Este invierno, sin lluvias ni nieve, agrava la situación de millones de compatriotas. En cada rincón de la Patria, pero especialmente en nuestra Patagonia profunda, sentimos el golpe de una política que nos empuja al hambre, la desocupación y el abandono.
A esto se le suma una sobre explotación despiadada que enriquece a unos pocos grupos económicos, mientras nos arrastran a despidos, salarios miserables, quita de derechos, etc. La entrega no es sólo económica: es también razón de nuestras vidas patagónicas. Duele ver cómo el sur, cuna de recursos y esperanza, vuelve a ser tratado como un territorio descartable. Ver a YPF, nuestra bandera de soberanía energética, usada como moneda de cambio, como si no fuera el corazón que dio vida a los pueblos patagónicos.
Sin embargo, como nos encaminó una de las mujeres más importante de nuestra historia, "el pueblo no se entrega". La lucha de los jubilados, la dignidad de los trabajadores del Garrahan, la resistencia de los pequeños productores, son la muestra de que la Patria todavía respira en cada trinchera cotidiana. El pueblo no olvida, no perdona y no claudica, como cuando nos pasó cosas similares o iguales.
Desde los sectores económicos más poderosos ya reconocen que este plan ideado "desde afuera" hace agua por todos lados. Mientras el Ministerio de Economía responde a los mandatos del FMI, nos endeudan de por vida, hipotecando generaciones enteras. Ya no se gobierna con mirada nacional, sino con la calculadora de los bancos internacionales.
Mientras tanto, la bicicleta financiera continúa girando, favoreciendo al mismo puñado de siempre, mientras nuestras economías regionales se funden. Las provincias como nuestro Chubut son saqueadas día a día para enviar dólares al exterior, en nombre de una libertad que no es para nosotros, sino para los que vinieron a saquear nuestra tierra.
Abrir las importaciones sin cuidar lo nuestro es dinamitar las posibilidades de un futuro. Es condenar al obrero, al comerciante, al estudiante, al jubilado, al productor. Es, en definitiva, profundizar la entrega.
Tampoco olvidamos el veto al fondo para la reconstrucción de Bahía Blanca, una muestra cruel del desprecio por la vida y la dignidad de nuestra gente.
La Patagonia, como nuestro país, tiene memoria. Sabemos lo que costó cada kilómetro de ruta, cada escuela, cada hospital construido con el esfuerzo de generaciones. Sabemos que, sin soberanía y justicia social, no hay patria, porque así
somos.
"No hay nada más fuerte que un pueblo. Lo único que se necesita es decidirlo a ser justo, libre y soberano" (Eva Duarte)
Claudio Rubén Mosqueira / Comodoro Rivadavia, 17 de julio de 2025
Este invierno, sin lluvias ni nieve, agrava la situación de millones de compatriotas. En cada rincón de la Patria, pero especialmente en nuestra Patagonia profunda, sentimos el golpe de una política que nos empuja al hambre, la desocupación y el abandono.
A esto se le suma una sobre explotación despiadada que enriquece a unos pocos grupos económicos, mientras nos arrastran a despidos, salarios miserables, quita de derechos, etc. La entrega no es sólo económica: es también razón de nuestras vidas patagónicas. Duele ver cómo el sur, cuna de recursos y esperanza, vuelve a ser tratado como un territorio descartable. Ver a YPF, nuestra bandera de soberanía energética, usada como moneda de cambio, como si no fuera el corazón que dio vida a los pueblos patagónicos.
Sin embargo, como nos encaminó una de las mujeres más importante de nuestra historia, "el pueblo no se entrega". La lucha de los jubilados, la dignidad de los trabajadores del Garrahan, la resistencia de los pequeños productores, son la muestra de que la Patria todavía respira en cada trinchera cotidiana. El pueblo no olvida, no perdona y no claudica, como cuando nos pasó cosas similares o iguales.
Desde los sectores económicos más poderosos ya reconocen que este plan ideado "desde afuera" hace agua por todos lados. Mientras el Ministerio de Economía responde a los mandatos del FMI, nos endeudan de por vida, hipotecando generaciones enteras. Ya no se gobierna con mirada nacional, sino con la calculadora de los bancos internacionales.
Mientras tanto, la bicicleta financiera continúa girando, favoreciendo al mismo puñado de siempre, mientras nuestras economías regionales se funden. Las provincias como nuestro Chubut son saqueadas día a día para enviar dólares al exterior, en nombre de una libertad que no es para nosotros, sino para los que vinieron a saquear nuestra tierra.
Abrir las importaciones sin cuidar lo nuestro es dinamitar las posibilidades de un futuro. Es condenar al obrero, al comerciante, al estudiante, al jubilado, al productor. Es, en definitiva, profundizar la entrega.
Tampoco olvidamos el veto al fondo para la reconstrucción de Bahía Blanca, una muestra cruel del desprecio por la vida y la dignidad de nuestra gente.
La Patagonia, como nuestro país, tiene memoria. Sabemos lo que costó cada kilómetro de ruta, cada escuela, cada hospital construido con el esfuerzo de generaciones. Sabemos que, sin soberanía y justicia social, no hay patria, porque así
somos.
"No hay nada más fuerte que un pueblo. Lo único que se necesita es decidirlo a ser justo, libre y soberano" (Eva Duarte)
Claudio Rubén Mosqueira / Comodoro Rivadavia, 17 de julio de 2025