El trasfondo político que existe detrás del legítimo reclamo de los docentes del Sur

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19 OCT 2013 - 22:10 | Actualizado

El conflicto con una parte de los docentes de Comodoro Rivadavia parece tener siempre una vuelta de tuerca más. El problema es que lejos de acomodarse, la situación entra semana a semana en un espiral ascendente, en donde el eje del conflicto comienza a diluirse entre la mezcla de intereses políticos que contaminaron un más que justo reclamo salarial.

El martes pasado, cuando el gobernador Martín Buzzi finalmente abrió la Casa de Gobierno a una mesa de diálogo, y más allá de las idas y vueltas que precedieron a la firma de un acta-acuerdo, nadie imaginó que la situación pasaría en las horas posteriores a un escenario absolutamente desmadrado.

Largo y tendido se ha hablado en esta Columna y en los medios de comunicación en general sobre los gruesos errores que varios altos funcionarios del Gobierno provincial cometieron en la etapa inicial del conflicto, que es durante la cual hay que agotar el ingenio y los esfuerzos para desactivarlos.

Sin embargo, hay un punto en cualquier conflicto en el que la debilidad o la falta de aptitud de una de las partes, deja a la contraparte ante dos caminos: poner toda la buena voluntad para encaminar una solución o echar toda la leña que se tenga a mano para que apagar el fuego sea casi una misión imposible.

Esto último es lo que pasó en el conflicto en Comodoro. Si no, no se explica cómo es que un reclamo salarial terminó con el virtual secuestro del ministro de Educación de Chubut, Luis Zaffaroni, en la biblioteca de una escuela. Ni los cuarenta y cinco días de paro ni la ineficiencia de los funcionarios públicos pueden justificar semejante actitud. Y ni qué hablar de las agresiónes a las directoras del establecimiento, que debieron salir del mismo como si fueran delincuentes.

Revolución permanente

Sin dudas, una de las dificultades con las que se vienen enfrentando quienes apuestan a una solución del conflicto, es la mecánica con la que se han manejado quienes lideran la protesta docente en el sur.

Las miles de personas que salieron a las calles de Comodoro a bancar las demandas de sus maestros más de una vez en estos cuarenta y cinco días, demuestran que el reclamo original sigue gozando de absoluta legitimidad.

Lo que nadie puede negar tampoco es que la escalada del conflicto quedó esta semana lejos de esas demandas iniciales y que la interna gremial de la ATECh y el control que comenzó a ejercer de las asambleas un sector absolutamente radicalizado, políticamente identificado con el Partido Comunista Revolucionario (PCR), no le hicieron bien al conflicto.

La pertenencia de Carlos Magno al comunismo revolucionario no es una novedad, y para nada habla mal de él. Es verdad que el trotskismo suele gozar de mala prensa, y mucho han hecho en este sentido algunos sectores vulgarmente denominados “troscos” para ganarse ese mote, con actitudes radicalizadas que mucha veces rozan con la violencia.

Pero también es verdad que no dejan de ser una expresión que históricamente ha actuado dentro de la democracia, le pese a quien le pese. Desde una posición política que muchos sintetizan con un lapidario “a la izquierda de la izquierda”, el PCR ha venido en los últimos años pugnando por ocupar un espacio en varios gremios de Chubut.

La ATECh, y más precisamente las regionales Sur y Suroeste, han sido las únicas en las que esta expresión de la ultraizquierda a encontrado un refugio dentro de la burocracia política que el trotskismo tanto repudia.

Lilas

La Lista Lila es el brazo político del PCR y otras agrupaciones de izquierda en la ATECh, que están absolutamente enfrentados con los Verdes (ex Celestes de CTERA) que desde hace años dominan el gremio docente.

Tras muchos años de intentar ocupar un espacio en Rawson, sobre todo en la década del ‘90 con la lista Naranja, los sectores más radicalizados de la izquierda se convirtieron en “lilas” y se hicieron un lugar en la zona sur, desde donde vienen construyendo un espacio propio con Magno a la cabeza, y dos laderos de “fierro": Eduardo Húmeres y Daniel Murphy. A ellos dos, precisamente, se los señala como los “armadores” de la estrategia asamblearia sobre la que se ha sostenido este conflicto en Comodoro.

Es que con el sistema de “mandatos de las asambleas” se le ha dado un marco de institucionalidad al reclamo que, aseguran los detractores, es ficticio. O, al menos, no tan representativo como muchos suponen.

Las asambleas en cada escuela no suelen ser muy numerosas en muchos casos, y los “mandatos” salen muchas veces con pocas firmas en relación a la cantidad de docentes que cumplen tareas en cada establecimiento.

“De cuatro mil docentes de Comodoro, sólo novecientos están de paro”, disparó esta semana el gobernador Buzzi. “Son mil setecientos”, contraatacó Magno. Aún en el caso de que Magno tuviera la razón, poco más de un tercio de los docentes de una zona siguen siendo una minoría.

Anti PJ y anti K

Más allá de todo, a los lilas no les ha ido nada mal: ganaron dos veces con comodidad la Regional Sur, y esta semana llegan a un escrutinio definitivo en la ATECh que los tiene abajo por 11 votos, pero que podría tener derivaciones insospechadas.

Confianza les sobra: hace pocos días, el semanario Hoy, el órgano oficial del Partido Comunista Revolucionario de la República Argentina, le dedicó en su tapa un lugar al “triunfo de la Lista Lila en Chubut”.

El título central del Hoy habla de pelear “voto a voto” las elecciones del 27 de octubre, para “acabar con la inflación, terminar con la inseguridad, y avanzar en la unidad popular para enfrentar el ajuste kirchnerista.”

El antiperonismo, y actualmente el antikirchnerismo rabioso, son banderas del PCR que los lilas de Chubut respetan sin fisuras.También, hay que decirlo, entre los lilas de la ATECh hay muchas otras expresiones, básicamente antiperonistas, y algún que otro afiliado radical, que no comulgan con los verdes, a quien acusan de “traidores” y “kirchneristas”.

Por este motivo es que muchos sectores sindicales históricamente controlados por las bases peronistas se han mantenido al margen de este conflicto. Ninguno de ellos iría en contra de una demanda salarial legítima como la de los docentes de Comodoro, pero tampoco ninguno de los históricos dirigentes sindicales quiere aparecer al lado de Magno o de las consignas del PCR.

También por este motivo sorprendió que el Concejo Deliberante de Comodoro Rivadavia haya votada la “emergencia educativa”, aunque se entiende que las presiones sociales pueden haber llevado a levantar la mano más como un gesto que otra cosa.

En el mismo sentido, los diputados opositores al Gobierno provincial que siguen insistiendo con tratar la “emergencia educativa”, deberían conocer el trasfondo del conflicto. O recordar que durante los dos mandatos de Mario Das Neves, las consignas de los lilas eran similares a las actuales, nada más que el “enemigo” no era Buzzi sino el dos veces gobernador de Chubut y ahora casi seguro vencedor en las elecciones a diputados nacionales del próximo domingo.

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19 OCT 2013 - 22:10

El conflicto con una parte de los docentes de Comodoro Rivadavia parece tener siempre una vuelta de tuerca más. El problema es que lejos de acomodarse, la situación entra semana a semana en un espiral ascendente, en donde el eje del conflicto comienza a diluirse entre la mezcla de intereses políticos que contaminaron un más que justo reclamo salarial.

El martes pasado, cuando el gobernador Martín Buzzi finalmente abrió la Casa de Gobierno a una mesa de diálogo, y más allá de las idas y vueltas que precedieron a la firma de un acta-acuerdo, nadie imaginó que la situación pasaría en las horas posteriores a un escenario absolutamente desmadrado.

Largo y tendido se ha hablado en esta Columna y en los medios de comunicación en general sobre los gruesos errores que varios altos funcionarios del Gobierno provincial cometieron en la etapa inicial del conflicto, que es durante la cual hay que agotar el ingenio y los esfuerzos para desactivarlos.

Sin embargo, hay un punto en cualquier conflicto en el que la debilidad o la falta de aptitud de una de las partes, deja a la contraparte ante dos caminos: poner toda la buena voluntad para encaminar una solución o echar toda la leña que se tenga a mano para que apagar el fuego sea casi una misión imposible.

Esto último es lo que pasó en el conflicto en Comodoro. Si no, no se explica cómo es que un reclamo salarial terminó con el virtual secuestro del ministro de Educación de Chubut, Luis Zaffaroni, en la biblioteca de una escuela. Ni los cuarenta y cinco días de paro ni la ineficiencia de los funcionarios públicos pueden justificar semejante actitud. Y ni qué hablar de las agresiónes a las directoras del establecimiento, que debieron salir del mismo como si fueran delincuentes.

Revolución permanente

Sin dudas, una de las dificultades con las que se vienen enfrentando quienes apuestan a una solución del conflicto, es la mecánica con la que se han manejado quienes lideran la protesta docente en el sur.

Las miles de personas que salieron a las calles de Comodoro a bancar las demandas de sus maestros más de una vez en estos cuarenta y cinco días, demuestran que el reclamo original sigue gozando de absoluta legitimidad.

Lo que nadie puede negar tampoco es que la escalada del conflicto quedó esta semana lejos de esas demandas iniciales y que la interna gremial de la ATECh y el control que comenzó a ejercer de las asambleas un sector absolutamente radicalizado, políticamente identificado con el Partido Comunista Revolucionario (PCR), no le hicieron bien al conflicto.

La pertenencia de Carlos Magno al comunismo revolucionario no es una novedad, y para nada habla mal de él. Es verdad que el trotskismo suele gozar de mala prensa, y mucho han hecho en este sentido algunos sectores vulgarmente denominados “troscos” para ganarse ese mote, con actitudes radicalizadas que mucha veces rozan con la violencia.

Pero también es verdad que no dejan de ser una expresión que históricamente ha actuado dentro de la democracia, le pese a quien le pese. Desde una posición política que muchos sintetizan con un lapidario “a la izquierda de la izquierda”, el PCR ha venido en los últimos años pugnando por ocupar un espacio en varios gremios de Chubut.

La ATECh, y más precisamente las regionales Sur y Suroeste, han sido las únicas en las que esta expresión de la ultraizquierda a encontrado un refugio dentro de la burocracia política que el trotskismo tanto repudia.

Lilas

La Lista Lila es el brazo político del PCR y otras agrupaciones de izquierda en la ATECh, que están absolutamente enfrentados con los Verdes (ex Celestes de CTERA) que desde hace años dominan el gremio docente.

Tras muchos años de intentar ocupar un espacio en Rawson, sobre todo en la década del ‘90 con la lista Naranja, los sectores más radicalizados de la izquierda se convirtieron en “lilas” y se hicieron un lugar en la zona sur, desde donde vienen construyendo un espacio propio con Magno a la cabeza, y dos laderos de “fierro": Eduardo Húmeres y Daniel Murphy. A ellos dos, precisamente, se los señala como los “armadores” de la estrategia asamblearia sobre la que se ha sostenido este conflicto en Comodoro.

Es que con el sistema de “mandatos de las asambleas” se le ha dado un marco de institucionalidad al reclamo que, aseguran los detractores, es ficticio. O, al menos, no tan representativo como muchos suponen.

Las asambleas en cada escuela no suelen ser muy numerosas en muchos casos, y los “mandatos” salen muchas veces con pocas firmas en relación a la cantidad de docentes que cumplen tareas en cada establecimiento.

“De cuatro mil docentes de Comodoro, sólo novecientos están de paro”, disparó esta semana el gobernador Buzzi. “Son mil setecientos”, contraatacó Magno. Aún en el caso de que Magno tuviera la razón, poco más de un tercio de los docentes de una zona siguen siendo una minoría.

Anti PJ y anti K

Más allá de todo, a los lilas no les ha ido nada mal: ganaron dos veces con comodidad la Regional Sur, y esta semana llegan a un escrutinio definitivo en la ATECh que los tiene abajo por 11 votos, pero que podría tener derivaciones insospechadas.

Confianza les sobra: hace pocos días, el semanario Hoy, el órgano oficial del Partido Comunista Revolucionario de la República Argentina, le dedicó en su tapa un lugar al “triunfo de la Lista Lila en Chubut”.

El título central del Hoy habla de pelear “voto a voto” las elecciones del 27 de octubre, para “acabar con la inflación, terminar con la inseguridad, y avanzar en la unidad popular para enfrentar el ajuste kirchnerista.”

El antiperonismo, y actualmente el antikirchnerismo rabioso, son banderas del PCR que los lilas de Chubut respetan sin fisuras.También, hay que decirlo, entre los lilas de la ATECh hay muchas otras expresiones, básicamente antiperonistas, y algún que otro afiliado radical, que no comulgan con los verdes, a quien acusan de “traidores” y “kirchneristas”.

Por este motivo es que muchos sectores sindicales históricamente controlados por las bases peronistas se han mantenido al margen de este conflicto. Ninguno de ellos iría en contra de una demanda salarial legítima como la de los docentes de Comodoro, pero tampoco ninguno de los históricos dirigentes sindicales quiere aparecer al lado de Magno o de las consignas del PCR.

También por este motivo sorprendió que el Concejo Deliberante de Comodoro Rivadavia haya votada la “emergencia educativa”, aunque se entiende que las presiones sociales pueden haber llevado a levantar la mano más como un gesto que otra cosa.

En el mismo sentido, los diputados opositores al Gobierno provincial que siguen insistiendo con tratar la “emergencia educativa”, deberían conocer el trasfondo del conflicto. O recordar que durante los dos mandatos de Mario Das Neves, las consignas de los lilas eran similares a las actuales, nada más que el “enemigo” no era Buzzi sino el dos veces gobernador de Chubut y ahora casi seguro vencedor en las elecciones a diputados nacionales del próximo domingo.