Trump y Xi Jiping cenaron y se mostraron optimistas

Los presidentes de Estados Unidos y China mantuvieron una cena de trabajo en Buenos Aires después de meses de guerra comercial y, pese a los reclamos de los últimos días y las caras serias del encuentro, ambos se mostraron optimistas.

02 DIC 2018 - 0:12 | Actualizado

En medio de un clima de mucha expectativa e incertidumbre, la cena terminó sin declaraciones ni anuncios, pese a que el diario The Wall Street Journal reveló que ambos gobiernos están trabajando en un acuerdo para que Washington se abstenga de imponer nuevos aranceles, al mismo tiempo que Beijing aceptaría el fin de las restricciones a la compra de productos agrícolas y energéticos estadounidenses.

No obstante, Larry Kudlow, asesor económico de la Casa Blanca, afirmó que la reunión fue "muy buena", en una breve declaración a periodistas a bordo del avión que esta noche llevaba de regreso a Trump y su comitiva, según publicaron medios estadounidenses y recogió la agencia ANSA.

Pese a que no hubo ningún anuncio oficial, el encuentro en si mismo representó un primer paso necesario: por primera vez desde el inicio de la guerra comercial los dos mandatarios hablaron cara a cara.

Además, los dos se esforzaron en mostrarse optimistas al inicio del encuentro.

"Las relaciones con Xi Jinping son excelentes. Discutiremos sobre comercio y creo que llegado un punto traeremos a casa algo importante para China y Estados Unidos", afirmó Trump ante la prensa antes de comenzar la cena.

Xi también coincidió en el planteo

"Ha pasado cierto tiempo desde nuestro encuentro anterior…Muchas cosas han pasado en el mundo. Sólo con la cooperación entre nosotros podemos garantizar los intereses mutuos de paz y prosperidad", sostuvo ante la prensa y destacó la "amistad personal" que mantiene con su par estadounidense.

Los dos mandatarios se juntaron en uno de los salones privados del Palacio Duhau Park Hyatt, el lujoso cinco estrellas de Recoleta donde se hospeda el mandatario estadounidense.

A lo largo de dos horas y media intentaron poner fin a la escalada arancelaria y tranquilizar a los mercados e inversores internacionales con una comida de tres pasos y de un buen vino argentino: ensalada de vegetales de estación con una mayonesa de albahaca y una emulsión de parmesano; solomillo grillado con cebollas moradas, ricota de cabra y dátiles; y un postre de panqueques de caramelo con chocolate crocante y crema fresca.

Trump había presentado el encuentro como una oportunidad única para que Xi acepte sus exigencias de reforma de las prácticas comerciales chinas o, de lo contrario, sufra nuevos aranceles a productos chinos.

El mandatario estadounidense, quien ya impuso aranceles de un exorbitante 10% a importaciones de productos chinos por 250.000 millones de dólares, ha desechado el tradicional libreto librecambista de su país desde su inesperado triunfo electoral de 2016, con la promesa de proteger a los olvidados trabajadores industriales y poner a "Estados Unidos Primero".

Xi, en cambio, se presenta como el defensor de un capitalismo global estable, una transformación impensada para el líder de un Estado comunista cuyo ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hace dos años, desató polémica y aún es resistido por Washington.

En su intervención de ayer ante sus socios del G20, Xi había afirmado que las grandes economías "deberían defender el libre comercio y un sistema comercial multilateral basada en reglas", aunque, en un guiño a Trump, el mandatario chino prometió hacer más para abrir la economía de China.

"Continuaremos profundizando las reformas de mercado, protegiendo los derechos de propiedad y de propiedad intelectual, alentando la competición justa y haciendo más para expandir las importaciones", agregó.

Trump acusa a China de robar tecnología estadounidense y le exige abrir más su mercado a los productos de Estados Unidos y poner fin a su exigencia de que las compañías extranjeras se asocien con compañías chinas para operar.

El presidente republicano ha deplorado hasta el cansancio el enorme déficit comercial de su país con China, que el año pasado llegó a los 336.000 millones de dólares, y reclama que Beijing deje flotar su moneda para permitir una esperable apreciación del yuan.

Ante la negativa de China, quien con un yuan artificialmente devaluado obtiene grandes ventajas competitivas respecto a Estados Unidos, Trump le impuso aranceles, acusando a Beijing de robo de propiedad intelectual en violación de las normas de la OMC.

Los aranceles aplicados por Trump subirán al 25% el 1 de enero, y Xi quiere que esto se aplace mientras se sigue negociando un acuerdo más amplio.

China, por su parte, respondió a la ofensiva de Trump con tarifas a importaciones de productos estadounidenses por 110.000 millones de dólares.Trump abandonó el país después de la cena, mientras que Xi se quedará un día más para otra esperada reunión bilateral, la que mantendrá mañana domingo con Mauricio Macri.

02 DIC 2018 - 0:12

En medio de un clima de mucha expectativa e incertidumbre, la cena terminó sin declaraciones ni anuncios, pese a que el diario The Wall Street Journal reveló que ambos gobiernos están trabajando en un acuerdo para que Washington se abstenga de imponer nuevos aranceles, al mismo tiempo que Beijing aceptaría el fin de las restricciones a la compra de productos agrícolas y energéticos estadounidenses.

No obstante, Larry Kudlow, asesor económico de la Casa Blanca, afirmó que la reunión fue "muy buena", en una breve declaración a periodistas a bordo del avión que esta noche llevaba de regreso a Trump y su comitiva, según publicaron medios estadounidenses y recogió la agencia ANSA.

Pese a que no hubo ningún anuncio oficial, el encuentro en si mismo representó un primer paso necesario: por primera vez desde el inicio de la guerra comercial los dos mandatarios hablaron cara a cara.

Además, los dos se esforzaron en mostrarse optimistas al inicio del encuentro.

"Las relaciones con Xi Jinping son excelentes. Discutiremos sobre comercio y creo que llegado un punto traeremos a casa algo importante para China y Estados Unidos", afirmó Trump ante la prensa antes de comenzar la cena.

Xi también coincidió en el planteo

"Ha pasado cierto tiempo desde nuestro encuentro anterior…Muchas cosas han pasado en el mundo. Sólo con la cooperación entre nosotros podemos garantizar los intereses mutuos de paz y prosperidad", sostuvo ante la prensa y destacó la "amistad personal" que mantiene con su par estadounidense.

Los dos mandatarios se juntaron en uno de los salones privados del Palacio Duhau Park Hyatt, el lujoso cinco estrellas de Recoleta donde se hospeda el mandatario estadounidense.

A lo largo de dos horas y media intentaron poner fin a la escalada arancelaria y tranquilizar a los mercados e inversores internacionales con una comida de tres pasos y de un buen vino argentino: ensalada de vegetales de estación con una mayonesa de albahaca y una emulsión de parmesano; solomillo grillado con cebollas moradas, ricota de cabra y dátiles; y un postre de panqueques de caramelo con chocolate crocante y crema fresca.

Trump había presentado el encuentro como una oportunidad única para que Xi acepte sus exigencias de reforma de las prácticas comerciales chinas o, de lo contrario, sufra nuevos aranceles a productos chinos.

El mandatario estadounidense, quien ya impuso aranceles de un exorbitante 10% a importaciones de productos chinos por 250.000 millones de dólares, ha desechado el tradicional libreto librecambista de su país desde su inesperado triunfo electoral de 2016, con la promesa de proteger a los olvidados trabajadores industriales y poner a "Estados Unidos Primero".

Xi, en cambio, se presenta como el defensor de un capitalismo global estable, una transformación impensada para el líder de un Estado comunista cuyo ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hace dos años, desató polémica y aún es resistido por Washington.

En su intervención de ayer ante sus socios del G20, Xi había afirmado que las grandes economías "deberían defender el libre comercio y un sistema comercial multilateral basada en reglas", aunque, en un guiño a Trump, el mandatario chino prometió hacer más para abrir la economía de China.

"Continuaremos profundizando las reformas de mercado, protegiendo los derechos de propiedad y de propiedad intelectual, alentando la competición justa y haciendo más para expandir las importaciones", agregó.

Trump acusa a China de robar tecnología estadounidense y le exige abrir más su mercado a los productos de Estados Unidos y poner fin a su exigencia de que las compañías extranjeras se asocien con compañías chinas para operar.

El presidente republicano ha deplorado hasta el cansancio el enorme déficit comercial de su país con China, que el año pasado llegó a los 336.000 millones de dólares, y reclama que Beijing deje flotar su moneda para permitir una esperable apreciación del yuan.

Ante la negativa de China, quien con un yuan artificialmente devaluado obtiene grandes ventajas competitivas respecto a Estados Unidos, Trump le impuso aranceles, acusando a Beijing de robo de propiedad intelectual en violación de las normas de la OMC.

Los aranceles aplicados por Trump subirán al 25% el 1 de enero, y Xi quiere que esto se aplace mientras se sigue negociando un acuerdo más amplio.

China, por su parte, respondió a la ofensiva de Trump con tarifas a importaciones de productos estadounidenses por 110.000 millones de dólares.Trump abandonó el país después de la cena, mientras que Xi se quedará un día más para otra esperada reunión bilateral, la que mantendrá mañana domingo con Mauricio Macri.


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