Editorial / Que el virus no tape las otras crisis

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

25 ABR 2020 - 20:50 | Actualizado

A treinta y seis días del comienzo de la cuarentena, Chubut se debate entre un aislamiento que por ahora ha dado resultados si se lo compara con el resto del país -o, más cerca, con otras provincias patagónicas-, pero comienza a sentir las primeras señales del impacto económico que tendrá la pandemia.

Cómo levantar de la lona a los sectores más postergados y a la economía informal que sostiene a muchos chubutenses; y qué impacto tendrá en la economía provincial la caída del precio del petróleo y de las regalías hidrocarburíferas, que son el gran sostén del sector público y, aunque muchos no lo recuerden, la garantía de los bonos de la enorme deuda emitida en los últimos años, son dos de los interrogantes que empiezan a preocupar a medida que la pandemia transcurre y se empieza a tratar de mirar un poco más allá de la coyuntura sanitaria.

Hay más problemas por resolver a la vista, por supuesto: el enorme déficit fiscal; la creciente tasa de desempleo y pobreza en el Valle; el colapso de los servicios públicos y el virtual quiebre de las cooperativas que los brindan, que amenazan con dejar a oscuras a decenas de pueblos y ciudades, y sin salarios a cientos de trabajadores; y también la siempre postergada discusión sobre la matriz productiva en la que se sostendrá el futuro de la provincia.

Como siempre, hay dudas sobre la capacidad de la dirigencia política actual para hacer frente a estos desafíos impostergables. No sólo hay que marcar la impericia del actual Gobierno para manejar las crisis que ha tenido, tiene y seguirá teniendo, sino también la de muchos sectores políticos y gremiales, que parecen más entusiasmados en empujar el carro del gobernador Mariano Arcioni cuesta abajo que en ayudar a construir una salida colectiva. Como si las graves consecuencias de un choque frontal del actual Gobierno las fuera a sufrir sólo el escribano comodorense que Mario Das Neves alumbró a la política.

Salud y economía

El falso dilema entre “salud o economía” que algunos sectores económicos, la derecha liberal y el antiperonismo vienen utilizando como un nuevo caballito de batalla para reabrir y profundizar la “grieta”, intenta instalar la insólita idea de una especie de “neopopulismo sanitario” que por ahí le va a salvar las vidas a mucha gente –como si eso fuera un demérito- pero va a empobrecer a la gran mayoría –como si ya no hubiere sectores mayoritarios arrasados por las políticas económicas del gobierno macrista que muchos de los que critican ahora integraron o ayudaron a sostener a brazo partido-.

Es tan falaz el análisis que intentan imponer algunos dirigentes con ayuda de sectores de la prensa que siempre ocuparon la vereda opuesta a los intereses del Pueblo, que primero se hace necesario desbaratarlo para luego avanzar en la cuestión de fondo.

No se trata de una cosa o la otra, sino de ambas. Salud y economía juntas, haciendo un delicado equilibrio para que ninguna se caiga por la borda antes de tiempo, tomando decisiones con tino y, sobre todo, con firmeza política.

Es el rumbo que eligió el presidente Alberto Fernández y, por ahora, no parece que nadie ni nada vaya a sacarlo de su carril. Pero, hay que decirlo, el camino seguirá siendo sinuoso, escarpado y largo.

Los dilemas de Chubut

El escenario nacional trasladado a Chubut es equivalente en casi todas sus partes pero tiene un contexto local que, tal vez, amerite soluciones distintas. La profunda crisis económica, financiera y política que arrastra la Provincia desde mucho antes de que alguien hubiera escuchado la palabra coronavirus, sigue estando lo más campante a la espera de que la pandemia afloje.

A medida que se vayan atenuando las restricciones del aislamiento social preventivo y obligatorio, las otras crisis de Chubut recuperarán su espacio y devolverán a todos los chubutenses a la realidad anterior, igualmente dura de llevar como la actual.

Entonces, la crisis de los salarios de los empleados públicos, que afecta a mucha gente pero que siempre pareció dejar de lado las crisis de la gran mayoría de los chubutenses que viven de la actividad privada, regresarán con un agravante: un brutal parate económico de al menos tres meses.

Hay muchas cosas que preocupan pero una de las que ocupan el centro de la escena es la caída de las “micro” pymes (las pequeñas empresas de menos de diez empleados), los autónomos, los monotributistas y los trabajadores informales que en Chubut equivalen a más de 105 mil personas. Muchos de ellos, casi todos, quedarán tras la pandemia literalmente en la lona.

“En dos meses o antes se verán las consecuencias económicas en la región. Aún no nos estamos dando cuenta porque estamos en abril y tuvimos diez días de aislamiento en marzo, pero en el inicio de mayo, con gran parte de las actividades incapacitadas de producir, las consecuencias de cierre de actividades comerciales se va a notar muy fuerte y va a impactar en otros indicadores relacionados al trabajo y a la pobreza”, pronosticó esta semana el economista Facundo Ball, en una entrevista con Jornada.

A eso hay que sumarle la crisis internacional del petróleo, que todavía no hizo efecto en el sector petrolero de Chubut, que sin embargo ya está pagando las primeras consecuencias de la pandemia con los pozos funcionando a baja velocidad por la imposibilidad de llevar trabajadores a los yacimientos, que derivaron en un acuerdo de reducción salarial por 60 días, algo muy similar a lo que hizo otro jugador clave de la economía chubutense, la productora de aluminio Aluar.

No hay que dejar que la histeria domine a los que tienen que tomar decisiones. Ni tampoco que la siesta los invada. La gente tiene que seguir estando en sus casas la mayor parte del tiempo y tomar todas las precauciones sanitarias cuando salga a tratar de recuperar algo de lo que perdió en términos económicos. Pero hay que impedir que la curva de contagios se dispare o, como sucede en otras partes, desborde el sistema sanitario.

Hay que mirar todas las variables políticas, económicas, sanitarias y sociales al mismo tiempo, tomar decisiones con pericia y consensuar con muchos sectores. Lo que viene no es para cualquiera ni tampoco para que lo manejen unos pocos.#

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25 ABR 2020 - 20:50

A treinta y seis días del comienzo de la cuarentena, Chubut se debate entre un aislamiento que por ahora ha dado resultados si se lo compara con el resto del país -o, más cerca, con otras provincias patagónicas-, pero comienza a sentir las primeras señales del impacto económico que tendrá la pandemia.

Cómo levantar de la lona a los sectores más postergados y a la economía informal que sostiene a muchos chubutenses; y qué impacto tendrá en la economía provincial la caída del precio del petróleo y de las regalías hidrocarburíferas, que son el gran sostén del sector público y, aunque muchos no lo recuerden, la garantía de los bonos de la enorme deuda emitida en los últimos años, son dos de los interrogantes que empiezan a preocupar a medida que la pandemia transcurre y se empieza a tratar de mirar un poco más allá de la coyuntura sanitaria.

Hay más problemas por resolver a la vista, por supuesto: el enorme déficit fiscal; la creciente tasa de desempleo y pobreza en el Valle; el colapso de los servicios públicos y el virtual quiebre de las cooperativas que los brindan, que amenazan con dejar a oscuras a decenas de pueblos y ciudades, y sin salarios a cientos de trabajadores; y también la siempre postergada discusión sobre la matriz productiva en la que se sostendrá el futuro de la provincia.

Como siempre, hay dudas sobre la capacidad de la dirigencia política actual para hacer frente a estos desafíos impostergables. No sólo hay que marcar la impericia del actual Gobierno para manejar las crisis que ha tenido, tiene y seguirá teniendo, sino también la de muchos sectores políticos y gremiales, que parecen más entusiasmados en empujar el carro del gobernador Mariano Arcioni cuesta abajo que en ayudar a construir una salida colectiva. Como si las graves consecuencias de un choque frontal del actual Gobierno las fuera a sufrir sólo el escribano comodorense que Mario Das Neves alumbró a la política.

Salud y economía

El falso dilema entre “salud o economía” que algunos sectores económicos, la derecha liberal y el antiperonismo vienen utilizando como un nuevo caballito de batalla para reabrir y profundizar la “grieta”, intenta instalar la insólita idea de una especie de “neopopulismo sanitario” que por ahí le va a salvar las vidas a mucha gente –como si eso fuera un demérito- pero va a empobrecer a la gran mayoría –como si ya no hubiere sectores mayoritarios arrasados por las políticas económicas del gobierno macrista que muchos de los que critican ahora integraron o ayudaron a sostener a brazo partido-.

Es tan falaz el análisis que intentan imponer algunos dirigentes con ayuda de sectores de la prensa que siempre ocuparon la vereda opuesta a los intereses del Pueblo, que primero se hace necesario desbaratarlo para luego avanzar en la cuestión de fondo.

No se trata de una cosa o la otra, sino de ambas. Salud y economía juntas, haciendo un delicado equilibrio para que ninguna se caiga por la borda antes de tiempo, tomando decisiones con tino y, sobre todo, con firmeza política.

Es el rumbo que eligió el presidente Alberto Fernández y, por ahora, no parece que nadie ni nada vaya a sacarlo de su carril. Pero, hay que decirlo, el camino seguirá siendo sinuoso, escarpado y largo.

Los dilemas de Chubut

El escenario nacional trasladado a Chubut es equivalente en casi todas sus partes pero tiene un contexto local que, tal vez, amerite soluciones distintas. La profunda crisis económica, financiera y política que arrastra la Provincia desde mucho antes de que alguien hubiera escuchado la palabra coronavirus, sigue estando lo más campante a la espera de que la pandemia afloje.

A medida que se vayan atenuando las restricciones del aislamiento social preventivo y obligatorio, las otras crisis de Chubut recuperarán su espacio y devolverán a todos los chubutenses a la realidad anterior, igualmente dura de llevar como la actual.

Entonces, la crisis de los salarios de los empleados públicos, que afecta a mucha gente pero que siempre pareció dejar de lado las crisis de la gran mayoría de los chubutenses que viven de la actividad privada, regresarán con un agravante: un brutal parate económico de al menos tres meses.

Hay muchas cosas que preocupan pero una de las que ocupan el centro de la escena es la caída de las “micro” pymes (las pequeñas empresas de menos de diez empleados), los autónomos, los monotributistas y los trabajadores informales que en Chubut equivalen a más de 105 mil personas. Muchos de ellos, casi todos, quedarán tras la pandemia literalmente en la lona.

“En dos meses o antes se verán las consecuencias económicas en la región. Aún no nos estamos dando cuenta porque estamos en abril y tuvimos diez días de aislamiento en marzo, pero en el inicio de mayo, con gran parte de las actividades incapacitadas de producir, las consecuencias de cierre de actividades comerciales se va a notar muy fuerte y va a impactar en otros indicadores relacionados al trabajo y a la pobreza”, pronosticó esta semana el economista Facundo Ball, en una entrevista con Jornada.

A eso hay que sumarle la crisis internacional del petróleo, que todavía no hizo efecto en el sector petrolero de Chubut, que sin embargo ya está pagando las primeras consecuencias de la pandemia con los pozos funcionando a baja velocidad por la imposibilidad de llevar trabajadores a los yacimientos, que derivaron en un acuerdo de reducción salarial por 60 días, algo muy similar a lo que hizo otro jugador clave de la economía chubutense, la productora de aluminio Aluar.

No hay que dejar que la histeria domine a los que tienen que tomar decisiones. Ni tampoco que la siesta los invada. La gente tiene que seguir estando en sus casas la mayor parte del tiempo y tomar todas las precauciones sanitarias cuando salga a tratar de recuperar algo de lo que perdió en términos económicos. Pero hay que impedir que la curva de contagios se dispare o, como sucede en otras partes, desborde el sistema sanitario.

Hay que mirar todas las variables políticas, económicas, sanitarias y sociales al mismo tiempo, tomar decisiones con pericia y consensuar con muchos sectores. Lo que viene no es para cualquiera ni tampoco para que lo manejen unos pocos.#


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