Editorial / Una semana para alquilar balcones

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

30 MAR 2019 - 20:56 | Actualizado

Dentro de siete días, los chubutenses irán a las urnas para elegir a los dirigentes que deberán llevar las riendas de la provincia y las principales ciudades y pueblos en medio de una de las mayores crisis económicas y sociales que haya vivido el país, que arrastró a Chubut a un lodo en el que hacía décadas no tenía que chapalear.

Por supuesto que se vota en Chubut y solamente para cargos locales, pero el contexto interno de ninguna manera puede quedar al margen del nacional. La provincia está en el estado que está por varias razones: es obvio que en todos estos años se cometieron errores puertas adentro que podrían haberse evitado o corregido a tiempo. El pesado endeudamiento asumido durante las gobernaciones de Martín Buzzi y Mario Das Neves es un ejemplo. Pero si no fuera por el enorme descalabro generado por Mauricio Macri y sus aliados, el horizonte de Chubut sería menos oscuro.

Lo que el gobierno de Cambiemos le hizo al país en estos casi cuatro años de gestión no tiene paragón y, posiblemente, lo termine pagando caro en las urnas en agosto y octubre. En el caso de los chubutenses, el daño comenzó desde el primer día de Macri en la Casa Rosada y se profundizó con el paso de los meses.

Que Chubut tenga las tasas de desempleo y pobreza que expone, es una consecuencia de esa política nacional de “Hood Robin”, que le saca a los que menos tienen (quita de subsidios, tarifazos, inflación descontrolada, etcétera) para beneficiar a los sectores económicos más concentrados (las ganancias de la timba financiera por la explosión de las tasas son vergonzosas).

Collar de melones

La estrategia del gobernador Mariano Arcioni de recoger el guante de las críticas y proponerse como una solución con un frente electoral amplio, que reúne a muchos de los viejos dasnevistas de paladar negro, a variados sectores del peronismo y a muchos independientes, parece estar dando resultado.

Las encuestas que hasta el mes pasado lo ponían en un “empate técnico” con el candidato macrista Gustavo Menna han dejado paso a números más holgados. En la cancha se ven los pingos y el próximo domingo hablarán las urnas, pero el optimismo reina en el Gobierno porque las últimas encuestas indican que el “collar de melones” que representa hoy Macri para cualquier candidato de Cambiemos perforó la voluntad de muchos votantes y a Menna le será muy difícil poder descolgárselo del cuello.

Si la alianza gobernante todavía tiene alguna chance de llegar a Fontana 50 o de no terminar haciendo un papelón en las urnas es por el voto del radical más tradicional, ese que puso a la UCR durante doce años en la Casa de Gobierno en Rawson, que todavía cree que Menna es un candidato “propio”.

Claro que después les cuesta justificar que el candidato quede pegado permanentemente a las políticas nacionales, las avale en el Congreso y se someta mansamente a los gritos de Marcos Peña, el jefe de Gabinete que le armó la lista en Chubut y lo empuja todo el tiempo a romper con los sectores del radicalismo chubutense que están hartos de quedar pegados a una gestión nacional espantosa.

También, hay que decirlo, las chances de Menna sobreviven porque el peronismo se dispersó en dos opciones que dedican más tiempo a pegarle a Arcioni que a Macri y a Menna. El próximo domingo no parece haber otro destino para el peronismo de Carlos Linares y César Gustavo Mac Karthy que un frío tercer lugar.

Campaña sucia

La aparición de una campaña sucia contra Arcioni y Sastre, motorizada por algunos legisladores provinciales “despechados” y otro que reapareció en un diario del Valle afín a Cambiemos después de un largo ostracismo, es la muestra de que los números no están cerrando y hay que empezar a pegar por debajo de la línea de flotación.

Esta semana habrá más basura generada por los mismos actores. Se jugarán las últimas fichas para intentar dañar al que lidera las encuestas. Una estrategia de manual.

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30 MAR 2019 - 20:56

Dentro de siete días, los chubutenses irán a las urnas para elegir a los dirigentes que deberán llevar las riendas de la provincia y las principales ciudades y pueblos en medio de una de las mayores crisis económicas y sociales que haya vivido el país, que arrastró a Chubut a un lodo en el que hacía décadas no tenía que chapalear.

Por supuesto que se vota en Chubut y solamente para cargos locales, pero el contexto interno de ninguna manera puede quedar al margen del nacional. La provincia está en el estado que está por varias razones: es obvio que en todos estos años se cometieron errores puertas adentro que podrían haberse evitado o corregido a tiempo. El pesado endeudamiento asumido durante las gobernaciones de Martín Buzzi y Mario Das Neves es un ejemplo. Pero si no fuera por el enorme descalabro generado por Mauricio Macri y sus aliados, el horizonte de Chubut sería menos oscuro.

Lo que el gobierno de Cambiemos le hizo al país en estos casi cuatro años de gestión no tiene paragón y, posiblemente, lo termine pagando caro en las urnas en agosto y octubre. En el caso de los chubutenses, el daño comenzó desde el primer día de Macri en la Casa Rosada y se profundizó con el paso de los meses.

Que Chubut tenga las tasas de desempleo y pobreza que expone, es una consecuencia de esa política nacional de “Hood Robin”, que le saca a los que menos tienen (quita de subsidios, tarifazos, inflación descontrolada, etcétera) para beneficiar a los sectores económicos más concentrados (las ganancias de la timba financiera por la explosión de las tasas son vergonzosas).

Collar de melones

La estrategia del gobernador Mariano Arcioni de recoger el guante de las críticas y proponerse como una solución con un frente electoral amplio, que reúne a muchos de los viejos dasnevistas de paladar negro, a variados sectores del peronismo y a muchos independientes, parece estar dando resultado.

Las encuestas que hasta el mes pasado lo ponían en un “empate técnico” con el candidato macrista Gustavo Menna han dejado paso a números más holgados. En la cancha se ven los pingos y el próximo domingo hablarán las urnas, pero el optimismo reina en el Gobierno porque las últimas encuestas indican que el “collar de melones” que representa hoy Macri para cualquier candidato de Cambiemos perforó la voluntad de muchos votantes y a Menna le será muy difícil poder descolgárselo del cuello.

Si la alianza gobernante todavía tiene alguna chance de llegar a Fontana 50 o de no terminar haciendo un papelón en las urnas es por el voto del radical más tradicional, ese que puso a la UCR durante doce años en la Casa de Gobierno en Rawson, que todavía cree que Menna es un candidato “propio”.

Claro que después les cuesta justificar que el candidato quede pegado permanentemente a las políticas nacionales, las avale en el Congreso y se someta mansamente a los gritos de Marcos Peña, el jefe de Gabinete que le armó la lista en Chubut y lo empuja todo el tiempo a romper con los sectores del radicalismo chubutense que están hartos de quedar pegados a una gestión nacional espantosa.

También, hay que decirlo, las chances de Menna sobreviven porque el peronismo se dispersó en dos opciones que dedican más tiempo a pegarle a Arcioni que a Macri y a Menna. El próximo domingo no parece haber otro destino para el peronismo de Carlos Linares y César Gustavo Mac Karthy que un frío tercer lugar.

Campaña sucia

La aparición de una campaña sucia contra Arcioni y Sastre, motorizada por algunos legisladores provinciales “despechados” y otro que reapareció en un diario del Valle afín a Cambiemos después de un largo ostracismo, es la muestra de que los números no están cerrando y hay que empezar a pegar por debajo de la línea de flotación.

Esta semana habrá más basura generada por los mismos actores. Se jugarán las últimas fichas para intentar dañar al que lidera las encuestas. Una estrategia de manual.


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