Por Analía Kunzli (*) /Edición: Daniel P.Almirón
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen mantuvo una conferencia de prensa exclusiva para chicas de hasta 17 años para explicar la situación del coronavirus en este 2020 de pandemia.
Angela Merkel, primera ministra de Alemania, con una actitud firme y clara, pero no temeraria, resultó previsora y enérgica a la hora de tomar las medidas necesarias, mostrándose además haciendo las compras en el supermercado para dar a entender la importancia de la previsión.
Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán, en diciembre reaccionó frente al virus que brotó en China, a menos de 200 kilómetros, y activó 124 medidas, como cierre de fronteras, cuarentena y monitoreo. Demostró firmeza al manifestarse firme frente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y transformó la pandemia en una estrategia diplomática.
En Nueva Zelanda, Jacinda Ardern decretó el confinamiento con 102 casos en el país y ninguna muerte. “ Sean fuertes y amables”, les pidió a los ciudadanos. Luego se conectó a un vivo de la red social Facebook para conversar con ellos sobre la cuarentena.
Ardern de Dinamarca, brindó una conferencia de prensa exclusiva para niños, igual que Erna Solberg, de Noruega, quien les dijo a los chicos que “está bien sentir miedo cuando tantas cosas pasan al mismo tiempo”.
Sanna Marin, la primera ministra más joven del mundo, puso en práctica su lógica millennial en Finlandia: su gobierno se asoció con influencers para difundir información sobre el coronavirus en las redes sociales.
La primera ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir, interviniendo tempranamente, con sus pruebas aleatorias a gran escala del coronavirus descubrió que alrededor de la mitad de todas las personas que dan positivo para el virus son asintomáticas.
La primera ministra de San Martín (una pequeña isla caribeña), Silveria Jacobs, les dijo a sus ciudadanos en un video que se hizo viral que “simplemente dejen de moverse” durante dos semanas, agregando a modo de ejemplo que “Si no tienes el tipo de pan que te gusta en casa, come galletas. Si no tienes pan, come cereal. Come avena”.
El Covid-19 está en todos lados, pero en los países en los que mejor se está manejando la crisis parecieran tener algo en coincidente y es que están gobernados por mujeres. Mujeres que tienen algunas características en común porque son más transparentes en el uso de la información y en cómo la comunican al público, fueron más rápidas a la hora de tomar medidas para contener la propagación del virus y hacen que sus gobiernos usen más las nuevas tecnologías.
¿Cómo lo explicamos?
La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La empatía se conoce como “ponerse en los zapatos del otro”. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Cuando un individuo consigue sentir el dolor o el sufrimiento de los demás poniéndose en su lugar, despierta el deseo de ayudar y actuar siguiendo los principios morales.
Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro ayuda a comprender mejor el comportamiento en determinadas circunstancias y la forma como el otro toma las decisiones. Es una actitud positiva que permite establecer relaciones saludables, generando una mejor convivencia entre los individuos.
Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, se habla de solidaridad. Solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas. Es sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda, protección.
Es un valor por excelencia que sin duda permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras, pestes, enfermedades, entre otros. La solidaridad entre los seres vivos permite resistir las adversidades que se presentan a lo largo de la vida.
Una persona puede ser empática sin ser solidaria, o puede ser solidaria sin ser empática. Aunque cuando se juntan estas dos características en la misma persona entonces podemos ver una maravilla en acción.
Las mujeres sabemos de eso. La conciencia femenina de su discriminación dentro del orden patriarcal implica dar el paso cualitativo que nos traslada de la solidaridad a la sororidad, abriendo nuevas posibilidades de acción colectiva en defensa de los derechos de las mujeres y contra el patriarcado, la misoginia, la desigualdad sexual y la violencia machista en todas sus formas.
La sororidad se construye mediante la adscripción a un pacto, un compromiso que parte de la toma de conciencia de las necesidades comunes y a su vez particulares de las mujeres, así como del empoderamiento y la solidaridad surgida entre ellas solidaridad que a su vez nace de la empatía.
Empatía, solidaridad, sororidad. Cada una tiene que ver con la otra y así van enlazándose. No necesariamente van juntas. En estos casos creo fervientemente que estas mujeres lograron identificarse con la situación por la que se encontraban atravesando, la transformaron en solidaridad hacia sus respectivos pueblos y tomaron el compromiso de luchar por ellos.
Empatía, solidaridad, sororidad. Es la historia de la lucha de este colectivo que se ha ido empoderando, que les permitió hacerse cargo de esta situación con otros recursos, las mismas con las que afrontan y gestionan a diario la conquista de sus derechos de manera pacífica.
Ese es el plus. Ahí está la fuerza.
(*)Analía Kunzli es Abogada Adjunta de la Asesoría de Familia dePuerto Madryn.
Por Analía Kunzli (*) /Edición: Daniel P.Almirón
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen mantuvo una conferencia de prensa exclusiva para chicas de hasta 17 años para explicar la situación del coronavirus en este 2020 de pandemia.
Angela Merkel, primera ministra de Alemania, con una actitud firme y clara, pero no temeraria, resultó previsora y enérgica a la hora de tomar las medidas necesarias, mostrándose además haciendo las compras en el supermercado para dar a entender la importancia de la previsión.
Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán, en diciembre reaccionó frente al virus que brotó en China, a menos de 200 kilómetros, y activó 124 medidas, como cierre de fronteras, cuarentena y monitoreo. Demostró firmeza al manifestarse firme frente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y transformó la pandemia en una estrategia diplomática.
En Nueva Zelanda, Jacinda Ardern decretó el confinamiento con 102 casos en el país y ninguna muerte. “ Sean fuertes y amables”, les pidió a los ciudadanos. Luego se conectó a un vivo de la red social Facebook para conversar con ellos sobre la cuarentena.
Ardern de Dinamarca, brindó una conferencia de prensa exclusiva para niños, igual que Erna Solberg, de Noruega, quien les dijo a los chicos que “está bien sentir miedo cuando tantas cosas pasan al mismo tiempo”.
Sanna Marin, la primera ministra más joven del mundo, puso en práctica su lógica millennial en Finlandia: su gobierno se asoció con influencers para difundir información sobre el coronavirus en las redes sociales.
La primera ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir, interviniendo tempranamente, con sus pruebas aleatorias a gran escala del coronavirus descubrió que alrededor de la mitad de todas las personas que dan positivo para el virus son asintomáticas.
La primera ministra de San Martín (una pequeña isla caribeña), Silveria Jacobs, les dijo a sus ciudadanos en un video que se hizo viral que “simplemente dejen de moverse” durante dos semanas, agregando a modo de ejemplo que “Si no tienes el tipo de pan que te gusta en casa, come galletas. Si no tienes pan, come cereal. Come avena”.
El Covid-19 está en todos lados, pero en los países en los que mejor se está manejando la crisis parecieran tener algo en coincidente y es que están gobernados por mujeres. Mujeres que tienen algunas características en común porque son más transparentes en el uso de la información y en cómo la comunican al público, fueron más rápidas a la hora de tomar medidas para contener la propagación del virus y hacen que sus gobiernos usen más las nuevas tecnologías.
¿Cómo lo explicamos?
La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La empatía se conoce como “ponerse en los zapatos del otro”. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Cuando un individuo consigue sentir el dolor o el sufrimiento de los demás poniéndose en su lugar, despierta el deseo de ayudar y actuar siguiendo los principios morales.
Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro ayuda a comprender mejor el comportamiento en determinadas circunstancias y la forma como el otro toma las decisiones. Es una actitud positiva que permite establecer relaciones saludables, generando una mejor convivencia entre los individuos.
Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, se habla de solidaridad. Solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas. Es sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda, protección.
Es un valor por excelencia que sin duda permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras, pestes, enfermedades, entre otros. La solidaridad entre los seres vivos permite resistir las adversidades que se presentan a lo largo de la vida.
Una persona puede ser empática sin ser solidaria, o puede ser solidaria sin ser empática. Aunque cuando se juntan estas dos características en la misma persona entonces podemos ver una maravilla en acción.
Las mujeres sabemos de eso. La conciencia femenina de su discriminación dentro del orden patriarcal implica dar el paso cualitativo que nos traslada de la solidaridad a la sororidad, abriendo nuevas posibilidades de acción colectiva en defensa de los derechos de las mujeres y contra el patriarcado, la misoginia, la desigualdad sexual y la violencia machista en todas sus formas.
La sororidad se construye mediante la adscripción a un pacto, un compromiso que parte de la toma de conciencia de las necesidades comunes y a su vez particulares de las mujeres, así como del empoderamiento y la solidaridad surgida entre ellas solidaridad que a su vez nace de la empatía.
Empatía, solidaridad, sororidad. Cada una tiene que ver con la otra y así van enlazándose. No necesariamente van juntas. En estos casos creo fervientemente que estas mujeres lograron identificarse con la situación por la que se encontraban atravesando, la transformaron en solidaridad hacia sus respectivos pueblos y tomaron el compromiso de luchar por ellos.
Empatía, solidaridad, sororidad. Es la historia de la lucha de este colectivo que se ha ido empoderando, que les permitió hacerse cargo de esta situación con otros recursos, las mismas con las que afrontan y gestionan a diario la conquista de sus derechos de manera pacífica.
Ese es el plus. Ahí está la fuerza.
(*)Analía Kunzli es Abogada Adjunta de la Asesoría de Familia dePuerto Madryn.