"Será necesario poner sobre la mesa reformas radicales, que inviertan la dirección política predominante de las últimas cuatro décadas. Losgobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía", señaló el periódico, en lo que representó un importante giro respecto a su tradicional visión pro mercado.
Agregó que "deben ver los servicios públicos como inversiones en lugar de pasivos, y buscar formas de hacer que los mercados laborales sean menos inseguros".
"La redistribución volverá a estar en la agenda. Los privilegios de los ancianos y ricos en cuestión.Las políticas hasta hace poco consideradas excéntricas, como los impuestos básicos sobre la renta y la riqueza, tendrán que estar en la mezcla", consideró.
En ese sentido, remarcó que "se requierenreformas radicalespara forjar una sociedad que funcione para todos".
"Si hay un lado positivo en la pandemia deCovid-19, es que ha inyectado un sentido deunión en las sociedades polarizadas. Pero el virus, y los bloqueos económicos necesarios para combatirlo, también arrojan una luz deslumbrante sobre las desigualdades existentes, e incluso crean otras nuevas", señaló.
Observó que "a los países que han permitido la aparición de un mercado laboral irregular y precario les resulta particularmente difícil canalizar la ayuda financiera a los trabajadores con un empleo tan inseguro".
"La forma en que libramos la guerra contra el virus beneficia a unos a expensas de otros.Las víctimas de Covid-19 son abrumadoramente viejas. Perolas mayores víctimas de los encierros son los jóvenes y activos, a quienes se les pide quesuspendan su educación y renuncien a sus preciosos ingresos. Los sacrificios son inevitables, pero cada sociedad debe demostrar cómo ofrecerá restitución a aquellos que soportan la mayor carga de los esfuerzos nacionales", concluyó.
"Será necesario poner sobre la mesa reformas radicales, que inviertan la dirección política predominante de las últimas cuatro décadas. Losgobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía", señaló el periódico, en lo que representó un importante giro respecto a su tradicional visión pro mercado.
Agregó que "deben ver los servicios públicos como inversiones en lugar de pasivos, y buscar formas de hacer que los mercados laborales sean menos inseguros".
"La redistribución volverá a estar en la agenda. Los privilegios de los ancianos y ricos en cuestión.Las políticas hasta hace poco consideradas excéntricas, como los impuestos básicos sobre la renta y la riqueza, tendrán que estar en la mezcla", consideró.
En ese sentido, remarcó que "se requierenreformas radicalespara forjar una sociedad que funcione para todos".
"Si hay un lado positivo en la pandemia deCovid-19, es que ha inyectado un sentido deunión en las sociedades polarizadas. Pero el virus, y los bloqueos económicos necesarios para combatirlo, también arrojan una luz deslumbrante sobre las desigualdades existentes, e incluso crean otras nuevas", señaló.
Observó que "a los países que han permitido la aparición de un mercado laboral irregular y precario les resulta particularmente difícil canalizar la ayuda financiera a los trabajadores con un empleo tan inseguro".
"La forma en que libramos la guerra contra el virus beneficia a unos a expensas de otros.Las víctimas de Covid-19 son abrumadoramente viejas. Perolas mayores víctimas de los encierros son los jóvenes y activos, a quienes se les pide quesuspendan su educación y renuncien a sus preciosos ingresos. Los sacrificios son inevitables, pero cada sociedad debe demostrar cómo ofrecerá restitución a aquellos que soportan la mayor carga de los esfuerzos nacionales", concluyó.