cerveza en una esquina como todos los chicos de mi edad. No le echo la culpa a las amistades. Los que tomaban conmigo, no quedaron pegados, yo sí. Me enfermé desde que tomé el primer trago. Ahí lo descubrí. Dicen que la enfermedad viene adquirida. Nacemos propensos a ser adictos. Si bien esa borrachera que fue terrible, cualquier chico de mi edad hubiese dicho: no tomo más” confió apretando fuerte sus manos como signo de bronca hacia la situación.

¿Cómo siguió?..Carlos asegura que después de ese día en que su malestar físico fue importante, buscó el mismo efecto de nuevo. Así, con el paso del tiempo advirtió que tenía serios problemas, incluso porque se veía involucrado en peleas casi en forma constante. “El enfermo se distingue porque se mete en problemas. Al otro día se despierta no sabiendo qué hizo….eso me acompañó desde los 12 años”, aseguró.

Una década en la nebulosa

Carlos se refirió la forma en que se fue transformando su vida. “Hasta los 18 años, bebía cada 2 o 3 días, no era mi intención tomar. Cuando empecé a ingerir bebidas blancas y ví que el organismo lo soportaba entré en otro círculo de tomadores fuertes” consignó, admitiendo que poco después (a los 19) empezó a trabajar y la situación se repetía allí. “Tomaba en el trabajo y fuera. Supe ir a trabajar en estado de ebriedad. A los 22 años me despidieron por borracheras y faltas. De ahí, mi vida fue en picada” relató con sinceridad.

El hombre hizo una pausa en la entrevista. Mira hacia la ventana que aporta importante luz al lugar y retoma el diálogo. “Yo siempre digo que la década del 90 está borrosa en mi mente. Muchas semanas y meses no me los acuerdo. He andado semanas y meses borracho. Todos los días así y eso queda ahí perdido, en lagunas mentales”, reveló.

Tocar fondo

“Uno tiene que tocar fondo. Decidir que basta. Gracias a Dios que toqué fondo sino no podría haber dejado. Fue ver a mi vieja enfermarse a punto de morir por verme tantas veces borracho, un malestar de salud que le pegó en el corazón. Casi se me cayó de los brazos estando yo bajo los efectos del alcohol” aseguró con la voz quebradiza recordando ese día que marcó historia en su vida.

“El día martes 13 de abril de 2005 fue la ultima vez que tomé hasta hoy. Veo el milagro de haber dejado de tomar en todos los actos de mi vida, pero tuve que tocar fondo. Comprender que pasé por innumerables problemas”, resaltó.

En coma alcohólico

El calvario que vivió por 25 años tuvo muchas secuelas. Carlos contó que entre los tantos problemas en que se metió cuando ingería alcohol, una vez lo apuñalaron en la espalda. “Estuve muchas veces en coma alcohólico y sin llegar al hospital. Me quedaba tirado en un zanjón y ahí me despertaba. Yo me recuperaba así, hasta que alguien me encontraba” reveló recordando los peores momentos de su historia.

Dice en ese sentido, que una persona que viene tomando desde hace tiempo el cuerpo y la mente van asimilando el alcohol.

Aceptación

El hombre asegura que el problema del alcoholismo se reconoce ni bien se adquiere. “Yo lo supe a los 14 años. El tema es aceptarlo. Yo lo acepté a los 37 cuando ví a esa viejita tirada en el piso por mi culpa. Me di cuenta que era a raíz mío. Con un año estando sobrio me dí cuenta que era por mí. Mi mamá murió hace 2 años pero yo sigo luchando haciendo por mí. Debo mantenerme bien” brega a cada instante.

“En Alcohólicos Anónimos hablamos de que uno mejora cuando algo en algún momento hace: clic. Una mañana te levantás y no querés probarlo y no sabés qué pasó porque es una actitud que uno la esperaba hace años y nunca se había dado”, confirmo con una sonrisa.

“Ni un caramelo con alcohol”

La recuperación es posible y es eso lo que –según Carlos- debe saber la gente que hoy por hoy está en ese infierno. “Desde 2005 no tomo nada. De eso se trata. Ni un trago ni un caramelo con alcohol. Un bombón con alcohol puede despertar la adicción de nuevo. Y cuidarse en reuniones con amigos, con gente que no me conoce. Es un ejercicio”, expresó con sabiduría.

Se refirió a la actualidad y admitió sentirse dolido al ver que conocidos o amigos suyos están pasando por lo mismo que pasó él. “Van a trabajar cuando quieren, se emborrachan seguido, tienen problemas” dijo, destacando: “El alcoholismo es una enfermedad mental. Un padrino mío me decía que somos primos hermanos de los locos. Nuestros actos bajo los efectos del alcohol rayaban la locura y eso es lo que hay que revertir, cambiar de forma de vida”, resaltó asintiendo con la cabeza.

Dijo al respecto que lo primero que debe hacerse para empezar el camino de la recuperación es : “Dejar de frecuentar y empezar a trabajar. Yo comía de lo que me invitaban, vivia de mi vieja y tuve que revertir todo eso. El cuidado es contínuo, es saber que soy enfermo alcohólico y que voy a morir así porque esta enfermedad no se cura. Gracias a Dios que tengo esta enfermedad y no otra”, remarcó.

Todos los estratos sociales

En Alcohólicos Anónimos concurre gente de todo tipo, de buena posición económica y también conocida socialmente. “Yo del 2000 estoy acá. Veo que vienen de todos los estratos sociales y edades, mucha gente joven. Antes eramos solo varones y ahora hay muchas mujeres. He visto cosas que no veía” dijo en voz baja.

Continuó relatando: “Se ven chicas emborrachándose o peleándose en el centro. Yo trabajé de portero en una escuela secundaria y los chicos no escuchan. A mi a esa edad, me entraba por una oreja y me salía por la otra” admitió.

“Lo bueno es que la gente sepa que existe Alcohólicos Anónimos porque una vez que queda sembrado esto, nunca más toma de la misma forma. Le guste o no estar acá. En algún momento vuelve. Hay gente que tiene 40 años y dice que a los 18 estuvo acá, llegan derrotados y hoy se mantienen. Es importante” remarcó.

Aseguró en ese sentido que “AA es un programa de amor. No se cobra nada, no se exige nada, se garantiza el anonimato. La base es fundamental, sin el anonimato no podríamos existir. Sabemos del estigma que se le atribuye al alcoholismo, lamentablemente es que es el peor eslavón de la cadena. Podes ser cualquier cosa menos borracho, es sinónimo de burla en cualquier sector social” expresó.

Al respecto, reveló que quien ingresa al grupo de autoayuda no debe revelar su identidad. “El que entren acá, nadie sabe quien es, ni siquiera tiene que dar su nombre. Se entra por dos puertas. Nadie tiene que saber que asiste a las reuniones. Yo decidí dar esta nota con la anuencia del grupo para difundir lo que hacemos. A mi me hace bien, servir a quien lo necesita, acá se gana en vida” apuntó con toda seguridad.

“Yo estuve muerto en vida. Solo es entendible para quienes tuvieron un accidente y vieron la muerte de cerca. Esa gente que llegó al punto límite, eso es lo que pasa. Ves la muerte todos los dìas. El organismo no te resiste, te metès en lugares que te pueden matar”, consignó.

Hay esperanza

El mensaje de Carlos desde la sede de la Parroquia María Auxiliadora es que “hay una esperanza de salir. Eso me dijeron el dìa que llegué acá. Yo no tenía esperanzas. Se puede. Tengo 45 años, hace 7 años y 11 meses que no tomo una copa. Hay esperanzas de levantarse y estar en pie. Solo hay que concurrir y escuchar. Ni siquiera decir que es alcohólico. Solo escuchar. Y les aseguro que quien tiene un problema, dá resultado. Nos comprendemos”, aseguró.

Tomó su celular, miró hacia las paredes en donde cuelgan frases e inscripciones con consejos para los asistentes al grupo y dijo : “Si con esta nota ayudo al menos a una persona, para mí ya es muchísimo”. Informó que se reúnen diariamente de 19 a 21 horas, incluso sábados y domingos. Los integrantes del grupo si es necesario, visitan en su domicilio a la persona que lo requiera. Los números de contacto son 154370487 ó 145611303.

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06 ABR 2013 - 22:12

Por Lorena Leeming

Su aspecto físico es saludable. Un rosario cuelga de su cuello y la mirada va siempre hacia un mismo lugar. Carlos tiene 45 años. Desde los 12 y hasta los 37 vivió la peor pesadilla de su vida. Fue 25 años alcohólico. Asegura que el alcoholismo es una “enfermedad mental”. Dijo que muchas veces estuvo en “coma alcohólico” y que por eso, la década del 90 es una nebulosa en su vida “vivía meses borracho”. Asegura que “estuvo muerto en vida” y que lo apuñalaron una vez. Es líder en Alcohólicos Anónimos. Allí, recuperó su vida.

Elige sentarse en el mismo sitio que siempre, él se siente cómodo ahí. Es una silla plástica blanca de las tantas que se ubican en forma de rueda en una pequeña sede que se ubica en el patio de la Parroquia María Auxiliadora. Allí, han pasado y permanecen, miles de historias de seres humanos impotentes que bregan por cambiar de vida. Carlos recibió ahí a Jornada, aclarando que la entrevista fue consensuada con sus pares. Aseguró que el anonimato es lo más importante del grupo de autoayuda y que es por eso, que no dá su apellido y pide ser fotografiado de espaldas.

“El alcoholismo es una enfermedad mental” aseguró. “Nacemos propensos a ser adictos.

Yo tomé 25 años, me hice el chequeo médico con mucho miedo seis meses después de dejar y ahí empezó mi creencia porque me dí cuenta que estaba sano de todo”, comenzó diciendo.

“La enfermedad es lenta y progresiva. Empecé a tomar a los 12 y hasta los 37 con cerveza en una esquina como todos los chicos de mi edad. No le echo la culpa a las amistades. Los que tomaban conmigo, no quedaron pegados, yo sí. Me enfermé desde que tomé el primer trago. Ahí lo descubrí. Dicen que la enfermedad viene adquirida. Nacemos propensos a ser adictos. Si bien esa borrachera que fue terrible, cualquier chico de mi edad hubiese dicho: no tomo más” confió apretando fuerte sus manos como signo de bronca hacia la situación.

¿Cómo siguió?..Carlos asegura que después de ese día en que su malestar físico fue importante, buscó el mismo efecto de nuevo. Así, con el paso del tiempo advirtió que tenía serios problemas, incluso porque se veía involucrado en peleas casi en forma constante. “El enfermo se distingue porque se mete en problemas. Al otro día se despierta no sabiendo qué hizo….eso me acompañó desde los 12 años”, aseguró.

Una década en la nebulosa

Carlos se refirió la forma en que se fue transformando su vida. “Hasta los 18 años, bebía cada 2 o 3 días, no era mi intención tomar. Cuando empecé a ingerir bebidas blancas y ví que el organismo lo soportaba entré en otro círculo de tomadores fuertes” consignó, admitiendo que poco después (a los 19) empezó a trabajar y la situación se repetía allí. “Tomaba en el trabajo y fuera. Supe ir a trabajar en estado de ebriedad. A los 22 años me despidieron por borracheras y faltas. De ahí, mi vida fue en picada” relató con sinceridad.

El hombre hizo una pausa en la entrevista. Mira hacia la ventana que aporta importante luz al lugar y retoma el diálogo. “Yo siempre digo que la década del 90 está borrosa en mi mente. Muchas semanas y meses no me los acuerdo. He andado semanas y meses borracho. Todos los días así y eso queda ahí perdido, en lagunas mentales”, reveló.

Tocar fondo

“Uno tiene que tocar fondo. Decidir que basta. Gracias a Dios que toqué fondo sino no podría haber dejado. Fue ver a mi vieja enfermarse a punto de morir por verme tantas veces borracho, un malestar de salud que le pegó en el corazón. Casi se me cayó de los brazos estando yo bajo los efectos del alcohol” aseguró con la voz quebradiza recordando ese día que marcó historia en su vida.

“El día martes 13 de abril de 2005 fue la ultima vez que tomé hasta hoy. Veo el milagro de haber dejado de tomar en todos los actos de mi vida, pero tuve que tocar fondo. Comprender que pasé por innumerables problemas”, resaltó.

En coma alcohólico

El calvario que vivió por 25 años tuvo muchas secuelas. Carlos contó que entre los tantos problemas en que se metió cuando ingería alcohol, una vez lo apuñalaron en la espalda. “Estuve muchas veces en coma alcohólico y sin llegar al hospital. Me quedaba tirado en un zanjón y ahí me despertaba. Yo me recuperaba así, hasta que alguien me encontraba” reveló recordando los peores momentos de su historia.

Dice en ese sentido, que una persona que viene tomando desde hace tiempo el cuerpo y la mente van asimilando el alcohol.

Aceptación

El hombre asegura que el problema del alcoholismo se reconoce ni bien se adquiere. “Yo lo supe a los 14 años. El tema es aceptarlo. Yo lo acepté a los 37 cuando ví a esa viejita tirada en el piso por mi culpa. Me di cuenta que era a raíz mío. Con un año estando sobrio me dí cuenta que era por mí. Mi mamá murió hace 2 años pero yo sigo luchando haciendo por mí. Debo mantenerme bien” brega a cada instante.

“En Alcohólicos Anónimos hablamos de que uno mejora cuando algo en algún momento hace: clic. Una mañana te levantás y no querés probarlo y no sabés qué pasó porque es una actitud que uno la esperaba hace años y nunca se había dado”, confirmo con una sonrisa.

“Ni un caramelo con alcohol”

La recuperación es posible y es eso lo que –según Carlos- debe saber la gente que hoy por hoy está en ese infierno. “Desde 2005 no tomo nada. De eso se trata. Ni un trago ni un caramelo con alcohol. Un bombón con alcohol puede despertar la adicción de nuevo. Y cuidarse en reuniones con amigos, con gente que no me conoce. Es un ejercicio”, expresó con sabiduría.

Se refirió a la actualidad y admitió sentirse dolido al ver que conocidos o amigos suyos están pasando por lo mismo que pasó él. “Van a trabajar cuando quieren, se emborrachan seguido, tienen problemas” dijo, destacando: “El alcoholismo es una enfermedad mental. Un padrino mío me decía que somos primos hermanos de los locos. Nuestros actos bajo los efectos del alcohol rayaban la locura y eso es lo que hay que revertir, cambiar de forma de vida”, resaltó asintiendo con la cabeza.

Dijo al respecto que lo primero que debe hacerse para empezar el camino de la recuperación es : “Dejar de frecuentar y empezar a trabajar. Yo comía de lo que me invitaban, vivia de mi vieja y tuve que revertir todo eso. El cuidado es contínuo, es saber que soy enfermo alcohólico y que voy a morir así porque esta enfermedad no se cura. Gracias a Dios que tengo esta enfermedad y no otra”, remarcó.

Todos los estratos sociales

En Alcohólicos Anónimos concurre gente de todo tipo, de buena posición económica y también conocida socialmente. “Yo del 2000 estoy acá. Veo que vienen de todos los estratos sociales y edades, mucha gente joven. Antes eramos solo varones y ahora hay muchas mujeres. He visto cosas que no veía” dijo en voz baja.

Continuó relatando: “Se ven chicas emborrachándose o peleándose en el centro. Yo trabajé de portero en una escuela secundaria y los chicos no escuchan. A mi a esa edad, me entraba por una oreja y me salía por la otra” admitió.

“Lo bueno es que la gente sepa que existe Alcohólicos Anónimos porque una vez que queda sembrado esto, nunca más toma de la misma forma. Le guste o no estar acá. En algún momento vuelve. Hay gente que tiene 40 años y dice que a los 18 estuvo acá, llegan derrotados y hoy se mantienen. Es importante” remarcó.

Aseguró en ese sentido que “AA es un programa de amor. No se cobra nada, no se exige nada, se garantiza el anonimato. La base es fundamental, sin el anonimato no podríamos existir. Sabemos del estigma que se le atribuye al alcoholismo, lamentablemente es que es el peor eslavón de la cadena. Podes ser cualquier cosa menos borracho, es sinónimo de burla en cualquier sector social” expresó.

Al respecto, reveló que quien ingresa al grupo de autoayuda no debe revelar su identidad. “El que entren acá, nadie sabe quien es, ni siquiera tiene que dar su nombre. Se entra por dos puertas. Nadie tiene que saber que asiste a las reuniones. Yo decidí dar esta nota con la anuencia del grupo para difundir lo que hacemos. A mi me hace bien, servir a quien lo necesita, acá se gana en vida” apuntó con toda seguridad.

“Yo estuve muerto en vida. Solo es entendible para quienes tuvieron un accidente y vieron la muerte de cerca. Esa gente que llegó al punto límite, eso es lo que pasa. Ves la muerte todos los dìas. El organismo no te resiste, te metès en lugares que te pueden matar”, consignó.

Hay esperanza

El mensaje de Carlos desde la sede de la Parroquia María Auxiliadora es que “hay una esperanza de salir. Eso me dijeron el dìa que llegué acá. Yo no tenía esperanzas. Se puede. Tengo 45 años, hace 7 años y 11 meses que no tomo una copa. Hay esperanzas de levantarse y estar en pie. Solo hay que concurrir y escuchar. Ni siquiera decir que es alcohólico. Solo escuchar. Y les aseguro que quien tiene un problema, dá resultado. Nos comprendemos”, aseguró.

Tomó su celular, miró hacia las paredes en donde cuelgan frases e inscripciones con consejos para los asistentes al grupo y dijo : “Si con esta nota ayudo al menos a una persona, para mí ya es muchísimo”. Informó que se reúnen diariamente de 19 a 21 horas, incluso sábados y domingos. Los integrantes del grupo si es necesario, visitan en su domicilio a la persona que lo requiera. Los números de contacto son 154370487 ó 145611303.


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